Los Cirios de Piedad, flores de consuelo y esperanza

Jorge Gomez (333)

Angel de luz “Cada excursión espiritual de éstas era seguida durante muchos días de interminables comentarios, anotaciones, hipótesis, que a veces llegaban a los más fantásticos y sublimes vuelos de nuestra imaginación, que buscaba ampliar los vastos horizontes que vislumbraba el alma extática ante tanta grandeza. Y nunca realizábamos una nueva excursión sin dejar perfectamente anotada la anterior, y con el control aprobatorio de las Inteligencias Superiores que nos habían servido de Guía. No estaba, pues, en que nosotros hubiéramos creído ver tal o cual cosa, en ésta o en la otra forma, sino que nos era necesario que los Guías que nos habían acompañado, dijeran: “–Lo que habéis visto, es toda la verdad de lo que ocurre en las moradas que habéis visitado.

“Okmaya, que se presentó por la hipnosis de nuestros sensitivos, para dar su control a las últimas anotaciones, antes de grabarlas en los papiros destinados al archivo, nos dio hermosas ampliaciones sobre lo que habíamos visto en la última excursión por la esfera astral de la Tierra. Quisimos conocer a fondo la clase de evolución de los Cirios de la Piedad, y mi hermano de alianza habló así:

“Hay seres que por su procedencia desde los comienzos de su evolución tienen el sentimiento de la compasión en un grado tan predominante en ellos que sin violencia y casi sin advertirlo realizan sus etapas primeras en un encadenamiento de estos actos pequeños o grandes de conmiseración para sus inferiores o iguales. Y de tal modo se forma hábito en ellos que llega a ser como una fuerza que les va llevando en tal sentido. Es desde luego una de las más bellas formas de evolución, pues aparte del merecimiento que tales almas conquistan para sí mismas, arrastran a muchas almas hacia el camino real del Amor Universal. Todos seguimos con más facilidad a quien nos compadece y nos ama, que a quien nos muestra severidad y nos castiga.

“Pero es ésta una forma de evolución voluntaria porque los Cirios de Piedad pertenecen a alguna de las grandes falanges de Inteligencias avanzadas, que habéis conocido ya al recorrer las moradas de luz y de gloria perdurable. O son Guardianes, o son Esplendores, o Victorias, o Arpas Vivas. Podían al desencarnar haber ido a ocupar su lugar entre aquellas gloriosas falanges, formando parte del grandioso concierto de Inteligencias Creadoras y Gobernadoras de estrellas y de soles. Están en su derecho de hacerlo si han llegado a la evolución necesariamente exigida por la Ley, pero prefieren quedar en las esferas astrales de los globos en que han actuado, sólo impulsados por su amor compasivo hacia los millares de almas en sufrimiento y con el fin de abreviarles el tiempo de sus expiaciones.

“Es por eso que en todos los mundos habitados por humanidades, se tienen gran respeto y un grande amor a los Cirios de Piedad. Buscan además, ellos, otra cosa al quedarse en las esferas astrales de los mundos que habitaban, y es la posibilidad de tomar materia en cualquier momento, en que juzgan que su actuación como encarnados es necesario en tal o cual paraje del globo en que prestan su servicio. Y esto no podrían realizarlo con igual facilidad, si hubieran tomado ubicación en los globos de superior evolución donde reside de ordinario la Jerarquía espiritual a que pertenecen.

“Sucede, a veces, por ejemplo, que está encarnado en la Tierra un ser de evolución avanzada que ha traído una misión espiritual de gran importancia, y este ser se ve en grave riesgo de fracasar por el abatimiento y decepción que le produce la incomprensión e ignorancia de quienes les rodean, o de la humanidad en general.

“Entonces encarnan cerca de él, uno de estos Cirios de Piedad, a veces por pocos años a veces por más, hasta que ha pasado el peligro y el espíritu misionero ha tomado la fuerza y la decisión necesaria para no fracasar en su cometido. Casi siempre de los Cirios de Piedad surgen los grandes Mesías del Amor Misericordioso, y son las Inteligencias elevadas que con mayor facilidad pueden manifestarse por los sensitivos en los momentos de invocación a la Divinidad, y son ellos, asimismo, los que atan los hilos fluídicos necesarios para que los Mesías puedan hacer sentir a los encarnados la vibración de Amor, de Consuelo y de Esperanza, a las porciones de humanidad que claman por ellos con amor ferviente y desinteresado.

“Tal fue la explicación de Okmaya sobre los Cirios de Piedad. A mi pregunta de si eran numerosos en cada globo me respondió que: –No, sino al contrario, muy pocos, y aunque no tienen un número fijo no pasan ordinariamente de dos a tres decenas. Se los atrae, como a todos, por afinidad, por eso alrededor tuyo, amado hermano Antulio, ellos andan con mucha frecuencia, pues toda alma de tendencia misericordiosa y tierna, es muy frecuentemente punto de reunión de los Cirios de Piedad.

“Todas estas experiencias abrieron a nuestras Inteligencias tan vastos y radiantes horizontes que, con infantil entusiasmo, mis discípulos solían decir en nuestras deliciosas veladas íntimas: “–Somos ya dueños de los grandes secretos del Infinito. ¿Quién podrá arrancarnos jamás el inestimable tesoro de la Verdad Eterna que poseemos, guardado en el cofre íntimo de nuestro yo?

“–Nadie puede arrancarnos aquello que la Voluntad Divina nos ha hecho depositarios –contestábales yo, absorbido como ellos en las eternas grandezas del Infinito–.

“Pero, ¡hay de nosotros si no somos depositarios fieles y dejamos que el egoísmo disfrazado de conveniencia nos lleve a ocultar la Verdad, bajo nubes de polvo y humo, para que la ignorancia haga de esta humanidad un rebaño dócil a las imposiciones arbitrarias de diversas ideologías, creadas por los hombres con fines de utilitarismo interesado!

“Desde esta hora nos propusimos establecer contactos espirituales íntimos con los Cirios de Piedad, que desplegaban grandes actividades en la esfera astral de la Tierra, con los fines de secundarles desde el plano físico, en la gran tarea de cooperar de modo eficiente a la redención de las almas.

“Uno de ellos acudió una tarde a nuestra evocación, y nos hizo hermosas revelaciones de lo que era su vida en las azuladas neblinas de la esfera astral del planeta.

“–Somos –dijo–, los mensajeros de la Ley Divina para hacer llegar el pensamiento de amor de las grandes Inteligencias que tienen a su cargo la redención de las humanidades.

“Toda obra de Piedad, de Misericordia, de Amor recíproco, entra en el radio de nuestras actividades. Los grandes clarividentes del pasado nos llamaron Flores de Consuelo y Esperanza porque tal es nuestra verdadera misión. Actualmente somos sólo dos decenas, pero están para desencarnar otros diez que aun viven en la materia; tres entre los últimos Profetas Blancos de la antigua Escuela, fundada por el Rey Anfión de Orozuma; otros tres viven entre la civilización Sumeriana, en la región llamada de los Cinco Mares; y los otros cuatro entre los Flámenes, últimos restos de la Escuela fundada por Juno, en la perdida Lemuria, y que hoy residen en una isla olvidada en el Mar Sereno del Sur.

“Todos ellos son niños o adolescentes entre seis y quince años de vida física, que les fue necesario tomar, para ayudar a espíritus misioneros encarnados en esos parajes. Cuando ellos vengan al plano espiritual seremos tres decenas de Cirios de Piedad, para consolar a las almas que padecen en la Tierra y en su esfera astral.

“–Bien –le dije yo–, mientras ellos llegan a vosotros, les reemplazaremos mis discípulos y yo en cuanto podamos. ¿Qué debemos hacer?

“– ¿Y me lo preguntas a mí?… ¡Tú, que eres Instructor de esta humanidad! Tú no puedes ya ser un Cirio de Piedad, porque la Ley te hizo lámpara viva de la Eterna Luz. Tu madre y tus discípulos, sí que pueden ensayar a serlo desde este mismo momento.

“–Bien –díjele–, decidme lo que debemos hacer.

“–Para ello debo ponerles al corriente de todos nuestros trabajos. Escuchadme que os explicaré: Como somos tan pocos en la actualidad, nos buscamos por afinidad seres encarnados para centuplicar así, nuestra capacidad de hacer el bien. Pero aun así tropezamos con grandes dificultades, debido a la pesadez de las corrientes astrales del plano físico, que casi siempre nos impiden acercarnos para manifestaciones como las que realizo en este momento. Con vosotros puedo realizarla sin dificultad, porque tu presencia aquí, y la pureza mental de tus compañeros ha hecho tan diáfano y sutil vuestro ambiente, que aparece todo este contorno como un inmenso globo etéreo y radiante, al cual no pueden penetrar las corrientes de pensamientos groseros y delictuosos que infectan el plano físico en general.

“Nuestra tarea es a la vez en la esfera astral y en el plano físico inferior. Nuestros sitios preferidos aquí, son los cementerios, los templos, los presidios y los hospicios de enfermos en general. En las necrópolis arrancamos de los cadáveres, las almas en turbación cuando son seres de cierto adelanto, y que solo se encuentran aún adheridas a su materia, porque una muerte súbita les impide despertarse a la realidad de su nueva vida. Acudimos a los Templos para recoger las quejas de angustia, que los seres llevan a los altares de sus ídolos, cargados a veces de oro y piedras preciosas, pero desde luego incapaces de sentir las quejas de sus devotos. A través de los pensamientos de dolor, comprendemos si aquellos padecimientos pueden y deben ser remediados, y en caso afirmativo buscamos las combinaciones conducentes a aliviarles sus dolores, y a ponerles en camino de mejoramiento.

“Si sus angustias son consecuencias de delitos o errores graves, les hacemos llegar este pensamiento:

“–Si te arrepientes de tus delitos, y con buenas obras reparas el mal causado, te aliviarás”. A veces algunos son sensitivos, y ven u oyen figurándose que es el Dios de madera o piedra que les ha escuchado, y corren a ejecutar nuestras inspiraciones.

“A los presidios acudimos por si algún inocente ha sido recluido en esos antros de espanto y horror. Si su condena es para toda la vida y vemos que su capacidad y progreso haría de él un gran elemento para el bien en estado libre, buscamos un ser de evolución primitiva, que desencarnado vive en estado de turbación buscando de nuevo la materia; durante el sueño del presidiario inocente, le hacemos tomar al ser inferior aquella materia que para él es elemento de progreso, mientras para el otro era causa de una gran pérdida de tiempo. Así deshacemos, a veces, con el favor divino los errores humanos, cuando coinciden circunstancias especiales que nos permitan realizarlo; los encarnados que ignoran estos trabajos realizados por nosotros en la esfera astral, van de error en error, al hacer estudios y afirmaciones a base de un cimiento de arcilla.

“Una trasmigración espiritual de este orden, hemos realizado en estos últimos días, el tribunal que condenó al inocente cediendo al oro ofrecido, trata de justificar su delito, al ver que el presidiario es en efecto un ser de bajos instintos, capaz de haber cometido el delito de que se le acusó. Y se hunden en un laberinto sin salida, ya que habiendo tenido evidencia de que era un justo a quien condenaban, al cabo de muy poco tiempo comprueban con hechos que era un ser de embrionaria mentalidad y de muy baja moral.

“Otros afirman que lo ha embrutecido el dolor de verse reducido injustamente a la condición de un vulgar presidiario, por delitos comunes, sin contar con el principio espiritual y las fuerzas superiores que actúan cuando la Divina Ley lo permite. Unos y otros caen en el error.

“Últimamente en el gran templo de Zeus, en la otra ribera del Avendana, una infeliz mujer de vida honesta y laboriosa, madre de cinco hijas mujeres jóvenes y tres varoncitos pequeños, fue encontrada por un Cirio de Piedad llorando amargamente en el templo silencioso, postrada ante la estatua de su dios. Llevaba entre sus ropas una daga para cortarse la garganta, allí mismo, como un sacrificio voluntario de su vida, para implorar del dios la salvación de sus hijos. Recogiendo su pensamiento, el Cirio de Piedad comprendió toda la tragedia. Hizo uso de toda la fuerza mental acumulada, ordinariamente, en torno a las estatuas adoradas por las almas creyentes de ese culto, con lo cual pudo construir una vaga forma astral luminosa, lo bastante para ser vista por la desolada mujer, al mismo tiempo que le hizo penetrar en su cuerpo mental este pensamiento:

“–Con tu sacrificio no conseguirás nada. Espera que hoy mismo tendrás remedio a tu mal.

“Creyéndose atendida por la estatua del dios de su fe, corre a su casa y encuentra a su marido caído en tierra, con un desmayo parecido a la muerte; y ella explica al médico llamado, de la siguiente manera: “–Mi marido no era un justo, a la verdad, pero a pesar de sus defectos hemos vivido en paz hasta que fue llamado a trabajar en las tumbas del antiguo cementerio, de los augures de Mabarí, en Cerro Negro, y ha vuelto de allí tan cambiado que no parece el mismo. Maltrata bárbaramente a mis tres varoncitos y persigue con malos fines, como una bestia desbocada, a mis cinco niñas mujeres, que hasta quieren ya, huir del hogar. Si le hago una advertencia de protesta, toma el látigo y me azota como a un mulo encabritado, desesperada fui al templo de Zeus a ofrecerle mi vida en sacrificio para salvar a mis hijas. He visto la claridad de Zeus que escuchó mi ruego y me prometió el remedio. Llego y encuentro a mi marido medio muerto caído en tierra.

“El médico, si es conocedor de las fuerzas y medios de que las Inteligencias Superiores se valen para realizar una obra de Bien y de Justicia, comprenderá, acaso, el hecho, pero si no lo es, lo interpretará solamente desde el punto de vista de las leyes fisiológicas, que le llevan a acumular una serie de argumentos científicos, basados sobre un principio equivocado.

“Los Cirios de Piedad que conocemos las fuerzas buenas y malas, que se debaten como marejadas en pugna en la esfera astral del planeta, descubrimos de inmediato los fenómenos que dichas fuerzas producen. Ordinariamente, en los antiguos cementerios o panteones funerarios que han servido para una larga generación y durante siglos de sepultura, a seres que pertenecieron a agrupaciones dedicadas a trabajos mentales de orden inferior, son muy frecuentes los casos de vampirismo más o menos fuertes o persistentes, según el grado de atraso moral de los encarnados que se pongan a su alcance, y según las circunstancias especiales que se presenten. El sujeto en cuestión había tenido un altercado violento con uno de los miembros de la agrupación dueña de las tumbas, y como el obrero se le había insolentado, le arrojó una feroz maldición, en la circunstancia que entre varios obreros abrían una urna funeraria por equivocación, creyéndola ya ocupada sólo por restos muy antiguos que podían ser vaciados al osario común, y encontraron en cambio un cadáver que se mantenía sin comenzar el proceso de descomposición. Circunstancia ésta debida a la costumbre de la agrupación de lavar los cadáveres por dentro y por fuera con líquidos aromáticos y alcoholizados; y debido también al hecho de que el espíritu que animó ese cadáver tenía una voluntad extraordinariamente fuerte de continuar existiendo en el plano físico.

“Estos son los casos de vampirismo, no muy frecuentes, pero reales, sobre todo en parajes en que se practican las artes ocultas y siniestras de la magia negra.

“Tal era el verdadero fondo del drama que se desenvolvía en el hogar de la dolorida mujer, devota de Zeus. El facultativo no comprendió este fenómeno, y aplicó drogas que ningún resultado dieron. Los Cirios de Piedad realizamos el trabajo de arrancar al espíritu vampiro del cuerpo que había usurpado y usado durante dos lunas consecutivas, mientras su verdadero dueño yacía sumido en profundo letargo en la esfera astral inmediata a las tumbas, donde ocurrió el hecho inicial de la tragedia. Para realizar el trabajo nos sirvieron como auxiliares en la materia, dos de las hijas mujeres y la madre, que eran seres de cierta evolución y unidas por larga alianza con el que fue su padre.

“En los hospicios de enfermos en general, hay casi siempre uno de nosotros para recibir a los que desencarnan, cuyas condiciones espirituales y morales nos permitan sacarles de inmediato de esa pesada atmósfera de horror y angustia que envuelve esos lugares, facilitándoles al iniciar su nueva vida un ambiente propicio para facilitar su lucidez, y que no pierdan años de tiempo en un sufrimiento innecesario y estéril.

“Tal es –dijo el Cirio de Piedad que nos visitaba–, nuestra labor en la esfera astral de la Tierra, en cuanto a los ambientes sobrecargados de angustioso dolor y a veces de grandes maldades.

“Entre ambientes y seres más elevados moral y espiritualmente realizamos otra clase de labor, más sutil, más bella, si se quiere en sus aspectos profundamente emotivos y sentimentales.

“Buscamos y provocamos los encuentros de almas que por alianzas y misión debieran aparecer juntas en el escenario de la vida física, y que por inconsciencia y error de los encarnados, nacieron muy lejos unas de otras, a veces hasta en distintos países y hasta en distintos continentes. ¡Cuántas difíciles combinaciones debemos tejer y destejer en torno de ellos, hasta conducirles unos junto a los otros!…

“Poemas grandiosos de amor, de heroísmo y de fe realizadas por tales uniones, son las divinas compensaciones que recogemos los Cirios de Piedad por nuestra labor oculta y desconocida de los mismos que reciben, como lluvia de flores los beneficios de esa labor.

*–Los cantos líricos de los grandes poetas. Los maravillosos desbordamientos de armonía de los grandes músicos. Los poemas silenciosos del claroscuro, de la luz, de la sombra, vaciados del pincel a los lienzos de los magos del color y de la forma, son reflejos de los Cirios de Piedad que vacían, como flores de una ánfora eterna, las bellezas de que les hiciera dueños su voluntario renunciamiento a la radiante felicidad de su cielo propio, a favor de los que sufren en las esferas astrales de los planetas de poca evolución–.

“Es verdad que hemos renunciado voluntariamente a siglos de inefable dicha en las esferas superiores, que nuestro esfuerzo nos había conquistado, pero tenemos la ventaja de realizar con la rapidez de un vuelo gigante, la ruta que de otro modo haríamos en una larga cadena de ciclos de ascensión. Cuando la Eterna Ley nos llama porque sonó la hora de tomar otro camino, nos encontramos con tan asombroso caudal de merecimientos, que nos maravilla a nosotros mismos, atreviéndonos a interrogar a la Ley: –Pero, ¿por qué todo esto?… ¿Cuándo y cómo lo hemos conquistado? Y el Eterno Amor nos responde con el canto triunfal de sus Arpas Vivas del Séptimo Cielo:

“–Sois bienaventurados porque habéis amado por encima de todas las cosas. Los mundos os pertenecen. Sois señores de vosotros mismos. Elegid vuestra morada pues sois lámparas vivas de la Eterna Sabiduría. Sois el Pensamiento de Dios individualizado en una personalidad. Sois el Amor de Dios concentrado en el ánfora de vuestro Yo individual. Sois el Verbo de Dios que podéis llevar como esencia propia. Vuestra es la elección.

“Pero aún entonces el Cirio de Piedad renuncia a esos derechos conquistados y pide a la Eterna Ley que le señale su camino a seguir. Entonces emerge de entre la apiñada multitud de nebulosas, de estrellas y de soles, como una flor de luz en los abismos siderales la que ha de ser su morada, su heredad, su campo de labor para las edades futuras. Ya es un Ungido. Ya está consagrado Mesías de una humanidad, a la cual queda ligado desde aquel momento, hasta que llegue a refundirse en el Gran Todo Universal.

“Ya sabéis lo que somos los Cirios de Piedad, y la forma en que realizamos nuestra evolución.

“– ¡Gracias! –díjele yo–, por los grandes conocimientos que tu confidencia aporta al tesoro de sabiduría que guardamos para la humanidad futura.

“Un momento de silencio profundo, suavísimo como una melodía sin sonido, se extendió en nuestro recinto. Una blanca claridad inundó la penumbra y todos pudimos ver una veintena de Cirios de Piedad que acudían, sin duda, a un llamado del que había sido nuestro confidente. Y los veinte dijeron con su pensamiento: “–Estáis enamorados de los Cirios de Piedad porque el Mesías aquí presente fue un Cirio de Piedad, en las remotas edades, y porque vosotros, todos, siguiendo sus huellas lo seréis asimismo en el lejano futuro. Los que fuisteis, los que somos, los que seréis, somos todos una sola vibración del Amor Misericordioso en la Infinita Eternidad de Dios”.

“La hermosa visión desapareció en la penumbra violeta del sagrado recinto, dejándonos en el fondo del alma la inefable dulzura del que ha bebido una ánfora de miel, cuya divina suavidad no puede olvidarse nunca, aunque rueden por encima de nosotros los siglos, como polvareda de átomos luminosos arrastrados por el viento.

“–Este es –dije yo, a mis compañeros–, el inconmensurable mar del Amor Divino que nos inunda en un instante, que los Cirios de Piedad derraman en la esfera astral de la Tierra. ¡Y son sólo veinte espíritus que transportan esa inmensidad! ¿Qué hará una legión de ellos?

 

Fragmento de Libro «Moisés (El Vidente del Sinaí)», escrito por Josefa Rosalía Luque Álvarez

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