El panteón de los dioses sumerios

El panteón de los dioses sumerios es uno de los más antiguos que se conoce. Dentro de la mitología mesopotámica podemos encontrar una enorme riqueza de la que es muy probable que bebieran otras civilizaciones politeístas, como el caso de los griegos e incluso los egipcios, por no hablar de las diversas culturas asiáticas.

Ahora bien, ¿qué parte de influencia tiene los sumerios en otras culturas, y cuánto influenciaron ellas en esta civilización? Es una respuesta bastante compleja, dado que se pierde en el devenir del tiempo.

Recordemos que los sumerios estuvieron implantados en zonas de Asia Menor durante muchos años, comenzando sus asentamientos hace ahora unos 5500 años. Sin duda, mucho antes de que la escritura hiciera acto de presencia para dejar constancia de su paso por el mundo y de su cultura, sus creencias estaban profundamente arraigadas.

La mitología mesopotámica es una de las más antiguas, ricas y desconocidas de la historia de la humanidad. Precisamente por su gran riqueza e ingenio, merece la pena que nos interesemos por ella y que ofrezcamos un pequeño repaso por el espléndido panteón de los dioses sumerios.

Los dioses sumerios

Evidentemente, realizar un análisis exhaustivo de los dioses sumerios es prácticamente imposible hoy en día. Primero, porque alrededor de los mitos y leyendas sumerios no se escribió mucho hasta bien pasados los siglos. Segundo, porque no nos ha llegado un patrimonio suficiente. Tercero, porque su propia mitología variaba según la tradición oral, el paso de los años, los propios autores, etc. Es decir, no encontraremos un panteón igual en el año 3500 a.C. en Mesopotamia al que había 1000 años después.

Así pues, nuestra intención es ofrecer una humilde guía en la que recoger buena parte de la mitología de estos poderosos dioses arcaicos de gran antigüedad. Gracias a estas pinceladas podremos entender mejor la relación de este pueblo con el cosmos. Es más, igualmente nos servirá para comprender nuestra propia relación con las divinidades actuales y con nuestro propio mundo. Estos son nuestros ancestros, de ahí la importancia de saber de ellos y mantener su legado lo más vivo que se pueda.

La mitología mesopotámica y los dioses sumerios

Como hemos mencionado, el panteón de dioses sumerios no es compacto y sólido. Ya hemos comentado que esta civilización, vigente durante miles de años, cambió mucho con el paso de los años. Obviamente, sus dioses sufrieron diversas variaciones igualmente. Es decir, que el papel de cada uno fue evolucionando según la sociedad de la época.

Recordemos que los panteones politeístas solían justificar cada cosa que sucedía a su alrededor con un dios. Si nos acercamos a la mitología griega, observamos que incluso los ríos y los lagos eran considerados como dioses, tanto Oceánidas como ninfas. Es decir, que cada hecho de la naturaleza con cierta relevancia era asociado a una deidad.

Algo similar puede encontrarse en el panteón sumerio. Aquí, existen divinidades que podían ser adoradas en una de sus ciudades-estado, forma política en que se erigía esta civilización, y que igualmente heredaron los griegos.

Sin embargo, una deidad importantísima para una ciudad-estado en particular podía ser totalmente desconocida en otra. Es decir, cada localidad de la época podía desarrollar su propio panteón o interpretar la historia de sus dioses.

Antaño, y más en esta época, pues podemos remontarnos incluso 5000 años en el pasado o más, las comunicaciones eran bastante básicas. Fueron sobre todo los romanos los que fabricaron y levantaron calzadas que unían todo su enorme reino y extensión. Sin embargo, previo a eso, la convivencia fuera de las ciudades y sus entornos más cercanos eran muy limitadas.

Los dioses sumerios y sus parentescos

Es decir, que los dioses sumerios, especialmente en su primera época, variaban según la suerte de la ciudad en que eran adorados. Así pues, según el poder de un lugar en particular, tan célebre se hacía una deidad.

Por ejemplo, cuando Babilonia logró hacerse con el poder y ser el reino que unificaba muchos territorios, fue Marduk, su dios principal, quien sería adorado en muchas ciudades. Curiosamente, antes de este hecho, era una deidad totalmente irrelevante fuera de su pequeño espacio de influencia.

De la misma forma, el parentesco entre deidades fue evolucionando y cambiando. Es decir, dioses sumerios que en un principio regentaban diversas ciudades y que a priori podían no conocerse de nada, acababan participando unos de las vidas de otros. Todo dependía de las relaciones entre ciudades, como hemos visto. es decir, una vez Babilonia se hizo con el poder en múltiples territorios, también impusieron su cultura y costumbres.

División de los dioses sumerios

Llegados a este punto, conviene hacer una diferenciación clara para entender al panteón de dioses sumerios. Para que quede clara la idiosincrasia de sus divinidades, hay que diferenciar entre los sumerios propiamente dichos y los semitas.

Efectivamente, muchos de los dioses sumerios se adaptaron posteriormente a las creencias semitas. Primero fueron los acadios, y después les siguieron los babilonios, los asirios, los arameos y, finalmente, los caldeos.

Según los pueblos iban llegando a las regiones e instalaban su poder, no siempre imponían sus propias deidades. En muchas ocasiones adoptaban a los dioses sumerios, que se introducían en su mitología propia.

De esta forma, el acervo mitológico de la zona se fue enriqueciendo, creciendo tanto a través de las influencias internas como las externas. Todo ello creó un panteón en constante cambio y evolución.

Podemos encontrar tanto dioses propios de los pueblos limítrofes como los mismos sumerios. Algunos eran ajenos a la tradición semita y también sumeria, pero que acabaron influenciando la zona que hoy nos ocupa. En estos casos, merece la pena destacar nombres como la diosa Shala, una divinidad maternal. También se encuentran otros como Dagan o Adad, ambas deidades enfocadas en la fertilidad y los elementos.

Como podemos observar, existen claras similitudes al panteón griego. Igual que sucede con las religiones monoteístas, puesto que todas parecen tener un origen similar, y así se demuestra en sus libros sagrados, lo mismo ocurre con las politeístas. En el fondo, parece una especie de búsqueda de dar respuesta por medio de la fe a aquello que no se entiende.

Los dioses sumerios más importantes del panteón

Llegados a este punto, y tras la extensa explicación de la idiosincrasia de este singular panteón, alcanzamos el momento de profundizar en las deidades más importantes. Como es lógico, a lo largo de casi 3000 años, variaron mucho, pero hasta nuestros días han llegado algunos nombres que es posible que te suenen.

Anu

También conocido como An, es el dios del cielo. De hecho, esta palabra, An, en sumerio, significa precisamente eso, cielo. Es decir, para ellos el cielo era algo sagrado. Un mismo dios les protegía de todo mal.

En este caso, no se puede hablar de Anu si nombrar también a Enlil y Enki. Los tres juntan lo que se conoce como la Triada Sumeria. Estos nombres corresponden a los tres dioses más importantes de este arcaico panteón.

No obstante, también la figura de Anu cambió a lo largo de la historia del imperio sumerio. Se cree que, en un principio, sobre el año 2500 a. C., este era el dios único, el principal del panteón.

Este hecho fue cambiando y evolucionando con los años. Posteriormente, sería Enlil quien le sustituiría. Pero tampoco dicho cambio perduró durante todo el tiempo de dominio sumerio. Luego, otros dioses regionales y locales le sustituirían. Algunos de ellos fueron Marduk y Ashur, pero tampoco fueron los únicos.

Sea como fuere, Anu siempre tuvo un papel importante, aun no siendo el principal. En todos los panteones sumerios aparecía como una especie de demiurgo o dios primordial. Suyo es el origen del Universo pese a que no se llegaron a definir, o no nos han llegado, sus características concretas.

La ascendencia astronómica de Anu

A Anu se le asociaba astronómicamente con El Sendero de An, también llamado el Camino. Dicha asociación se ubicaba en la zona del Ecuador en la bóveda celeste. Luego, esta región se asoció al espacio entre los dos trópicos. Esa era la situación de esta deidad sobre el cielo de Sumeria.

Además, hay más detalles curiosos sobre este dios sumerio. Por ejemplo, que se le asociaba el número 60, que era sagrado para aquella civilización. También poseía su propio ideograma con carácter cuneiforme que añadía la palabra dingir en su propio idioma. Este vocablo servía para describir la palabra dios, que se conocía igualmente en acadio como ilum.

Anu era representado como una estrella, ya que los sumerios eran grandes astrónomos. Ellos observaban el cielo estrellado y lo veían como algo sagrado donde se ubicaban sus deidades. De hecho, también fueron excelentes astrólogos, aunque mezclaban magia y ciencia.

Posteriormente, en los tiempos de la época Cassita, Anu pasó a ser representado mediante una corona que poseía siete pares de cuernos. Sin embargo, para los sumerios no se asociaba nada negativo al cuerno, más bien al revés, era algo propio de las deidades más grandes e importantes de su tiempo.

También conviene destacar que en tiempos de la tradición babilónica Anu estaba unido a una diosa, Antu. Además, el centro donde se producía su culto principal era Uruk, una antigua ciudad casi sagrada para los sumerios.

Enlil

Continuamos con el panteón de dioses sumerios y ahora nos centramos en otro de los más importantes, Enlil. En este caso, hablamos de la deidad suprema también para los acadios, y que simbolizaba al dios del cielo, las tempestades y el viento.

Si observamos bien a Enlil, podemos encontrar una especie de dios sumerio-acadio supremo que bien podría semejarse a Zeus. De hecho, es probable que la cultura helénica bebiese de estas aguas babilónicas, igual que los romanos hicieron posteriormente del panteón griego para nombrar a Júpiter como su gran deidad, aunque en su sociedad los dioses no tuvieran el peso casi exagerado que sí tenían en las culturas más orientales, como babilónicos, armenios, griegos, etc.

En este caso que nos ocupa, hay que añadir que Enlil tiene propuestos diversos orígenes para su nombre:

  • Una de las posibilidades afirma que vendría del vocablo compuesto sumerio En – Líl. En significaría Señor, y Líl querría decir tormenta. Es decir, Señor de la Tormenta o Señor del Viento. Incluso se interpreta como Dios del Viento o Dios de la Tormenta.
  • Otra de las ideas que se tiene sobre el nombre de esta deidad entronca directamente con una especie de sumerización de la raíz il, procedente del semita, y que significa dios. De hecho, sería la misma que da origen a Alá, y a El, que significan ambas dios señor. Como sabemos, en estas creencias están los orígenes de las religiones monoteístas judías, islámicas y cristianas. Es posible que esta deidad sumeria también bebiese de esas fuentes, pero son tan antiguas y con tan poca documentación, que solo se puede interpretar y los conocimientos se vuelven confusos.

En la tradición de los acadios, esta deidad se conocía como Ellil.

De hecho, existe un poema obra de Atrahasis en el que se narra cómo Enlil trata de aniquilar a la humanidad hasta en tres ocasiones. Ello se debe a los hábitos ruidosos de los individuos.

Curiosamente, en el último de los intentos, Enlil intenta acabar con la Tierra y con la vida humana en ella por medio de un diluvio. Como sabemos, dicho diluvio está presente en todas las tradicionales religiones antiguas.

Es decir, probablemente hace varios miles de años existieron diversas epidemias o crisis, incluso una subida del nivel del mar o fuertes lluvias torrenciales que dieron lugar a la leyenda del diluvio universal. Posteriormente, cada cultura, tanto sumeria como semita, por ejemplo, adaptaron aquellos hechos en su imaginario colectivo. De ahí la tradición de creer que eran castigos divinos, pues su tecnología y ciencia no era capaz de analizar el verdadero origen de la catástrofe que ponía en riesgo sus vidas.

La ascendiente astronómica de Enlil

Obviamente, este dios también tenía su propia ascendiente astronómica. En este caso se asociaba al Camino de Enlil, que era una región del cielo que se ubicaba al norte del ecuador celeste. En ocasiones podía coincidir con el Trópico de Cáncer.

Además, esta deidad también se asociaba a las Pléyades, un grupo de jóvenes estrellas que se pueden ver a simple vista. En sumerio, su nombre era el de Mul-Mul.

También se asoció inicialmente al planeta Júpiter, que es un astro de gran brillo en el cielo terrestre. De hecho, es el astro más luminoso que podemos observar, solo por detrás del Sol, la Luna y Venus.

Sin embargo, finalmente Júpiter fue asimilado por el gran dios babilónico, Marduk, así que esta asociación solo se produjo en origen, muchos siglos atrás en el extenso tiempo del imperio sumerio.

También tenía asociado el número 50. Según la tradición babilónica, estaba unido a la diosa Ninlil, y eran padres de muchos hijos, también conocidos como deidades. Entre ellos, podemos destacar a Adad, Ninurta, Nergal, Zabada o Pabilsag.

El centro de culto más importante que tuvo Enlil se ubicaba en la ciudad de Nippur. Aquí era donde se ubicaba el E-kur, que quiere decir en sumerio La casa de la montaña. En esta zona se había levantado el templo más importante dedicado a este dios de vital importancia durante un buen tiempo en la civilización sumeria.

EA

Veamos ahora otro de los grandes dioses del panteón sumerio, llamado EA, pero igualmente conocido como Enki. Quizás por este segundo nombre es mucho más popular, pues durante bastante tiempo fue una deidad básica en la zona.

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EA fue el dios de la sabiduría y de las artes, pero también se lo consideraba como el Abzu, es decir, deidad de las aguas subterráneas. Resulta curioso este poder divino, ¿verdad? Sin embargo, para los sumerios, el líquido elemento estaba debajo de la tierra firme y, según sus creencias, era el origen de todo cuanto había en el mundo. Este detalle es básico para entender el gran poder que se otorgaba a esta deidad.

Además, según la época, también se consideró como señor del agua, no únicamente subterránea, sino de toda cuanta se encontraba sobre la Tierra también. Además, se lo asoció a la fertilidad, algo nada extraño dada su unión al líquido elemento, siempre símbolo de vida y purificación.

Entre la tradición sumeria también encontramos a este dios como el gran protector de la humanidad. De hecho, él es el encargado de contactar y avisar al Atrahasis, también conocido como el Utanpishtim, que fue el verdadero origen del mito de Noé, que se puede observar en la Biblia de los cristianos, y que es una leyenda de la que también tendrán constancia otras religiones antiguas, tanto monoteístas como politeístas, de ahí que se considere que el Diluvio Universal pudo ser un hecho real y hay teorías que afirman cómo se pudo producir.

En el caso de los sumerios, como decíamos, EA o Enki es el encargado de avisar a Atrahasis, que sería quien ha de construir un barco en el que se salvarán todos los animales de la Tierra, al igual que su familia, durante el tiempo que dure el inminente diluvio provocado por Enlil, otro de los dioses importantes en el panteón sumerio, como ya hemos comentado.

La ascendencia astronómica de EA o Enki

Veamos ahora como hemos visto con todas las deidades sumerias cuál es la ascendencia de este poderoso dios de este antiguo panteón de dioses de antaño. Astronómicamente, está asociado a Acuario, la constelación que para ellos se conocía como Gula, que en aquel extinto idioma significa El Grande, uno de los epítetos que siempre acompañó a Enki.

Pero no fue esta la única ascendiente astronómica del dios, pues también se asoció a Capricornio, en este caso conocido como Suhurmash, que quiere decir en sumerio Cabra-pez.

Asociado al Trópico de Capricornio, se conoció también en los cielos terrestres el Sendero de Ea, en la zona sur, cerca del ecuador celeste.

Representaciones de Ea

A lo largo de las muchas encarnaciones de este dios sumerio, se le ha considerado mayoritariamente como hijo de Anu, pero también como el esposo de Damgalnun, otra de las diosas de este rico panteón.

Por lo general, en la iconografía de este extenso imperio arcaico, fue representado con forma masculina. Solía aparecer vertiendo agua, o bien portando el líquido elemento. A veces, los chorros de agua surgían de sus hombros e incluso incorporaban pececillos que nadaban en su interior.

Luego, llegó la época Cassita, y las representaciones de Ea volvieron a variar. En este caso, predominaba la corona tradicional de siete pares de cuernos. También se le ubicaba sobre un altar, de la misma manera que sucedía con las otras dos grandes deidades sumerias, Anu y Enlil.

También llegó a ser representado sobre un altar, pero en este caso disponiendo de una cabeza de cabra. Pero no siempre era este el animal elegido, pues igualmente se observó una tortuga, e incluso mediante una cabra-pez. Además, la más curiosa de todas estas representaciones disponía de una combinación de todos estos animales, tanto reales como imaginarios.

Algunas representaciones de Ea aparecen junto a su sirviente. Este también tiene nombre y se considera como otro de los dioses. Su nombre es Isimud, y es la deidad de las dos caras. Por cierto, este señor también aparece entre las deidades semitas, salvo que bajo la nomenclatura de Usmu.

El número que históricamente representó a Ea fue el 40. Además, el mayor templo en el que se practicaba el culto a esta deidad se ubicaba en E-abzu, en el centro de la ciudad de Eridu, en el momento de máximo esplendor de su poder sobre el territorio sumerio.

Otros dioses sumerios importantes

Vistos los que probablemente sean los básicos en el panteón de dioses sumerios, veamos otros que también fueron importantes, aunque sus nombres nunca llegaron a brillar tanto como los de Anu o Enlil.

SIN

Seguimos conociendo diversas deidades del panteón sumerio, y ahora nos centramos en Sin, también conocido como Nannar. En este caso, hablamos del dios de la Luna. Vamos a investigar un poco más sobre este poderoso personaje de la antigüedad de la civilización humana.

Según las escrituras sumerias que conocemos, es citado en numerosas ocasiones como hijo de Enlil, otro de los grandes dioses. Generalmente, era representado mediante una luna creciente. Además, poseía el número 30, que era el que lo simbolizaba.

El caso de esta deidad es curioso, ya que nunca tuvo un centro representativo donde se realizase su culto generalizado, como sí sucedió con los dioses vistos hasta ahora. No obstante, aunque no está definido, sí que se citan lugares importantes y templos de ciudades de gran peso en Sumeria, como el caso de E-Kisnugal, en Ur, donde se localiza uno de los espacios más importantes y principales para rezar a esta deidad.

Shamash

Seguimos conociendo dioses sumerios, y nos centramos ahora en Shamash. Bien porque su culto no fue tan extendido, o quizás porque no nos ha llegado suficiente información, entendemos que estas deidades son algo menores que las vistas hasta ahora.

En el caso de Shamash, no obstante, también conocido como Utu, era una deidad con asignaciones muy importantes, ya que era el dios del Sol y también el del orden y el de la ley. Es decir, básicamente algunos de los elementos que manejaban los destinos de la civilización sumeria, puesto que el astro rey daba vida a sus tierras y gentes y la ley y el orden eran importantes en sus ciudades, quizás de las primeras en tener sus propios códigos legales.

Es más, según la tradición, fue Shamash quien entregó a Hammurabi el primer código de leyes que ha conocido la humanidad, y que quedó escrito en la famosa columna. Es decir, que pese a la poca información, esta deidad sí tuvo gran peso en la vida de Sumeria.

Este dios era representado por el número 20. Aun así, vista la importancia de la deidad, hay que añadir que su origen fue bastante incierto y varió según los tiempos. Sin bien los sumerios, por su lado, lo consideraba como el hijo de Nanna, y también a su vez fue hermano de Inanna, no sucedía igual con los babilonios y los acadios. Para estos dos últimos pueblos, este dios era tomado por hijo de Enlil o de Anu, según la época. De hecho, incluso apareció como esposo de Sherida, que era célebre entre los semitas bajo el nombre de Aya.

Este dios era comúnmente representado por medio de un disco solar de ocho puntas. Sin embargo, también la figura humana de cuyos hombros emanaban potentes llamas fue una de sus representaciones.

Al igual que otros, también tuvo entre sus símbolos una balanza, claro ejemplo de su fuerza sobre la ley sumeria y de la zona. Igualmente apareció representado en la constelación de Libra, que antaño era considerada bajo el nombre de Zibanitu.

Ishtar

Seguimos ahora con un dios importante dentro del panteón sumerio, que incluso ha llegado con fuerza a nuestros días, al menos, su nombre, pero de la que no tenemos demasiada información. El nombre es Ishtar y fue muy adorada en sus días.

Ishtar, que también apareció en las escrituras sumerias como Inanna, era una diosa de gran poder, pues combinaba su fuerza como deidad sobre la guerra, la fertilidad, la belleza, el sexo y el amor. Curiosamente, también los sumerios asociaban este tipo de seres a entes femeninos, como pasaba posteriormente entre griegos o romanos como Afrodita, Diana, etc.

Ishtar fue una diosa muy popular entre los sumerios, pero también entre los semitas. Además, según la zona en la que se la adoraba, recibía diversos nombres. Así pues, fue igualmente conocida como Teshub, Astarté o Anat.

Es muy común encontrar a esta diosa entre los relatos, las leyendas y los poemas de su época. Por ejemplo, en la famosa epopeya de Gilgamesh ya se la nombra, pero igualmente la vemos en historias como la del pastor Dumuzi. Ya fuere como Inanna o como Ishtar, fue toda una celebridad en sus días.

Generalmente se conoce a Ishtar como la diosa de la Luna, de ahí el nombre de Nanna, que también recibió. Sin embargo, una vez más, en una civilización que duró tantos miles de años, sus orígenes evolucionaron. En otros tiempos fue conocida como hija de Enki, y también de Enlil. En lo que sí pareció haber consenso más o menos generalizado, fue en convertirla en hermana de Ereshkigal, la deidad que gobernaba el Inframundo sumerio.

Por lo general, a Ishtar se la asociaba al planeta Venus. Hay que recordar que los sumerios fueron grandes astrónomos y astrólogos, pues para ellos no había prácticamente diferencia. Además, esta relación planetaria perduró y fue adaptada a la tradición y mitología grecolatina, donde esta diosa se asoció al mismo mundo vecino en el Sistema Solar.

Normalmente, Ishtar era representada con una estrella que, a veces tenía 8 puntas, pero otras eran 16. También se podía observar como una mujer desnuda o vestida, igual que por medio de la flor o el león.

El número asociado a Innana fue el 15 y el centro de culto más importante que existió fue la Casa del Cielo, que era conocida entonces como E-ana.

Marduk

Continuamos conociendo más deidades del proceloso panteón sumerio. Como hemos comentado, en un reinado que duró varios miles de años con diversas encarnaciones y centros de poder, los dioses fueron evolucionando y variando de importancia según su localización y su tiempo. Por eso hemos encontrados muy diversas opciones, como es el caso de Marduk, una deidad paradigmática.

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Marduk fue el dios supremo de Babilonia. Cuando esta ciudad llegó al poder hegemónico y se convirtió en la más importante de toda Mesopotamia, fue su deidad la que cobró gran importancia en toda la zona, aunque su localidad siguió siendo el centro neurálgico de adoración.

Cuando Marduk se transformó en el dios hegemónico de Mesopotamia, se le asignaron buena parte de los poderes que hasta ese momento habían ostentado Anu y Enlil. Como hemos observado hasta ahora, estos nombres pertenecían a las más poderosas deidades sumerias hasta que Babilonia alcanzó el gran poder que obtuvo hacia la fase final del esplendor mesopotámico que duraba ya varios siglos, milenios incluso.

En todas las fuentes antiguas que se miren, aparecerá el nombre de Marduk como dios casi omnipresente y omnipotente. No hay que olvidar que el poder de Babilonia fue excelso, y dio lugar a uno de los momentos más esplendorosos de la antigua Mesopotamia.

El templo principal en el que se adoraba a Marduk era el Esagila, un zigurat que posteriormente serviría a las religiones monoteístas como base para la historia de la Torre de Babel. Estamos ya hablando de una etapa muy cercana al final del poder de Mesopotamia, hacia el siglo VII y VI a.C. Es decir, que esta deidad ya entronca con lo que estaba siendo el germen de las religiones modernas, con un solo dios, que adaptaban lo que consideraban como paganismo a sus escrituras con sus versiones propias.

Durante estos tiempos neobabilónicos encontramos que a Marduk se lo conoció como Bel, que quería decir señor en la lengua mesopotámica, y también Bel Marduk, es decir, señor Marduk.

En torno a esta deidad se idearon diversas leyendas, pero cobra especial importancia la epopeya babilónica en la que aparece Marduk como el creador de todo el mundo y el dios supremo que regenta a todos los humanos.

Si estudiamos la figura de Marduk en la Biblia Merodach, encontramos que esta deidad es considerada como el amo del viento y las tormentas, y también como el pastor de las estrellas.

En la mayor parte de escritos e historias sobre esta deidad se lo considera como esposo de la diosa Sarpanitu. Además, también es tomado como hijo del dios Nabu.

Durante la época Cassita, encontramos que a Marduk se lo representa a través de una azada que se sitúa en un altar. Luego, cobra figura masculina, capaz de montar y dominar una especie de dragones serpiente. Estas criaturas eran muy populares en la Babilonia de la época, y se pueden observar en la Puerta de Ishtar. En su tiempo eran conocidas como Mushusu.

A nivel astronómico, Marduk fue asociado al planeta Júpiter, el más importante de la época clásica, que siempre ostentaba la casa de la deidad principal. En este caso, dado que asumió las competencias del gran Enlil, es obvio que este era el mundo que debía ser su figura.

No podemos olvidar que, posteriormente, en el mundo helénico se heredaría esta asociación, aunque el planeta era conocido por representar a Zeus, la principal deidad de su panteón. Posteriormente, sería el propio Júpiter del panteón romano quien heredaría la citada asociación, y ya el nombre se quedaría así para siempre.

Ashur

También conocido como Assur, fue el dios supremo de la ciudad llamada Asiria. De hecho, fue una especie de representación ideal de la propia localidad. Como hemos visto, las deidades sumerias a lo largo de la historia estuvieron muy asociadas a sus zonas de culto, de ahí que el poder de cada población hiciera que sus dioses fueran más o menos poderosos según la época en que dominaban la zona.

Mientras la región estuvo bajo el poder y el control de los asirios, este dios fue el principal y dominó el panteón. En este caso, como podemos imaginar, tal como sucedió anteriormente con Marduk, Ashur también asumió las competencias de Anu y Enlil. Es decir, fue el dios supremo, con todas las características que de él se podían esperar.

No obstante, Assur o Ashur jamás llegó a ser tan popular como sí lo fueron los anteriores dioses, como ya hemos comentado, en nombres como Enlil, Anu o Marduk.

Dioses menores del panteón sumerio

Ya conocemos prácticamente a todos los dioses sumerios realmente importantes. Pero, como ya hemos comentado reiteradamente, un panteón tan extenso como este, perteneciente a un imperio que se alargó durante miles de años, es muy largo. Por eso, junto a las grandes deidades, también encontramos a otras de menor importancia, pero no por ello merece la pena dejar de recordarlas.

Veamos algunos de ellos para que la información sobre esta extensa etapa de la civilización humana quede perfectamente completa.

Adad

Adad fue el dios de la tempestad, y también del rayo y el viento. Esta deidad fue muy popular dentro de los dioses sumerios del panteón en la zona de Oriente Medio.

Fue muy conocida por los Canaanitas, donde era célebre bajo el nombre de Hadad. Sin embargo, en cada territorio donde tuvo una presencia notable, el nombre variaba. Así pues, fue conocido como Buriash para los Cassitas al igual que recibió la nomenclatura de Teshup para los Hurritas.

Era, por lo general, considerado como uno de los hijos de An, uno de los dioses sumerios de gran importancia. Aun así, en otras tierras era célebre como descendiente de Enlil, que para otras tradiciones también fue una deidad muy presente en aquellas lejanas épocas.

Adad estaba desposado con la diosa madre, conocida como Shala, quien se considera que también poseía procedencia Hurrita.

Algunos de los poderes de Adad, que hemos visto que se parecen bastante a los del Zeus de los griegos, se asimilaron posteriormente por los dioses sumerios más importantes, como el caso de los citados Enlil y An.

Esta deidad sumeria se representaba por medio de una figura humana que está de pie sobre un toro, aunque no siempre era este animal, otras veces era un león. De hecho, en ocasiones era un animal mitológico que mezclaba a ambos seres.

Por lo general, Adad era representado con hachas, con una horquilla ondulada que representaba a los rayos o por los rayos propiamente dichos. Por ejemplo, en los tiempos de los Cassita, era la horquilla la que tenía mayor presencia.

La constelación de Tauro, el Toro Celeste, como se consideraba entonces, estaba enteramente dedicada a este dios menor. En sus tiempos se la llamaba Guanna.

Ereshkigal

Nos marchamos ahora hasta el inframundo del panteón sumerio. No se sabe mucho de Ereshkigal, que en su tiempo fue la diosa de lo más oscuro, allá donde reinaba la muerte. Lo que sí es cierto es que esta figura fue asimilada por la mucho más célebre Ishtar, aunque en algunas encarnaciones aparecieron como hermanas. Esta deidad tenía un mensajero, el ministro y también dios Namtar. Por desgracia, no se tiene mucha más información.

Nabu

Aunque fue un dios menor, sí que hay que considerarlo como una deidad que ha aguantado muy bien el paso del tiempo. Fue señor en Babilonia de la escritura y la filosofía, e incluso ha sido adaptado como personaje en el mundo de los cómics y el cine actualmente.

Nabu era hijo de Marduk para los babilonios, aunque en su origen fue descendiente de Borsippa, un dios local de una de las ciudades vecinas de la poderosa Babilonia.

Aun así, fue un dios con bastante presencia en el panteón de Mesopotamia. Aquí, adquirió ciertas características de Ninurta. Así pues, era representado por medio de un cáñamo, un estilo para escribir en lo alto de un altar o por medio de una figura humanizada que controlaba y montaba a un enorme dragón-serpiente mientras manejaba el estilo de la escritura.

Esta deidad, pese a considerarse menor, también fue importante en su época. Tanto es así que incluso aparece en la Biblia, el libro sagrado cristiano, bajo el nombre de Nabo.

Según los griegos, Nabu era identificado con sus deidades Hermes y Apolo. También para los romanos se asoció a Mercurio, y, de hecho, este planeta estaba asociado a este dios sumerio tradicionalmente.

Nergal

Nos vamos acercando ya al final de este extenso texto alrededor de los dioses sumerios, enfocados como estamos ahora mismo en los menores. Así pues, llega el turno de Nergal, que fue célebre en aquellos remotos tiempos como el dios de las plagas y del inframundo.

Ya hemos visto que no era esta la única deidad centrada en el inframundo. Y es que Nergal fue esposo de Ereshkigal, además de considerarse hijo de uno de los dioses principales, Enlil.

Esta deidad se representaba por medio de una figura humana con las piernas envueltas en una mortaja, o bien portando espadas o cetros con dos cabezas de león. Además, se asociaba astronómicamente al planeta Marte.

El centro más importante de culto que tuvo este dios se ubicó en Kutu, dentro del territorio de Babilonia, y su templo era conocido como E-meslam.

Ningursu

Este dios centraba su poder en una de las muchas ciudades-estado que se ubicaron por toda Sumeria. Concretamente establecía su poder en Lagash, donde era la deidad suprema, aunque a nivel de civilización, se lo considera como menor.

Fue un gran dios guerrero al que se le rendía culto en el templo de E-ninnu. Curiosamente, también se lo consideraba como agricultor y fue posteriormente asimilado por Ninurta, aunque previamente, en tiempos de la época Cassita, se lo asociaba y simbolizaba como un arado.

Ningishzida

Vemos ahora otro de los dioses sumerios que se consideraba como deidad del inframundo. Fue el hijo de Ninazu y se establecía su forma como la de una serpiente con cuernos, conocida como dragón basmu.

La fama de este dios se debe, primordialmente, a su aparición en el relato de Gilgamesh. El héroe se encontró con él en el Inframundo, y también con Dumuzi. Es decir, que es una deidad realmente antigua, ya que este relato tiene, como mínimo, unos 4000 años de historia.

Más tarde, en tiempos de Babilonia, aparecería como el guardián de los demonios de los Inframundos sumerios. De hecho, si estudiamos el mito de Adapa, observamos su aparición bajo el nombre de Gishzida, y es quien custodia la entrada al cielo en que se ubica Anu, el gran dios.

Añadir que astronómicamente se asociaba a la constelación Mush, también conocida como Hidra la Serpiente.

Ninhursag

Vamos ya viendo los últimos dioses sumerios menores y nos centramos en la deidad de la Tierra. Esta fue una madre que también representaba la fertilidad. Recibió diversos nombres según la época, como Nintur, Ninmah o Ninhursaga.

Igualmente la encontramos en el mito sumerio de Enki y Ninhursaga, donde el gran dios sumerio tiene una hija con esta deidad a la que posteriormente violará repetidamente para concebir a más dioses.

Esta diosa es representada en forma símbolo omega, considerado como una especie de útero, de ahí que sea compartido con el de otras diosas relacionadas con el sexo y la fertilidad, como el caso de Ishtar.

Ninlil

Nos acercamos ya al fin de nuestro artículo sobre dioses sumerios y nos centramos en Ninlil, que fue esposa de la deidad de importancia llamada Enlil. Sus características eran idénticas, tal como sucede en el panteón sumerio.

Sin embargo, esta diosa era conocida en Asiria como Mullissu, donde era esposa del dios Ashur. Eso sí, en ambos casos se asocia a la constelación del Carro, llamada entonces Margidda.

Ninmah

Otra diosa de la fertilidad que con el paso del tiempo se convertiría en Ninhursag, como ya hemos comprobado. Según la mitología de Sumeria, fue la protagonista en la creación de la humanidad, labor en la que se asocia con Enki. Se representaba astronómicamente en la constelación de la Vela.

Ninurta

Vemos ahora a otro hijo del gran dios sumerio Enlil. Estamos ante una deidad tanto agrícola como guerrera, que era representada con arco, flechas o arado.

Su culto se volvió especialmente popular en los tiempos de los neoasirios, entre los siglos IX y VII a.C., dado que era un pueblo bastante belicoso.

El culto se remonta a los tiempos de Sumeria, considerado como hijo de Nippur. Su centro de culto se encuentra en E-shumesha, y astronómicamente era asociado a Saturno.

Pabilsag

Otro dios guerrero procedente de ciudades sumerias como Nippur o Isin que acabaría siendo asimilado en la figura de Ningirsu o Ninurta. Era habitual representarlo con arco y flechas, y en ocasiones aparecía como pareja de Gula, otra diosa. En el firmamento estaba asociado a Sagitario.

Tammuz

Vamos acabando con los últimos dioses sumerios como Tammuz o Dumuzi. Se cree que esta deidad de la regeneración y la fertilidad representó previamente el mito del Adonis griego. Era esposo de Inanna y murió en un viaje hacia el Inframundo.

Encontramos su centro de culto en Uruk, ciudad de Sumeria, y es nombrado ya en la Biblia. Se asoció a Luhunga, la constelación del campesino que hoy es Aries, pudo representar el firmamento y tuvo un mes dedicado, Du’uzu o Duzu, equivalente a junio y julio.

Zababa

Dios local perteneciente a una ciudad-estado, Kish, en tiempos de Sumeria. También era deidad guerrera casado con Ishtar o Inanna. Luego, se asimiló con Ningirsu o Ninurta.

Su templo principal en Kish recibía el nombre de E-meteursag, se simbolizaba con un águila o cetro aguileño y se asociaba a Ti, una constelación actualmente también asociada a un águila.

Y así ponemos fin a este largo artículo dedicado a los dioses sumerios. Esperamos que hayáis disfrutando tanto como nosotros de este recorrido por uno de los panteones más antiguos de la historia humana.

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