Preparación para la reaparición del Cristo, por Djwhal Khul

Jorge Gomez (333)

 Maestro Tibetano djwhal khul hermandadblanca.org

La Preparación Necesaria

El Trabajo del Nuevo Grupo de Servidores

Si la premisa y el tema general de todo lo que aquí se expone son aceptados, surge lógicamente el interrogante: ¿Qué podría hacerse para apresurar la reaparición de Cristo? y además: ¿Qué puede hacer el individuo en el lugar en que se encuentra, con el equipo, las oportunidades y los haberes que posee? La oportunidad es tan grande y la necesidad de una ayuda espiritual definida y explícita es tan urgente que, quiérase o no, estamos ante un desafío, enfrentando a la vez el problema de aceptarlo con la consiguiente responsabilidad, o de rechazar la idea, dando a entender que no nos interesa. Sin embargo, lo que decidamos en esta época y período, afectará definitivamente al resto de nuestra actividad en la vida, pues podremos apoyar y respaldar en todo lo posible, la invocación del Cristo en la preparación para Su retorno, o sino engrosaremos las filas de aquellos que consideran todo el asunto como un llamado a los ingenuos y a los crédulos y, probablemente, trabajaremos para impedir que los hombres sean engañados y embaucados por lo que consideramos un fraude. Ahí reside nuestro desafío. Exigirá todo nuestro sentido de los valores y toda nuestra capacidad investigadora, intuitiva y especializada. Así nos daremos cuenta de que la reaparición prometida está de acuerdo con la creencia religiosa general, siendo la gran esperanza que queda en la mente de los hombres, lo que podrá traer el verdadero alivio a la sufriente humanidad.

Aquellos que aceptan la posibilidad de Su reaparición y están dispuestos a admitir que la historia puede repetirse, deben formularse tres preguntas, cuyas respuestas son estrictamente individuales:

1. ¿Cómo puedo enfrentar personalmente este desafío?

 

2. ¿Qué puedo hacer específicamente?

 

3. ¿Cuáles son los pasos que debiera dar y dónde están aquellos que lo darán conmigo?

Lo que aquí y en las siguientes páginas se expone, es esencialmente para quienes aceptan la realidad del Cristo, reconocen la continuidad de la revelación y están dispuestos a aceptar la posibilidad de Su retorno.

Las complejidades y dificultades de este período de post guerra son enormes. Cuanto más se acerca el hombre a la fuente de luz y poderes espirituales, tanto más difícil se torna su problema, pues los asuntos humanos parecen estar hoy muy lejos de esta posibilidad divina. Por lo tanto necesitará toda la paciencia, comprensión y buena voluntad que posee. Al mismo tiempo le será posible reconocer los hechos con más claridad. Hay problemas internos y externos que deben ser resueltos y posibilidades internas y externas que pueden convertirse en realidades. A medida que el hombre espiritualmente orientado encara estas posibilidades y acontecimientos internos y externos, será fácilmente embargado por un sentido total de frustración; quiere ayudar pero no sabe cómo; cuando capta las amenazantes dificultades analiza sus recursos y los de aquellos con quienes tendrá que trabajar, y su clara percepción de las fuerzas que están contra él (y en mayor escala contra el Cristo), le inducirán a preguntarse: ¿De qué servirá cualquier esfuerzo que haga? ¿Por qué no dejar que las fuerzas del bien y del mal luchen solas? ¿Por qué no permitir que la presión de la corriente evolutiva ponga fin eventualmente a la larga lucha mundial y que triunfe el bien? ¿Por qué vamos a hacer algo ahora?

Éstas son reacciones naturales y saludables. La pobreza y el hambre que sufren millones de seres en Europa y en otras partes; el temor a Rusia (justificado o no) ; la codicia de las fuerzas capitalistas del mundo y el egoísmo del laborismo; la agresividad de los sionistas, reclamando para sí una tierra que no les pertenece desde hace mil quinientos años, ni les interesó hasta que el petróleo adquirió valor y las riquezas del Mar Muerto atrajeron su atención; la situación de los judíos en Europa, a quienes no se les permitió saber que muchos países estaban dispuestos a ofrecerles refugio, porque los sionistas trataban de ubicarlos en Palestina; la desesperación del hombre común, en todos los países, que no ve seguridad, ni esperanza por ninguna parte; el trabajo de la iglesia al tratar de restablecer el antiguo orden y régimen que durante siglos ha costado padecimientos al mundo, y la ausencia en todos los países de una clara voz conductora, hacen sentir al hombre común la futilidad de su esfuerzo. El problema parece demasiado grande, excesivamente terrible, y el hombre mismo se siente demasiado pequeño e inerme.

No obstante, la masiva visión y bondad que existen en el mundo es inmensa, y el pensar claro y humanitario es ilimitado; la salvación del mundo se halla en manos de la gente sencilla y buena, y en los millones de personas que piensan con rectitud. Ellos llevarán a cabo el trabajo preparatorio para el advenimiento del Cristo. Numéricamente son suficientes para realizar la tarea, y sólo necesitan respaldo e inteligente coordinación, a fin de prepararse para el servicio requerido antes de que la reaparición de Cristo sea posible. Los problemas que tenemos por delante deben ser encarados con valor, verdad y comprensión; además debe tenerse disposición para exponer la verdad y aclarar los problemas que deben ser resueltos, hablando con claridad, sencillez y amor. Las fuerzas antagónicas v agazapadas del mal deben ser derrotadas antes que pueda venir Aquel que todos los hombres esperan, el Cristo.

El conocimiento de que Él está preparado y ansioso de reaparecer públicamente ante Su amada Humanidad, aumenta el sentido de frustración general, y surge otra pregunta de vital importancia: ¿Durante cuánto tiempo debemos esperar, esforzarnos y luchar? La respuesta es clara: Él vendrá indefectiblemente cuando se haya restablecido la paz en cierta medida, cuando el principio de participación esté por lo menos en camino de controlar los asuntos económicos y cuando las iglesias y los grupos políticos hayan comenzado a limpiar sus casas. Entonces Él podrá venir y lo hará; entonces el Reino de Dios será reconocido abiertamente y ya no constituirá un sueño, un ansioso anhelo y una esperanza ortodoxa.

La gente se pregunta por qué el Cristo no viene con la pompa y la ceremonia que la iglesia le asigna a ese acontecimiento y comprueba con Su venida Su divino poder y pone a prueba, de manera convincente, la autoridad y el poder de Dios, terminando así con el ciclo de agonía y sufrimiento. Las respuestas son muchas. Debe recordarse que el principal objetivo del Cristo no será demostrar Su poder, sino dar a conocer el ya existente Reino de Dios. También se preguntarán, ¿por qué cuando vino anteriormente no fue reconocido? –; ¿hay alguna garantía de que esta vez será diferente? Quizás se pregunten, ¿por qué no será reconocido? Porque los ojos de los hombres están cegados por las lágrimas de la autoconmiseración y no de la contrición; porque el corazón del hombre está aún corroído por un egoísmo que la agonía de la guerra no ha curado; porque la norma de valores es la misma que existía en el corrupto Imperio Romano que presenció Su primera aparición, pero tales valores eran locales y no universales como lo son en la actualidad; porque aquellos que podrían reconocerlo y anhelan y esperan Su venida, no están dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para asegurar el éxito de Su advenimiento.

El pensamiento avanzado, el éxito de innumerables movimientos esotéricos y, sobre todo, las maravillas de la ciencia y los asombrosos movimientos humanitarios, no indican una frus-tración divina, sino el acontecimiento de la comprensión espiritual, porque las fuerzas del espíritu son invencibles. Dichos aspectos del comportamiento humano indican la maravillosa di-vinidad que se halla en el hombre y el éxito del plan divino para la humanidad. Sin embargo, la divinidad espera la manifestación del libre albedrío del hombre; su inteligencia y su creciente buena voluntad ya se está expresando.

Otra respuesta al interrogante es que el Cristo y la Jerarquía espiritual nunca no importa cuán grande sea la necesidad o la importancia del estímulo han infringido el derecho divino de los hombres a tomar sus propias decisiones, ejercer su libre albedrío y alcanzar la libertad, luchando por ella en forma individual, nacional o internacional. Cuando la verdadera libertad reine en la tierra veremos el fin de las tiranías, política, religiosa y económica, no me refiero a la democracia moderna como una condición que satisface la necesidad, porque la democracia es en la actualidad una filosofía anhelante y un ideal no logrado. Me refiero a ese período que ciertamente vendrá, en que gobernarán personas iluminadas, las cuales no tolerarán el autoritarismo de la iglesia ni el totalitarismo de ningún sistema político; tampoco aceptarán o permitirán la férula de ningún grupo que les diga lo que deben creer para ser salvados, ni cuál es el gobierno que deben aceptar. Cuando la verdad sea dicha a los pueblos y éstos puedan juzgar y decidir libremente, veremos un mundo mucho mejor.

No es esencial ni necesario que estos objetivos deseables se conviertan en realidades en la Tierra, antes de que Cristo camine entre nosotros. Sin embargo, es necesario que esta actitud hacia la religión y la política sea considerada por lo general como deseable y que se hayan dado con todo éxito los pasos para el establecimiento de correctas relaciones humanas. En estas líneas están trabajando el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo y los hombres de buena voluntad, y su primer esfuerzo debe consistir en contrarrestar el sentimiento ampliamente difundido de frustración y futilidad individual.

Lo que contrarrestará este sentido de frustración y futilidad y proporcionará el incentivo necesario para la reconstrucción del nuevo mundo, será la creencia en la divinidad esencial de la humanidad y en el testimonio evolutivo (proporcionado por un rápido estudio) de que el género humano ha progresado constantemente en sabiduría, conocimiento y amplia inclusivi-dad, más el desarrollo de ese estado mental que estará basado en la creencia de que los registros históricos son veraces y atestiguan los innumerables advenimientos en los momentos cruciales de los asuntos humanos y en los numerosos Salvadores del mundo entre los cuales Cristo fue el más grande. Una actitud correcta y constructiva debe estar basada en el innato reconocimiento de la existencia de Cristo y de Su presencia entre nosotros, en todas las épocas, y en la idea de que la guerra con sus inenarrables horrores, crueldades y catástrofes sólo fue la escoba del Padre que barrió todos los obstáculos para el advenimiento de Su Hijo. Hubiera sido casi imposible preparar dicha venida ante las condiciones de la preguerra. El Nuevo grupo de Servidores del Mundo debe adoptar su actitud, basado en esos hechos, reconocer la existencia de los factores obstructores y no sentirse frustrado por ellos, y además debe tener conciencia de los innumerables impedimentos, muchos de ellos económicos, basados en la codicia material, en las antiguas tradiciones y prejuicios nacionales. Deberá emplear habilidad en la acción y poseer conocimiento financiero para poder vencer dichos obstáculos, tener los ojos bien abiertos para enfrentar las dificultades mundiales y pasar incólume y triunfalmente a través de todos los factores frustradores.

Dos factores principales condicionan la oportunidad actual y pueden considerarse que llegarán a ser un gran obstáculo, y si no se eliminan, el retorno del Cristo será grandemente demorado. Estos son:

1. La inercia del cristiano común, u hombre espiritualmente orientado, tanto de Oriente como de Occidente.

 

2. La falta de dinero para el trabajo de preparación.

Estos temas se expondrán en forma sencilla y se mantendrán en el nivel en que trabaja y piensa la mayoría de la gente. Seamos intensamente prácticos y obliguémonos a ver las condiciones tales como son, para llegar así a un mejor conocimiento de nosotros mismos y de nuestros móviles.

1. La Inercia del Hombre Común espiritualmente Orientado.

El hombre común espiritualmente orientado, el hombre de buena voluntad y el discípulo, siempre son conscientes del desafío de la época y de la oportunidad que pueden ofrecer los acontecimientos espirituales. El deseo de hacer el bien y de llevar a cabo fines espirituales se agita incesantemente en sus conciencias. Quien ama a sus semejantes y sueña con la materialización del Reino de Dios en la tierra, o es consciente del despertar por lento que sea de las masas a los valores espirituales superiores, se siente totalmente insatisfecho. Se da cuenta que ha contribuido muy poco para lograr esos objetivos deseables. Sabe que su vida espiritual es secundaria y la guarda cuidadosamente para sí, temiendo frecuentemente hablar de el]lo a sus seres queridos y allegados; trata de ensamblar sus esfuerzos espirituales con su vida común y externa, de hallar tiempo y oportunidad para ello, en forma apacible, fútil e inocua. Se siente inerme ante la tarea de organizar y reajustar sus asuntos, para que predomine el modo espiritual de vivir; busca excusas y oportunamente razona con tanto éxito que llega a la conclusión de que, dadas las circunstancias, hace todo cuanto puede. La verdad es que lo que hace es tan poco que probablemente una hora, quizás dos, de las veinticuatro del día, abarque el tiempo que le dedica al trabajo del Maestro; se escuda detrás del argumento de que las obliga-ciones del hogar le impiden hacer más, y no se da cuenta que, con tacto y comprensión amorosa, el ambiente hogareño puede y debe ser el campo donde él triunfe; olvida que no hay circunstancias en las que el espíritu del hombre pueda ser vencido, o en que el aspirante no pueda meditar, pensar, hablar y preparar el camino para la venida del Cristo, siempre que tenga suficiente interés y conozca el significado del sacrificio y el silencio. Las circunstancias y el medio ambiente no constituyen un verdadero obstáculo para la vida espiritual

Quizás se excuse tras el pretexto de tener poca salud y con frecuencia enfermedades imaginarias. Dedica tanto tiempo al cuidado de sí mismo, que el que podría dedicar al trabajo del Maestro es muy reducido; está tan preocupado con su cansancio, su resfrío y sus imaginarias dificultades cardíacas, que su “Conciencia del cuerpo» se desarrolla constantemente hasta que con el tiempo domina su vida; entonces es demasiado tarde para hacer algo. Esto ocurre especialmente con las personas que han llegado a los cincuenta años o más. Difícilmente dejarán de dar esta excusa, porque se sienten cansados y doloridos, y en el transcurso de los años esto tiende a empeorarse.

El único remedio para esta inercia progresiva es ignorar el cuerpo y sentir alegría en la vivencia del servicio. No me refiero a enfermedades definidas o a serios impedimentos físicos; a éstos se les ha de dedicar el cuidado y la atención debidos; me refiero a los miles de hombres y mujeres que se quejan y preocupan de cuidarse a sí mismos, desperdiciando horas que podría dedicarlas a servir a la humanidad. Aquellos que tratan de hollar el Sendero del Discipulado deberían dedicar las incontables horas malgastadas en un inútil cuidado de sí mismos, a servir a la Jerarquía.

Otra excusa que conduce a la inercia es el temor que tiene la gente de hablar acerca de las cosas del Reino de Dios; de ser desairada o considerada anormal e intrusa. Por lo tanto guarda silencio, deja pasar la oportunidad y nunca se da cuenta cuán dispuesta está la gente para tratar las realidades, debido al consuelo y la esperanza que proporciona la idea de la reaparición del Cristo o de compartir la luz espiritual. Ésta es esencialmente una, especie de cobardía espiritual, y está tan fundida que os responsable de la pérdida de millones de horas de servicio mundial.

Hay otras excusas, pero las mencionadas son las más frecuentes; liberar a la mayoría de las personas de tales condiciones aportaría al servicio de Cristo tantas horas y esfuerzo complementario, que la tarea de los que no presentan excusas se vería muy aliviada, y Su venida seria mucho más inmediata. No nos concierne la dilucidación del ritmo de vida bajo el cual actúan el Cristo y la Jerarquía espiritual, ritmo que vibra en armonía con la necesidad humana y la respuesta espiritual. Lo que nos concierne es demostrar la cualidad de la actividad espiritual, sin ampararnos detrás de la excusa. Es de principal importancia que toda persona espiritual sepa que puede y debe trabajar en el lugar en que se encuentra, entre las personas con las que está asociada y con el bagaje sicológico y físico que posee. No hay coerción ni presión alguna en el servicio que se presta a la Jerarquía. La situación es clara y simple.

Tres grandes actividades están llevándose a cabo:

Primero, la actividad que se percibe en el «centro donde la voluntad de Dios es conocida», esa voluntad al bien que ha llevado a la creación a una mayor gloria y a una respuesta cada vez más profunda e inteligente. Esta actividad trata de producir, en forma creadora, un nuevo orden mundial, el del Reino de Dios, supervisado físicamente por el Cristo. Esto podría ser considerado como la exteriorización de la Jerarquía espiritual de nuestro planeta, cuyo signo y símbolo lo constituirá el retorno de Cristo a la actividad visible.

Segundo, la actividad máxima que condiciona a la Jerarquía espiritual, desde el Cristo Mismo hasta el más humilde aspirante, situado en la periferia de ese «centro donde el amor de Dios» se halla plenamente activo. Allí es donde comprendemos según San Pablo «Porque todas las criaturas gimen al unísono, esperando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm. 8,22). Para esta manifestación se preparan estos «Hijos de Dios que son los hijos de los hombres»; para este advenimiento vienen uno tras otro a la actividad externa del plano físico para prestar servicio activo. No se Los reconoce por lo que son, pero se encargan de los asuntos del Padre, demuestran buena voluntad, tratan de ampliar el horizonte de la humanidad y preparan así el camino para Aquél a Quien Ellos sirven, el Cristo, Maestro de Maestros e Instructor de ángeles y hombres.

Tercero, tenemos a la humanidad misma, «el centro que llamamos la raza de los hombres», donde hoy predomina el caos, tumulto y confusión, una humanidad angustiada, perpleja y con-fundida, y no obstante consciente mentalmente de infinitas posibilidades, luchando emocionalmente por ese plan que cree que es el mejor, haciéndolo sin coherencia y sin comprender que debe ser «un mundo para una humanidad». Simplemente desea paz emocional, seguridad para vivir y trabajar y visión de futuro que satisfaga el sentido incipiente de la perdurabilidad divina. Está físicamente enferma, privada de lo más esencial para llevar una vida normal y sana, atormentada por la inseguridad económica, invocando consciente o inconscientemente al Padre en bien de sí misma y del resto del mundo.

La reaparición de Cristo proporcionará la solución. Ésta es la firma voluntad de Dios testimoniada por las Escrituras del Mundo; es el deseo del Cristo mismo y de Sus discípulos, los Maestros de Sabiduría, y es la demanda sin respuesta de todos los pueblos. Donde exista esta unidad de propósito, uniformidad de intención espiritual y respuesta a la demanda, lo único que puede detener Su reaparición sería el fracaso de la humanidad en preparar el escenario mundial para tan magno acontecimiento, a fin de preparar el camino del Señor. «Enderezad las veredas» (Mt. 3,2) y familiarizar a los pueblos con la idea de Su llegada y obtener la necesaria paz en la tierra, basada en correctas relaciones humanas. ,

Es innecesario ocuparse aquí de la preparación que el individuo debe hacer internamente, a medida que se prepara para el trabajo que debe realizar. Los principios del correcto comporta-miento espiritual han sido presentados al hombre durante siglos, con el incentivo de que la buena conducta los conduciría a un buen cielo, objetivo fundamentalmente egoísta. La breve plegaria que dice: «Señor Dios Todopoderoso, haz que haya paz en la tierra y que ésta comience en mí», reúne todos los requisitos que se exigen a quienes desean trabajar en la preparación para la reaparición de Cristo, siempre que vaya a la par una sólida inteligencia y se lleve una vida organizada. Pero en la actualidad el móvil ya no reside en el concepto de la salvación personal, lo cual se acepta y supone; la preparación requerida consiste en trabajar con empeño y comprensión a fin de establecer correctas relaciones humanas, objetivo mucho más amplio. Tenemos aquí un móvil, que no es autocentrado, pues pone a cada trabajador y humanista de parte de la Jerarquía espiritual y en contacto con todos los hombres de buena voluntad. Llegamos así al segundo de los impedimentos: la falta de apovo financiero para los colaboradores del Cristo.

2. Falta de Apoyo Financiero para el Trabajo de Cristo.

Quizás ésta sea la dificultad mayor, y a muchos les parece a veces insuperable Involucra el problema de la verdadera administración financiera y la orientación de sumas adecuadas de dinero hacía determinados canales que ayuden definidamente en el trabajo de preparación para el retorno de Cristo. Está estrechamente relacionado con el problema de las correctas relaciones humanas.

Por lo tanto, el problema es particularmente difícil, porque los trabajadores espirituales no sólo tienen que preparar a la gente para dar de acuerdo a sus posibilidades, sino que en muchos casos deben proporcionar ante todo, un móvil tan atrayente que se vea obligada a dar. También tendrá que proporcionar la institución, fundación u organización para administrar esos fondos. Esto representa una tarea muy difícil. La encrucijada actual no radica solamente en reunir fondos para Su retorno, sino en el egoísmo enraizado en la mayoría de quienes detentan la riqueza mundial, que cuando dan si es que dan lo hacen para aumentar su prestigio e indicar su éxito financiero. Naturalmente hay excepciones, pero ellas son relativamente pocas.

Generalizando y, por lo tanto, simplificando el tema, podemos decir que los cuatro canales principales por los cuales circula el dinero son:

1. Los millones de hogares a los cuales llega en forma de sueldo, salario o herencia. Todo esto está hoy desequilibrado, existiendo excesiva riqueza o extrema pobreza.

1. Los grandes sistemas capitalistas o monopolios en que están fundadas las estructuras económicas en la mayoría de los países. No interesa si este capital pertenece al gobierno, a la municipalidad, a un puñado de hombres ricos o a grandes sindicatos.Poco se gasta en el mejoramiento de la vida humana o en inculcar los principios que conducen a correctas relaciones humanas.

1. Las iglesias y grupos rel igiosos de todo el mundo. Aquí (hablando nuevamente en términos generales, y al mismo tiempo reconociendo la existencia de una minoría espiritualmente orientada) tenemos lo que durante siglos ha constituído la doctrina de las iglesias, el empleo del dinero para los aspectos materiales del trabajo, la multiplicación y preservación de la estructura eclesiástica, los salarios y gastos generales, destinando sólo un pequeño porcentaje a la educación de los pueblos, a la demostración viviente de la sencillez, «tal como está en Cristo y a la difusión de la realidad de Su retorno. Su venida ha sido anticipada en el trascurso de las edades, y pudo haber tenido lugar con anterioridad si las iglesias y todas las organizaciones relifflosas hubieran cumplido con su deber.

1. Las obras filantrópicas, sanitarias y educativas. Todo ello ha sido muy beneficioso y necesario, y la deuda que el mundo ha contraído con los filántropos es realmentee enorme. Esto ha sido un paso dado en la correcta dirección y la expresión de la divina voluntad al bien. Sin embargo, el.dinero es a menudo mal empleado y peor dirigido, y los valores resultantes han sido mayormente institucionales y concretos, pues se )tan visto limitados por las cláusulas separatistas impuestas por los donantes, o los prejuicios religiosos de quienes controlan, el desembolso de los fondos. En medio de las discusiones motivadas por ideas, teorías religiosas o ideologias, se olvida la verdadera ayuda a la llumanidad Una.

Subsiste el hecho de que si los agentes administrativos (que manejan el dinero) tuvieran una visión verdadera de la realidad espiritual de la humanidad una y del mundo uno y si su objetivo hubiera sido estimular las correctas relaciones humanas, las multitudes de todas partes responderían a una posibilidad futura muy distinta de la actual; no estaríamos enfrentando la necesidad de gastar enormes sumas que suman billones necesarias para restablecer físicamente no sólo el cuerpo físico de incontables millones de hombres, sino ciudades enteras, sistema de transporte y centros responsables de la reorganización del vivir humano.

Igualmente puede decirse que si el valor y la responsabilidad espirituales otorgados al dinero (en la medida que sea) hubieran sido debidamente enseñados y valorados en los hogares y en las escuelas, no tendríamos las asombrosas estadísticas del dinero gastado en todo el mundo antes de la guerra (y aún hoy en el hemisferio occidental), en golosinas, bebidas, cigarrillos, diversiones, vestimenta innecesaria y lujos. Estas estadísticas suman cientos de millones de dólares por año. Una fracción de ese dinero, que significa un mínimo de sacrificio, permitiría a los discípulos del Cristo y al Nuevo Grupo de Servidores del Mundo preparar el camino para Su venida y educar la mente y el corazón de los hombres a fin de establecer correctas relaciones humanas.

El dinero así como otras cosas de la vida humana ha sido mancillado por el egoísmo y acapararlo para fines individuales y nacionales egoístas. La Guerra Mundial (1914 1945) es una prueba de ello, pues si bien se habló mucho acerca de “salvar al mundo para la democracia» y de «librar una guerra para terminar con las guerras el objetivo principal fue la autoprotección y la autoconservación, el ansia de lucro, la venganza por viejos odios y la recuperación de territorios. Los años transcurridos desde la guerra lo han probado. Las Naciones Unidas están desgraciadamente ocupadas con las voraces demandas de todas partes y las intrigas de las naciones, a fin de adquirir poder o posición y obtener posesión de los recursos naturales de la tierra: carbón, petróleo, etc., y también con las actividades subrepticias de las grandes potencias y de los capitalistas.

Sin embargo, durante todo el tiempo la Humanidad Una no importa el país, color o credo está reclamando paz, justicia y seguridad. Esto podría procurarse por el correcto empleo del dinero y la comprensión, por parte de los acaudalados, de su responsabilidad económica basada en los valores espirituales. Excepto algunos filántropos de visión amplia y de un puñado de estadistas eclesiásticos y educadores iluminados, este sentido de responsabilidad económica no se encuentra en parte alguna.

Ha llegado el momento de revalorizar el dinero y canalizar su utilidad en otros sentidos. La voz del pueblo debe prevalecer, pero debe ser un pueblo educado en los verdaderos valores, en las significaciones de la verdadera cultura y en la necesidad de establecer correctas relaciones humanas. Por lo tanto es esencialmente una cuestión de sana educación y de correcta prepa-ración para la ciudadanía mundial, algo no emprendido aún. ¿Quién puede impartir entrenamiento? Rusia prepararía gustosamente al mundo en los ideales del comunismo y acapararía en las arcas del proletariado todo el dinero del mundo, produciendo el más grande sistema capitalista que jamás se haya visto; Gran Bretaña prepararía placenteramente al mundo en los conceptos británicos de justicia, juego limpio y comercio internacional, algo que realizaría mejor que ninguna otra nación debido a su vasta experiencia, pero siempre cuidando las ganancias. Los Estados Unidos también emprenderían gustosamente la tarea de imprimir el sello de la democracia norteamericana en el mundo, utilizando sus vastos capitales y recursos y acaparando en sus bancos las utilidades de sus grandes actividades financieras, resguardándolas del peligro de la bomba atómica y amenazando con su «puño armado» al resto del mundo. Francia mantendría a Europa en un estado de intranquilidad, al tratar de reconquistar el prestigio perdido y sacar el mayor provecho de la victoria de las naciones aliadas a ella. Así se hace la historia. Cada nación luchando para sí, y todas calificándose en términos de recursos y finanzas. Mientras tanto la humanidad sufre hambre; no posee la cultura necesaria; su educación está basada en los falsos valores y el erróneo empleo del dinero. Hasta que estas cosas no estén en proceso de ser corregidas no será posible el retorno de Cristo.

Ante esta perturbadora situación financiera, ¿cuál es la solución del problema? Hay hombres y mujeres en todos los países, en todo gobierno, en toda iglesia, religión y fundación educativa, capaces de dar la respuesta. ¿Qué esperanza albergan para ello y para el trabajo que se les ha confiado? ¿En qué forma pueden ayudar los pueblos del mundo, los hombres de buena voluntad y de visión espiritual? ¿Qué pueden hacer para cambiar el concepto generalizado en el mundo, respecto al dinero, a fin de canalizarlo donde se lo emplee en forma más correcta? Debe hallarse respuesta a estos interrogantes.

Existen dos grupos que pueden realizar mucho: uno, emplea los recursos financieros del inundo, siempre y cuando puedan captar la nueva visión y comprendan que «los días están contados” para destruir el viejo orden, y el otro, el conjunto de personas buenas y generosas que están en todas las clases sociales y esferas de influencia.

Los hombres de orientación espiritual y de buena voluntad deben rechazar la idea de su inutilidad, insignificancia y futileza, y comprender que ahora, en estos momentos cruciales y críticos, pueden trabajar eficientemente. Las Fuerzas del Mal estan derrotadas, aunque todavía no «han sido selladas» las puertas detrás de las cuales la humanidad puede encerrarlas, según lo predice El Nuevo Testamento. El mal trata de hallar todo camino disponible para un nuevo acercamiento pero y esto podemos decirlo con confiada insistencia las personas humildes, cuyo punto de vista es iluminado y altruista, son suficientemente numerosas para hacer sentir su poder si así quieren. En todo país hay millones de hombres y mujeres espiritualmente orientados que llegado el momento de encarar globalmente esta cuestión del dinero, podrían recanalizarlo en forma permanente. En todos los países existen escritores y pensadores que sumarían su poderosa ayuda, y lo harán si se los aborda correctamente. Hay estudiantes esotéricos y devotos religiosos a quienes se puede apelar para ayudar a preparar el camino para el retorno de Cristo, especialmente si la colaboración requerida consiste en emplear dinero y tiempo para establecer correctas relaciones humanas e incrementar y difundir la buena voluntad.

No se necesita una gran campaña para reunir fondos, sino el trabajo desinteresado de miles de personas aparentemente sin importancia. Diría que lo que más se necesita es valor, porque se debe tener valentía para vencer la desconfianza, la timidez y el desagrado, al presentar un punto de vista relacionado con el dinero. Aquí fracasa la mayoría. Es relativamente fácil actualmente reunir fondos para la Cruz Roja, hospitales o instituciones educativas. Resulta sumamente difícil hacer lo mismo para la propagación de la buena voluntad y el empleo correcto del dinero en la difusión de ideas avanzadas tales como el retorno de Cristo. Por lo tanto, repito: el primer requisito es Valor.

El segundo requisito concierne a los sacrificios y arreglos que capaciten a los trabajadores de Cristo para dar el máximo de su capacidad; no debe haber simplemente una capacidad entre-nada para presentar el tema, sino que cada colaborador debe practicar lo que predica. Si los millones de personas, por ejemplo, que aman a Cristo y tratan de servir Su causa, dieran una pequeña cantidad de dinero por año, habría fondos suficientes para Su trabajo y aparecerían automáticamente las necesarias organizaciones y sus ejecutivos espiritualmente orientados. La dificultad no está en la organización del trabajo y del dinero, sino en la incapacidad de la gente para dar. Por una razón u otra dan poco o nada, aún cuando estén interesados en una causa como el retorno de Cristo; el temor por el futuro, el derroche, el deseo de hacer obsequios y el no darse cuenta que las grandes sumas están formadas por muchas sumas pequeñas, gravitan todas en contra de la generosidad económica, y siempre dan excusas que parecen adecuadas. Por lo tanto, el segundo requisito es que todo el mundo dé lo que pueda.

Tercero, las escuelas metafísicas y los grupos esotéricos han prestado preferente atención a la cuestión de la orientación del dinero hacia los canales preferidos. Con frecuencia se oye la siguiente pregunta: ¿Por qué la escuela de pensamiento “Un¡ty», la iglesia «Christian Science» y los movimientos del “New Thought” pueden reunir los fondos necesarios, mientras que otros grupos, especialmente los esotéricos, no pueden hacerlo? ¿Por qué los verdaderos trabajadores espirituales son incapaces de materializar lo que necesitan? La respuesta es sencilla. Estos grupos y trabajadores que están más cerca del ideal espiritual, se hallan divididos entre sí. Su interés principal reside en los niveles espirituales y abstractos, y no se han dado cuenta de que el plano físico tiene la misma importancia cuando está motivado desde niveles espirituales. Las grandes escuelas metafísicas están empeñadas en hacer demostraciones materiales y tan grande es su énfasis y está tan centralizado su acercamiento, que obtienen lo que piden; deben aprender que la demanda y su respuesta han de ser el resultado del propósito espiritual, y lo que se pide no debe emplearse para el yo separado ni para una organización o iglesia separatista, En la Nueva Era que se acerca, antes del retorno de Cristo, el pedido de ayuda financiera debe hacerse con el fin de establecer correctas relaciones humanas y buena voluntad, no para el engrandecimiento de una organización particular. Las organizaciones que reúnen fondos deben trabajar en una Sede que tenga un mínimo de gastos y el personal percibir un salario mínimo, pero razonable. Organizaciones como ésta no existen muchas actualmente; pero las pocas que hay pueden dar un ejemplo que será rápidamente seguido a medida que se acreciente el deseo para el retorno de Cristo. Por lo tanto, el tercer requisito es servir a la humanidad una.

El cuarto requisito debe ser una minuciosa explicación de la causa para la cual se solicita ayuda económica. La gente podrá tener valor para hablar, pero una explicación inteligente también tiene mucha importancia. El punto principal que debe acentuarse en el trabajo preparatorio para la reaparición de Cristo, es el establecimiento de correctas relaciones humanas, lo cual ya ha sido comenzado, con distintos nombres, por hombres de buena voluntad en todo el mundo.

Llegamos ahora al quinto requisito: una fe vital y firme en toda la humanidad. No se debe ser pesimista respecto al futuro del género humano, y tampoco lamentar la desaparición del viejo orden. «Lo bueno, lo verdadero y lo bello» están en camino, y de ello es responsable la humanidad y no una divina intervención externa. La humanidad es sana y va despertando rápidamente. Atravesamos la etapa en que todo se proclama abiertamente desde los tejados como Cristo predijo. A medida que escuchamos o leemos respecto a la ola de escándalos, crímenes, placeres sensuales y lujos, tendemos a desalentarnos; es conveniente recordar que es saludable que todo surja a la superficie y sea conocido por todos; es similar a una depuración sicológica del subconciente a la cual se somete al individuo, lo cual presagia la inauguración de un nuevo y mejor día.

Hay un trabajo que hacer y los hombres de buena voluntad de orientación espiritual y de verdadero entrenamiento cristiano deben hacerlo. Tienen que iniciar la era en que el dinero se empleará para la Jerarquía espiritual y también expresar esa necesidad en las esferas de la invocación. La Invocación es el tipo más elevado de oración que existe y un nuevo tipo de demanda a la divinidad que ha hecho posible el conocimiento de la meditación.

Nada más se ha de agregar respecto a la valentía, la comprensión y la demanda de fondos. Si el valor que demuestra el Cristo, al enfrentar Su regreso a este mundo físico externo, si la necesidad de la humanidad de establecer rectas relaciones humanas y si la obra de sacrificio de los discípulos de Cristo no son suficientes para energetizarlos a ustedes y a aquellos con quienes puedan hacer contacto, nada de lo que se diga será de utilidad.

Hemos considerado la necesidad de la preparación para la venida de Cristo y algunos de los requisitos fundamentales que van surgiendo a medida que la gente se apresta para la actividad requerida, incluso el de reunir los fondos necesarios para llevar adelante el trabajo preparatorio. El colaborador individual, ante todo, tiene que determinar si su incentivo y expectativa espirituales son adecuados para la tarea que tiene por delante. Únicamente tiene importancia lo que da impulso a la acción, y sólo será apto para el trabajo de aquel cuya visión sea suficientemente clara como para permitirle trabajar con comprensión y sinceridad. Debe descubrir que le es posible desempeñar su parte en el desarrollo del Plan divino. La realidad del Cristo y la auténtica posibilidad de Su reaparición deben convertirse en importantes factores motivadores en su conciencia. Debe buscar a su alrededor aquellos con quienes puede trabajar, y poseen los mismos objetivos espirituales. De esta manera, y a su debido tiempo, aprende que existe en la Tierra un grupo integrado y bien organizado al que se le puede denominar Nuevo Grupo de Servidores del Mundo y descubre que se hallan en todas partes, actúan en cada país, en todos los grupos religiosos organizados y en los que se dedican al bienestar de la humanidad y a la preparación para el retorno de Cristo.

Este grupo a pesar de trabajar en el plano cotidiano de la vida material, conserva sin embargo una estrecha e íntima integración espiritual con el centro de energía del que puede extraer todo lo necesario para el trabajo espiritual activo. Además proporciona un campo de servicio para todos aquellos que tratan de expresarlo; también constituye el lugar de reunión para quienes desean ser probados y donde sus móviles y constancia serán puetos a prueba antes de darse la oportunidad espiritual. Así queda libre para trabajar en zonas de servicio cada vez más amplias.

El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo proporciona esencialmente un campo de entrenamiento y de experiencia para quienes tienen la esperanza de elevarse espiritualmente y capacitarse para ser discípulos activos, dirigidos por el Cristo. La aparición de este grupo en la tierra, en estos momentos, es uno de los indicios del éxito obtenido en el proceso evolutivo, tal como se aplica a la humanidad. Este método de trabajo utilizar a los seres humanos como agentes para llevar adelante la tarea de salvación y elevación del mundo fue iniciado por Cristo Mismo, que trabajó frecuentemente con los hombres, por medio de otros, llegando a la humanidad por intermedio de Sus doce apóstoles, y considerando a Pablo como el sustituto de Judas Iscariote. El Buddha probó el mismo sistema, pero al principio Su grupo estuvo más relacionado con Él que con el mundo de los hombres. Cristo envió a Sus Apóstoles al mundo para alimentar a las ovejas y buscar a los hombres, guiarlos y convertirlos en «pescadores de hombres». La relación de los discípulos de Cristo con el Maestro fue sólo secundaria, siendo de primordial importancia las exigencias del mundo; esta actitud aún predomina en la Jerarquía, sin menoscabar su devoción por el Cristo. Lo que el Buddha instituyó simbólicamente, y en forma embrionaria, se convirtió en una existencia y en una realidad debido a las demandas de la era pisciana.

En la Era de Acuario, en la que estamos entrando, este tipo de trabajo grupal alcanzará un punto muy elevado de desarrollo, y el mundo será salvado y reconstruido por grupos más bien que por individuos. En el pasado tuvimos los Salvadores del mundo sos Hijos de Dios que han dado a los hombres un mensaje que trajo mayor luz a los pueblos. Ahora, en la plenitud del tiempo y a través de los procesos evolutivos, está surgiendo un grupo que traerá la salvación al mundo y que (incorporando las ideas grupales y acentuando el verdadero significado de la iglesia de Cristo) estimulará y energetizará de tal manera la mente y el alma de los hombres, que la nueva era se iniciará con la afluencia del Amor, del Conocimiento y de la Armonía de Dios Mismo, como así también con la reaparición de Cristo, el cual personificará estas tres facultades.

En el pasado las religiones fueron creadas por una gran alma, un Avatar o un destacado personaje espiritual. La impronta de sus vidas, palabras y enseñanzas, se ha plasmado en la raza y ha persistido a través de los siglos. ¿Cuál será el efecto producido por un Avatar grupal o Salvador grupal del mundo? ¿Cuál será la potencia del trabajo realizado por un grupo de Conocedores de Dios que anuncien la verdad y se reúnan subjetivamente para realizar la magna tarea de salvar al mundo? ¿Qué efecto producirá la misión que deberá cumplir un grupo de Salvadores del mundo que conoce a Dios en cierta medida y complementa mutuamente Sus esfuerzos, reforzando recíprocamente Sus mensajes y constituyendo un organismo dirigido por Cristo, en Presencia física, a través del cual la energía espiritual y el principio vida espiritual pueden hacer sentir su presencia en el mundo?

Este grupo ya existe y tiene miembros en todos los países. Son relativamente pocos y aislados, pero su número crece constantemente y su mensaje se hará sentir cada vez más. Están animados por un espíritu constructivo; son los constructores de la Nueva Era; se les ha confiado la tarea de preservar el espíritu de la verdad y de reorganizar el pensamiento de los hombres, a fin de que la mente racial sea controlada y llevada a ese estado de meditación y reflexión que le permitirá reconocer el próximo desenvolvimiento de la divinidad que Cristo inaugurará.

En los últimos diez años este Nuevo Grupo de Servidores del Mundo ha sido reorganizado y revitalizado, expandiéndose e¡ conocimiento de su existencia por todo el mundo. Actualmente constituye un grupo de hombres y mujeres de todas las nacionalidades y razas, pertenecientes a todas las organizaciones religiosas y movimientos humanitarios que están fundamentalmente orientados, o en proceso de hacerlo, hacia el Reino de Dios. Son discípulos de Cristo que trabajan conscientemente y, con frecuencia, lo hacen inconscientemente, para su Reaparición; son aspirantes espirituales que tratan de servir y convertir en realidad el Reino de Dios en la Tierra; son hombres de buena voluntad que poseen inteligencia y procuran, acrecentar la comprensión y las correctas relaciones humanas entre los hombres. Este grupo comprende dos grupos importantes:

1. Los discípulos de Cristo que trabajan conscientemente para desarrollar Sus planes y aquellos que, instruidos por los primeros, colaboran consciente y voluntariamente: A esta última categoría podemos pertenecer nosotros si lo desearnos y estamos dispuestos a hacer los sacrificios necesarios.

2. Los aspirantes, hombres y mujeres conscientes, aunque trabajan inconscientemente guiados por la Jerarquía espiritual. Hay muchos de ellos, que ocupan especialmente car-gos destacados, y se desempeñan como destructores de las antiguas formas o constructores de las nuevas. No tienen conciencia de ningún plan interno sintético, pero se ocupan desinteresadamente de satisfacer las necesidades del mundo lo mejor que pueden, desempeñando una parte importante en el drama nacional, o trabajando firmemente en el campo de la educación.

El primer grupo tiene cierta medida de contacto con la Jerarquía espiritual, y en mayor medida con los verdaderos discípulos; sus miembros trabajan inspirados espiritualmente. El segundo grupo está en más íntimo contacto con las masas y trabaja para inspirarles ideas. El primer grupo se ocupa del Plan de Cristo, en la medida en que sus miembros pueden captar su esencialidad, mientras que el segundo trabaja con nuevos conceptos y esperanzas que afloran a la conciencia del género humano a medida que los hombres, subjetiva y frecuentemente inconscientes, responden a la preparación para la reaparición de Cristo. Como resultado del trabajo que realiza el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, la humanidad va despertando constantemente a las posibilidades futuras.

El despertar de las clases intelectuales al reconocimiento de una humanidad, es el preludio del establecimiento de la hermandad. La unidad de la familia humana ya es reconocida por el hombre, pero antes de que esa unidad pueda adquirir y a adoptar una forma constructiva, es esencial que un mayor número de personas que piensan, derriben las barreras mentales que existen entre razas, naciones y clases, y también que el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo reedite en el mundo externo ese tipo de actividad que la Jerarquía expresó cuando desarrolló y materializó el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Por medio de la impresión y expresión de ciertas grandes ideas, hay que hacerles comprender a los hombres de todas partes los ideales fundamentales que regirán la nueva era. Ésta es la principal tarea del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo.

A medida que estudiamos y aprendemos a reconocer en todas sus ramas y esferas de actividad al Nuevo Grupo de Servidores del Mundo que, diseminados por el mundo, abarca a los sinceros trabajadores y a la gente humanitaria de todas las naciones, religiones u organizaciones de carácter humanitario nos daremos cuenta que hay, en la tierra un grupo de hombres y mujeres que por su número y actividades son capaces de producir los cambios que permitirán a Cristo caminar nuevamente entre nosotros. Esto ocurrirá si están verdaderamente interesados, preparados para hacer los sacrificios necesarios y dispuestos a suprimir las dife-rencias nacionales, religiosas y organizadas, como para que pueda llevarse a cabo el servicio, que hará posible la reconstrucción del mundo. Deben educar a la raza humana, sobre unas pocas, simples y fundamentales esencialidades y familiarizar a la humanidad con la idea de la reaparición de Cristo y la exteriorización del Reino de Dios. En gran parte su trabajo consistirá en resumir y hacer más efectivo el trabajo de los dos Hijos de Dios, el Buddha y el Cristo.

El éxito del trabajo del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo es inevitable; ha hecho un gran progreso durante los últimos diez años. La integración interna de la parte de ese grupo que trabaja en íntimo contacto con el Cristo y la Jerarquía espiritual, es de tal magnitud que su éxito externo está garantizado. Proporciona un canal a través del cual la Luz, el Amor y el Poder del Reino de Dios, pueden llegar a los trabajadores más exotéricos.

Por lo tanto, debemos comprender que las personas espiritualmente orientadas y todos aquellos que procuran trabajar y trabajan para establecer correctas relaciones humanas, los que practican la buena voluntad y se esfuerzan verdaderamente por amar a sus semejantes, forman parte integrante del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, y su tarea más importante en estos momentos es preparar el camino para la reaparición de Cristo.

Permítaseme expresar enfáticamente que el método principal del que podemos servirnos y el instrumento más poderoso en manos de la Jerarquía espiritual, es la difusión de la buena voluntad, fusionada en una potencia unida y activa. Prefiero esta expresión a las palabras «organización de buena voluntad». La buena voluntad es hoy un sueño, una teoría, una fuerza negativa. Debiera desarrollarse hasta convertirse en una realidad, un ideal activo y una energía positiva, Éste es nuestro trabajo, y nuevamente se nos exhorta a colaborar.

La tarea que tiene por delante el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo es grande, pero no imposible. Es absorbente, pero como constituye un canon impuesto de vida, puede llevarse a cabo en todos las aspectos de la vida cotidiana del hombre y de la mujer normales. Sin embargo, se pide al mismo tiempo llevar una vida normal, y cargar con determinada responsabilidad.

CONCLUSIÓN

Ya se ha pronunciado el llamado de preparación para la reaparición de Cristo, se ha hecho el llamado para la salvación del mundo, y en todas partes hoy se reúnen hombres espiritualmente orientados y discípulos del Cristo. No es una reunión en el plano físico, sino un acontecimiento profundamente espiritual y subjetivo. Incluso aquellos que sólo han tenido una ínfima vislumbre comprensiva respecto a lo que verdaderamente significa el llamado, responden y piden una oportunidad para ayudar y que se les instruya respecto a lo que deben hacer.

De allí que hoy esperamos la nueva aparición. El Cristo es esperado universalmente, y conjuntamente con este espíritu de expectativa viene el antídoto contra el espíritu del temor y horror que ha descendido sobre nuestro desgraciado planeta. La humanidad mira hoy en dos direcciones: hacia la tierra devastada y el agonizante corazón de los hombres y hacia el lugar de donde vendrá el Cristo, denominado simbólicamente Cielo. Cuando existe la misma expectativa, los mismos testimonios, predicciones e indicios del «fin de la Era», ¿no es razonable creer que se acerca un gran acontecimiento? Si en medio de la muerte y la destrucción se pue-de hallar una fe viviente (y existe en todas partes) y un ardiente fervor que orada las tinieblas hasta llegar al centro de luz, no justifica esto la suposición de que dicha fe y fervor se fundan en un profundo conocimiento intuitivo. ¿No podría ser una realidad divina aquello de que: «la fe es la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven»? (Hch. 11,1).

La humanidad espera la llegada de Aquel Que Viene sea cual fuera la designación que se le dé. Se presiente que el Cristo está en camino. El segundo advenimiento es inminente, y de labios de los discípulos, místicos, aspirantes, personas orientadas espiritualmente y hombres y mujeres iluminados, se eleva el grito de «Que la Luz, el Amor, el Poder y la Muerte, cumplan el propósito de Aquel que Viene». Estas palabras constituyen un llamado, una consagración, un sacrificio, una profesión de fe y un desafío al Avatar, el Cristo, que espera en Su lugar elevado que la demanda sea adecuada y el clamor suficientemente claro como para justificar Su reaparición.

Es muy necesario tener en cuenta que no nos incumbe determinar la fecha de la aparición de Cristo, ni debemos esperar ayuda espectacular o fenómeno extraño alguno. Si nuestro trabajo está bien hecho, Él vendrá en el momento indicado. Cómo, dónde y cuándo vendrá, no es de nuestra incumbencia. Nuestra tarea es hacer lo máximo, en la mayor escala posible, a fin de producir correctas relaciones humanas, pues Su venida depende de nuestro trabajo.

Todos podemos hacer algo para poner fin a la terrible situación mundial y mejorar las actuales condiciones; el más humilde de nosotros puede desempeñar su parte en la inauguración de la nueva era de buena voluntad y comprensión. Sin embargo, es necesario darnos cuenta que no estamos trabajando para el milenio bíblico, sino que nuestro principal objetivo en la actualidad es dual:

1 . Destruir los antiguos y malignos ritmos y establecer nuevos y mejores. Para esto el tiempo es un factor primordial. Si pudiéramos detener la cristalización de las viejas fuerzas del mal que han producido la guerra mundial y las fuerzas reaccionarias en todas las naciones, allanaríamos el camino para lo nuevo y abriríamos la puerta a las activi-dades del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo en todas partes el agente de Cristo.

2. Fusionar y mezclar las aspiraciones de todos, para que el clamor de la humanidad sea suficientemente poderoso como para llegar a la Jerarquía espiritual.

Esto requerirá sacrificio, comprensión y profundo amor por nuestros semejantes, y también inteligencia, sabiduría y práctica percepción de los asuntos del mundo. A medida que progrese el trabajo de establecer correctas relaciones humanas (necesidad fundamental del mundo) y se desarrolla el método para hacerlo la buena voluntad , el Cristo y Sus discípulos se acercarán cada vez más al género humano. Si aceptamos la premisa inicial de que Él está en camino, entonces las personas espiritualmente orientadas y los discípulos y aspirantes del mundo trabajarán inevitablemente pero debe aceptarse la premisa si queremos que el incentivo sea adecuado. Con este concepto miramos hacia el futuro. El Fíat del Señor ha sido pronunciado. Cristo está atento al llamado de la humanidad. Esta demanda se eleva y acrecienta cada día «porque a la hora que menos penséis, Él vendrá».

 

Preparación para la reaparición del Cristo, por Djwhal Khul

CAPITULO VII y CONCLUSIÓN

Extracto del libro: La Reaparición de Cristo, Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey)

https://hermandadblanca.org/biblioteca/libros-del-tibetano/

1 comentario

  1. Gracias Maestro Tibetano sus aportes muy valiosos, libros llenos de sabiduria y Luz Divina, alimentan mente y espiritu, enseñan a controlar mente y cuerpo. Para el Maestro todo mi Amor y Respeto. Amen.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

xxx