Acrecentando la conciencia por Anabel.C.Huertas
Durante un largo periodo de búsqueda y exploración consciente, la humanidad ha ido delineando una senda ascendente destinada a producir una repolaracización de su visión y percepción del universo en todos sus niveles.
El proceso llamado “despertar” ha producido la aceleración de los campos magnéticos inidividuales y planetarios generando destellos de la memoria ancestral evolutiva que lentamente van desvelando una infinita red de energías y jerarquías que se expresan desde el origen a través de la materia.
El continúo reenfoque del alma dispuesta a investigar el eterno mundo sutil que poco a poco va desvelando sus misterios, nos empuja principalmente a la reorientación de la atención, a producir un giro trascendental en los niveles psicológicos, a centrar la observación profunda más allá del mundo fenoménico para abarcar los mundos invisibles, para acceder a los principios energéticos de la naturaleza y producir así un substancial salto en la forma en que percibimos e interpretamos la información.
Los parciales de realidad a los que reaccionamos a través de la plena conciencia en la forma (los cinco sentidos) dejan de producir “atracción” liberándonos del apego o de la maya, y la realidad que intuimos, la vida entre las vidas que emana de toda existencia se manifiesta paulatinamente ante nosotros produciendo una serie de revelaciones internas, de vibraciones y resonancias que liberan y amplían nuestra conciencia.
La fuerte corriente magnética producida por la aceleración vibracional de nuestros cuerpos y la creciente espiral de supra-sensibilidad reenfocada y redirigida una y otra vez hacia un estado de Amor, permiten que la mente poco a poco reconquiste la libertad de su vacuidad original y es através de esta actividad novedosa, que nos convertimos en un laboratorio alquímico donde las distintas experiencias en el basto campo de energías que se abren ante nosotros nos conducen a la experimentación constante de los reflejos y resonancias que “atraemos” a nuestra vida.
Así el principal motor de este tiempo es la experimentación profunda de un “estado” de conciencia novedoso. Más allá del mundo tridimensional de la materia los hombres están produciendo y convocando la “emergencia”, la salida a la luz de un sinfín de expresiones etéricas, de realidades invisibles que a medida que son observadas, presentidas o intuidas comienzan su interacción y manifestación en cualquiera de los niveles de conciencia en los que nos movemos.
El inconsciente emocional, el desconocido campo mental y el mundo fenoménico se revelan y superponen una y otra vez tratando de encontrar el “ritmo” natural a su renacimiento. La personalidad dirigida por la mente concreta comienza a sentir la pulsión del Alma que despierta y en proceso de expansión utiliza el mental abstracto para delinear la senda armónica donde el hombre comienza a vivirse con plenitud.
La inercia ancestral, el latente conocimiento de la vida y su sistema en la tierra convoca a nuestro alrededor la energía del Ánima Mundi para que mediante la creciente flexibilidad del proceso mental los fundamentos pasados sean quebrados y los fundamentos originales sean reconstruidos en favor de una nueva humanidad, convirtiéndolos y adaptándolos a la nueva expresión de un ser no limitado que crece hacia un revolucionario movimiento interno desde donde todo es moldeado a su imagen y semejanza.
La andadura del nuevo hombre nace desde la capacidad de reorientar sus pulsiones. El Alma que lentamente expande su sintética energía hacia todos los campos de experimentación de la vida acrecienta la percepción y derriba la cristalización y la inercia de la cultura y la creencia del viejo orden.
Una nueva percepción de la vida, desconocida, misteriosa, ilimitada hasta los confines de un mundo inabarcable es reenfocada una y otra vez para conseguir el asentamiento y la expresión viviente de la mente intuitiva. El salto del intelecto a la intuición, el Prometo que “roba” nuevamente el fuego de los dioses para producir una reorientación de su ser hacia la vida divina, hacia esa chispa que con desconocidos y simbólicos juegos de percepción asevera su existencia, su fuerza y su poder.
Distintas aceleraciones y contracciones de la energía pueden ser sentidas y experimentadas por la humanidad como un reflejo puro nacido de su propia conciencia. La divinidad latente en toda la creación es percibida en sus distintos ritmos y actividades acercándonos a realidades antes inimaginadas.
La vida una, buscada, investigada, experimentada hasta poder ser dirigida y enfocada en la forma como factor determinante de la revelación del Amor.
La nueva vestidura del hombre, el nuevo heroe que con su incansable caminar por las dimensiones vivientes de Dios, busca nuevamente sendas y caminos que le conduzcan a expresar la emergente dinámica de este tiempo, la emergente divinidad que afirma “yo soy la luz del mundo”.
“Lo que yo te digo en la oscuridad, háblalo tú en la luz”
Namasté
Anabel.C.Huertas