Aprendizaje de nosotros mismos, Sencillez y humildad, El condicionamiento

Rosa (Editora)

Krishnamurti 2

Si usted cree que es importante el conocimiento de sí mismo sólo porque yo, o cualquier otro, se lo ha dicho, me temo que entonces toda comunicación entre nosotros ha terminado. Pero si estamos de acuerdo en que es vital que nos comprendamos a nosotros mismos completamente, entonces usted y yo tendremos una relación distinta, entonces podremos explorar juntos mediante una feliz, cuidadosa e inteligente investigación.

Yo no le pido que tenga fe en mí; no me constituyo en una autoridad. Nada tengo que enseñarle, ninguna nueva filosofía, ni nuevo sistema, ni un nuevo camino hacia la realidad, no hay camino hacia la realidad, como tampoco lo hay hacia la verdad. Toda autoridad de cualquier clase, especialmente en el campo del pensamiento y la comprensión, es lo peor y más destructivo que pueda haber. Los líderes destruyen a los seguidores, y éstos a los líderes. Usted tiene que ser su propio maestro y su propio discípulo. Usted tiene que poner en duda todas las cosas que el hombre ha aceptado como válidas, como necesarias.

Si usted no sigue a alguien, se siente muy solo. Esté solo, pues. ¿Por qué teme estar solo? Porque se enfrenta con usted mismo tal como es, y se ve vacío, torpe, estúpido, furioso, ansioso, culpable: una pequeña y mezquina entidad de segunda mano. Enfréntese al hecho; obsérvelo, no huya de él. En cuanto huye, empieza el temor.

Al inquirir dentro de nosotros mismos, no estamos aislándonos del resto del mundo. No sería un proceso saludable. El hombre en todas partes se ve atrapado en los mismos problemas diarios. Por eso al examinarnos internamente no nos comportamos en absoluto como unos neuróticos, ya que no hay diferencia entre lo individual y lo colectivo. Esto es un hecho real. Yo he creado al mundo tal como soy. No nos perdamos, pues, en la lucha entre la parte y el todo.

Tengo que darme cuenta del campo total de mi propio yo, que es la consciencia del individuo y de la sociedad. Cuando la mente va más allá de esta consciencia social e individual, sólo entonces puedo convertirme en una luz para mí mismo, luz que nunca se apaga.

Ahora bien, ¿por dónde empezamos a conocernos? Aquí estoy. ¿Cómo he de estudiarme, observarme a mí mismo, ver lo que en realidad está ocurriendo en mí interior? Únicamente puedo observarme en mis relaciones con los demás, porque toda la vida es relación. De nada sirve sentarme en un rincón a meditar sobre mí mismo. Yo no puedo existir como un ser aparte. Existo sólo en relación con las personas, las cosas y las ideas, y al estudiar mis relaciones con las cosas y las personas fuera de mí, así como las cosas internas, empiezo a conocerme a mí mismo. Cualquiera otra forma de conocimiento es simplemente una abstracción, y no puedo estudiarme yo mismo en la abstracción. No soy una entidad abstracta; por lo tanto, tengo que estudiarme en la realidad: como soy, no como deseo ser.

La comprensión no es un proceso intelectual. Adquirir conocimiento sobre usted mismo y aprender sobre usted mismo, son dos cosas diferentes, porque el conocimiento acumulado es siempre del pasado, y una mente que lleva la carga del pasado está llena de pesadumbre. Aprender sobre usted mismo no es como aprender un lenguaje, una técnica o una ciencia, es obvio que entonces usted tiene que acumular y recordar; sería absurdo empezar todo de nuevo, pero en el campo psicológico, el aprendizaje acerca de usted mismo está siempre en el presente, y el conocimiento está siempre en el pasado. Y como la mayoría de nosotros vivimos en el pasado, el conocimiento se vuelve extraordinariamente importante para nosotros. Por eso reverenciamos al erudito, al experto, al ingenioso. Pero si usted está siempre aprendiendo, aprendiendo cada minuto, aprendiendo mientras observa y escucha, aprendiendo mientras ve y actúa, entonces descubrirá que el aprender es un movimiento constante sin el pasado. Si dice que irá aprendiendo gradualmente sobre usted, acumulando cada vez más, poco a poco, no se está estudiando ahora como es, sino a través del conocimiento adquirido. Aprender implica tener una gran sensibilidad. No hay sensibilidad si hay una idea que, perteneciendo al pasado, domina el presente. Entonces la mente deja de ser ágil, flexible, no está alerta. Muchos de nosotros no somos sensibles ni siquiera físicamente. Comemos demasiado, no nos preocupa la dieta correcta, fumamos y bebemos tanto, que nuestros cuerpos se vuelven insensibles. La cualidad de la atención en el organismo se embota. ¿Cómo puede haber una mente realmente alerta, sensible y lúcida, si el organismo es torpe y pesado? Podemos ser sensibles a ciertas cosas que nos afectan en lo personal, pero para ser completamente sensibles a todas las implicaciones de la vida, se requiere que no haya separación entre el organismo y la psique. Este es un movimiento total. Para comprender algo, usted debe vivir con eso, debe observarlo, conocer todo su contenido, su naturaleza, su estructura, su evolución. ¿Ha tratado usted alguna vez de vivir consigo mismo? Si es así, empezará a ver que su ser no es algo estático, sino que es algo fresco y vivo. Y para vivir con algo vivo, su mente también debe estar viva. Y no puede estarlo, si es prisionera de opiniones, juicios y valores. Para observar la actividad de su propia mente y corazón, de todo su ser, su mente ha de ser libre; no debe asentir y disentir, inclinándose a un lado u otro en cualquier discusión, disputando sobre meras palabras; más bien debe escuchar con intención de comprender. Esto es algo muy difícil porque la mayoría de nosotros no sabemos mirar o escuchar nuestro propio ser, como no sabemos mirar la belleza de un río, ni escuchar la brisa entre los árboles.

Cuando condenamos o justificamos, no podemos ver con claridad, ni tampoco cuando la mente está parloteando sin cesar; entonces no observamos lo que es; sólo observamos las proyecciones que hemos hecho de nosotros mismos. Cada uno de nosotros tiene una imagen de lo que pensamos que somos o que deberíamos ser, y esta imagen impide que nos veamos tal como somos.

Una de las cosas más difíciles del mundo es observar algo de manera sencilla. Como nuestra mente es muy compleja, hemos perdido la cualidad de la sencillez. No me refiero a la sencillez en la ropa o en el alimento, a usar sólo un taparrabos u obtener un récord de ayuno, o a cualquiera de esas tonterías sin madurez que los santos cultivan, sino a la sencillez con que se pueden observar las cosas directamente, sin temor… con que podemos observarnos a nosotros mismos como realmente somos sin ninguna distorsión. Es decir, si mentimos, mentimos, no cubrirlo o huir de ello.

Además, para comprendernos necesitamos una gran dosis de humildad. Si usted empieza diciendo: “Yo me conozco”, ha dejado de aprender acerca de usted mismo; o si dice: “No hay mucho que aprender sobre mí que soy solamente una serie de recuerdos, ideas, experiencias y tradiciones”, entonces ha cesado también de aprender sobre usted mismo. Tan pronto ha logrado alguna cosa, usted pierde esa cualidad de inocencia y humildad; tan pronto llega a una conclusión, o empieza a investigar partiendo del conocimiento, usted está perdido, porque entonces está traduciendo todo lo vivo en función de lo viejo. Mientras que si no tiene una posición establecida, ni tiene certeza de nada, ni logro alguno, tendrá libertad para observar, para actuar. Y cuando mira con libertad, todo es nuevo siempre. Un hombre que se siente seguro es un ser humano muerto. ¿Pero cómo podemos ser libres para mirar y aprender si la mente, desde que nacemos hasta que morimos, está conformada por una determinada cultura dentro de la limitada estructura del “yo”? Durante siglos hemos estado condicionados por la nacionalidad, la casta, la clase, la tradición, la religión, el lenguaje, la educación, la literatura, el arte, las costumbres, el convencionalismo, todo tipo de propaganda, la presión económica, el alimento que comemos, el clima en que vivimos, nuestra familia, nuestros amigos, nuestras experiencias cualquier influencia en la que pueda usted pensar y, por lo tanto, nuestras respuestas a todos los problemas están condicionadas.

¿Se da usted cuenta de que está condicionado? Es lo primero que debe preguntarse, no cómo librarse de su condicionamiento. Puede que usted nunca se libre de él, y si usted dice, “debo librarme de él”, puede caer en la trampa de otra forma de condicionamiento. Así que, repito: ¿Se da usted cuenta de que está condicionado? ¿Sabe usted que aun cuando mira un árbol y dice “este es un roble”, o es “una higuera de Bengala”, la mención del nombre, que es conocimiento botánico, ha condicionado su mente de tal modo que la palabra se interpone entre usted y la verdadera percepción del árbol? Para llegar a estar en contacto con el árbol, usted tiene que poner sus manos sobre él, y la palabra no le ayudará a tocarlo. ¿Cómo sabe usted que está condicionado? ¿Cómo lo descubre? ¿Cómo sabe usted que tiene hambre? No como una teoría, sino como el hecho real de tener hambre. De la misma forma, ¿cómo descubre usted el hecho real de que está condicionado? ¿No es por su reacción a un problema, a un reto? Usted responde a cada reto de acuerdo con su condicionamiento, y como éste es algo inadecuado, reaccionará siempre de forma inadecuada.

Cuando usted se da cuenta de ello, ¿no le produce este condicionamiento de raza, religión y cultura una sensación de estar preso? Considere sólo una forma de condicionamiento, la nacionalidad, vuélvase consciente de ello de una manera seria y total, y vea si le satisface o se rebela y, si al rebelarse, usted quiere romper con todo condicionamiento. Si está satisfecho con su estado, es evidente que no hará nada, pero si al darse cuenta de él, no está satisfecho, verá que nunca hace nada sin su condicionamiento. ¡Nunca! Por lo tanto, usted siempre está viviendo en el pasado con los muertos.

Usted será capaz de ver por sí mismo cómo está condicionado, sólo cuando se halle en el conflicto de prolongar el placer o de eludir el dolor. Si todo está perfecto a su alrededor su mujer lo ama, usted la ama, tiene una hermosa casa, hijos y mucho dinero entonces no es consciente de su condicionamiento en absoluto. Pero cuando hay alguna preocupación, cuando su mujer mira a algún otro, o usted pierde su dinero, o se ve amenazado por la guerra o alguna otra pena o ansiedad, entonces sabe que está condicionado. Cuando usted lucha contra cualquier preocupación, o se defiende contra alguna amenaza interior o exterior, entonces sabe que está condicionado. Y como la mayoría de nosotros estamos inquietos la mayor parte del tiempo, ya sea superficial o profundamente, esa misma inquietud indica que estamos condicionados. Mientras se acaricia al animal, reacciona amablemente, pero tan pronto es contrariado, surge toda la violencia de su naturaleza.

Nos preocupa la vida, la política, la situación económica, el horror, la brutalidad, el dolor del mundo y el nuestro, y por eso nos damos cuenta de lo terrible y obstinadamente condicionados que estamos. ¿Y qué haremos? ¿Aceptar esa preocupación y vivir con ella como la mayoría lo hacemos? ¿Acostumbrarse a ella como nos acostumbramos a vivir con un dolor de espaldas? ¿Tolerarla? Hay una tendencia en todos nosotros a soportar las cosas, a acostumbrarnos a ellas, a culparlas por las circunstancias. Decimos: “Ah, si las cosas anduviesen bien yo sería diferente”, o “denme la oportunidad y tendré éxito”, o “me siento aplastado por la injusticia de todo esto”, siempre culpando a los demás de nuestra preocupación, o a nuestro ambiente, o a la situación económica.

Si nos acostumbramos a la preocupación, quiere decir que nuestra mente se ha embotado, y podemos estar tan acostumbrarnos a la belleza que nos rodea, que ya no la notamos. Uno se torna indiferente, duro e insensible, y la mente cada vez más torpe. Si no nos acostumbramos, tratamos de escapar tomando alguna droga, ingresando en algún grupo político, gritando, escribiendo, yendo a un partido de fútbol, a un templo o iglesia, o buscando cualquier otra forma de diversión.

¿Por qué motivo escapamos de los hechos reales? Tenemos miedo de morir estoy meramente tomando esto como un ejemplo e inventamos toda clase de teorías, esperanzas, creencias, para disfrazar la realidad de la muerte, pero el hecho sigue ahí. Para comprender un hecho debemos observarlo, no huir de él. La mayoría de nosotros estamos tan temerosos de morir como de vivir. Tememos por nuestra familia, tenemos miedo a la opinión pública, a perder nuestro trabajo o nuestra seguridad, y a cientos de otras cosas. Es sencillamente que tenemos miedo, aunque no estemos temerosos de esto o aquello. Y bien, ¿por qué no nos enfrentamos a este hecho?

Usted puede enfrentarse a un hecho sólo en el presente, pero si nunca le permite estar presente, porque siempre está huyendo de él, jamás podrá afrontarlo. Y como hemos cultivado toda una red de escapes, estamos atrapados en el hábito de escapar.

Ahora bien, si usted es realmente sensible, serio, se volverá consciente no sólo de su condicionamiento, sino también de los peligros que éste acarrea, de la brutalidad y el odio que engendra. ¿Por qué, si usted ve el peligro de su condicionamiento, no actúa? ¿Acaso porque es perezoso, ya que la pereza implica falta de energía? Sin embargo, no le faltaría energía sí viera un peligro físico inmediato, como una serpiente en su camino, o un precipicio, o un fuego. ¿Por qué entonces no actúa cuando ve el peligro de su condicionamiento? Si viera el peligro del nacionalismo para su propia seguridad, ¿no actuaría? La respuesta es que usted no lo ve. A través de su proceso intelectual de análisis, usted puede ver que el nacionalismo lleva a la autodestrucción, pero no hay contenido emocional en eso. Solamente cuando hay un contenido emocional se llena uno de vitalidad. Si usted ve el peligro de su condicionamiento meramente como un concepto intelectual, nunca hará nada. Al ver un peligro como una mera idea, hay conflicto entre la idea y la acción, y ese conflicto consume su energía. Sólo cuando ve el condicionamiento y el peligro de él inmediatamente, tal como vería un precipicio, usted actúa. Por lo tanto, ver es actuar. La mayoría de nosotros caminamos por la vida distraídamente, reaccionando de forma irreflexiva de acuerdo con el ambiente en el que nos han educado, y tales reacciones sólo promueven más esclavitud, más condicionamiento. Pero tan pronto usted concede atención total a su condicionamiento, verá que está totalmente libre del pasado; que éste se aleja de usted de forma natural.

Libérese del pasado, ©KFT

3 comentarios

  1. HACE MAS DE 50 AÑOS LEO A KRISHNAMURTI. PARECE QUE SIEMPRE DICE LOS MISMO. Y CADA VEZ QUE LO LEO ENCUENTRO ALGO NUEVO, DISTINTO. DECIA JESUS: "HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA Y EN ABUNDANCIA". LAS RELIGIONES, LAS DOCTRINAS NO NOS ENSEÑAN A VIVIR. GRACIAS MAESTRO.

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