¿Cómo alejar a nuestros hijos de las influencias negativas de la mercadotecnia?

Kikio
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Nuestros hijos son muy vulnerables a las influencias negativas del consumismo

Bienvenidos a una entrada más, queridos amigos de la gran Hermandad Blanca. El día de hoy tocaremos un tema que preocupa a muchos padres de familia, principalmente a aquellos que están preocupados por vivir una vida espiritualmente saludable y por construir un núcleo familiar amigable con la madre naturaleza y con la individualidad bien entendida.

Me refiero a la influencia negativa que la influencia de la mercadotecnia puede llegar a tener en nuestros hijos, que quizá aún no han desarrollado la madurez emocional ni el sentido genuino de individualidad que les permita discernir entre lo que necesitan y lo que es meramente un capricho consumista.

A menos que viviéramos en un bosque alejados de todo, es inmensamente difícil mantener a nuestros hijos completamente separados del bombardeo constante de la mercadotecnia en nuestras vidas.

Aunque no tuviéramos televisión e internet, en cuanto salieran a la calle se toparían con todo tipo de medios audiovisuales ofreciéndoles tal o cual producto y con una promesa implícita de felicidad.

En primer lugar, aunque educar a nuestros hijos en contra del sistema materialista y consumista es algo que deberíamos hacer todos los padres responsables, hay que tener mucho cuidado con no cruzar la línea del aislamiento, que, dicho sea de paso, es la salida fácil para quienes quieren educar a sus hijos bajo principio espirituales, pero sin el agobio de tener que contrarrestar las influencias del medio.

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Aislar a nuestros niños de las influencias del exterior no es la solución

Pero es precisamente la manera en que como familia luchamos contra estos estímulos destructivos la que provoca un aprendizaje significativo en los niños. Es mucho más nutritivo a nivel intelectual que sus padres se sienten a ver televisión con ellos un rato, bajo la premisa de analizar qué contenido está bien y cuál está mal, a simplemente deshacernos del aparato.

No se trata de “esconder” absolutamente nada.

Sino de comprender que tarde o temprano nuestros hijos van a enfrentarse a un mundo que muchas veces puede ser cruel y hostil con quienes no quieren adaptarse a él y perder su individualidas. Es mejor que lo conozcan desde un inicio y sepan lidiar con él, siempre manteniendo intactos sus valores.

Imaginemos que criamos a nuestros hijos alejados de toda la publicidad, si tal cosa fuera posible. Mientras mantuviéramos este aislamiento, no tendríamos problemas. Pero en cuanto relajáramos la guardia, nuestros hijos no tendrían manera de defenderse y se sentirían absolutamente miserables por no tener tal o cual cosa, y además, engañados por nosotros. Y de algún modo tendrían algo de razón en lo segundo.

Aunque hay algunos contenidos y algunos temas que, por sentido común debemos reservar hasta ciertas edades de madurez emocional, la realidad es que los niños en su gran mayoría tienen una capacidad de entender y razonar que muchas veces subestimamos.

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Debemos darle oportunidad a nuestros hijos de que desarrollen su propio criterio

Sin embargo, esto implica mucho trabajo por parte de los padres, que básicamente serán guías de tiempo completo los primeros años de la vida de un niño que se cuestionará todo el tiempo por qué no puede tener tal o cual cosa que le anuncian como infinitamente divertida o necesaria.

Algunas preguntas que podemos hacerles a nuestros hijos cuando comienzan a caer en las garras de la mercadotecnia, son las siguientes:

¿Por qué te gustaría tener ese producto?

¿Cómo sabemos que podemos confiar en lo que nos dice el anunciante si, finalmente, su único objetivo es venderlo?

¿Adquirirlo es algo congruente con tus valores?

¿Cuál es el impacto para la madre naturaleza de su fabricación?

¿Crees que realmente te hará más feliz?

¿Te hará mejor persona?

¿Te ayudará a aprender algo nuevo?

¿Cuál es el impacto económico que tendría adquirirlo?

¿Si no lo adquirieras y ahorraras ese dinero, en qué podrías usarlo después?

Suena complicado, pero si acostumbramos nuestros hijos a hacerse por sí mismos estas preguntas antes de ceder a los encantos de la publicidad, nos estaremos asegurando de que se conviertan en adultos conscientes de que no todo lo que brilla es oro.

AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermandadblanca.org

PARA SABER MÁS:

La fuerza del caos del consumismo. Aprende a detectarla y a combatirla desde ti mismo

Vivir sin motivación. Analizando un requerimiento humano fundamental.

 

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