Anna Kingsford la visión de Adonai (parte 2)
Sobre la imagen Divina o la visión de Adonai (parte 2)
Introducción
Continuamos con la presentación de “La visión de Adonai”. Traducimos The Vision of Adonai.
En la presentación anterior habíamos visto la importancia de la imagen que tenemos de Dios. Esta es la imagen que tenemos sobre nosotros mismos. Por ejemplo, si imaginamos a un Dios colérico, vamos a vivir limitados por esa imagen.
Si en cambio, tenemos una imagen de un Dios que siempre está creando, vamos a sentirnos partícipes de esa creación. Este es uno de los aportes de esta segunda parte.
En esta iluminación, la Doctora Kingsford nos hable de esa imagen de un anciano. Un anciano no es un creador, ya el cumplió con su trabajo. El mundo ya está hecho. Si aceptamos esa imagen de Dios como de un anciano, estamos considerando que el mundo ya está hecho y que no hay nada que aportar.
Si tenemos una imagen de un Dios que siempre está creando, vamos a sentirnos partícipes de esa creación.
En contraste con esta imagen, está la de un Dios joven, de la eterna juventud. En este caso seremos siempre jóvenes y siempre estaremos dispuestos para la acción.
Esta segunda parte tiene una introducción del editor y compañero espiritual de la Doctora Kingsford. Allí se nos explica como ella se preparó para recibir esta revelación. Incluso se nos hace referencia a los movimientos de ella, mientras se comunicaba con el mundo espiritual.
Luego continúa con la transcripción de las palabras de ella. Es aquí donde vamos a prestar más atención. Esta es la parte que comentaremos después de la traducción.
Traducción de la visión de Adonai (parte 2)
Aclaración del editor en la edición inglesa
La visión que se va a describir sobre Adonai, fue recibida sin algún conocimiento previo de parte de su receptora, ni de su posibilidad, ni por haber solicitado como un hecho de experiencia mística reconocida, en las alusiones a esto en la Biblia. Aunque no son extrañas, habiendo escapado a su reconocimiento como teniendo alguna base real en la conciencia.
En esta ocasión ella había estado avisada sobre que algo solemne inusual estaba a punto de ocurrir y se le pidió hacer ciertas preparaciones ceremoniales evidentemente calculadas para impresionar la imaginación.
La revelación le llega mientras estaba junto a la ventana abierta, mirando a la luna, luego la cierra por completo. El primer efecto de la inspiración fue que se arrodillara y rezara en una actitud de embelesada, con sus brazos extendidos hacia el cielo.
Luego pareció que bajo el acceso de exaltación espiritual, ella cedió a un repentino e incontrolable impulso de rezar para poder ser elevada hasta las estrellas y le mostraran toda la gloria del universo.
Se levantó y después de mirar en éxtasis por algunos momentos hacia arriba, bajó los ojos y poniendo sus brazos alrededor de su cabeza como si para tapar la vista, pronunció en tonos de maravilla, mezclados con lamentos y llantos de angustia los siguientes muestras de intolerable esplendor de la visión que ella había invitado sin querer.
Revelación de Adonai (Parte 2)
¡Oh! ¡Veo masas, masas de estrellas! Me marea mirarlas. ¡Oh Dios, que masas! ¡Millones y millones! ¡Ruedas de planetas! ¿Oh Dios, Por qué creaste? ¿Fue por Voluntad, todo Voluntad que lo hiciste? ¡Oh! ¡Que poder, que poder de Voluntad! ¡Oh Que abismos! ¡Que abismos! ¡Millones y millones de kilómetros de ancho y profundidad!
Sostenme, sostenme, me voy a hundir. Me hundiré en los abismos. Me enfermo y me mareo, como un mar agitado. Estoy sobre un mar, un océano, el océano del espacio infinito. ¡Oh que profundidades! ¡Que profundidades! ¡Me hundo! ¡Caigo! ¡No puedo resistirlo!
Los ángeles de los planetas
Nunca regresaré. Dejé mi cuerpo para siempre. Estoy muriendo. Creo que estoy muerta. ¡Es imposible regresar desde esta distancia! ¡Oh, que formas tan colosales! Son lo ángeles de los planetas. Cada planeta tiene su angel que se mantiene erguido sobre él. ¡Que belleza, que maravillosa belleza!
Rafael, el angel de la tierra
Veo a Rafael. Veo al ángel de la tierra. Tiene seis alas. Es un Dios. El Dios de nuestro planeta. Veo a mi genio que se llama A. Z. pero su nombre es Salathiel. ¡Oh que asombrosamente bello es! Mi genio es un hombre y su color es rubí. El Tuyo Caro, es una mujer de color Zafiro.
Ellos son amigos, son el mismo, no son dos, sino uno; por esta razón nos han asociado y se refieren a sí mismos como “Yo” en unas ocasiones, y en otras como “nosotros”
Es el ángel de la tierra, el mismo que es tu genio y el mío, Caro. Él fue quien te inspiró, quien te habló. Ellos me llaman amargura. Veo tristeza. ¡Que tristeza infinita observo. Tristeza, siempre tristeza, pero jamás sin amor. Siempre tendré amor. ¡Que sombría es esta esfera!
París
¡Oh, sálvame, sálvame! Me estoy acercando a mi demonio. Es Paris, Paris mismo, una vez de Troya y ahora la ciudad que lleva su nombre. Está flotando de costado. Mueve su cara hacia mí. ¡Que hermoso y oscuro es! Tiene cuernos de cabra ¡Tiene cuernos de cabra! ¡Sálvame, sálvame de él! Él no me ve. Olvidé que soy invisible. Ya lo pasé.
Palas Atenea
Ahora estoy entrando en una región brillante. ¿Qué forma tan gloriosa de feminidad es esta, tan soberana, tan serena y envuelta con toda la sabiduría? Es Palas Atenea: ¡un personaje real del mundo espiritual! Y más allá está una a la que no necesito preguntarle.
Afrodita
Estoy pasando el círculo de los Olímpicos. Es Afrodita, madre del amor y la belleza. ¡Oh, Afrodita, espíritu de las aguas, primogénita de Dios, cómo puedo adorarte!
¡Pero los hombres en la tierra consideran a los dioses y a las diosas de Grecia como simples fábulas! ¡Yo los observo viviendo y moviéndose con fuerza y belleza ante mí! Veo también a los genios de todas las naciones que habitan serenamente en los círculos celestes. ¡Que multitud y multitudes de dioses de la India y Egipto!
Odín y Thor
¿Quiénes son estos de gigantescos músculos? Son Odín y Thor con sus dioses escandinavos que los acompañan. No están muertos ni perdidos. Solo están retirados del mundo donde trataron en vano de estampar para siempre sus imágenes.
La Deidad
¡Oh el brillo deslumbrante, deslumbrante! Ocúltame, ocúltame de esto. No puedo, no lo puedo soportar. Mirarlo es una agonía suprema. ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! Me estas matando con tu luz. Es el trono mismo. El gran trono blanco de Dios. Lo que contemplo ¡Oh que luz! ¡Que Luz! ¿Es como una Esmeralda? ¿Cómo un Zafiro? No. Como un diamante.
En el medio está erguida la Deidad. Su mano derecho está levantada y desde allí fluye la luz de la luz. De su mano derecha fluye el universo, proyectada por la repulsión omnipotente de su voluntad. De regreso a Su izquierda que está deprimida y en retroceso, retorna el universo, inmersa en la atracción de su amor.
De su mano derecha fluye el universo, proyectada por la repulsión omnipotente de su voluntad. De regreso a Su izquierda que está deprimida y en retroceso, retorna el universo, inmersa en la atracción de su amor.
¡Oh, Adonai! Señor Dios de la vida!
La repulsión y la atracción, la voluntad y el amor, la derecha y la izquierda, estas son las fuerzas centrífugas y centrípetas, masculinas y femeninas mediante las cuales Dios crea y redime. ¡Adonai! ¡Oh, Adonai! Señor Dios de la vida, hecho de sustancia de luz, ¡Que hermoso eres en Tu eterna juventud! Con Tus brillantes bucles dorados. ¡Que adorable!
¡Como si el Eterno pudiese envejecer!
¡Y yo que había pensado en Dios como un viejo venerable! ¡Como si el Eterno pudiese envejecer! ¡Ahora no te percibo solo como Masculino! ¡Ya que ahora para mí eres Mujer! De hecho, eres ambos. Uno y Dos también. Y por eso Tu produces la creación. ¡Oh Dios, oh, Dios!
¿Por qué creaste esta estupenda existencia?
Seguramente, seguramente habría sido mejor limitar Tu voluntad por amor. Fue por voluntad que creaste, solo por voluntad, no por amor. ¿No es así? ¿No fue así? No puedo ver claramente, una nube se ha interpuesto.
¡Ahora no te percibo solo como Masculino! ¡Ya que ahora para mí eres Mujer! De hecho, eres ambos. Uno y Dos también. Y por eso Tu produces la creación. ¡Oh Dios, oh, Dios!
¡Dios como Mujer!
Te veo ahora como una Mujer. María está a Tu lado. Tú eres María. María es Dios. ¡Oh, María! ¡Dios como Mujer! ¡A Ti te adoro! ¡María-Afrodita! ¡Madre! ¡Madre-Dios!
Ángeles y arcángeles
Ellos regresan conmigo ahora, creo. Pero nunca regresaré. ¡Que formas tan extrañas! ¡Que enormes son! Todos ángeles y arcángeles. Humanos en forma, pero algunos con cabezas de águilas. ¡Todos los planetas están habitados! ¡Que innumerable es la variedad de formas! ¡Oh universo existencia, que estupenda es la existencia! Oh, no me acerco al sol, no puedo resistir su calor. Ya siento que me estoy quemando.
Júpiter
¡Aquí está Júpiter! ¡Tiene nueve lunas! Sí, nueve. Algunas son sumamente pequeñas y ¡Oh, que rojo es! Tiene tanto hierro. ¡Y que enormes son los hombres y las mujeres! ¡También hay maldad aquí. Porque la maldad está donde hay materia y limitación.
Pero la gente de Júpiter es mucho mejor que nosotros en la tierra. Saben mucho más. Son mucho más sabios. Hay menos maldad en su planeta. ¡Ah, y ellos tienen otro sentido! ¿Cuál es? No, no lo puedo describir. No puedo decir qué es. Es diferente a cualquiera de los otros. No tenemos nada parecido.
No puedo regresar aun. Creo que nunca regresaré. Creo que estoy muerta. Solo estas sosteniendo mi cuerpo. Esta frío por falta de mí. Sin embargo, debo estar acercándome. Es menos profundo. Estamos saliendo de la profundidad. Pero nunca voy a retornar totalmente, nunca, nunca.
Reflexiones sobre «La visión de Adonai»
Vemos aquí la importancia de revisar nuestra imagen de Dios. Esta imagen no tiene que ser la de un anciano, sentado dedicado a premiar y a castigar. Puede ser la de un ser eternamente joven. Ese ser podemos imaginarlo como un hombre joven o como una hermosa mujer: Como la Atenea-Sabiduría o como la Afrodita-Belleza.
Cuantas veces nos hemos sentado a reflexionar sobre las imágenes que tenemos sobre Dios. Esas imágenes fueron creadas por alguien, luego fueron aceptadas por una comunidad y posteriormente se extendieron a toda una civilización. Pero somos libres para crear nuevas imágenes.
Esas imágenes fueron creadas por alguien, luego fueron aceptadas por una comunidad y posteriormente se extendieron a toda una civilización. Pero somos libres para crear nuevas imágenes.
Si nos cuesta aceptar una imagen femenina de Dios, tendremos dificultad para aceptar a la mitad de la población de la tierra. Incluso la manera en que lo imaginamos vestido, puede indicar que lo relacionamos con la vestimenta propia del Imperio romano. Este es un tema para meditar.
También podemos reflexionar sobre el sentido de las palabras. ¿Alguna vez se nos había ocurrido que el nombre París creaba un vínculo entre el Reino de Troya y la capital de Francia?
Si aceptamos que todo lo que fue está aquí, ahora; que el pasado está en el presente, entonces podemos estudiar como muchos mitos e incluso los hechos históricos tienen una presencia, no necesariamente física, que está actuando aquí y ahora.
Voluntad y Amor
Aunque se puede hacer una reflexión muy amplia, cierro con la idea de Voluntad y Amor. Dios crea por Voluntad y su creación se aleja de Él y Dios atrae por Amor y el mundo regresa a Él. Podemos pensar en la parábola del hijo prodigo que le dice a su padre, dame mi herencia que quiero ir a recorrer el mundo.
El padre le entrega la herencia y lo deja irse. Pero el padre siempre espera su regreso. Hasta que un día el hijo regresa y el padre hace una gran fiesta.
Dios crea por Voluntad y su creación se aleja de Él y Dios atrae por Amor y el mundo regresa a Él. Podemos pensar en la parábola del hijo prodigo que le dice a su padre, dame mi herencia que quiero ir a recorrer el mundo. El padre le entrega la herencia y lo deja irse. Pero el padre siempre espera su regreso. Hasta que un día el hijo regresa y el padre hace una gran fiesta
También podemos recordar a los héroes de las “Mil y una noches”. Estos se van a buscar aventuras y desventuras hasta que un día deciden regresar a casa y regresan llenos de experiencias que son escuchadas con alegría por sus familiares.
Lo más importante es lo que siempre recordaba la Doctora Kingsford, para descubrir la verdad debe haber libertad de interpretación. Podemos escuchar a los demás y aprender de ellos. Sin embargo, la verdad debe ser sentida en nuestro corazón. Si lo que nos enseñan nos produce sufrimiento es porque nuestro corazón nos dice que nos falta experiencia. No la experiencia de los demás, sino la propia.
Referencias
Anna Bonus Kingsford The Vision of Adonai.
José Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org
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