Las Patronas, Una Luz En El Camino.
El sueño americano es su meta, y para ello miles de migrantes centroamericanos comienzan una aventura llena de amargura que recorre varios estados mexicanos.
Hombres, mujeres e inclusive niños, inician esta travesía expuestos a miles de peligros, cruzan territorios de grupos delictivos como las Maras y el Cartel de los Zetas.
Todo esto con una sola meta: llegar a La Bestia, el tren que transporta mercancía desde el sur de México hasta ciudades fronterizas con Estados Unidos, donde intentaran cruzar ya sea por el desierto, saltando los muros, o pagando incluso a alguna banda de polleros (personas que se dedican a lucrar con las desgracias de estos migrantes y que a cambio de hasta 4000 dólares, prometen “pasarlos” para los Estados Unidos de Norteamérica , sin ningunas garantías. Muchos de ellos, han sido abandonados a su suerte en el desierto, dentro del contenedor de un tráiler, con más de 40 grados de temperatura, y donde no hay espacio para mover ni una pierna, sintiendo la muerte como pasa a su lado).
Los peligros son incalculables en el trayecto para quienes se atreven a vivir la experiencia: muchas veces son asaltados, secuestrados por carteles de la droga para utilizarles como carne de cañón, incluso pueden quedarse dormidos en el techo de los vagones y caer teniendo una muerte inmediata o siendo mutilados.
Dentro de todo este recorrido, hay un remanso de esperanza que mitiga un poco todo el dolor al que se enfrentan estas casi cuatrocientas mil personas cada año.
La ayuda solidaria de las Patronas.
Hace más de veinte años, originarias de un pueblo muy humilde en el estado de Veracruz México, unas mujeres iban con leche y pan junto a las vías del tren cuando uno de los viajeros les grito:
-Madre… dame tu leche, dame tu pan… tenemos hambre.
Sin pensarlo dos veces estas mujeres lo entregaron a un hombre que iba colgado del vagón.
Llegaron a casa compartieron la historia con sus padres, y acordaron comenzar a hacer de su despensa 30 comidas diarias, recolectaron botellas de plástico para llenarlas de agua y poder mitigar la sed de los viajeros.
Quizá alguien en su sano juicio no se hubiera comprometido con esta causa, más cuando el padre que era el principal proveedor de la familia, era un humilde campesino.
La comunidad en un inicio rechazo esta iniciativa. Recibieron amenazas por parte de sus vecinos. Personas que en un inicio estuvieron integradas en este proyecto, salieron ante tal situación.
Casi siete años haciendo esta labor sin recibir apoyo de nadie todos los días del año, siempre con sus propios recursos, hasta que la historia comenzó a cambiar.
Comenzaron a recibir apoyos de algunos comercios locales (no del gobierno), donantes anónimos que les daban arroz, pan o tortillas. Después de más de 20 años, elaboran hasta 400 comidas diarias, pero su labor es poco conocida.
Cada día están esperando a que pase el tren. No tiene un horario fijo. Es solo esperar el silbido que anuncia la llegada de este coloso de hierro para salir a toda prisa e intentar aliviar un poco el hambre de cientos de desconocidos que probablemente nunca vuelvan a ver.
Este es un ejemplo palpable de amor incondicional. Más allá de las palabras que todos en algún momento podemos decir, los hechos son más avasalladores.
Cabe mencionar, que Las Patronas han sido inspiración para otras poblaciones, como Acaponeta Nayarit, otro lugar de México que también se ve afectado con el fenómeno de la migración.
En agosto de 2015 fueron nominadas al Premio Princesa de Asturias de la Concordia, después de la campaña en change.org que logró reunir más de 50 mil firmas de apoyo.
Actualmente Norma, su vocera, se encuentra en una gira informativa de sus actividades en España. Si quieres participar en algún evento, contacta a NO VIOLENCIA 2018.
Carmen de la Peña González
Pamplona