Vivir en el silencio

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Vivimos buscando la paz, calma y la tranquilidad en nuestras vidas. Muchas veces lo buscamos en cosas externas como visitar lugares que nos den esa sensación de relajación que esperamos encontrar, otras veces recurrimos a prácticas como la oración, el yoga, la meditación, etc., para alcanzar estos estados. Pero siempre ocurre que al final de cuentas regresamos a nuestro mundo de agitación, desasosiego e inquietud. Conseguir cosas materiales, tener más estudios, más poder, más relaciones, es otra forma, no de buscar esa paz y tranquilidad sino de huir de esa sensación de vacío e inquietud que nos agobia diariamente.

Al llenarnos de todas estas cosas externas solo conseguimos sentir que fracasamos en nuestro intento de alcanzar la paz, porque todas esas cosas que buscamos afuera solo generan ruido en nuestra vida, impidiéndonos ver lo que realmente nos dará la tranquilidad que esperamos. Algunas personas ven el silencio como una forma de estar solo, por lo que con frecuencia lo evitan.

Existen quienes consideran al silencio una forma de acercarse a sí mismos, a lo que son en realidad y a lo que quieren llegar a ser; para algunos es una forma de encontrar a Dios; y es que en realidad el silencio es la forma de entrar en nuestro centro, para conocernos y llegar a la paz que tanto estamos buscando conseguir. Las cosas materiales, el tener más parejas, etc., no nos van a permitir encontrar la paz y la tranquilidad que tanto anhelamos. El estar en contacto con otros es una forma de conocernos, de ver nuestro reflejo, pero no es la forma de trascender lo que somos.

Cuando compartimos con otras personas vemos lo que nos gusta y no nos gusta de nosotros mismos. Cuanto más nos incomoda algo del otro, más estamos reflejando nuestro ser interno. Y cuando renegamos de todo ello en realidad estamos negando lo que hay dentro de nosotros. Cuando vemos injuria, perjuicio, odio, guerras y cómo se destruye el planeta, tan solo estamos viendo lo que tenemos dentro. El exterior es solo una manera de detectar en cada uno de nosotros las cosas que hay dentro y que no son tan evidentes para nosotros.

Entrar en el mundo interior

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Pero después de observar el mundo exterior y ver todo lo que no nos gusta debemos entrar en un proceso de reflexión y autoobservación y para ello el silencio es indispensable. El ruido disipa nuestro pensamiento impidiendo que exista una comunión con nosotros mismos; es por ello que siempre andamos buscando el televisor y el radio como nuestros mejores amigos, porque ellos nos alejan de todo lo que tenemos dentro y que tal vez no queramos ver o no estemos preparados para ver.

El silencio no se encuentra afuera sino dentro de nosotros. En la medida en que nos volvamos más silenciosos en nuestros pensamientos y emociones eso expresaremos en nuestro exterior. Si nos molesta el ruido que hay donde estamos es porque dentro nuestro existe ese mismo ruido, somos creadores de nuestro mundo exterior y esa creación proviene de nuestro mundo interior. No podemos ver nada afuera que no tengamos primero adentro.

Para hallar el silencio solo tenemos que dedicarle tiempo a escuchar el silencio que se encuentra a nuestro alrededor, el silencio que aparece en medio del ruido y del sonido. Este estar atento al silencio logra que nuestro pensamiento se calme y que por ello también se produzca un silencio interior.

Cuando entramos en ese mar de paz y tranquilidad que hay en el silencio nos volvemos creadores, porque para crear algo nuevo debemos primero encontrar el vacío. En las películas de karate lo representaban a través de un vaso con líquido turbio. El vaso estaba lleno de este líquido y el maestro le coloca agua, pero el vaso solo queda con agua turbia por el contenido que tenía el vaso inicialmente. Entonces el maestro bota el contenido del vaso con lo que el alumno se muestra ofuscado ya que no desea deshacerse de este líquido pues cree que es algo bueno; entonces el maestro deja vacío el vaso y luego coloca agua en él, ahora el agua está completamente limpia.

Para poder llegar a ese estado de paz y serenidad que muchos deseamos debemos primero limpiar nuestros pensamientos como lo hizo el maestro con el vaso, entre más limpia se encuentre nuestra mente, nuestras creaciones serán más puras, más perfectas y más llenas de armonía, pero mientras nuestra mente se encuentre llena de todos esos pensamientos sombríos, nuestras creaciones no podrán más que reflejar toda la imperfección que llevamos adentro. Y para llegar a tener esa pureza de pensamiento solo lo podemos hacer desde el silencio, donde todas las posibilidades están a nuestro alcance.

Al principio será difícil entrar en este silencio porque nuestra mente siempre ha tenido el control sobre nosotros y los pensamientos vendrán por montones haciéndonos sentir que estamos fracasando en encontrar ese silencio, esa paz y esa tranquilidad que deseamos, pero la conciencia permanente hará que poco a poco comprendamos cómo funciona nuestra mente y aprendamos a gobernarla para que ella no nos gobierne a nosotros.

¿Cómo empezar?

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Ejercicios sencillos como observar lo que estamos pensando nos darán conciencia de cómo funciona nuestra mente. Muchas veces los pensamientos que tenemos no son nuestros, sino que los hemos adoptado de los que están a nuestro alrededor. Por ello es importante vigilar lo que pensamos y estar atentos a lo que escuchamos es vital para saber si ese pensamiento fue inducido por alguien más.

Romper la cadena de pensamientos. Al ser conscientes de lo que estamos pensando podemos identificar si deseamos tener o no ese pensamiento. Aprender a decirle no al pensamiento y sacarlo de nosotros para que no continúe creando lo que no deseamos.

Cuando nuestros pensamientos se han desbordado por completo y ya no podemos controlarlos porque pasaron de ser una pequeña ola a ser un tsunami, concentrarnos en nuestra respiración es una buena forma de calmar el flujo de pensamiento y emociones que surgen a partir de ellos.

Autor: JP Ben-Avid

Redactora hermandadblanca.org

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