Las enseñanzas del Cristo, por el Maestro Djwhal Khul

Jorge Gomez (333)

El Establecimiento de las Correctas Relaciones Humanas.

La Ley de Renacimiento.

La Revelación del Misterio de la Iniciación.

La Disipación del Espejismo (Glamour).

Podría ser de utilidad hacer algunas observaciones prelimi­nares sobre el tema general de la enseñanza que en el transcurso de las edades impartieron los Hijos de Dios que aparecieron en la hora de necesidad de la humanidad, para exponer ante la con­ciencia de los hombres de Su época ciertas ideas y conceptos acer­ca dela verdad. Suaparición tiene, como objetivo, enfrentar las necesidades inmediatas, de tal manera que las ideas presentadas puedan convertirse en ideales, y la vida del género humano se adapte eventualmente a ellos, trayendo una civilización mejor. Es­tas enseñanzas a través de las épocas se han dado sin solución de continuidad.

No alcanzaría el tiempo para escribir o leer un análisis o enunciado completo sobre la revelación progresiva de las ideas que aportaron a la humanidad las grandes e iluminadas mentes, autorizadas por la Jerarquía espiritual del planeta. Todos los Instructores cíclicos (para diferenciarlos de los innumerables Instructores de menor importancia) han logrado adaptarse a la vida en los tres mundos de la evolución humana ?física, emo­cional y mental ?, controlar el nivel físico de la conciencia su naturaleza emocional sentimental y obtener comprensión mental Y finalmente iluminación.

El problema de la Jerarquía ha sido y aún es, saber en qué medida puede captar el género humano la exacta verdad y en qué medida puede presentarse a las mentes incipientes la verdad absoluta; también debe decidir qué aspectos de la verdad univer­sal permitirá al hombre resolver sus dificultades y avanzar en el Sendero de Retorno a Dios, y además saber en qué punto de la escala evolutiva se encuentra la humanidad en un período da­do. Esto en sí constituye para Ella un campo de investigación.

Hasta ahora el método seguido ha consistido en determinar de qué principal factor carece el hombre para percibir la reali­dad en cualquier momento dado, qué reconocida verdad divina contiene la simiente de una actividad viviente para una huma­nidad que se halla en determinadas condiciones y necesita cierto tipo de ayuda. También debe decidir cuál es la mejor forma de dar esa ayuda, para que sus resultados sean duraderos, educa­tivos y eficaces. Hasta ahora los conceptos expuestos han sido formulados por los Instructores mundiales de la época e impar­tidos únicamente a unos pocos elegidos, cuya tarea ha consistido en presentar la nueva idea y promulgarla entre esos hombres que poseen la suficiente iluminación para aceptarla, divulgarla, vivirla y popularizarla. Esto ha sido ya realizado durante épo­cas con mayor o menor éxito.

Además es imposible exponer aquí las relativamente pocas verdades que han guiado el desarrollo de la humanidad en la an­tigua Atlántida, aunque constituyen una base sólida de toda la enseñanza posterior. Podemos estudiar (como fundamento de la enseñanza que Cristo impartirá después de Su reaparición) va­rios conceptos menores contenidos en las enseñanzas de todas las religiones mundiales, y que los modernos instructores religiosos debieran presentar al público.

El primero de esos Instructores pertenece a una época tan remota que es imposible decir con exactitud en que época vivió; hasta el nombre de ese antiguo héroe e instructor fue moder­nizado, y se lo denomina Hércules. Presentó al mundo, por  me­dio de un pictórico drama mundial (de naturaleza simbólica), el concepto de un magno objetivo que sólo podrá lograrse me­diante luchas y dificultades. Señaló la meta que los hombres debían lograr, sin tener en cuenta los obstáculos, obstáculos presentados en los «Doce Trabajos de Hércules», que fueron para­bólicos en lugar de acontecimientos reales. Así presentó, a los que tenían ojos para ver y corazón para comprender, la natu­raleza del problema que debía resolver en el Sendero de Retorno a Dios; describió el regreso del Hijo Pródigo al Hogar del Pa­dre y las pruebas y experiencias que todo aspirante, discípulo e iniciado, debe afrontar y que han enfrentado quienes hoy cons­tituyen la Jerarquía espiritual. Al considerar esta afirmación debe incluirse también al Cristo, el que no obstante haber sido: ‘tentado en todo, como a todos» (He. 4,15), triunfó en las prue­bas y experiencias.

     También se desconoce la fecha en que vino Hermes, y según los archivos históricos fue el primero en proclamarse como «La Luz del Mundo». Más tarde apareció el gran Instructor Vyasa. Dio un mensaje sencillo y necesario en el sentido de que la muerte no es el fin. Desde Su época puede verse surgir en la hu­manidad la idea de la posible inmortalidad del alma. Instintiva y vagamente el hombre había nutrido la esperanza y presentido que el abandono del vehículo físico no constituía la consumación final de toda lucha, amor y aspiración humanos. En aquellos días primitivos sólo predominaba el sentimiento y el instinto; las ma­sas no poseían la capacidad de pensar como enla actualidad. En el período de culminación en que ahora vivimos, el trabajo de todo el movimiento espiritista, en sus distintos tipos, es en realidad, el surgimiento de esa corriente de energía mental y la idea que Vyasa implantó en la conciencia humana hace miles de años. El esfuerzo que realizan los intelectuales para demostrar la posibilidad científica de la inmortalidad, también es parte de esta gran corriente, llevada a niveles intelectuales, salvando así, el trabajo realizado por Vyasa, de las brumas del espejismo y la deshonestidad síquica, que hoy lo rodea. La realidad de la in­mortalidad está a punto de ser probada científicamente; ya ha sido comprobada la supervivencia de determinado factor, aunque éste aparentemente no es en sí intrínsecamente inmortal. La na­turaleza real del alma y su supervivencia y eterna vivencia, son en sí inseparables y no han sido aún comprobadas científicamen­te, sin embargo, son conocidas y aceptadas hoy como verdades por incontables millones de hombres y por numerosos intelectuales que ?a no ser que constituya un histerismo y engaño colec­tivo -? han presentido correctamente su existencia.

El Buddha es el siguiente Instructor, al cual nos referimos a pesar de haber habido otros entre Su época yla de Vyasa. En esos siglos cuya historia es relativamente oscura y sus delinea­mientos indefinidos, la inteligencia de los hombres se acrecentaba rápidamente y la percepción investigadora del género humano era cada vez más activa. Los interrogantes, para los cuales no existe una aparente ni fácil respuesta, fueron formulados por un grupo de pensadores de la India que representaban a los pensa­dores de todos los países. Repetidamente preguntaban por qué existe el dolor y la miseria en todas partes y en cada vida, cuál es la causa de esas cosas y qué se debe hacer para cambiar las circunstancias de la vida; además querían saber cuál es el principio integrador del hombre, qué es el alma y si existe un yo. Entonces vino el Buddha y respondió a estas preguntas y sentó las bases de un acercamiento más iluminado hacia la vida, impar­tiendo esas enseñanzas que abrirían la puerta para el trabajo del Cristo, pues el Buddha sabía que Le seguiría los pasos.

Es interesante recordar que cuando vino el Buddha, aproxi­madamente quinientos años antes del Cristo (pues la fecha exacta del nacimiento de Cristo aún se discute), empezaban a sentirse las primeras tenues influencias de la era pisciana, haciendo impacto sobre la poderosa cualidad de la era de Aries, la víctima propi­ciatoria o el cordero. La influencia de esa era ?perdurando a través de la dispensación judía ? condujo finalmente a la defor­mación de las sencillas enseñanzas del Cristo. Fue erróneamente presentado al mundo como la viviente víctima propiciatoria que cargó con los pecados de los pueblos, originando así la doctrina de la expiación vicaria. San Pablo fue el responsable de este énfasis. Un análogo ejemplo de distorsión tuvo también origen judío, apareciendo en las primeras etapas del cielo de Aries, el cordero. Se ha dicho que los Hijos de Israel adorar6n y se proster­naron ante el becerro de oro, el símbolo de Tauro, el Toro, que fue el siguiente ciclo astronómico. Los cielos mencionados no son astrológicos, sino astronómicos. En las primeras etapas de Aries, la enseñanza retrocedió ala de Tauro, y en las primeras etapas de Piscis retrocedió ala de Aries, y así se inició la regresión de la enseñanza que tanto predomina entre los numerosos cristianos ortodoxos.

El Buddha respondió a los interrogantes de Su época im­partiendo las Cuatro Nobles Verdades que se refieren eterna y satisfactoriamente a los por qué del hombre, verdades que pueden ser sintetizadas de la siguiente manera: Él enseñó que la aflicción y el sufrimiento eran producidos por el hombre mismo, y que el enfoque del deseo humano sobre lo indeseable, efímero y material, es la causa de la desesperación, el odio y la rivalidad y también  la razón del por qué el hombre vive en el reino de la muerte ?el reino de la vida física, que es la verdadera del espíritu. El Buddha hizo un excepcional aporte a las enseñan­zas impartidas por Hércules y Vyasa, y agregó algo más a la estructuración de la verdad que Ellos habían erigido. Así preparó el camino para el Cristo. Entre estos dos grandes Instructores, el Buddha y el Cristo, aparecieron instructores menores para am­pliar y agregar las verdades fundamentales ya dadas; Sankara­charya entre otros, fue uno de los más importantes, impartiendo profundas instrucciones sobre la naturaleza del Yo. También debe citarse el lnstructor que figura en el Bhagavad Gita, Shri Krish­na, porque muchos creen que en una encarnación anterior Él fue el Cristo.

De esta manera las verdades fundamentales sobre las que se funda la relación con Dios (y por lo tanto con nuestros seme­jantes), son siempre impartidas por el Hijo de Dios, que ??en un determinado período mundial ? es el Guía instructor de la Jerarquía espiritual.

A su debido tiempo vino Cristo y dio al mundo (principal­mente por intermedio de Sus discípulos) dos verdades principa­les: la realidad de la existencia del alma humana y el método que sirve como medio (empleo esta frase deliberadamente) para establecer correctas relaciones humanas ???con Dios y con nuestros semejantes. Dijo a los hombres que todos eran Hijos de Dios en el mismo sentido que Él lo era. Les dijo, de muchas maneras sim­bólicas, qué y quién era Él, les aseguró que podían hacer cosas mas grandes que las que Él había hecho, porque eran igualmente divinos. Estas cosas más grandes la humanidad ya las ha hecho en el plano físico al controlar la naturaleza, y el Cristo sabía que los hombres lo harían porque conocía la actuación de la Ley de Evo­lución. Enseñó que el servicio constituía la clave para llevar una vida liberada, enseñándoles la técnica de servir a través de Su propia vida dedicada al bien, curando enfermos, predicando e instruyendo sobre las cosas del Reino de Dios y dando de comer física y espiritualmente al hambriento. Hizo de la vida cotidiana un ámbito divino de vivencia espiritual, no deseando nada para el yo separado, acentuando así la enseñanza del Buddha. El Cristo también enseñó, amó y vivió, llevando adelante la magna conti­nuidad de la revelación y de la enseñanza jerárquica; entonces entró en lo arcano, dejándonos un ejemplo para que sigamos Sus pasos (I.P. 2,21), lo imitemos en Su fe en la divinidad, en Su servicio y en Su capacidad de penetrar en esa zona de con­ciencia y campo de actividad denominadala verdadera Iglesia de Cristo, la Jerarquía espiritual ?actualmente invisible ? de nuestro planeta, el verdadero Reino de Dios. El velo que ocul­ta ala verdadera Iglesia está por descorrerse y el Cristo está a punto de reaparecer.

A la luz del pasado y de las actuales necesidades de la hu­manidad, que el Cristo y la Jerarquía deben enfrentar, ¿qué en­señanzas impartirá el Cristo esta vez? Tal es la pregunta que se formulan ahora Sus discípulos. Probablemente Su enseñanza versará sobre cuatro puntos. Consideraremos cada uno por se­parado y haremos lo posible por comprender y preparar la mente humana para recibir aquello que Él tiene que dar.

1. El Establecimiento de Correctas Relaciones Humanas.

La frase «correctas relaciones humanas» es una de las que más habla, y se comprende cada vez más que constituye una gran necesidad humana y la única esperanza de un futuro de paz y seguridad. Las erróneas relaciones humanas alcanzaron una eta­pa tan difícil que todos los aspectos del vivir humano se hallan en estado caótico, involucrando todos los sectores de la vida dia­ria ?la vida familiar y comunal, las relaciones comerciales, los contactos políticos y religiosos, la actividad gubernamental y la vida común de todos los pueblos, incluso las relaciones internacionales. En todas partes existe odio, rivalidad, desarmonía, lucha de partidos, el tipo más vil de difamación y escándalo, pro­funda desconfianza entre los hombres y las naciones, entre el capital y el trabajo y entre las innumerables sectas, iglesias y religiones. La diferencia entre secta e iglesia es, después de todo, sólo de grado y de principio histórico; es la interpretación y la adhesión fanática a una verdad preferida y siempre excluyente, contraria a la enseñanza cristiana. En ninguna parte existe paz ni comprensión, sólo una pequeña minoría, en comparación con los habitantes de la tierra, lucha para establecer esas condicio­nes que conducirán a pacíficas y felices relaciones.

La fuerza de esta minoría combatiente que lucha porla paz Ylas correctas relaciones, reside en que el trabajo que trata de hacer está de acuerdo a la intención y al propósito divinos. El Cristo tiene la intención de reaparecer en medio de este caos de intereses en conflicto, competitivos y antagónicos. Les pediría que observen la horrible realidad que Él debe enfrentar y la necesidad de que haya cierto orden en el mundo, para que pue­dan ser enunciados ciertos principios fundamentales y por lo menos aceptados en forma parcial, antes de que pueda actuar con éxito entre los hombres. Si viniera inmediatamente, Su voz no podría ser oída, porque es demasiado estridente la algarabía de las discusiones humanas; si tratara de llamar la atención de la humanidad, aunque lo hiciera por medio del profético sonido de la trompeta (Mt. 24,31), se diría sencillamente que Se pro­mociona a sí mismo; si predicara y enseñara, atraería princi­palmente a quienes simpatizan con Su Mensaje, o se vería ro­deado por los ingenuos y los crédulos, como ocurre siempre con todo nuevo Instructor, sea cual fuere Su enseñanza. La mayoría de los seres humanos están aún demasiado hambrientos, agota­dos síquicamente, perplejos y angustiados e inseguros de su fu­turo, su libertad y seguridad, como para estar en condición de escucharlo.

Se puede asegurar que no vendrá como un héroe victorioso, según lo han hecho creer las interpretaciones de los instructores de teología, porque de esa manera no sería identificado y se Lo clasificaría simplemente corno cualquier otro personaje militar de los que ya hemos tenido bastantes; no vendrá como el Mesías de los judíos a salvarla llamada Tierra Santay la ciudad de Jerusalén para los judíos, pues pertenece a todo el mundo y no a los judíos, ni ningún otro pueblo tiene derechos ni privilegios especiales para reclamarLo como propio. Tampoco vendrá para convertir al mundo pagano, porque tal mundo no existe a los ojos de Cristo y de Sus discípulos, pues los denominados paga­nos han demostrado históricamente menos perversidad y anta­gonismo que el mundo cristiano militante. La historia de las naciones y de la iglesia cristiana ha sido una historia de mili­tancia agresiva ?lo que jamás deseó Cristo cuando trató de establecer la Iglesia en la tierra.

Cuando vino anteriormente dijo (y sus palabras han sido lamentablemente mal interpretadas) : «no he venido para traer paz, sino una espada» (Mt. 10,34), y esto será especialmente así durante los primeros días de Su advenimiento. La espada que empuña es la espada del Espíritu, la que separa la verdadera espiritualidad del materialismo. El principal efecto de Su apa­rición será seguramente demostrar en todas partes lo que pro­duce un espíritu incluyente, canalizado y expresado por Su in­termedio. Todos los que tratan de establecer correctas relacio­nes humanas se unirán automáticamente a Él, pertenezcan o no a alguna de las grandes religiones mundiales. Aquellos que no hacen diferencias fundamentales ni reales entre una religión y otra, un hombre y otro y una nación y otra, se reunirán a Su alrededor; quienes personifican un espíritu excluyente y separa­tista, quedarán, análoga y automáticamente, en descubierto y serán conocidos por lo que son. La divisora espada del espíritu traerá la revelación sin herir, e indicará el primer paso a dar para la regeneración humana.

Permaneciendo como el punto focal del Triángulo interno ?formado por el Buddha, el Espíritu de Paz y el Avatar de Síntesis ? la fuerza que emanará de Cristo, será tan poderosa, que la diferencia entre amor y odio, agresión y libertad, codicia y generosidad, se pondrá en lúcida evidencia ante los ojos y la mente de todos los hombres y por lo tanto se esclarecerá la di­ferencia que existe entre el bien y el mal. Entonces se cumplirá la plegaria invocadora: «Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios, que afluya amor a los corazones de los hombres.» El Cristo liberará sobre el mundo de los hombres el poder y la energía característica del amor intuitivo. Dos resultados se ob­tendrán de la distribución de esta energía de amor:

1.   Innumerables hombres y mujeres se agruparán para pro­mover la buena voluntad y las correctas relaciones huma­nas. Su número será tan grande que, de una minoría re­lativamente pequeña y de escasa importancia, se conver­tirá en la más grande e influyente fuerza del mundo. Por su intermedio el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo podrá trabajar con éxito.

2.   Esta energía activa, de comprensión amorosa, movilizará una enorme reacción contra el poder del odio. Odiar, ais­larse y ser excluyente, se considerará como el único peca­do, porque se reconocerá que todos los pecados ???consi­derados ahora como tales ? provienen del odio o de su producto: la conciencia antisocial. El odio y sus conse­cuencias constituyen el verdadero pecado contra el Espí­ritu Santo, respecto al cual tanto han debatido los co­mentaristas, pasando por alto, en su necedad, la sencillez y propiedad de su correcta definición.

El poder del impacto jerárquico espiritual a través de Cristo y Sus discípulos activos, serán tan grandes y tan evidentes la uti­lidad, la practicabilidad y la naturaleza de las correctas relacio­nes humanas, que los asuntos mundiales serán prontamente rea­justados, inaugurándose una nueva era de buena voluntad y paz enla tierra. Lanueva cultura y la nueva civilización serán entonces posibles.

Esto no es la descripción de un acontecimiento optimista, místico e imposible. No se basa en un anhelo o en una ciega esperanza. Los discípulos de Cristo predican ya la doctrina de las correctas relaciones humanas; hombres y mujeres de buena voluntad se están esforzando en demostrar que sólo mediante la buena voluntad podrá lograrse la paz verdadera en el campo de la vida internacional. Al presentar la verdadera vivencia que Cristo demostrará al mundo de los pensadores, lógicamente no tendrán cabida el exclusivismo ni el separatismo, porque la «vi­da más abundante» (que Él trata de canalizar hacia nosotros) es una corriente que fluye libremente arrasando los obstáculos y barreras y haciendo circular en forma ininterrumpida la ver­dad y la vida misma, siendo el amor la cualidad esencial de ambas.

Todas las religiones mundiales han proclamado el hecho de que Dios es Amor y Vida esenciales como también Inteligencia. Esa vida contiene en sí misma la cualidad esencial de la Volun­tad de Dios, como también Su Amor. Ambos son igualmente importantes, porque esa voluntad está cualificada por el amor. Hasta ahora los hombres nada conocían de la naturaleza real de la cualidad de la vivencia energetizada por el amor y la volun­tad, excepto a través de un vago concepto teórico. La reapari­ción de Cristo establecerá la realidad de esta vivencia divina; el trabajo que efectuará, ayudado por Sus discípulos, manifes­tará el amor y el propósito divinos, contenidos en toda expe­riencia fenoménica.

Un aspecto de la voluntad divina que debe cumplir la huma­nidad es el establecimiento de correctas relaciones humanas y la siguiente faceta de la expresión divina para manifestarse en los asuntos humanos, individuales, comunales, nacionales e interna­cionales. Nada ha impedido que se manifieste esta expresión divina, excepto el factor tiempo, que lo determina la humanidad, siendo una expresión del libre albedrío divino. La expresión e intención divina puede manifestarse lenta o rápidamente según lo decida el hombre; hasta ahora ha elegido la manifestación lenta, muy lenta. Aquí se pone de relieve el libre albedrío de la voluntad humana. Debido a que la divinidad es inmanente, o está presente en todas las formas y, por lo tanto, en todos los seres humanos, la Voluntad divina debe ser cumplida oportunamente. Porque la enorme tendencia materialista de todas las formas en la actuali­dad (hablando esotéricamente), la expresión de esa Voluntad ha sido demorada; la voluntad del hombre no ha consistido en esta­blecer correctas relaciones humanas. De allí la disciplina impues­ta por la guerra, la tortura en las formas y el sufrimiento del vivir humano.

Dichos factores están produciendo una transformación am­plia y general; un indicio de esto pueden observarlo fácilmente las personas espiritualmente orientadas, que continuamente exclaman (como Cristo en el Huerto de Getsemaní) que se cum­pla la Voluntad de Dios (Mt. 26,39), repitiéndolo ignorantemente y a veces con desesperación. No obstante indica un proceso ge­neral de reorientación espiritual, sumisión y conformidad. Cristo demostró esta sumisión cuando dijo: » … no he venido a hacer Mi voluntad, sino la Voluntad de Aquel que me envió» (Jn. 6,38). Dio pruebas de su conformidad cuando exclamó: «Padre, hágase Tu voluntad, y no la mía». La sumisión contiene en sí los elementos del triunfo, impuestos por la fuerza de las circunstancias y por el reconocimiento, y aunque no lo comprende, se somete a lo que se le impone. La conformidad contiene en sí, el elemento de una inteligencia comprensiva, y esto significa un gran paso adelan­te. Ambas admiten la existencia de una divina voluntad influ­yente en la vida de la humanidad; constituyen también una pre­paración para el reconocimiento del trabajo que debe realizar el Cristo a fin de establecer correctas relaciones humanas. La actual sumisión del género humano a la voluntad divina es nega­tiva; la verdadera sumisión es una actitud positiva, de expecta­tiva espiritual, que conduce oportunamente a una conformidad positiva. También se puede observar una expectativa espiritual, y su intensificación es parte del trabajo del Nuevo Grupo de Ser­vidores del Mundo. Además se debe fomentar la sumisión espi­ritual y la conformidad inteligente de las masas que, por lo general, se dividen en esas dos clases que expresan ambas acti­tudes; los factores sumisión, expectativa y conformidad, se ha­llan latentes en cada hombre. Estas tres fuerzas divinas per­mitirán al hombre responder al mensaje del Cristo, por lo cual el sacrificio altruista, la comprensiva contemporización y la cap­tación de los muchos y diversos puntos de vista (indispensables para el establecimiento de correctas relaciones humanas), serán mucho más fáciles de lograr.

Sería conveniente reflexionar sobre cuáles son los factores existentes en la sumisión yla conformidad. Enellas están in­volucradas las correctas relaciones humanas, el renunciamiento, la sumisión a los hechos existentes y la obediente conformidad a la ley divina. Esto es lo que Cristo demostró anteriormente y éstas «son las cosas» que Él ayudará a que, entusiasta y com­prensivamente, la humanidad acepte, lo cual traerá la felicidad, lección difícil de aprender, y experiencia totalmente nueva parala humanidad. Cristodeberá enseñar a los seres humanos cómo disfrutarla correctamente, cómo superar los antiguos hábitos de sufrimiento y comprender el significado dela alegría. Sinem­bargo, no vendrá solamente a enseñar a los hombres la necesi­dad de establecer correctas relaciones humanas, sino a que apren­dan a establecerlas debidamente.

II. Cristo Enseñará la Ley de Renacimento.

Esta ley deriva principalmente de la Ley de Evolución. Nun­ca ha sido captada ni adecuadamente comprendida en Occidente; tampoco ha demostrado ser de utilidad en Oriente, considerada allí como un principio rector de la vida, pues su efecto ha sido aletargador y ha ido en detrimento del progreso, porque los orientales creen que dicha ley otorga todo el tiempo que se quie­ra para llegar a la meta, lo cual ha impedido la realización de un arduo esfuerzo para alcanzarla. El cristiano común confun­de la Ley de Renacimiento con lo que él denomina «la transmigración de las almas», y frecuentemente cree que dicha ley sig­nifica que los seres humanos renacen en cuerpos de animales o formas inferiores de vida, lo cual es absolutamente erróneo. A medida que la vida de Dios va progresando de una forma a otra, la vida en los reinos subhumanos de la naturaleza pasa pro­gresivamente de la forma mineral a la vegetal y de ésta a la animal; la vida de Dios pasa de esta etapa al reino humano, quedando sujeta a la Ley de Renacimiento y no a la Ley de Transmigración. Para quienes tienen alguna noción de la Ley de Renacimiento o de la Reencarnación, ese error parecerá ri­dículo.

La teoría o doctrina de la Reencarnación horroriza al cris­tiano ortodoxo; pero si se les formula la pregunta que los discí­pulos hicieron a Cristo después de devolverlela ?Vistaal ciego: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que naciese ciego?” (Jn. 9,2) rechazan las implicaciones, se mofan o se desalientan. La presentación al mundo hecha por el oculista o los teósofos comu­nes sobre esta idea, ha sido deplorable, porque se ha expuesto en forma muy ignorante. Lo mejor que puede decirse es que han familiarizado al público con la teoría; no obstante, si la hubieran presentado en forma más inteligente, habría sido acep­tada en Occidente con mayor amplitud.

Si la meta de las correctas relaciones humanas es enseñada universalmente por el Cristo, el énfasis de Su enseñanza deberá recaer sobre la Ley de Renacimiento. Esto es inevitable debido a que el reconocimiento de esta ley traerá paralelamente la solución de los problemas de la humanidad y la respuesta a muchos de sus interrogantes.

Esta doctrina será una de las notas claves de la nueva reli­gión mundial, como también un agente esclarecedor para una mejor comprensión de los problemas del mundo. Cuando Cristo estuvo en persona anteriormente, puso el énfasis sobre la reali­dad del alma y el valor del individuo. Dijo a los hombres que podían ser salvados por la vida del alma y por el Cristo que reside en el corazón humano. Además expresó, «que el que no volviere a nacer no podrá ver el Reino de Dios» (Jn. 3,3). Sólo las almas pueden actuar como ciudadanos de ese reino, y esta actuación privilegiada la presentó Él por primera vez a la hu­manidad, dando así a los hombres la visión de una posibilidad divina y el fin inalterable de toda experiencia. Él dijo: «Sed pues perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto» (Mt. 5,48).

Esta vez enseñará a los hombres el método por el cual dicha posibilidad podrá convertirse en un hecho consumado ?por el constante retorno del alma reencarnante en la escuela de la Vida en la Tierra, a fin de someterse al proceso de perfeccio­namiento del cual fue ejemplo sobresaliente. Tal es el signifi­cado y la enseñanza dela reencarnación. Ensu libro, «Nuevas Mansiones para Nuevos Hombres», pág. 123, Dane Rudhyar define completamente este misterioso proceso cósmico y huma­no, diciendo: «La estructura individual de la nueva manifesta­ción está, por fuerza, condicionada por todo lo que no se realizó en el pasado y por el remanente y los fracasos hallados en los registros de la naturaleza, en la memoria de la sustancia uni­versal». Toda la historia ?la suya, la mía y la de todos ? está incluida en esas pocas palabras.

Debe tenerse en cuenta que prácticamente todos los grupos y escritos ocultistas han puesto de relieve tontamente la cues­tión de la recuperación de las pasadas encarnaciones, lo cual es imposible comprobar razonablemente, pues cualquiera puede de­cir y afirmar lo que le parezca. La enseñanza se ha basado so­bre leyes imaginarias que se supone rigen la ecuación tiempo y el intervalo entre una vida y otra olvidando que el tiempo es un producto de la conciencia cerebral y que sólo existe en el cerebro; el énfasis siempre ha sido puesto sobre un concepto falso respecto ala relación. La enseñanza, impartida acerca de la Re­encarnación,fue más perniciosa que provechosa. Sólo queda un factor de valor: la existencia de la Ley de Renacimiento, que ahora es discutida por algunos y aceptada por muchos.

Más allá del hecho de que esta ley existe, muy poco sabemos; quienes conocen por experiencia la naturaleza real de este re­torno, rechazan de plano los pormenores tontos e improbables que los grupos teosóficos y ocultistas exponen como realidades. La ley existe, pero nada sabemos acerca de su mecanismo. Muy pocas cosas pueden, decirse que sean exactas respecto a ella. lo cual no puede ser refutado.

  1. La Ley de Renacimiento es una de las grandes leyes naturales de nuestro planeta.

  1. Es un proceso establecido, que se lleva a cabo de acuer­do a la Ley de Evolución.

  1. Está íntimamente relacionada y condicionada por la Ley de Causa y Efecto.
  2.   Es un proceso de desenvolvimiento progresivo que per­mite al hombre avanzar desde las formas groseras del materialismo irracional hasta lograr la perfección espi­ritual y una inteligente percepción que le permitirá lle­gar a ser un miembro del Reino de Dios.

  1.   Explica las diferencias que existen entre los hombres y ??en conexión con la Ley de Causa y Efecto (denomi­nada Ley del Karma en Oriente) ? justifica las diferentes circunstancias y actitudes hacia la vida.

  1.    Es la expresión del aspecto voluntad del alma y no el resultado de la decisión de una forma material; es el alma, que existe en todas las formas, quien reencarna, elige y construye los adecuados vehículos físico, emocio­nal y mental, con los cuales puede aprender las corres­pondientes y necesarias lecciones.

  1.    La Ley de Renacimiento (en lo que concierne a la hu­manidad) entra en vigencia en el plano del alma. La en­carnación es motivada y dirigida desde el nivel del al­ma en el plano mental.

  1.    Las almas encarnan cíclicamente en grupos, de acuerdo a la ley, a fin de establecer correctas relaciones con Dios y con sus semejantes.

  1.    El desenvolvimiento progresivo, de acuerdo a la Ley de Renacimiento, está condicionado en gran parte por el principio mental, «así como el hombre piensa en su co­razón, así es él». Estas breves palabras merecen cuida­dosa reflexión.

  1. De acuerdo a la Ley de Renacimiento el ser humano de­sarrolla su mente con lentitud; luego ésta comienza a controlar la naturaleza emocional?sensoria y, finalmen­te, revela al hombre su alma, naturaleza y medio am­biente.

  1. En esa etapa de desarrollo el hombre empieza a hollar el Sendero de Retorno y se dirige gradualmente (después de muchas vidas) hacia el Reino de Dios.

  1. Cuando el hombre por el desarrollo de la mente, por la sabiduría, el servicio práctico y la comprensión, ha aprendido a no pedir nada para el yo separado, ya no desea vivir en los tres mundos y se libera de la Ley de Renacimiento.

  1. Entonces es consciente del grupo, del alma de su grupo y del alma de todas las formas, alcanzando, tal como Cristo dijera, una etapa de perfección crística, llegan­do «a la medida de la edad de la plenitud de Cristo» (Ef. 4,13).

Ninguna persona inteligente tratará de ir más allá de esta amplia generalización. Cuando Cristo reaparezca poseeremos un conocimiento más realista y verdadero, sabremos que estamos eternamente vinculados con las almas de todos los hombres y definidamente relacionados con aquellos que reencarnan con no­sotros, que aprenden las mismas lecciones y pasan las mismas experiencias y experimentos que nosotros. Este conocimiento comprobado y aceptado regenerará las fuentes mismas de nues­tro vivir humano. Sabremos que las causas de nuestras dificul­tades y problemas provienen porque no reconocemos esta Ley fundamental con sus responsabilidades y obligaciones; entonces aprenderemos gradualmente a regir nuestras actividades median­te su exacto poder restrictivo. La Ley de Renacimiento encierra en sí el conocimiento práctico que los hombres necesitan hoy para conducir recta y correctamente sus vidas en los aspectos religio­so, político, económico, comunal y privado, estableciendo así co­rrectas relaciones con la vida divina que existe en todas las formas.

III. La Revelación de los Misterios de la Iniciación.

Gran parte de lo que se expone en estas páginas concierne, en realidad, a la aparición del Reino de Dios ?aparición que ahora puede tener lugar, debido a tres factores:

1.  Al acrecentamiento de ese Reino en la Tierra, con sus miles de personas que aceptan sus leyes y se esfuerzan por vivir de acuerdo a sus reglas y espíritu.

2.  Al hecho de que los signos de la época y la imperante necesidad de la humanidad han evocado al Cristo, y Él ha decidido reaparecer.

3.  A la demanda invocadora de la humanidad que asciende continuamente hasta «el Lugar Secreto del Altísimo», y que la Jerarquía proyecta aparecer conjuntamente con el Cristo y restablecer la Ley del Espíritu sobrela Tierra. Elmomento de restablecer los antiguos Misterios ha llegado.

Estos hechos se han divulgado ampliamente durante los últimos dos años, como resultado de la depuración llevada a cabo en el mundo por la guerra mundial (1914?1945), y del sufrimiento a que fue sometida la humanidad (cuyo efecto igualmente purificador y poderoso, se manifestará posteriormente). Entonces será posible que la Jerarquía, la Iglesia del Cristo hasta ahora invisible, se exteriorice y actúe abiertamente en el plano físico. Esto sig­nifica retornar a la situación que existía en la época atlante cuando ??empleando la simbología bíblica (Gn. 2,3) ? Dios Mismo caminó entre los hombres y habló con ellos, pues no existían barreras entre el reino de los hombres y el Reino de Dios. La divinidad estaba entonces presente en forma física, y los Miem­bros de la Jerarquía espiritual guiaban y dirigían abiertamente los asuntos de la humanidad, hasta donde lo permitía la innata libertad del hombre. Hoy, y en un futuro inmediato, esto vol­verá a ocurrir en una vuelta más alta de la espiral dela vida. Los Maestroscaminarán abiertamente entre los hombres y Cris­to reaparecerá físicamente. También se restaurarán los anti­guos Misterios; serán nuevamente reconocidos los antiguos jalo­nes que la Masonería ha preservado con tanto empeño y conser­vado hasta ahora en los rituales masónicos, esperando el día de la restauración y de la resurrección.

Estos antiguos Misterios fueron originalmente dados a la humanidad por la Jerarquía y contienen la clave del proceso evolutivo, oculto en los números, rituales, palabras y símbolos, que velan el enigma del destino y origen del hombre, presen­tándole, por medio del rito y del ritual, el largo sendero que de­ben hollar para retornar a la luz, proporcionando además (cuan­do se los interpreta y representa correctamente) la enseñanza que la humanidad necesita para poder pasar de la oscuridad a la Luz, de lo irreal a lo Real y de la muerte ala Inmortalidad. Elverdadero masón que comprende, aunque sea en pequeña me­dida, la significación de los tres grados dela Logia Azuly lo que implica su participación, reconocerá las tres frases mencio­nadas y la significación, de los tres grados. Las menciono con fines masónicos, pues tiene íntima relación con la restauración de los Misterios que han contenido, en el transcurso de las épocas, la clave de la tan largamente esperada restauración de la estruc­tura que fundamentará la necesaria enseñanza y expondrá la historia del progreso del hombre en el Sendero de Retorno (cuan­do se libere de las nomenclaturas y nombres judíos, ya caducos, si bien correctos hasta hace tres mil años).

Tales son los Misterios que restablecerá el Cristo cuando reapa­rezca, revivificando en forma nueva a las iglesias y restaurando el Misterio oculto que ellas han perdido hace mucho tiempo, de­bido a su materialismo. La Masonería también, ha perdido la verdadera vivencia que poseía en un tiempo pero, tanto en sus formas como en su ritual, la verdad ha sido conservada y podrá ser recuperada, y esto lo hará el Cristo. Además hará revivir di­chos Misterios de varias maneras; no todos acudirán a la Igle­sia o a la Masonería para revitalizar su vida espiritual. Los verdaderos Misterios se revelarán a sí mismos por medio de la ciencia, y el Cristo proporcionará el incentivo para su búsqueda. Los Misterios contienen en sus fórmulas y enseñanzas, la clave para la ciencia que develará el misterio de la electricidad ?la más grande ciencia espiritual y esfera de conocimiento divino en el mundo, cuyos contornos apenas ahora han sido tocados. Únicamente cuando la Jerarquía esté visiblemente presente en la Tierra, y le sean develados al mundo los Misterios, de los cuales los discípulos de Cristo son custodio, se revelará el ver­dadero secreto y la naturaleza de los fenómenos eléctricos.

En último análisis los Misterios constituyen la verdadera fuente de revelación; esto sólo podrá ser captado sin peligro, en toda su amplitud, cuando la mente y la voluntad al bien estén estrechamente unidas y fusionadas y condicionen la conducta humana. Existen energías y fuerzas planetarias que los hom­bres no han controlado ni podrán controlar; nada saben de ellas y sin embargo la vida del planeta depende de las mismas, estan­do íntimamente relacionadas con los menospreciados poderes sí­quicos (tan estúpidamente encarados hoy e ignorantemente em­pleados). Sin embargo dichos poderes ???cuando estén correcta­mente determinados y sean utilizados ?- serán de gran utilidad para las ciencias que los Misterios revelarán.

El Misterio de las Edades está en vísperas de ser revelado con la reaparición de Cristo. Mediante la revelación del alma ese Misterio (velado en el conocimiento del alma) será revela­do. Las Escrituras siempre han profetizado que al fin de la Era veremos revelado lo que está secreto, y surgiría a la luz del día lo que hasta ahora ha permanecido oculto. Como sabemos, el presente ciclo señala el fin de la Era de Piscis. Los próximos doscientos años verán la abolición de la muerte, o más bien de nuestros equivocados conceptos acerca de ella, y el firme esta­blecimiento de la realidad de la existencia del alma. El alma será conocida entonces como una entidad y un impulso propul­sor, y además una fuerza espiritual que está detrás de todas las formas manifestadas. El trabajo de Cristo ?de hace dos mil años ?- consistió en proclamar grandes posibilidades y la existen­cia de grandes poderes. Cuando Él reaparezca Su tarea tendrá por objeto probar la realidad de estas posibilidades y revelar la verdadera naturaleza y potencia del hombre. Su afirmación de que todos somos hijos de Dios y tenemos un Padre propio, univer­sal, no será considerada una hermosa afirmación mística y simbó­lica, en un futuro inmediato, sino una enunciación científica com­probada. Nuestra hermandad universal e inmortalidad esencial serán reconocidas como realidades de la naturaleza.

Hoy se está preparando el terreno para la magna restaura­ción que Cristo efectuará. Las religiones mundiales, incluyendo la cristiana y la masónica, están siendo juzgadas por la mente censuradora de la humanidad; se ha proclamado casi unánime­mente que ambas han fracasado en la tarea asignada porla divinidad. Secomprende en todas partes que debe afluir una vida nueva, y esto implicará nueva visión y una nueva manera de encarar las condiciones de la vida; sólo Cristo puede ense­ñarnos y ayudarnos a lograrlo. Según reza una antigua Escri­tura:

«Lo que ha sido un misterio dejará de serlo y aquello que ha estado oculto será ahora revelado; lo que ha estado ve­lado surgirá a la luz y engrandecerá esa luz, y todos los hom­bres verán y se regocijarán. Llegará el momento en que la destrucción habrá realizado su trabajo benéfico; entonces los hombres, por el sufrimiento, buscarán aquello que han dese­chado. En vana persecución han buscado lo que tenían a mano y era fácil de obtener. Cuando lo poseyeron se com­probó que era un agente dela muerte. Sinembargo, busca­ron siempre la vida y no la muerte».

Y el Cristo les traerá vida, y vida abundante.

Mucho se habla hoy acerca de los misterios dela iniciación. Entodos los países proliferan los falsos instructores que ense­ñan los seudos misterios, ofreciendo espúreas iniciaciones (ge­neralmente pagadas y con diploma), desorientando así a la gen­te. Cristo dijo que existiría tal estado de cosas antes de Su venida y que en todas partes los falsos y los espúreos se pro­clamarían a sí mismos. Esto no es más que la evidencia de Su venida. La falsificación siempre garantiza lo genuino. Las pa­labras, discusiones y pretensiones absurdas, el seudo ocultismo y los esfuerzos fútiles para «recibir una iniciación» (frase ambi­gua que los ignorantes instructores teosóficos han acuñado para expresar una profunda experiencia espiritual), caracterizaron la enseñanza esotérica desde su moderna aparición en 1875. En­tonces H. P. Blavatsky presentó al mundo occidental la realidad de que había en la Tierra grandes discípulos y Maestros de Sabiduría, que obedecían al Cristo. Más tarde se arrepintió pro­fundamente de haberlo dicho, según lo confiesan algunos de sus escritos dirigidos a su Sección Esotérica. Sin embargo, lo que hizo formaba parte del gran Plan y no fue un error. El error consistió en las interpretaciones y reacciones violentas de los teósofos de esa época, error que aún no han reconocido. Esta estúpida reacción fue ayudada y respaldada por la natu­raleza investigadora de la humanidad, como también por la aspi­ración que eso trajo ala par. Loshombres crédulos y los co­merciantes ambiciosos explotaron el tema y aún siguen hacién­dolo.

No obstante, el efecto final de estas estupideces y errores de presentación, ha sido bueno. En todos los países existen ac­tualmente hombres que son conscientes de la existencia de los Maestros y de la posibilidad y oportunidad ofrecidas para un progreso espiritual científico, que los convertirá en miembros del Reino de Dios. Las Iglesias ignoraban esto y consideraban a la ciencia, especialmente en la era victoriana, como un archi­enemigo.

Esta profusa información sobre los misterios de la iniciación – parte de ella indica una verdad oculta, otra es el producto de la aspiración imaginativa y el resto instigada por fines comercia­les ? ha preparado definidamente a la humanidad para las enseñanzas que se cree impartirá el Cristo cuando esté nuevamen­te entre nosotros, en Presencia física.

Aunque no quiera el cristiano ortodoxo admitirlo, todo el Evangelio, en sus cuatro formas o presentaciones, casi no con­tiene otra cosa que detalles simbólicos acerca de los Misterios, que son (en lo que a la humanidad concierne) cinco en total. Estos Misterios indican, en realidad, cinco puntos importantes en la historia espiritual de un aspirante; también señalan cinco etapas importantes en el progreso de la conciencia humana. En alguna etapa de la era acuariana este progreso será claro y de­finido en forma aún incomprendida. La humanidad, el discípulo mundial (por medio de los diferentes grupos que se hallan en distintos grados de desarrollo) penetrará, durante los próximos dos mil años, en nuevos estados de percepción y en nuevos rei­nos o esferas mentales y espirituales de conciencia.

Cada era ha dejado el reflejo de un quíntuple desarrollo mo­derno. Hablando astronómicamente, han pasado cuatro eras: Géminis, Tauro, Aries y Piscis. Actualmente Acuario, la quinta, está entrando en el poder. En Géminis, el simbólico signo de los dos pilares, puso su sello sobre la fraternidad masónica de aquel entonces, y los dos pilares, Jackin y Boaz, aplicándoles nombres judíos que ciertamente no son los reales, vinieron a la existencia hace aproximadamente ocho mil años. Después le siguió Tauro, el toro, época en que Mithra vino como Instructor del mundo e instituyó los misterios de los Mithra, con la aparente adoración al toro. Luego siguió Aries, el carnero, que vio el comienzo de la dispensación judía, tan importante para los judíos y desafortu­nadamente también para la religión cristiana, pero sin impor­tancia para los innumerables seres humanos de otras partes del mundo; durante este cielo vinieron el Buddha, Shri Krishna y Sankaracharya; finalmente tenemos la Era de Piscis, los peces, que nos trajo al Cristo. La secuencia de los Misterios personi­ficados en cada uno de los signos del zodíaco, será esclarecido por el Cristo, pues la conciencia colectiva actual exige algo más definido y realmente espiritual que la astrología moderna, o el seudo ocultismo, tan ampliamente difundido.

En la era que tenemos por delante, después de la reaparición de Cristo, cientos de miles de personas experimentarán algunas de las grandes expansiones de conciencia, pero se reflejará en las masas como renunciación (aunque esto no significa de ningún modo que las masas recibirán la cuarta iniciación), ellas renun­ciarán a las normas materialistas que hoy dominan en todos los estratos de la familia humana. Una de las lecciones que hoy debe aprender la humanidad (preludio de la nueva era) es saber que muy pocas cosas materiales son realmente necesarias para la vida y felicidad. La lección no ha sido todavía aprendida. Sin embargo, constituye esencialmente uno de los valores que sur­girá de este período de espantosas privaciones por las que están pasando diariamente los hombres. La verdadera tragedia reside en el hecho de que el hemisferio occidental, especialmente los Estados Unidos, no participará de este proceso espiritual defi­nido y vitalizador, por ser demasiado egoísta para permitirlo.

Por lo tanto, podrán ver que la iniciación no es un proceso ceremonial, o un premio acordado a un aspirante sobresaliente; tampoco una penetración en los Misterios ?los misterios de la Masonería son todavía una presentación pictórica ?, sino el re­sultado de la vivencia experimentada en los tres niveles de per­cepción (físico, emocional y mental), poniendo en actividad, a través de esa vivencia, las células registradoras y memorizadoras de la sustancia cerebral que hasta ahora no fueron suscep­tibles a las impresiones superiores. Debido a esta expansiva zona registradora o, si se prefiere, a través del perfecciona­miento de un mecanismo registrador más refinado, o instrumen­to de respuesta, la mente puede convertirse en transmisor de los valores superiores y de la comprensión espiritual. Así el indi­viduo llega a ser consciente de zonas de existencia divina y de estados de conciencia eternamente presentes, pero que el indi­viduo es constitucionalmente incapaz de hacer contacto o regis­trar; tampoco la mente o su agente registrador, el cerebro, fue­ron capaces de hacerlo desde el ángulo de su desarrollo evolutivo.

Cuando el faro de la mente penetra con lentitud en los aspec­tos de la mente divina, hasta ahora no reconocidos, cuando des­piertan las cualidades magnéticas del corazón y responden sen­siblemente a ambos aspectos, el hombre está capacitado para actuar en los nuevos reinos de luz, amor y servicio, que están en proceso de desarrollo. Entonces es un iniciado.

Éstos son los misterios de los cuales se ocupará el Cristo; Su reconocida Presencia entre nosotros y la de Susdiscípulos, hará posible un desarrollo más rápido. El estímulo­ objetivo de la Je­rarquía será cada vez más poderoso, y la Era de Acuario presen­ciará la aceptación de la gran Renunciaciónpor parte de mu­chos hijos de los hombres, en tal forma que el esfuerzo mundial será de las mismas proporciones que el realizado para la educa­ción masiva del género humano en la Era de Piscis. El materialismo, como principio de las masas, será rechazado y los grandes valores espirituales asumirán un mayor control.

La culminación de una civilización con su tónica especial, cualidades y dones legados a la posteridad, refleja significativa­mente la intención espiritual (con la participación de todos sus pueblos) de una de las iniciaciones. Algún día la historia se fundará y se escribirá de acuerdo a las características del cre­cimiento iniciático de la humanidad, para lo cual debemos tener una historia erigida sobre el desarrollo de la humanidad, influen­ciada por las grandes y fundamentales ideas. Así será la si­guiente presentación histórica.

La cultura alcanzada en un período determinado es simple­mente el reflejo de la capacidad creadora y de la cabal concien­cia de los iniciados de esa época ?los cuales sabían que eran iniciados y también conscientes de que entrarían en relación directa con la Jerarquía. Enla actualidad no empleamos nin­guna de estas dos palabras, civilización y cultura, en su sentido correcto o en su verdadero significado. La civilización es el reflejo en la masa humana de alguna determinada influencia cíclica que conduce a una iniciación. La cultura está esotérica­mente relacionada con aquellos que en alguna era de la civili­zación, en forma específica, precisa y con plena conciencia vigí­lica, penetran mediante el esfuerzo autoiniciado, en esos reinos internos de actividad mental que llamamos mundo creador. Estos reinos son responsables de la civilización en su aspecto externo.

La reaparición del Cristo señala una relación estrecha entre los mundos interno y externo del pensamiento. El mundo de sig­nificados y el mundo de experiencia se fusionarán oportunamente mediante el estímulo proporcionado por el advenimiento de la Jerarquía y de Su Guía, el Cristo. Un enorme acrecentamiento de la comprensión y de las relaciones será el principal resultado.

IV. La Disipación del Espejismo.

El espejismo, característica sobresaliente del plano astral, es una palabra que nunca ha sido correctamente empleada y fue utilizada lamentablemente en los primeros días de la enseñanza esotérica. El así llamado plano astral es simplemente el nombre dado a la suma total de las reacciones sensorias, a la respuesta sentimental y a la sustancia emocional que el hombre mismo ha creado poderosamente y proyectado exitosamente, siendo hoy víctima de su propia obra. El ochenta por ciento de la enseñan­za impartida acerca del plano astral es parte de la gran ilusión y también del mundo irreal al que nos referimos cuando pro­nunciamos la antigua plegaria: «Condúcenos de lo irreal a lo Real». Lo que se dice sobre él tiene poco fundamento; sin embargo ha servido a un propósito útil como campo de experiencia en el que podemos aprender a diferenciar lo verdadero de lo falso; constituye además, una zona en la cual el aspirante puede emplear la facultad discriminadora de la mente, la gran revela­dora del error y oportunamente de la verdad.

Cuando exista en nosotros «este sentir que hubo también en Cristo» (FI. 2,5), descubriremos que finaliza el control que ejer­ce la naturaleza emocional y esa zona sensoria de conciencia (el plano astral, si prefieren el término). Entonces el control ejer­cido por los sentidos y su esfera de influencia, ya no existe. Es irreal, excepto como campo de servicio, y un reino en el cual deambulan los hombres desesperados y perturbados. El mayor servicio que un hombre puede prestar a sus semejantes es libe­rarse él mismo de ser controlado por ese plano, dirigiendo sus energías a través del poder del Cristo interno. Entonces hallará que las fuerzas autocentradas y las energías de los deseos perso­nales y del amor emocional serán reemplazadas por una energía viviente, que puede ser ampliamente sentida, aunque todavía no puede ser captada en su esencia pura; dicha energía la denomi­namos «amor de Dios». Es esa fuerza que fluye libremente, se exterioriza y atrae magnéticamente y conduce a cada peregrino de regreso al Hogar del Padre. Es esa fuerza que se agita en el corazón de la humanidad y encuentra su expresión a través de Avatares tan grandes como el Cristo; guía el anhelo místico que reside en todo ser humano y actúa a través de todos los mo­vimientos que tienen por objetivo el bienestar de la humanidad, mediante las tendencias filantrópicas y educativas de todo tipo y a través de la maternidad instintiva existente en todas partes. Pero ella es esencialmente sensibilidad grupal, y sólo en la era acuariana, y como resultado de la reaparición de Cristo, su ver­dadera naturaleza será comprendida correctamente, y el amor de Dios derramado en todo corazón humano.

Cristo sabía mucho sobre este mundo del espejismo y de la ilusión, y demostró por Sí Mismo, que el amor verdadero podría controlar ese mundo. Parte de las tres grandes tentaciones de Cristo en el desierto se basaron en tres aspectos del espejismo mundano: las ilusiones creadas por la mente, el espejismo pro­ducido por la experiencia en el plano emocional y el laberinto de las circunstancias terrenales. Todos amenazaban confundirLo, pero les hizo frente enunciando un claro y conciso principio y no con los argumentos verbales de una mente analítica; después de salir de ese campo de la triple experiencia se dedicó a amar, enseñar y curar. Cuando el Cristo vuelva será el gran disipador del espejismo mundial; el Buddha preparó previamente el cami­no para ello. La posibilidad de tal disipación y dispersión se halla definitivamente radicada en los Avatares, el Buddha y el Cristo. Una de las cosas más esenciales en la actualidad es hacer comprender a la humanidad y a las naciones del mundo la naturaleza del trabajo emprendido por Ellos, y volver a sub­rayar las verdades proyectadas en la palestra del pensamiento mundial. La tarea del Señor de la Luz y la del Señor del Amor debe ser presentada de nuevo a un mundo indigente. Respecto a esto podría decirse que algunas naciones necesitan compren­der la enseñanza que el Buddha enunció en las Cuatro Nobles Verdades; debe comprenderse que la causa de toda aflicción y sufrimiento reside en el indebido abuso del deseo ?deseo por lo material y transitorio. Las Naciones Unidas deben aprender a aplicar la Ley del Amor, tal como está enunciada en la vida de Cristo, y expresar la vitalidad que existe en la verdad de que «ningún hombre vive para sí» (Rm. 14,7) y tampoco nación alguna; el objetivo de todo esfuerzo humano es la comprensión amorosa impelida por un plan de amor y de correctas relaciones humanas, aplicado a todo el género humano.

Si la vida de estos dos grandes Instructores es hoy com­prendida y Sus enseñanzas aplicadas nuevamente a la vida de los hombres, al mundo de los asuntos humanos, al reino del pensamiento humano, a la palestra política y al intercambio eco­nómico, entonces el actual orden mundial (que en su mayor parte es desorden) podrá ser modificado y cambiado para que surja gradualmente un nuevo orden mundial y una nueva raza de hombres. Entonces el mundo del espejismo se disipará y el mundo de la ilusión se disolverá.

En el mundo del espejismo ?el mundo del plano astral y de las emociones ? apareció hace siglos un punto de luz; el Buddha, el Señor de la Luz, emprendió la tarea de enfocar en sí mismo la iluminación, que posibilitaría oportunamente la disipación del espejismo. En el mundo de la ilusión, el mundo del plano men­tal, apareció el Cristo, el Señor de Amor. Emprendió la tarea de hacer disipar la ilusión atrayendo hacia sí (por el poder de atracción del amor) el corazón de todos los hombres, y afirmó esta determinación con las palabras «Y yo, si fuera ascendido, atraeré a todos los hombres a Mí» (Jn. 12,32).

El trabajo conjunto de estos dos grandes Hijos de Dios, con­centrado a través de los discípulos mundiales y de Sus iniciados, debe, e inevitablemente lo hará, disolver la ilusión y disipar el espejismo ?uno, por el reconocimiento intuitivo de la realidad de las mentes sintonizadas con ella, y el otro, haciendo afluir la luz dela razón. El Buddhahizo el primer esfuerzo planetario para disipar el espejismo mundial; el Cristo realizó el primer esfuerzo planetario para disolverla ilusión. Suobra debe ser llevada a cabo ahora inteligentemente por una humanidad sufi­cientemente sabia como para saber cuál es su deber.

La desilusión está apoderándose rápidamente del hombre, en consecuencia, él verá las cosas con más claridad. El espejismo mundial va desplazándose del camino del hombre. Ambos desarrollos fueron producidos por las entrantes nuevas ideas enfo­cadas a través de los intuitivos y presentadas al conocimiento público por los pensadores del mundo. También ha ayudado grandemente al reconocimiento inconsciente, pero no menos real, de las multitudes, del verdadero ?significado de las Cuatro No­bles Verdades. La humanidad espera sin ilusiones ni espejismos, la futura revelación, la cual se producirá por el esfuerzo con­junto del Buddha y el Cristo. Todo lo que podemos prever y pro­nosticar referente a esta revelación, es que se lograrán ciertos resultados de poderosas y grandes proyecciones por la fusión de la luz y el amor y por la reacción de la «sustancia iluminada» hacia el «poder atractivo del amor». He dado aquí una clave para llegar a comprender realmente el trabajo de estos Avatares ?algo que hasta ahora no había sido comprendido. Podría agregarse que cuando se haya logrado una apreciación cabal del significado de las palabras «transfiguración de un ser humano», entonces se comprenderá que «cuando todo tu cuerpo está lleno de luz» (Le. 11,36), entonces «en Tu Luz veremos la Luz» (Sal. 36,9). Esto significa que cuando la personalidad ha alcanzado cierto grado de purificación, dedicación e iluminación, el poder de atracción del alma, cuya naturaleza es amor y comprensión, puede actuar, teniendo lugar la fusión de ambos. Esto es lo que Cristo demostró y comprobó.

Cuando el trabajo del Buddha (encarnación del principio sa­biduría) se haya consumado en el discípulo aspirante y en su personalidad integrada, entonces podrá también expresarse ple­namente el trabajo del Cristo (encarnación del principio amor), y ambas potencias, Luz y Amor, hallarán brillante expre­sión en el discípulo transfigurado. Lo que es verdad del individuo lo es de la humanidad, la cual hoy (habiendo alcanzado la ma­durez) puede «comenzar a comprender» y tomar parte conscien­temente en el trabajo de iluminación y de amorosa actividad espirituales. Los efectos prácticos de este proceso serán la disi­pación del espejismo y la liberación del espíritu humano de la esclavitud de la materia; además disolverá la ilusión y traerá el reconocimiento de la verdad, tal como existe en la conciencia de quienes están polarizados en la conciencia crística.

   Éste no es un proceso rápido, sino un procedimiento regula­do y ordenado, que tiene asegurado su éxito final, aunque sea relativamente lento en su establecimiento y proceso secuencial, el cual fue iniciado en el plano astral por el Buddha, y en el plano mental por el Cristo, cuando se manifestó en la tierra. Estoindicó que la madurez de la humanidad estaba cercana. El proceso ha ido adquiriendo impulso lentamente a medida que estos dos Grandes Seres fueron reuniendo a su alrededor a Sus discípulos e iniciados durante los últimos dos mil años. Como canal de comunicación, entre «el Centro donde la Voluntad de Dios es conocida» y la Jerarquía, donde el Amor de Dios se ma­nifiesta, ha alcanzado tal grado de utilidad que se ha ido abrien­do y expandiendo, y el contacto entre dos grandes centros y la humanidad se ha establecido con mayor firmeza.

De esta manera miles de hombres y mujeres inteligentes se liberarán de toda ilusión y control emocional. En cuanto los corazones de los hombres estén activos, terminará la actividad emocional del plexo solar. Ésta es una afirmación de algo real, pues los corazones de los hombres responden al llamado de Cris­to, y estos corazones son hoy invocadores. El agonizante cielo emocional por el cual ha pasado la humanidad durante los últi­mos cien años y la tensión emocional en que hoy viven los hom­bres, cumplen su parte en la adaptación de la humanidad, para que entre en el reino del claro pensar; esto marcará un signifi­cativo punto crucial en la historia humana y será uno de los resultados del futuro trabajo científico del Cristo (si así puedo denominarlo) que realizará con los corazones de los hombres, poniéndolos en armonía con el corazón de Dios.

Debido a la magnitud de este tema y a la amplia zona sicoló­gica en que vive hoy la masa humana, no puedo extenderme más. Este campo de experiencia y prueba es bien conocido por todos los aspirantes, es el campo de batalla de millones de seres. El Cristo interno como contralor de la vida individual puede po­ner fin a esta batalla; el aspirante puede salir de ella con cla­ra visión y sin temor. La venida de Cristo entre los hombres representará lo mismo para toda la humanidad, no en sentido figurado, sino a través de la vivencia de Su Presencia, estimu­lando el principio erístico en todo corazón humano.

 

Las enseñanzas del Cristo, por el Maestro Djwhal Khul

CAPITULO V

 Extracto del libro: La Reaparición de Cristo, Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey)

https://hermandadblanca.org/biblioteca/libros-del-tibetano/

GHB – Información difundida por https://hermandadblanca.org/

4 comentarios

  1. Gracias al Maestro por explicarnos éstos temas ´, que estan fuera de el alcance de muchos de nosotros, que apenas estamos iniciando el camino. Esto nos enseña muchas cosas y nos hace entender la situación actual y el verdadero trabajo del Cristo, para que lo vayamos entendiendo aunque sea en una mínima proporción a lo que es realmente.

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