Superar a un padre Tóxico parte II: Crecí con una madre asfixiante

Kikio
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No todos los estilos de crianza son válidos, y las buenas intenciones  no bastan para que los niños  sean felices y desarrollen buena autoestima.

Queridos amigos de la comunidad de hermandad branca, como siempre me llena de emoción poder continuar en contacto con ustedes por medio de este espacio de amor, armonía y crecimiento personal. El día de hoy, con la segunda entrega de nuestra serie “superar a un padre tóxico”, esta vez dedicada a todas las personas que debieron crecer con una madre asfixiante.

En la entrega “Padres tóxicos”, que pueden encontrar en esta misma plataforma de Hermandad Blanca, hicimos un breve pero conciso recorrido por tres de los estilos de parentalidad tóxica más frecuentes, y exploramos los rasgos particulares de los padres sádicos, de las madres asfixiantes y de los padres débiles o demasiado permisivos.  Ahora que ya sabemos identificar si crecimos con una dinámica similar, es momento de reflexionar sobre las consecuencias que dicha crianza tuvo en nuestra personalidad, y, por supuesto, las estrategias para superarlas y seguir adelante con un sano sentido de nosotros mismos.

Inserta el titulo dCrecer con una madre asfixiante deja huellas muy profundas en la personalidad y los estilos de afrontamiento emocional de las personas.el cajetin

No sólo se trata de una infancia marcada por una constante restricción a la individualidad, sino por las posteriores incapacidades emocionales que esta restricción causa al correcto desarrollo.

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Hombres y mujeres pueden convertirse en padres asfixiantes

Cuando hablamos de “madres asfixiantes” o chantajistas, lo hacemos bajo dichos términos por la simple y sencilla razón de que este estilo particularidad de crianza suele presentarse con mucha más frecuencia en las mujeres. Del mismo modo que en el artículo anterior consideramos pertinente realizar una anotación con respecto  de los “padres sádicos” y con vistas a aclarar que el término puede utilizarse de manera indistinta para hombres y mujeres.

Por tanto, en lugar de referirnos madres y padres o madres y padres asfixiantes, por una mera cuestión de practicidad y de estadística, lo hacemos en genérico como “madres asfixiantes”. Por lo cual sería importante que los lectores dejaran abierta la posibilidad de que cualquiera de sus padres, de cualquier género, se hubiera comportado de esta manera.

Ya con esto en mente, podemos continuar con las consecuencias emocionales de haber crecido con un padre o con una madre asfixiante.

¿Cuáles son las consecuencias de crecer con una madre asfixiante?

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Son muchas las consecuencias emocionales de un proceso codependiete de crianza

Son muchas las dificultades anímicas, emocionales y psicológicas que debe enfrentar a lo largo de toda su vida una persona que tuvo que crecer con un padre con este estilo de crianza. No sólo se trata de una infancia difícil. El niño forma una imagen de sí mismo que se corresponde con el complemento emocional de su madre asfixiante, así que se interpreta a sí mismo como hijo dependiente. Así, en todos los aspectos de su vida puede llegar a aceptar la falta de autonomía, el control por parte de alguien más y el hecho de invertir sus energías sólo en los intereses de los demás.

Entre las principales características de las personas que crecieron con una madre asfixiante, podemos encontrar:

1.- Incapacidad de tomar decisiones propias

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Los hijos de madres asfixiantes tienen dificultad para tomar decisiones

Como las madres asfixiantes intentan controlar cada pequeño detalle de la vida de sus hijos,  éstos se acostumbran a que sus deseos personales no son importantes, por lo cual les cuesta mucho trabajo en el futuro considerar sus propios intereses y necesidades dignos de ser cubiertos. Y no sólo se trata de personas que no se atreven a auto determinarse y que ante cualquier mínima señal de desaprobación dejan de hacer cosas que les gustan y les nutren a nivel personal.

También es frecuente que les cueste trabajo tomar la responsabilidad sobre aspectos de su vida tan sencillos como alimentarse o simplemente cuidar de sí mismos.  Por poner un ejemplo muy básico, quizá una persona haya crecido con la típica madre asfixiante que le hizo tomar vitaminas y suplementos alimenticios de manera completamente innecesaria. En la edad adulta, aunque quizá ya no conviva con ella, habrá interiorizado esta indicación a tan grado que incluso aunque un médico le indique que seguir tomando suplementos le puede generar un daño renal importante, será incapaz de hacerlo pues eso implicaría tomar una decisión distinta a la que tomó antes su madre por él.

Las personas con este rasgo de personalidad sólo son capaces de cambiar sus actividades y actitudes cuando una figura de autoridad mayor a la figura interiorizada de la madre les orilla a ello, cosa que no es muy frecuente y en lugar de tomar decisiones bajo el amparo de la lógica y del sentido común .

2.- Dificultad para lidiar con circunstancias imprevistas

Los hijos de madres asfixiantes normalmente crecen acostumbrados a seguir rutinas muy inflexibles y hasta cierto punto irracionales. La rutina se les presenta como la púnica posibilidad real de seguridad, y por esta razón, llega un punto en el cual cualquier cosa que no sea parte de una rutina prediseñada les lleva a experimentar elevados niveles de ansiedad.

Tanto las situaciones imprevistas como las oportunidades positivas, pero que implican hacer algo diferente, son experimentadas con miedo y con recelo. Por ello estas personas tienen muchas dificultades para aceptar una promoción en el trabajo, tomar unas vacaciones a algún lugar nuevo o incluso desayunar algo diferente los martes.

3.- Miedo constante a todo

El miedo es una característica que muchas veces acompaña a los hijos de madres tóxicas

Las madres asfixiantes suelen generar en sus hijos la sensación de que “todo es peligroso” para justificar sus propias conductas sobre protectoras.  Como consecuencia, los niños verdaderamente crecen pensando que el mundo es un lugar mucho más terrible y peligroso de lo que en realidad es.

El miedo constante a todo se refleja en rutinas sumamente  rígidas con las cuales la persona busca encontrar un falso sentido de seguridad. Por tanto, es difícil que se atrevan a hacer cosas nuevas y además interpretan cualquier dificultad o cualquier peligro de una manera muy desproporcionada.

Incluso, situaciones que para la mayoría de la gente son normales, pueden llegar a interpretarse como potencialmente peligrosas. Como tomar un autobús o ir a un lugar nuevo cerca de casa.

4.- incapacidad de afrontar dificultades

Como la vida de los hijos de madres asfixiantes se construye de tal forma que se estéril de problemas, el niño jamás desarrolla la capacidad de enfrentarse por sí mismo a las dificultades y encontrar maneras de afrontarlas y superarlas. Este problema es de gravedad particular porque los niños necesitan, para su correcto desarrollo, irse enfrentando a dificultades progresivamente más complejas para poder encarar las que son propias de la vida adulta.

De esta forma, si cuando niños no aprendimos a defendernos de un compañero que nos molesta en la escuela o a levantarnos después de caernos de la bicicleta, cuando adultos mucho menos seremos capaces de lidiar con un jefe abusivo o una emergencia médica.

5.- Constante sentimiento de culpa

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Los hijos de madres tóxicas son particularmente vulnerables a la culpa

Para controlar a sus hijos, las madres asfixiantes también son muy propensas a generar sentimientos de culpa en ellos para que no cuestionen ni actúen en contra de sus propios intereses. Por ello crecen pensando que son personas verdaderamente malagradecidas o “malas” y que necesitan una rígida guía constante para conducirse adecuadamente por la vida.

6.- Vulnerabilidad al chantaje

Las madres asfixiantes generan en sus hijos una gran vulnerabilidad al chantaje emocional. El problema es que esa vulnerabilidad no se restringe a la figura del padre o de la madre, si no que se extiende con todas las demás interacciones sociales.  Así, las personas alrededor de quienes han experimentado este tipo de crianza, detectan con rapidez que pueden obtener toco tipo de cosas de ellos sólo con chantajearlos un poco.

7.- Codependencia

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La co dependiencia es una constante en las relaciones de los hijos de madres tóxicas

Las madres asfixiantes generan un alto grado de codependencia en sus hijos que se puede alargar hasta bien entrada la vida adulta. Cuando por razones de fuerza mayor el hijo debe separarse de la madre, no es poco frecuente que busque de inmediato otra figura a la cual vincularse emocionalmente de manera enfermiza y codependiente.

8.- Sensación de víctima

El miedo a todo con el que las madres asfixiantes alimentan a sus hijos constantemente, es un terreno fértil para que nazca una auto percepción de víctimas constantes y desprotegidas ante todo tipo de adversidades  y personas malas en el mundo.

9.- Incapacidad de ser objetivo con uno mismo

Como las madres asfixiantes y demandantes nunca son objetivas con sus hijos, y por un lado les sobre alimentan el sentimiento de logro y por otra los consideran incapaces de hacer hasta las cosas más básicas, el niño se convierte en un adulto incapaz de confiar en su propia percepción de sus capacidades.

10.- Propensión a cumplir las exigencias de los demás

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Es fácil doblegar la voluntad de los hijos de madres asfixiantes

Los hijos de madres asfixiantes están acostumbrados a que su rutina y la mayoría de sus actividades giren alrededor de los intereses y exigencias de alguien más. No se cuestionan si ese es su lugar en el mundo o si podrían estar haciendo alguna otra cosa más beneficiosa para sí mismos.

¿Cómo superar a una madre asfixiante?

Superar a una madre asfixiante es particularmente difícil porque, a diferencia de los padres sádicos,  no sólo generan malestar, también saben perfectamente cómo provocar en sus hijos felicidad y seguridad. Así que en definitiva, el principal requisito para superar a una madre asfixiante si hemos identificado alguno de los rasgos que mencionamos antes, es realmente querer hacerlo.

Es difícil porque la ruptura que se necesita implica un proceso de toma de responsabilidad sobre uno mismo que definitivamente causa temor e incomodidad.

1.- Aceptar

Admitir que, en primer lugar, el estilo de crianza al que nos sometieron no es ni remotamente natural, ya no digamos sano, es muy difícil porque exige admitir que una persona que tenia nuestra devoción absoluta cometió muchos errores, y muy graves.

Pueden aparecer enormes sentimientos de rencor, de desengaño y de inseguridad al darnos cuenta que la burbuja que nos construyeron alrededor mientras crecíamos no nos ayudó a ser más felices, como pretendía, sino todo lo contrario: no está convirtiendo en personas infelices.

De cualquier forma, siempre, por doloroso que sea, atravesar este proceso de aceptación será mucho mejor que seguir lidiando con las consecuencia emocionales de haber crecido con una madre asfixiante.

2.- Responsabilizar

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Para superar a una madre asfixiante es necesario tomar responsabilidad sobre nosotros mismos

Una vez aceptado que nuestra madre era asfixiante, hay que comenzar a hacer un compromiso real de responsabilizarnos de nosotros mismos, y tomar las decisiones que más nos convienen según nuestro propio criterio, gustos e intereses.

3.- Romper

El siguiente paso es la ruptura a nivel emocional, pero sobre todo físico, con la figura parental asfixiante.  Este rompimiento no tiene por qué ser definitivo ni violento. El punto es cortar todos los vínculos patológicos que nos unen a la otra persona y que constriñen nuestra individualidad. La distancia y la independencia son las mejores dos maneras de lograrlo.

4.- Identificar

Una vez que nos hemos deshecho de estos vínculos a nivel simbólico, para que se mantengan así, tenemos que dedicarnos de manera consciente a descubrir e identificar de nuevo nuestros verdaderos interesas y necesidades. En esta etapa, aparecerán muchos de los miedos e inseguridades que nos marcaron durante la niñez, pero podemos superar esta etapa acudiendo a la ayuda de un profesional, terapeuta o psicólogo.

5.- Actuar

Por último, la manera definitiva de superar una crianza asfixiante y co depediente es justamente hacer todas esas cosas que no hacemos como consecuencia de la misma. Romper con los miedos sólo se logra enfrentándolos, por lo cual éste último paso tiende a estar marcado por una curiosa combinación entre adrenalina y pánico.  El impedimento que puede aparecer en este nivel es precisamente dejarse llevar por ese miedo y regresar a las figuras físicas o simbólicas de simbiosis.

Como podemos ver,       no es una tarea sencilla. Sin embargo puede hacerse con la voluntad y con la ayuda profesional adecuada. Es responsabilidad de cada individuo atreverse a tomar responsabilidad sobre sí mismo para alcanzar un estado de plenitud emocional y de felicidad por medio de la búsqueda y alcance de nuestros propios sueños.

 

 

AUTOR: Kikio, redactora de la gran familia de hermandadblanca.org

PARA SABER MÁS:

Padres tóxicos parte I: 10 elementos para identificar a un padre sádico

Cuando la educación hace daño: madres tóxicas

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