El Sol Naciente, por el Maestro Beinsá Dunó
“Yo he venido videlina al mundo, para que todo aquel que cree en Mí no permanezca en tinieblas.”(Evangelio de Juan 12:46). (En todas partes donde pone “videlina” comprended “luz espiritual” – n.d.t.)
La palabra “yo”, del versículo leído, reemplaza la palabra actual “espíritu”. Las ideas de la gente vieja y de la gente joven, cuando se diferencian por forma, no se diferencian por contenido, y cuando se diferencian por contenido, no se diferencian por sentido; y por fin cuando se diferencian por sentido, no se diferencian por esencia. Esta diferencia entre jóvenes y viejos es natural. Los jóvenes y los viejos que observan las dos fases – el amanecer y el ocaso del Sol, tienen dos perspectivas diferentes en la vida. Para unos la luz aumenta, y para los demás – disminuye, por lo tanto ellos no pueden mirar igualmente al mundo. Si la gente dice que se distingue uno de otro, yo hago la siguiente comparación: desde el amanecer del Sol hasta el medio día, la gente tiene un tipo de ideas, y después del medio día hasta el ocaso del Sol, tiene otro tipo de ideas. Así que, cuando la gente dice que es diferente, yo pregunto: ¿Qué ideas tiene: las ideas del sol naciente o las ideas del sol poniente, preceptos matutinos o nocturnos? Hay otra categoría de gente, cuyas ideas se distinguen desde el ocaso solar hasta la media noche, y desde la media noche hasta el amanecer del Sol. Hay cuatro tipos de gente que se diferencian por sus ideas. Dos de las categorías caen hacia la videlina, y las otras dos – hacia la obscuridad. Cuando hablo de videlina y obscuridad, sobreentiendo el movimiento de la Tierra en sus relaciones con la vida razonable. Si hay movimiento habrá y luz, y obscuridad. Y esto se sobreentiende, que la Tierra se mueve hacia el centro, hacia el Sol. Hacia él ella procura. El movimiento significa Amor. El Amor mueve a todos los seres. Cuando una cierta materia tiene energía cinética, o sea, tal que produce movimiento, esto significa una manifestación del Amor en todas sus formas. La videlina es una de las formas del Amor. Cristo dice: “Yo”, o sea, “el Espíritu”, pero no esto lo que veis, porque veis solo las sombras de las cosas, simplemente el reflejo de la luz de la superficie de las cosas. Dices: “He visto un hombre en el camino”. ¿Qué has visto? – Su sombra. El reflejo de su cuerpo entra en el nervio ocular, produce una conmoción, produce una impresión, proyecta una sombra hacia fuera y luego dices que has encontrado a tal o cual señor. Simplemente es su sombra que os ha encontrado. Os pregunto: ¿Cuando amanece el Sol, sois vosotros que le recibís, o él a vosotros? ¿Quién recibe: aquel que atrae o aquel que se atrae? Esto es filosofía. Cuando alguien dice que se mueve, quiero saber si él es atraído, o es él que atrae. Cuando te mueves, tú puedes ser atraído, pero también y atraer. Que atraes es uno, y que seas atraído es otro – éstas son dos posiciones diferentes. Cuando te atraen en el movimiento, tú estás limitado, y cuando atraes, tú eres libre. Como decís que habéis venido a la Tierra, esto es porque ella os atrae. Vosotros os atraéis por ella, os ha clavado ella aquí y os mantiene. ¿Sois vosotros los que camináis o es ella la que camina? – Yo pienso que la Tierra camina en vosotros. Estos son solo pensamientos filosóficos lanzados. La Tierra camina y se mueve. Ella es una dama ideal, un andar tan gracioso yo no he visto, no he visto otra dama que camine tan flexible y decentemente. Cuando se mueve en el espacio, ella no produce ningún ruido. Ningún polvo levanta, como las damas contemporáneas. La Tierra es tan amable que no quiere despertar a nadie cuando pasa, por eso nadie la siente. Puesto que ella ha clavado sus ojos hacia el Sol, su amante. Y las señoras contemporáneas hacen lo contrario. Todos los que murmuran en este mundo, no han clavado su mirada, o dicho de otra manera, ellos son gente sin ideas. Cuando digo “gente sin ideas”, no comprendo que en tal gente no haya ideas, pero su mirada, su movimiento, su aspiración, no es tan fijo en una cierta dirección como el de la Tierra. Cristo, cuando dice: “Yo he venido”, con esto Él sobreentiende la venida de un hombre, de una idea magnífica, y nosotros nos engañamos, pensando que un hombre viene o que ha venido. Viene algún predicador y nosotros decimos: “Él arreglará el mundo”. Cristo vino hace 2000 años, y entonces dijeron: “Él arreglará el mundo”, pero el mundo de nuevo no se arregló, vinieron después de Él muchos otros, el mundo de nuevo no se arregló, según vuestra percepción. ¿Por qué? – Porque el mundo no se arregla aquí, sino en otro lugar. Yo os voy a hacer una pregunta: ¿Cuándo un pintor pinta un cuadro magnífico, a dónde dirige él su mente? – En el lienzo, y ahí hace la corrección. La idea en su mente es perfecta, pero cuando se proyecta hacia afuera, al lienzo, ésta no es tan perfecta como en la mente. Por lo tanto, la vida que está dentro de nosotros es perfecta. Dicen que la vida de unos es mundana, y de otros – espiritual. La vida por sí misma no puede ser ni mundana, ni espiritual, pero cuando lo animal vive en el hombre, él se vuelve mundano, y cuando lo humano se manifiesta en el hombre, él se vuelve espiritual. Si ponéis en el agua completamente limpia, alguna substancia amarga o dulce, ésta recibirá su sabor, ¿pero significa esto que el agua misma es dulce o amarga? Ésta no es ni dulce, ni amargo – esto no es comprensión, – sino que vosotros la hacéis así. Así es y con la gente: unos introducen en la vida pura Divina algún elemento que la envicia y la hace mundana, y otros introducen lo bueno en la vida, y ésta se hace espiritual. Por esta causa alguna gente es muy espiritual. Y hoy en día la gente ha enviciado la vida, que yo no veo diferencia ninguna entre la gente espiritual y mundana. Cuando llegan a proteger sus ideas, y el uno, y el otro retienen sus casas, toman sus alquileres. Uno pasa por dulce, y el otro – por amargo; el amargo es tal para la gente, y no para sí mismo; y el dulce es dulce de nuevo para la gente, y no para sí mismo. Estos son conceptos de la gente. Por lo tanto, la luz y la obscuridad son dos procesos de comprensión de todas las relaciones existentes. La luz es un concepto claro, y la obscuridad, pues, un concepto vago, confuso de las cosas. Ahora muchos entre vosotros pasan por gente mundana. En algunos aspectos yo desearía ser un hombre mundano, y en otros – espiritual. Si quiero descansar, sentarme debajo de la sombra de algún árbol denso, sombrío, al lado de alguna fuente, seré espiritual. Si estoy con una azada en la mano, seré un hombre mundano, porque a muchos gusanitos cortaré las cabezas. Por eso la gente espiritual no toma azadas y llevan el sobrenombre de “perezosos”, y la mundana – de trabajadores. La gente mundana soluciona la cuestión con el filo de su espada, y la gente de las ideas – con su pluma. La gente mundana son trabajadores negros, proletarios, y la gente espiritual – burgueses. No es malo que el hombre sea un burgués. Después de que alguien ha trabajado largo tiempo en el campo, como un proletario, luego descansará y llegará a ser un burgués, arreglará el mundo desde su punto de vista. Para que haya orden en el mundo, no se debe descansar más de lo que es necesario, pero y no se debe trabajar más de lo que nuestras fuerzas nos permiten. La luz y la obscuridad son dos fases en la Naturaleza que cambian: en la luz trabajamos, y en la obscuridad descansamos; cuando trabajamos la luz está por fuera y la obscuridad por dentro, y cuando descansamos la luz está por dentro y la obscuridad por fuera.
Solo cuando piensa y comprende la vida así, la gente mundana y la gente espiritual encontrará los puntos de contacto del acuerdo entre ellos, que aclaren la ley del trabajo. Cristo dice: “Yo he venido”, o sea, el Espíritu ha venido. Cuando venga el Espíritu en vosotros, Él os dará una imagen clara de la vida. Cristo ha venido por vosotros, para que nadie que crea en Él ande en obscuridad. Yo tomaré la fe, no en el sentido ordinario como muchos la comprenden. Fe puede tener solo el hombre puro, impecable, solo él puede creer en todo y no dudar de nadie. Esto es fe, y no “creencia”. La fe es una cualidad de los ángeles. Algunos dicen: “Yo tengo fe”. – No, tú tienes una creencia. Tu fe es como la telaraña, cambia 100 veces al día: crees y no crees. Me encontré con un estudiante joven que se ocupaba con ciertas ciencias ocultas, y me decía que él creía que hay Señor. Pero luego, cuando empezó a estudiar el socialismo, confesó que ha pisoteado su idea de Dios y ahora ya se ha vuelto un hombre. Bajo las palabras “ha pisoteado a su dios” yo comprendo que ha pisoteado su egoísmo. Cuando alguien dice que cree en Dios, esto significa que cree en sí mismo y se considera como una divinidad. Toda la gente contemporánea son “divinidades”. Así que los unos o los otros, los que dicen que creen o que no creen en Dios, esto significa que unos son valientes para proclamar que creen en sí como divinidades, y los demás ocultan esto. El mundo de hoy está lleno solo con divinidades, con Cristos, con santas vírgenes, con santos Ivanes, Nicolases, etc. El mundo sufre de ellos. ¡No está todavía el Señor verdadero! ¿Dónde está Él? He aquí dónde: en aquel momento, cuando en tu alma tú amas a toda la gente, este Señor te ha enviado un rayo. Cuando todas las contradicciones desaparecen de tu mente, cuando tú concientizas tu deber y estás listo de sacrificarte, el Señor verdadero ha hablado en ti; tú y Él sois uno mismo en este momento. Cristo dice: “Yo he venido con este Señor que vive en mí, he venido con Él, a través de Él, para dar videlina a todos, para que crean.” ¿Quiénes? – Aquellas, las pequeñas, las almas puras. ¡Qué cosa tan magnífica es que el hombre sea puro en el mundo! Sobre esta pureza descansan todas las ideas, toda la felicidad, la salud y toda la bienaventuranza del hombre. Si el hombre es puro, no andará en tinieblas, tendrá una imagen clara de la vida y podrá ordenarla así como debería. Conozco a dos hermanos de Varna, uno de los cuales ingresó en una escuela militar, llegó a ser un oficial y poco a poco avanzaba en rangos cada vez mayores y mayores, hasta que se elevó al rango de coronel. Su otro hermano no terminó nada y por eso ingresó como un soldado simple para servir su obligación militar. Un día, el soldado encontró a su hermano en la calle y no le hizo honores. El coronel le detiene y le pregunta por qué no le hizo honores. El soldado respondió: “¿Eres mi hermano, verdad?, se puede y sin saludarte”. – “Yo soy, antes que nada, un oficial, y luego tu hermano, y por eso deberías saludarme”, responde el coronel-hermano. “Te arresto por dos días”. Y ahora el mundo está lleno con coroneles por fuera y con soldados simples por dentro, con burgueses y proletarios – un emblema de luz y obscuridad. ¿Cuándo llegó a ser un burgués y cuándo un proletario? Tú no has nacido ni burgués, ni proletario, sino que has nacido un hombre para pensar – que comprendas la ley de la luz y de la obscuridad. La luz sobreentiende riqueza, y la obscuridad – pobreza, pero y en la luz hay diferencias, hay distintos niveles de luz. Por ejemplo, hay una luz durante el amanecer del Sol, hay una luz al medio día, y hay una luz y durante el ocaso del Sol. Aquel burgués cuyo sol ha amanecido, mirará las cosas de una manera, y éste, cuyo sol se ha puesto, mirará las cosas de otra manera.
Hoy en día, Cristo soluciona una gran cuestión social – la cuestión de la así llamada lucha de clases. Ésta no es una lucha idealista. Ésta es la misma que existe desde hace 8000 años expresada en la misma posición: “Baja tú, para que suba yo”. Hasta ahora dirigían las minorías, y en el futuro dirigirá la mayoría. Hasta ahora han trabajado los “mencheviques“, y en el futuro trabajarán los “bolcheviques“. Esto puede ocurrir. Diréis: “¿Cómo es posible que un hombre noble trabaje para el hombre simple, para el proletario?” Os voy a preguntar: ¿Cómo es posible que el padre y la madre que son burgueses, que trabajan por sus hijos – los proletarios en el mundo –, que se levanten temprano en la mañana, que les alimenten, que les provean de todos los medios para su existencia, que se sacrifiquen por ellos durante noches sin sueño, etc.? Los padres saben que de alguna manera deben cumplir sus deberes hacia sus hijos, porque un día éste proletariado se va a vengar. La madre, que es Amor, trabaja, también y el padre – deben éstos burgueses ponerse sus delantales, hacer quehaceres para el proletariado, porque este proletariado un día les va a echar de su casa, les cogerá el dinero a la fuerza y les va a obligar a trabajar. Esto era y será. ¿Hasta cuándo? Hasta que desaparezca esta lucha de clases que es puramente materialista. Ésta es una etapa pasajera en la vida de la humanidad. Después de miles de años, llegará otra época, cuando la gente vivirá de otra manera, y esta lucha será reemplazada por orden y arreglo en la vida. Hoy en día, nosotros observamos al hombre en sus comportamientos hacia sus semejantes, según la oración: “El hombre para el hombre es un lobo”. Sin embargo, yo digo que el hombre para el hombre es un hermano. Si tomamos la teoría de Darwin sobre el origen de las especies, y hacemos un seguimiento sobre las condiciones en que nació y vivió el primer lobo, veremos que primeramente él no tenía estas cualidades en su carácter que luego ha desarrollado en consecuencia de las condiciones en las cuales ha vivido. El lobo representa una cultura lejana del pasado. Y él se manifiesta ahora en la sociedad humana y en la vida. ¿Por qué? – Porque la gente no comprende aquellas grandes leyes que rigen la vida. Os voy a presentar figurativamente los comportamientos de la gente en la vida presente: suponed que las raíces de un árbol tienen una conciencia profunda dentro de sí, y en un momento, de ésta se separa una raicita pequeña que va por su camino, pero encuentra dificultades grandes. Esta raicita no puede encontrar una salida y por eso regresa de nuevo a su padre y se injerta. El padre no sabe que este es su hijo y comienza a luchar con él. Así hoy día, la gente lucha consigo misma, con sus hijos que tratan de cortarles y liberarse de ellos. Éstas son siempre las mismas raíces que han encontrado obstáculos en la vida, porque de otra manera no hubiera habido desarmonía. Cristo dice: “Yo he venido para mostrar el camino verdadero a todos los que creen y tienen la pureza de los ángeles”. El hombre todavía reflexiona si vivirá después de la muerte o no, si la vida tiene sentido o no. Esto no es vida, sino tan solo sedimentos de la obscuridad en la cual él vive. Una es la Vida, y ésta no puede morir ni tampoco nacer. Si derramo el agua de mi jarra, ¿se muere ésta? La jarra nunca fue viva y no puede morir. Por lo tanto, en su estado físico, el hombre es una jarra en la cual es vertida la vida. La jarra es solo una condición, mas la vida es todo. Cuando se llena la jarra, se vivifica, y cuando se vacía, se muere. La vida en el cuerpo es heterogénea, y en la muerte – homogénea. Los científicos actuales dicen que la materia es homogénea. Esto es un 50% cierto. De lo homogéneo no puede nacer la variedad. Si en las pinturas no hubiera heterogeneidad, de su uniformidad nada podría nacer. ¿Qué es la variedad? – Estas son todas las formas necesarias en las cuales la existencia, la vida, debe manifestarse. La vida no puede manifestarse solo en una forma, sino que se manifiesta en una serie de formas sin fin. Cuando estas formas se combinan y dan expresión a una forma más magnífica, digo que la vida es homogénea, o sea, que todas las formas tienen una aspiración igual hacia la manifestación de una forma superior. Pero al respecto de esta magnífica forma, que es homogénea – esto no significa que ésta esté sola, con ella hay más de tales formas que se juntan, y forman otros mundos. Cuando estudiamos la Naturaleza, vemos que existe esta gran ley de la homogeneidad y de la variedad. Esto, sin embargo, no tiene que tropezarnos. Un hombre, que está en obscuridad, está descansando, él da una directriz a los jóvenes; él será un poeta, un escritor, un príncipe, y permanecerá bajo la sombra. Y si es el proletariado, trabajará solo cuando hay luz. Por lo tanto, el Señor creó el mundo no para los burgueses, sino para el proletariado, o sea, para los trabajadores que progresan. Asemejaremos la gente rica a una riqueza recopilada del pasado, y la gente pobre – a una riqueza que ahora se está recopilando. Así que, la gente rica es del pasado, y la gente pobre es del futuro. Elegid entonces para sí: si eres rico – tú eres un hombre del pasado; si eres pobre – tú eres un hombre del futuro. En el lenguaje hebreo hay solo dos tiempos: pasado y futuro. No hay presente. Ellos dicen que cada cosa que ocurre, es pasado, y lo que viene es futuro. El presente es solo un momento pasajero, éste es un punto y no ocupa ningún espacio. Sed, pues, gente del futuro. Y así, Cristo dice: “Yo he venido para dar luz a la gente; a los pobres – la gente del futuro –, para que no anden en obscuridad, por el camino de los ricos, o sea, del pasado”. Todos los pecados son pecados del pasado. Nosotros llevamos el pecado como una sombra, y cada uno que quiere liberarse de éste, debe llegar a ser un hombre del futuro; de otra manera, él llevará su pecado así como la serpiente lleva su piel. Cuando alguien dice que quiere vivir en el futuro, comprendo que él quiere vivir sin pecado. Cuando alguien quiere ser rico, comprendo que él quiere pecar. Y así, la gente pobre es del bien y de la luz, y la gente rica es del pecado y de la obscuridad. Puede que estas palabras se os vean amargas, pero que salga alguien y que compruebe que esto no es verdad. Yo no considero hombre rico solo a aquel que tiene dinero, sino y a éste, el que tiene conocimientos y fuerza, utilizando esto no para el bien de sus prójimos, sino para su tropiezo en el mal. A él le llamo un burgués. A la gente que cumple la Voluntad de Dios les llamo proletarios o gente del futuro. A los proletarios les llamo aún abejas, trabajadores de la nueva cultura, de la nueva ciencia. ¿Cuál es la nueva cultura? – Que vivamos todos en luz, que seamos todos felices y que no estropeamos ni nuestra felicidad, ni la felicidad de los demás. Yo puedo solo con dos palabras estropear vuestra felicidad y para 100 años que no la encontréis. Imaginad que os llamo y ponga contra vosotros una bomba con un encendedor. ¿Si explota la bomba, qué ocurrirá con vosotros? Así y en cada pensamiento vuestro hay una substancia inflamable, la cual cuando explota, forma todas aquellas condiciones que llamamos mal. Así aclaro el mal – como una materia que no podemos controlar, porque no está sometida a nuestra voluntad. A la materia que está siempre bajo nuestra voluntad y podemos controlarla, llamamos bien. El mundo externo se controla por otra voluntad, el interno por la nuestra. Si y el Señor, el que controla la materia por fuera, pierde su hilo, entonces cualquier existencia desaparecería. Y por eso debemos mantener las yuntas de nuestro caballo, porque si las soltamos, el caballo huye y lo derrumba todo, pues de esto ocurren y las desgracias. Éstas son ideas comunes y simples. Cada día vuestro caballo, o sea, vuestra mente, camina con cola y orejas levantadas, es valiente, de nada teme, pero pasa alguien por su lado, le dice algo y
él inmediatamente da una sacuda (zarandea – n.d.t.). Algún hebreo rico camina valientemente por el camino, pero le encuentran y le dicen que le quedan dos días más para vivir. Se asusta el caballo, o sea, la mente de este hebreo, inmediatamente él toma medidas, cierra su tienda y dice: “Voy a celebrar desde ahora por adelante”. Así toda la gente se asusta. Desde la guerra hasta hoy escucho que se habla de lo que va a ocurrir en Bulgaria. Muchos se asustan más de lo que deberían. Bulgaria no es la única medida, hay y otras medidas. ¿Decidme, había búlgaros, serbios, franceses, alemanes, ingleses, cuando el Señor creó el mundo? – No estaban, ellos luego solos vinieron. Podéis objetarme, pero yo pregunto: ¿Da la madre a luz a los niños como profesores, maestros, sacerdotes, jueces y otros? Ella da a luz a niños quienes luego se vuelven científicos, generales, doctores, ingenieros y otros, parecidos por servicio. Los servicios que cumplimos en la vida son los diferentes roles que jugamos sobre la escena. Mientras estamos sobre la escena, nosotros estamos vestidos en formas, somos artistas; cuando descendamos de la escena, nosotros ya somos hermanos. Cuando vayamos al Cielo, reiremos de esta lucha cuando nos acordemos de los diferentes casos de nuestra vida en la Tierra. Con un ejemplo os voy a aclarar la situación en la cual os encontráis. Un dios hindú, después de saciarse de su bella vida en el Cielo, pidió permiso para descender a la Tierra, para vivir un poco. Le permitieron y él escogió la forma del cerdo, y por eso se encarno en un cerdito pequeño. Comenzó a vivir como todos los cerdos, hociqueaba en las impurezas, se acostaba bajo la sombra y engordaba. En un momento se casó, le nacieron alrededor de 10-15 hijitos, vivía pacífica y felizmente. Le esperaban en el Cielo un año, dos, tres, diez, él no regresa. Le llamaron desde allí, él no quiso regresar. “Yo aquí estoy muy bien”, decía. Decidieron tomar sus cerditos para obligarle a regresar, pero y con esta desdicha de nuevo no quiso volver. Tomaron luego y su mujer, pero de nuevo no lo lograron, él comenzó a buscar otra mujer. Decidieron por fin infligirle a él mismo, y por eso le enviaron una enfermedad pesada, la cual y le regresó al Cielo. Cuando despertó al Cielo, empezó a reír de su vida que pasó en la Tierra. Mucha gente contemporánea tiene la experiencia de este dios, pero no saben lo que eran antes. Mucha gente tiene la experiencia de este burgués, hociquean y solucionan diferentes cuestiones en la Tierra. Vienen diferentes desgracias para hacer a la gente más razonable, pero cuando abandonen su forma de cerdo, entonces comprenderán cómo era su estado. ¿Qué representa la forma del cerdo? – Ésta es el materialismo extremo que ahora existe. ¿En qué consiste éste? – Exactamente en esto: se reúne la gente y habla de esto, de aquello, de aquel mundo, del bien en el mundo, pero ellos tienen sus gansos, gallinitas, vino, y viven espaciosamente. La gente pobre, cuando les escucha hablar así, se dice: “Esta gente siempre de aquel mundo habla, para Dios vive, pero no sabe cómo vivir en este mundo”. Y así, a la gente pobre le gusta la vida de los ricos, su materialismo, ellos le reciben como un ideal y procuran lograrlo. Este ideal se vuelve un blanco en la vida de los pobres y con esto se crea la enseñanza del materialismo. La gente pobre dice a los ricos: “Nosotros queremos vivir como vosotros”. Puesto que la gente rica se volvió la causa del desvío de la gente pobre del camino recto, el Señor les va a poner en su sitio, para que enderecen sus errores. Tal es la ley. Y por esto Cristo dice: “Yo he venido videlina al mundo, para aclarar las cosas”. En la Naturaleza no hay contradicciones, sino que nosotros mismos las creamos. ¿Cómo? – Una parte de la materia que Dios nos ha dado, nosotros no podemos dirigirla y por eso creamos el mal. Todos los pecados tienen su inicio en la materia. Cada pecado tiene forma. Mostradme un pecado que no tiene forma. Para algún hombre dicen que es egoísta. ¿En qué consiste su egoísmo? – Quiere tener casas, dinero, dominar sobre su mujer, etc. Por eso alguna gente dice para sí misma que es avara, que odia a la gente, etc. Todos los pecados tienen su soporte material. Cuando alisemos todas las formas malas, y el pecado desaparecerá. Por lo tanto, las formas malas crean el mal, por eso se recomienda a la gente crearse formas bellas. Se reúnen dos científicos y ofrecen diferentes teorías sobre el Sol, sobre su estado, etc. Otros científicos empiezan a disputar sobre qué opinión es más cierta y se dividen como seguidores del uno o del otro. Hoy en día, todos los científicos disputan sobre esto, quién de las autoridades en la ciencia tiene más seguidores. Dos sacerdotes disputan sobre quién de ellos tiene más seguidores parroquianos, etc. Cristo y Moisés no se ponen de acuerdo, no logran conformidad entre sí en el mundo. Cristo y Mahoma no tienen acuerdo entre sí en la Tierra. En el mundo no hay tal Moisés, no hay tal Mahoma, no hay tal Cristo. Aquel Cristo, Moisés o Mahoma, que son una causa para la división de la gente, no son servidores de Dios. Cuando el hombre ha sido enviado para traer alguna gran idea Divina, él no tiene el derecho de probar a la gente y de buscar su propio bien. Y Cristo dice: “Yo, el Espíritu, traigo esta luz a la gente que cree, o sea, los que tienen pureza”. Ahora, por ejemplo, ¿creéis vosotros en esto lo que yo os digo? – Diréis que todavía no lo habéis verificado. ¿Y en Cristo creéis? – Ya son 2000 años desde que la gente prueba a Cristo. Tanto como creéis en mí, tanto creéis y en Cristo. ¿Creen los hebreos en Moisés? Yo hasta ahora no he encontrado un hombre en el mundo que cree plenamente en su maestro. Esta gente que dice que cree en Cristo, o en quien sea otro, no habla la verdad misma. Creer en Cristo no significa ponerme de pie en la iglesia y permanecer en adoración, sino estar en tal disposición, en tal estado que ha tenido Cristo en Su alma. No os hablo de la religión, ya estamos saciados de religiones. Nosotros debemos vivir en el Amor Divino, en el Cariño Divino, en el Espíritu Divino. Que las religiones presentes queden para los burgueses, para la gente del pasado, mas la vida Divina es necesaria para la gente del futuro. Algunos piensan que nosotros queremos poner la gente en un engaño nuevo. Lejos está de mi tal pensamiento; en mi hay Amor, que es un movimiento de arriba hacia abajo. Comprendo lo que es el cariño, o sea, movimiento del alma humana de abajo hacia arriba; comprendo lo que es el Espíritu Divino, o sea, una fuerza que mantiene todo en armonía. Mientras vosotros tenéis los conceptos religiosos presentes, nunca podremos ponernos en acuerdo con vosotros. ¿Podéis decir como Cristo: “Yo he venido videlina al mundo”? ¿Podéis ser videlina para sí mismos y para vuestros cercanos? Esto se requiere de todos vosotros, porque todos podéis llegar a ser, en este sentido, salvadores del mundo. Mientras esperamos la salvación del mundo de un hombre, él nunca se va a erguir y arreglar, sino que todos debemos preocuparnos del nuevo enderezamiento y arreglo, y esto lo lograremos manteniendo el orden Divino de las cosas y procurando no quebrantarlo. Cuando alguien me pregunta si creo en Cristo, yo encuentro que ésta es la pregunta más banal, porque esto es equivalente como si alguien me preguntara si creo en la luz, en el Amor. Yo camino en la luz, ¿qué necesidad hay de creer en ésta? Cada día yo converso con Dios, ¿Cómo no voy a creer en Él? Si me hacen tales preguntas, esto significa que ellos me bajan de mi posición, para hacerme un demonio, un anticristo, un burgués. Yo no quiero ser ni un burgués, ni un proletario, así como ahora la gente entiende. Yo no os hablo del Cristo histórico, sino de Éste, el Cristo vivo, el Que está en vosotros y entre vosotros. Sacad esta cuña de vuestra mente – de pensar que Cristo está fuera de vosotros. Este Cristo es el Espíritu, y cuando Le comprendáis, Le veréis en cada hombre. Mientras bu
scáis a Cristo en un solo hombre, nunca Le encontraréis. Y otra vez os he dicho que cuando algún hombre quiere estudiaros, ¿podrá comprenderos solo por un pelo vuestro? Si alguien ama a alguien y toma un pelo de su cabello, ¿podrá decir que en esto se esconde todo su amor? ¡Esto sería todo un idilio! Y yo veo a la gente religiosa, sacan un pelo de Cristo, lo miran, lo miran y de nuevo lo ponen en su lugar, no lo comprenden. Todos toman no solo pelos, sino y trocitos de Su cruz, y el mundo de nuevo no se arregla. ¿Por qué? – Porque se ocupan solo con la parte física de Cristo. Mas Cristo ha dicho: “El que cumple la Voluntad de Mi Padre, éste vivirá en luz”. Con esto no tengo en cuenta la vida personal de la gente, sino que quiero purificar las zanjas. Yo he decidido purificar el agua turbia, no porque la odio, sino para que dé lugar al agua limpia y que riegue los jardines donde están sembrados pimientos, col, zanahorias y otras verduras. Para los jardines es necesaria agua turbia, mas el agua limpia es necesaria para los viajeros de la vida, que regresan hacia Dios. ¡Qué idea es ésta! Cuando el Señor creó el mundo sin nacionalidades, el mundo era feliz, pero hoy, desde que llegaron los antiguos egipcios, asirios, sirios, romanos, griegos, filisteos, la felicidad desapareció de la Tierra. La ciencia contemporánea y la vida me interesan, y en todas las contradicciones que encuentro, yo de nuevo encuentro muchas cosas útiles. Yo admiro mucho más a un niño descalzo, que a un niño rico y bien vestido. Este niño pobre es ideal, porque con él puedes conversar, él es modesto; en el niño vestido hay formas externas no sinceras, a través de las cuales él quiere mostrar que no es simple. Encuentro a un hombre borracho que se ha emborrachado mucho. Él se disculpa y dice: “Disculpe usted, señor, yo soy un burro, me he emborrachado bien”. Le digo: “Tú no eres un burro, porque el burro no bebe, pero eres un hombre sincero por lo cual y te respeto”. A veces el hombre, cuando se emborracha, puede volverse un burgués, porque el hombre trabajador nunca se emborracha. Todos los borrachos son burgueses.
Y así, regresemos hacia Dios y vivamos sin la religión del odio, la envidia y el amor interesado. Con esto no quiero decir que se debe echar la religión, que exista la lucha de clases, porque y ésta es tan necesaria como son necesarias aquellas lombrices que trabajan el terreno. El labrador dice: “He arado el campo”. – No, tú no lo has arado, sino estas lombrices que viven profundamente en la tierra. Así y en la lucha de clases, los proletarios, los burgueses, son las lombrices que han trabajado muchos años y han oxidado el terreno. Después de esto vendrán a los ángeles con sus arados, sembrarán este terreno y dirán: “Habéis trabajado suficientemente, nosotros os agradecemos porque tenéis por miles de años qué comer y beber, y seréis todos hermanos”. Los cristianos dicen que durante estos tiempos bienaventurados estarán en el paraíso, los turcos dicen que tendrán montañas enteras con pilaf (arroz cocido – n.d.t.), etc. ¡Qué idilio es esto – pilaf sin cupón! Cristo, sin embargo, dice: “Yo he venido videlina al mundo”, y la videlina es el sentido de la vida, ésta es un alimento para la mente, el alma y el corazón. Esto significa que estéis contentos dentro de sí mismos, saciados en la vida, y que tengáis energía y deseo de trabajar en la vida. Ahora, cuando regresáis a casa, empezaréis a filosofar: “¿Puede el hombre vivir sin una religión?” Cuando el Señor creó el mundo no había religión. La religión apareció en el mundo cuando llegó el diablo. Antes de esto la gente vivía en Amor y cada enseñanza que no era dirigida por el Amor, no era reconocida como Divina. Según yo, la religión es un sanatorio, un hospital, para gente enferma es la religión. Cuando una muchacha se decepciona de la vida, y cuando el muchacho pierde a su bien amada, ellos se hacen religiosos. Por lo tanto, toda la gente religiosa son burgueses en quiebra, y aquella gente, que sirve a Dios por Amor, está es gente sin religión. A estos que están en el hospital, no les aconsejo salir de éste antes de tiempo, y si quieren salir, tienen que preguntar al médico si es tiempo para esto, si su organismo funciona correctamente; y si el médico les permite, que entren en el camino ancho de la vida, donde se vive sin religión. “Sois libres” – tiene que decir él –, os firmará un certificado para que seáis libres. La iglesia por ahora es un hospital, y los sacerdotes y los predicadores son los siervos y los médicos. Ahora, a algunos de vosotros les espera salir del hospital. Y yo estoy a su puerta. Aunque soy un predicador no llamado por nadie, un profeta sin monedero, os voy a preguntar: ¿Os fue agradable la vida en el hospital, comprendisteis vuestra lección ahí? Diréis: “¡Ay!, nos quebraron estas inyecciones”. El médico dice: “Un hombre que no vive en Dios, probará nuestras inyecciones y vivirá en el hospital”. Yo digo: No traigo ningunas inyecciones, cuchillos, ninguna farmacia tengo, bolsa no llevo, pero respirad aire puro, mirad hacia arriba, no caminéis en la obscuridad, que el Sol os caliente, para que no entréis de nuevo en el hospital. Si entráis de nuevo en el hospital ya es peligroso, porque la situación se complica. El doctor aparecerá, utilizará todos los medios científicos, mirará cómo la temperatura constantemente aumenta y el enfermo ya va a la quiebra, y le sacarán del hospital. Con una temperatura tan alta no hay vida, sino que le meterán en la habitación de autopsias, le abrirán el cerebro, el estomago, los intestinos, y mirarán por qué causas le despidieron. Cristo dice que se puede vivir y sin termómetros. No os inquietéis de esto – lo que es útil en la vida y lo que no – todo es útil, pero dejemos de pensar que la vida está solo en el hospital. Hospital, iglesia, sala de conciertos, escuela, éstas son cosas pasajeras, mas la vida sobreentiende algo mucho más serio dentro de sí. En la vida verdadera no debe haber ninguna inquietud, sino un trabajo constante.
Con tres palabras os voy a determinar esto lo que Cristo dice: tortura, afán y trabajo. Algún alumno dice: “Mucho me he torturado hasta que entré en el bachillerato, mucho me afané hasta terminarlo”. Después de que os torturéis y afanéis, viene el trabajo – esta es la Enseñanza que ahora os estoy predicando. A estos que se torturaban, digo que no se torturen más, sino que se afanen. A estos que se torturaban y afanaban, digo: “No debéis torturarse y afanarse más, sino vengan a mí, yo os enseñare a trabajar”. Estas son las palabras de Cristo, quien dice en el versículo citado: “Yo, mi Espíritu, vendrá para enseñaros lo que tenéis que hacer”. Ahora es el momento para que estos que han terminado la escuela se detengan, que muestren su certificado o su diploma, porque antes de esto eran ignorantes. Hoy, en todas partes en el mundo piden diplomas; si no tienes tal, no puedes llegar a ser ni maestro, ni ministro, ni juez, etc. La vida futura no será una vida del pasado. Cristo dice: “Para el futuro no habrá necesidad de certificados”, sino que la vida presente servirá como una base de la futura, trabajará formas nuevas, y nosotros sabemos cómo serán estas formas: hermandad en Amor.
Y así, aquellos que no han entrado en la escuela y no conocen la luz, se van a torturar y afanar. Pocos son estos los que trabajan, ellos son solo unos cuantos poetas, pintores, músicos. El trabajo es que no tengan absolutamente ninguna inquietud en su mente. Cristo dice: “Yo os traigo Amor Divino, entrad en él, manifestad vuestro cariño, y entonces el Espíritu llegará, entrará en vosotros y vosotros comprenderéis el sentido interno de la vida”.
Traducido por Rayito y Dimitar