¿Cómo saber si mindfulness me funciona?, por Koncha Pinós-Pey
Estás practicando Mindfulness y a veces sientes que no te “hace nada”. ¿Te parece difícil seguir en el camino? Es momento de parar y calibrar tus pensamientos. Es posible que te sientas muy frustrado y que pierdas la intención, y no te cuides de prestar atención. Parecería que la mente se está riendo a carcajadas de tu ego, se burla de tus intentos de gobernarla. ¿Cómo saber si mindfulness te está funcionando? Por Koncha Pinós-Pey para Espacio MIMIND.
En momentos como ese, deliberadamente necesitas ver con claridad. Claridad y comprensión son como la niebla: parece que no existe pero se nota, está. Si consigues aclarar la confusión de los puntos de vista erróneos, entonces quizás te preguntes: ¿qué es la mente y qué es la conciencia? ¿Cómo puedo evitar tropezar con los obstáculos una y otra vez? ¿Tendría que poner más esfuerzo y energía en esto de meditar?
El caso de Gilles
Son la diez de la mañana y tengo una primera cita con Gilles. Cuando se sienta, observo que es muy joven, 24 años, pelo castaño, cuerpo musculado, y solo verme empieza a llorar. Su historia es la historia de un intento de suicidio, depresión y ansiedad, que comenzó hace nueve meses cuando se graduó en la Universidad. Entonces le ofrecieron un trabajo que era el sueño de su vida. Tenía muchas ganas de hacerlo bien, pero empezó a sentir una serie de emociones mezcladas que le han hecho desequilibrarse completamente. Ya no se puede concentrar en su trabajo, su sistema de valores ha saltado por los aires y su deseo de enseñar se ha transformado en odio al trabajo. La situación de Gilles es lo realmente importante para mí esa mañana. Le siento disperso, su sabiduría interior no puede emerger, y está agotado de sí mismo, de luchar contra su desconfianza. Todo eso son señales de que su vida está fuera de equilibrio, y es difícil que con una mente en ese estado pueda comprender que necesita claridad.
Si te está pasando algo parecido a lo de Gilles, quizás te ayudaría hacerte unas sencillas preguntas: ¿estoy conduciéndome a mí mismo de un modo que me perjudica y también a otros que quiero? Si eres capaz de identificar esas acciones que te dañan, es importante que cambies tan pronto como sea posible, aunque sea un poquito. La siguiente pregunta es: ¿esa forma mía de trabajar tan dura, aparentemente beneficiosa, no estará sostenida por la codicia, la lujuria o el poder?, ¿no habrá alguna hidra detrás del trabajo?. Si logramos responder a estas sencillas preguntas con honestidad, quizás podamos establecer dentro de nosotros mismos la capacidad de eliminar la confusión que dificulta que la mente surja plenamente.
Cuando hablamos de mente, no necesitamos destruir ni eliminar nada, no hay nada que cambiar o hacer. Si somos capaces de remover los obstáculos de la confusión que hace que sea difícil concentrarse en la mente, independientemente de lo que está pasando, se pueden observar sus contenidos: ira, alegría, aburrimiento, depresión, tristeza, frustración. O simplemente la conciencia desnuda sin pensamientos críticos, sin prejuicios, sin deseo, sin evitación, sin agarrar, sin adjuntos, sin liberación, sin no-liberación.
Podemos hacer que demonios y aliados sean los mismos, que amigos y enemigos se sienten en la mesa. Que se mezclen y ver qué pasa. Que la más mínima gota de pensamiento, de las profundidades del océano de la conciencia de donde vinieron, se combinen. Recuerda también que ocuparte de la mente quiere decir también ir más allá de la mente, más allá de la mente analítica, detener y penetrar en la naturaleza de la impermanencia y los fenómenos mentales. Solo observando e investigando la mente podemos conducirnos con visión y libertad. Nos iluminamos solo dejando que la mente sea tal y como es.
Hay que hacer un compromiso con la practica preciso, semana a semana, día a día, momento a momento. Empieza con una meta pequeña, realista y alcanzable. Así, si son cinco minutos, genial; siempre se pueden añadir otros cinco. Es básico construir la confianza y el recto esfuerzo.