El camino hacia la paz en el mundo

la mano de la paz sujetando al mundo

¿Es la paz una posibilidad real?

A lo largo de los siglos los seres humanos más evolucionados han experimentado el profundo deseo de alcanzar la paz, pero hasta el día de hoy solo ha sido un deseo sin realizar.

¿Es la paz posible o solo es una utopía?

Quiero creer que la paz en el mundo es posible, pero es imposible lograrla partiendo de la guerra. Es imposible lograrla mientras tengamos ideas, banderas, religiones, equipos de fútbol y otras cosas por la que luchar. Es difícil de alcanzar mientras tengamos que defender algo ante los demás. Mientras queramos tener razón o imponer nuestra verdad la paz se apartará de nosotros y del mundo en el que vivimos.

La paz solo puede extenderse en el mundo desde dentro hacia fuera, es decir, desde el interior de cada individuo hasta el mundo exterior que lo rodea.

El ego y la paz

Es el ego del ser humano el que necesita demostrar algo, es el ego el que necesita batallas y guerras en las que luchar. Nuestro espíritu, la parte divina que hay en cada uno de nosotros, no tiene necesidad de defender nada ni de atacar a nadie.

Solo cuando dejemos de escuchar un poco menos a nuestro ego y observemos con mayor atención lo que trata de decirnos nuestra alma, podremos iniciar el verdadero camino hacia la paz interior y hacia la creación de un mundo pacífico.

Nuestro ego nos impide ver lo fácil que sería una vida en la que el respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás guiara nuestros pasos. Bastaría con que el respeto se impusiera por encima de las opiniones y de los juicios para generar un mundo mucho más pacífico del que tenemos ahora.

La paz, a día de hoy, se muestra como una utopía de difícil realización, es una una ilusión, cuya realización no parece sencilla. Pero eso es porque miramos al mundo y pensamos que algo tiene que ir muy mal con él para que esté como está. En realidad no es al mundo al que hay que mirar, es a nosotros mismos, pues es ahí donde está la clave.

No podemos imponer la paz a nadie que no esté dispuesto a abrazarla, pero si podemos generarla y ser sus embajadores. La semilla de la paz está dentro de nosotros, en el interior de nuestro corazón. Depende de cada uno prestarle atención, cuidarla, nutrirla y hacerla crecer para que se extienda, primero a nuestro entorno más cercano, y luego al resto del mundo.

Como decía Gandhi:

La paz de Gandhi

«Conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo».

Conviértete en un ser pacífico y la paz aumentará en todo el mundo. Hacer eso depende de ti, hacer eso depende de mí y también depende de todas y cada una de las personas que quieran un mundo pacífico. Podemos seguir culpando al mundo por estar como está o podemos decidir cambiarlo, cambiando nosotros.

¿Queremos ser felices?

Filosofías como la que plantea Un Curso de Milagros ya nos hacen cuestionarnos si preferimos ser felices o tener razón, porque querer tener razón nos ofrece un motivo por el que pelear y por tanto nos aleja de cualquier estado pacífico. En cambio si elegimos ser felices, no tenemos necesidad de imponer nuestra opinión ni nuestra verdad a los demás.

La paz empieza con cada uno de nosotros.

Empieza en nuestro interior cada vez que elegimos pensamientos de amor y no de miedo y de guerra. Si empezamos a relacionarnos con todos los demás como si fueran parte de nosotros mismos, como en realidad lo son en un nivel espiritual, la paz no solo no sería una utopía sino que sería una realidad.

A lo largo de los años se han realizado diferentes manifestaciones por la paz, pero no parece que hayan dado mucho resultado. Para alcanzarla no basta con vestirse de blanco y gritar consignas pacifistas en una manifestación, de lo contrario ya lo habríamos conseguido tiempo atrás.

¿Realmente podemos conseguir la paz? ¿Son útiles las manifestaciones para lograrla? Descúbrelo en este video que he compartido en mi canal de Youtube:

Autor:  Santos Ávila Ruiz – www.santosavila.com

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