MEDITACIÓN PARA RELACIONARSE CON DIOS – Josep Fabregat

Gaia Chiquinquirá Medina Sanchez

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Nos sumamos de todo corazón a las palabras de Koldo Aldai al hablar de José:

“Por muy rápido y acelerados que vuelen nuestros días, quería dedicar unas breves líneas a un ser insigne que la semana pasada dejó su cuerpo. Si alguien ha “muerto” con las “botas puestas”, ése ha sido José, si alguien apuró en servicio hasta los últimos días en la carne,  ése ha sido nuestro querido Fabregat.

José era  grande en todos los sentidos, grande en su cuerpo, enorme en su alma. No he visto persona más entregada en la tierra. Busco en mi torpe memoria el recuerdo de esa mirada tierna, de aquel hombre afable, cercano, de aquel maestro absolutamente donado. Sus recuerdos ya se difuminan, pero hay  imágenes que permanecen indelebles. Estábamos en un encuentro que habíamos organizado con él en Burlada hace ya 14 años. Aún no acabamos de comer y él a sus setenta y seis años ya corría literalmente por los pasillos de la Residencia, pues tenía consultas particulares, personas que se agitaban  en dudas, en conflictos y zozobras y  aguardaban sus sabios consejos para la vida cotidiana.

 

 

Con sus cursos y conferencias espirituales en España y América a lo largo de su dilatada vida la siembra fue ingente. A través de la  enseñanza pura y elevada del Centro de Estudios de las Ciencias Universales de Barcelona, José  demostró que  era uno de los  grandes  heraldos divinos para nuestra época y nuestra geografía. Era un instructor muy preparado, de ancho conocimiento y verbo fácil, pero sobre todo de un enorme corazón. Quien apuró la noche asistiendo en las siempre interminables consultas, quien corrió por los pasillos de la vida en la materia con el sólo objetivo de llegar en su apoyo al mayor número de personas, merece deslizarse por los más elevados corredores de los Cielos. Así period José. Vivía por y para los demás, por y para la difusión de las ciencias superiores, de las verdades universales. Jamás cobró un euro, una peseta por sus clases, cursos y consejos en medio de una vida de ejemplar entrega. Así le recordaremos siempre, como Norte, como máxima expresión de sacrificio en medio del mundo.

Hoy se escribe una nueva épica. La de los grandes seres que bajaron a la tierra para asistirnos en estos tiempos definitivos, para avanzar en las superiores revelaciones. Ha partido otro gigante, grande entre los grandes, servidor hasta el último instante. Gracias por millones José, maestro, hermano, por toda la excelsa enseñanza que has impartido, por tu glorioso ejemplo de servicio incondicional que anhelamos seguir. Remonta la luz sobradamente conquistada. Vuelo alto sobre una tierra, sobre una humanidad a la que por entero te ofreciste. Que algún día, que en futura vida, al término de los días en la carne, podamos decir como tú feliz y satisfecho pronuncias ahora: “¡Misión cumplida!”

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