Anna Bonus Kingsford: (22) Sobre la “Obra de poder”

En esta ocasión la Doctora Anna Bonus Kingsford son habla sobre la libertad. Se refiere al hombre que ha trabajado para ser libre de las pasiones.

Es el hombre que ha llegado a un punto que puede tener propiedades y reconocimientos o perderlos y le es indiferente. Es el hombre que puede repartir sus bienes sin lamentarse después. Este hombre no necesita vivir en las ciudades, prefiere vivir en sitios poco visitados.

Este tipo de libertad nos asusta, pero llegará un momento en que lo buscaremos y nos esforzaremos en lograrlo y lo lograremos.

Recordamos que la Doctora Kingsford recibía estos mensajes y los escribía. Normalmente eran respuestas a preguntas que ella misma había realizado.

Usted me ha preguntado si la Obra de poder es difícil y si está abierta a todos.

Potencialmente y eventualmente está abierta a todos, pero de hecho no es así en el presente. Para recuperar el poder y la resurrección, un hombre debe ser un Jerarca.

Es decir, debe haber llegado a la edad mágica de treinta y tres años. Esta edad se obtiene al completar los Doce Trabajos, pasar la Doce Puertas, controlar los cinco sentidos y obtener el dominio sobre los cuatro espíritus de los elementos.

Debe haber nacido inmaculado, bautizado con Agua y con Fuego, tentado en el desierto, crucificado y sepultado. Debe haber recibido cinco heridas en la cruz y debe haber respondido al acertijo de la esfinge. Cuando esto se logra queda libre de la materia y no volverá a tener un cuerpo fenomenal.

¿Quién alcanzará esta perfección? El hombre que no tiene miedo ni concupiscencia; que tiene el coraje de ser absolutamente pobre y absolutamente casto.

Cuando le sea igual si tiene oro o si no tiene nada, si tiene casas y tierras o si no las tiene, Si tiene reconocimiento social o si esta marginado. En este caso es voluntariamente pobre.

No le es necesario tener nada, pero no necesita preocuparse por nada. Cuando le sea igual tener una esposa o esposo o ser célibe. Entonces es libre de concupiscencia. No es necesario ser virgen, es necesario no darle valor a la carne. Nada es tan difícil como mantener este equilibrio. ¿Quién es el que puede compartir sus bienes sin lamentarlo?

¿Quién es al que nunca lo consumen los deseos de la carne? Pero cuando has cesado de desear y querer retener y quemar, entonces tienes el remedio en tus manos.

El remedio es duro y agudo y es una terrible prueba. Sin embargo, no tengas miedo. Niega a los cinco sentidos, sobre todo el gusto y el tacto. El poder estará dentro de ti, si tú lo quieres lograr. Las dos sillas están vacantes en la mesa celestial. Si l pones en Cristo.

No coma nada muerto. No beba bebidas fermentadas. Has elementos vivos de todos los elementos de tu cuerpo. Mortifica los miembros de la tierra. Toma tus alimentos llenos de vida y no dejes que el toque de la muerte se ponga en ellos. Recuerda que sin auto-inmolación no hay poder sobre al muerte.

Niega el tacto. No busques el placer corporal en la comunicación sexual. Deja que el deseo sea magnético y del alma. Si eres indulgente con tu cuerpo, perpetúas es cuerpo y al final es cuerpo es corrupción.

Nuevamente me entiendes, pero te encoges de hombros. Recuerda que sin la autonegación y la restricción no hay poder sobre la muerte.

Si niega el gusto primero y le será más fácil negar el tacto.

Ya que ser virgin es la corona de la disciplina. Le he mostrado el camino de la excelencia, que es la Vía Dolorosa. Juzgue si la resurrección vale la pasión, si el reino vale la obediencia, si el poder vale el sufrimiento. Cuando el momento de su llamada llegue, ya no tendrá dudas.

Cuando un hombre ha logrado el poder sobre su cuerpo, el proceso de prueba deja de ser necesario. El iniciado está bajo juramento, el Jerarca es libre. Por lo tanto, Jesús puede comer y beber, ya que todas las cosas son licitas para él. Él había padecido y había liberado su voluntad.

El objetivo de la prueba y del voto es la polarización. Cuando lo fijo es volatizado, el Mago es libre. Cristo antes de ser Cristo estaba sujeto y su iniciación duró treinta años. Todas las cosas son licitas para el Jerarca, pero él conoce la naturaleza y el valor de todo.

Cuando los elementos del cuerpo están dotados de poder, ellos son maestros de los espíritus elementales y los dominan. Pero mientras ellos están bajó limitación, son esclavos de los elementales y los elementales tienen poder sobre ellos.

Ahora, Hefesto es un destructor y la respiración del fuego es un toque de muerte. El fuego que pasa sobre los elementos de tu alimento, les quita su espíritu vital y te entrega un cadáver en vez de una sustancia viva.

Pero no solo eso, sino que el espíritu de fuego entra en los elementos de tu cuerpo y deposita en todas tus moléculas un fuego consumidor que impele a la concupiscencia y al deseo de la carne. El espíritu de fuego es un espíritu sutil, un espíritu penetrante y difusor, que entra en la sustancia de toda materia en la cual actúa. Cuando toma esa sustancia en su organismo, toma con ella el espíritu de fuego y lo asimilas junto a la materia a la cual está integrado.

Le hablo de cosas excelentes. Si quiere ser hombre de poder, debes ser maestro del fuego. El hombre que busca ser un hierofante, no debe vivir en una ciudad. Puede comenzar su iniciación en una ciudad, pero no puede completarla allí.  Porque no debe respirar el aire mortal y quemado. En una ciudad respiras aire por el cual ha pasado la llama. Usted respira fuego y éste consume su sangre. El hombre que busca poder debe ser un caminante, un residente  del llano, del jardín y de las montañas.

El hombre que busca poder debe ser un caminante, un residente  del llano, del jardín y de las montañas.

Debe buscar el sol y la respiración de la noche. Debe convivir con la luna y con las estrellas y mantener contacto directo con las grandes corrientes eléctricas del aire no quemado, y con la grama y el suelo sin pavimentar del planeta. En suelos no frecuentados como estos o en tierras como las del Oriente donde las abominaciones de Babilonia son desconocidas y donde la cadena magnética entre la tierra y el cielo es fuerte. Es allí donde el hombre que busca poder y que debe realizar la Gran Obra debe completar su iniciación.

El número del microcosmos humano es trece. Cuatro para el cuerpo físico, cuatro para el cuerpo sideral, cuatro para el alma y uno para el Espíritu Divino. Porque aunque el Espíritu Divino es Trino es UNO. Debido a que es Dios y Dios es Uno. La Última Cena, por lo tanto  en la cual los Magos simbolizan el Banquete del Microcosmos, hay doce elementos apostólicos y un Cristo. Pero si uno de los elementos es desobediente y traidor el Espíritu se apaga y sobreviene la muerte.

La Doctora Kingsford nos señala la importancia de ser nosotros quienes controlemos los sentidos y no ellos a nosotros.

Nos da algunas claves. Para controlar la concupiscencia, que está relacionada al sentido del tacto, debemos controlar primero el sentido del gusto.

Hay una idea importante. Estamos listos para unos pasos, pero no para otros. No tiene sentido hacer saltos. Por ejemplo si alguien quiere seguir la línea de no comer carne. Es más lógico disminuir la cantidad. Si alguien quiere seguir el punto de no vivir en la ciudad, puede que lo más lógico sea comenzar haciendo caminatas en el campo. Si el hacer cambios nos trae conflictos, es posible que no estemos preparados para ese cambio.

De hecho una frase de este mensaje es: Cuando el momento de su llamada llegue, ya no tendrá dudas.

Como una observación se puede señalar que aunque la Doctora Kingsford evitaba calentar la comida al fuego, no lo hacía por completo. Disfrutaba de la comida cocinada.

Podríamos decir que no tiene sentido exigirle a alguien que está comenzando sus estudios en una profesión exigirle la maestría. Es preferible avanzar lentamente, pero siempre hacia la meta.

Anna Bonus Kingsford CONCERNING THE «WORK OF POWER»

J. Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org

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