Meditación de los niños con las hadas y las sirenas
Las hadas y las sirenas se van al bosque con los niños de la Escuela del planeta Tierra y exploran el entorno como lo haría un niño o un animalito que vive desde el ser. Lo hacen con curiosidad e inocencia, con mirada limpia y sin encasillar.
Resulta encantador experimentarse desde estado de ser, libre de preocupaciones y hermanado con el instante desde un compromiso sincero y fuerte del alma que nos engendró.
El riachuelo mana generoso y en él todos se refrescan y beben. Los rayos del sol inciden sobre sus aguas puras y embellecen aún más la superficie. La vuelven tan resplandeciente como las estrellas. Después todos se van a la playa y mientras anochece, los niños cantan esta canción:
«La luna llena clarea el mar y teje en él hilos de seda y plata
que las sirenas agarran para salir afuera
y convertirse en personas por una noche
y disfrutar de sus pasos en tierra firme.
Yo bailo con las sirenas y las invito a entrar a mi casa.
Ellas me cuentan leyendas del mar y me cantan hasta que me quedo dormido.
Cuando me despierto, ya no están.
Han regresado al mar pero no me importa
porque sueño con ellas cada noche
y protegen mi cama.
Las sirenas me hablan en sueños desde el mar.»
Aquí los niños creen en las sirenas y en las hadas y respetan las formas de vida del planeta. Estos niños comprenden la simbología sagrada y son nuestros pequeños grandes maestros.
El ahora se resuelve plácidamente con ellos y se convierte en ese aliado que nos besa el corazón cada instante. Son niños que nos enseñan desde la humildad, te enseñan sin pretender hacerlo. Rebosan sabiduría.
Son niños que desde su nacimiento y durante su crecimiento se les ha permitido ser y fluir amorosamente como el viento lo hace en el cielo y la corriente en el mar. Aunque nosotros pretendamos enseñarles, hoy simplemente los observamos hasta percatarnos de sus talentos y los acompañamos para que salgan a la luz y se desarrollen naturalmente en una atmósfera de juego y responsabilidad compartidos.
Esos niños crecen libres y responsables, atentos, conscientes y a cargo del Ahora. Ellos encarnan en sus cuerpos pequeños la esencia crística y el amor incondicionado por todo lo que es. Son niños aborígenes que veneran la vibración de alta intensidad y transmutan con sus risas lo que no concuerda con la luz.
Este lugar nuevo nos define como personas expresadas en el ser, desde el ser y por el ser y nos muestra nuevas facetas de nuestros dones y talentos que aquí se abren con la naturalidad con que lo hacen las flores exóticas y olorosas al amanecer.
Aquí florecemos y lucimos la mejor de nuestras sonrisas, pletóricos/as de alegría. Esos niños nos han revivido y nos han hecho despertar de nuestro letargo, contemplar desde el tercer ojo nuestra verdadera realidad. Los vemos, así, como ángeles del despertar sin que nadie altere ni condicione esta naturaleza.
AUTOR: María Jesús Verdú Sacases
VISTO EN: http://trabajoconseresdeluz.blogspot.com.es/
Técnica ilustraciones: Pastel o acuarela con sal