¿De dónde vengo?
Una pregunta importante para la humanidad ha sido ¿de dónde vengo? Y cada quien trata de encontrar esa respuesta en diferentes teorías. En medio de tantas situaciones difíciles, tribulaciones y preocupaciones necesitamos recurrir a alguien o algo que nos reconforte, que nos haga sentir que tiene un sentido la vida, que tiene sentido experimentar todo lo que nos acontece; incluso por muy dolorosas que sean las situaciones, la idea de que existe ese alguien hace que las cosas sean un poco más llevaderas.
Algunos creen que es a través de la religión que pueden dar respuesta a la pregunta, entonces lo llaman Dios, Alá, Jehová, Yaveh, etc. Otros creen que es a través del conocimiento, estudian entonces el Universo, sus principios y exploran teorías como el Big Bang, la evolución de las especies, etc. Otros buscan la explicación en la naturaleza y su sabiduría y algunos simplemente consideran que este Ser no existe.
Durante siglos hemos estado peleándonos los unos con los otros creyendo que nuestra doctrina, nuestro Dios y nuestra forma de ver el mundo es la correcta. A través de la violencia hemos intentado convencer a los otros de nuestras creencias y hemos intentado manipularlos a través del miedo para que crean lo que creemos. La inquisición, la cacería de brujas, las matanzas, las peleas entre politeístas y monoteístas, las guerras judeo-romanas, etc., son algunos ejemplos de esta violencia generada a partir del deseo de conocer ¿de dónde vengo?
No juzgar
Para todos aquellos que en algún momento hemos llegado a juzgar a otro por tener creencias diferentes a las mías, hay una respuesta sencilla: todas y cada una de estas creencias son válidas para conocer la Esencia de nuestra vida ¿de dónde venimos?
La falta de tolerancia frente a las vivencias del otro, es lo que nos ha llevado durante miles y miles de años a caer una y otra vez en este conflicto. Se nos ha olvidado comprender que yo soy uno y él es otro, diferente a mí, con un camino diferente por recorrer, con una luz dentro de sí que es distinta a la mía, y lo que lo lleva a pensar y sentir diferente. Hemos olvidado que debemos respetar el camino y el proceso del otro, aceptar sus diferencias y encontrarnos en las semejanzas.
Cuando nos volvemos fanáticos de nuestras creencias las convertimos en verdades absolutas para nuestra vida, perdemos el rumbo de lo que realmente buscamos, responder a la pregunta ¿de dónde vengo?, y comenzamos a centrarnos en el otro, lo atacamos creyendo que están equivocados y lo atacamos para conseguir que siga nuestro mismo camino porque “es el correcto”.
¿Cómo experiménto el mundo?
En alguna ocasión un estudiante de oriente preguntó a su maestro “¿cuántos chakras tiene el ser humano?”, el estudiante se encontraba confundido ya que había escuchado diferentes teorías; en algunas indicaban que eran 3, en otras 7, en otras 9, en otras 21, etc. El maestro le respondió “¿cuántos chakras sientes?”. Con esto el maestro le quiso decir al estudiante que la verdad está dentro de él y no afuera en teorías, que cada uno experimenta el mundo de acuerdo a su propia vida. Vivimos en un mar de subjetividades que nos permite ver, sentir y experimentar la realidad de manera diferente.
Las diferencias no son una razón para pelear con el otro, para atacarlo, para confluctuar. Las diferencias nos enriquecen, hacen de nuestra experiencia en la tierra un lugar mejor, donde a través de nuestras propias vivencias y la riqueza que el otro me puede brindar hacen que crezca, que tenga una visión más amplia que la que puedo experimentar por mí mismo.
Mi creencia es correcta en la medida que me transmita paz interior. Si lo que creo me llena de sufrimiento, dolor y violencia, entonces no estoy yendo por el camino correcto. Cuando una persona enseña una ideología generando miedo en quien lo escucha no nos está proporcionando un crecimiento interior. Es entonces cuando debo comenzar a replantearme en qué creo. Todo lo que nos traiga dolor y miedo a nuestra vida es producto de nuestra ignorancia.
Tener unas creencias claras y ser consecuente con lo que creo, estar en constante comunión con mi ser interior me permitirá hallar una respuesta a esa pregunta tan importante ¿de dónde vengo? Preguntarle a tu corazón y saberlo escuchar, es la mejor manera de conocer la Verdad.
-Mi corazón tiene miedo de sufrir – dijo el muchacho, una noche en que miraban el cielo sin luna.
-Dile que el miedo de sufrir es peor que el propio sufrimiento. Y que ningún corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños, porque cada momento de búsqueda es un momento de encuentro con Dios y con la Eternidad.
-Cada momento de búsqueda es un momento de encuentro – dijo el muchacho a su corazón.
Autor: JP Ben-Avid
Redactora de hermandadblanca.org
Referencias
Coelho, Paulo, (2002). El alquimista. Editorial Planeta
Rosario Velez
Es la misma que leí yo