Espiritualidad Cuando El Hombre Creó Al Dios por Maite Barnet.

Maite Barnet

el hombre desde el inicio

Somos seres espirituales si aceptamos que somos un espíritu encarnado en un cuerpo. De eso nadie duda, pero ¿Qué es la espiritualidad? ¿de dónde surge? ¿Cómo la abordamos?…

Desde el inicio de los tiempos, desde que el hombre fue capaz de diferenciarse de su entorno y de los otros seres creados y sentirse a sí mismo, la búsqueda de un significado que dé respuesta a su realidad existencial a su posición en el universo y al sentido de su vida ha sido una constante y lo sigue siendo en nuestros días. Muchas han sido las maneras de buscar esta respuesta, en la naturaleza, en el firmamento y los astros, en la vida misma… y por muy diversas que sean las épocas y las culturas o las localizaciones geográficas en que esta pregunta se formule siempre hay una base común a la posible respuesta. Algo superior, innombrable, inicialmente no cognoscible y difícilmente abordable rige de alguna manera nuestras vidas y nuestros destinos. Situamos siempre esta respuesta fuera de nosotros, delegamos en algo o en algo la responsabilidad de nuestras vidas y nuestros actos.

símbolos de reiki

Sea como fuere que sucediera, el hombre creó a Dios o a los dioses a su imagen y semejanza.

Algunos pensaran que es una barbaridad lo que estoy diciendo pero lejos de intentar mofarme o de buscar una respuesta irónica, siento que de alguna manera esto fue así, porque solo desde el hombre mismo, desde la vida y la forma que conoce, desde el mundo que domina puede el ser humano explicar y explicarse, entender, que no comprender, y dar una forma o una realidad a ese supuesto ser, energía, pensamiento , fotón o como sea que queramos o podamos llamarle en cada momento histórico y en cada contexto.

Los primeros humanos en sentir la sensación de pequeñez, indefensión y soledad respecto al universo sintieron miedo y ese sentimiento, esa emoción es lo que ha dado forma y sentido a todas las religiones y a todas las formas de acercarse a buscar esa respuesta.

Y fue el hombre quien inventó a Dios y le confirió todas las cualidades humanas magnificándolas, elevándolas a la máxima potencia y dotándole de una autoridad que le permitía dominar, gobernar y regir el destino de los hombres. Fue así como Dios se convirtió en vengador, castigador, severo, dominador y mantuvo a los nombres empequeñecidos, acobardados y sumisos. Dios o los dioses empezaron a hablar con voz humana, a manifestar condiciones humanas a regir la vida de los hombres desde el punto de vista de los mismos y unos pocos, aquellos que supuestamente conectaban, canalizaban o de alguna u otra manera podían acercarse más a esa realidad humanamente creada asumieron el papel de sumos sacerdotes, maestros gurúes, guías y profetas y adquirieron poder prestigio y dominio sobre sus iguales. El miedo, el eterno miedo, esa emoción común a los seres vivos, necesaria para la supervivencia y la conservación de las especies se erigió en Dios, se infiltró en las conciencias y dominó al mundo.

Igual que fue creado un Dios fue creado también su contrario, como contrapunto para poder tener en dos platos de la misma balanza las acciones humanas, sopesarlas, juzgarlas y posicionarlas. Igual que fue creado un bien a imagen de los hombres, fue creado un mal también a su semejanza y surgió la separación, la culpa y toda la amplia gama de emociones que manifestamos para escondernos, expresarnos, castigarnos y relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.

Y el mal, el demonio o los demonios se expresaron también con voz humana.

Y en ese contexto de bien y mal nos encontramos todos desde hace miles y miles de años. Muchas son las maneras como se ha plasmado esta visión dual del mundo y la vida, pero siempre, debajo de todas y cada una subyace una misma idea, la necesidad de explicar y explicarnos la necesidad de comprender y comparar. Surgió el bien y el mal, la luz y la oscuridad, y muchas religiones, filosofías, dogmas e incluso modas alrededor de esa misma idea. Modos de vida, modos de dominio, modos de imponer una visión y una manera de entender, de someter, de adoctrinar y de intentar ser portadores de verdades absolutas o verdades únicas. La verdad, esa que no podemos conocer, que no podemos comprender, que no podemos alcanzar y que ni siquiera sabemos si existe, se expresó también con voz humana.

Y en nombre de la voz humana se mató, se juzgó, se sometió a pueblos y culturas, se mantuvo y mantiene como corderos a muchos seres marcándoles en todo momento que es lo que deben hacer, como deben actuar, como deben pensar incluso en nuestros días.

La historia nos permite ver cómo han ido evolucionando esas ideas, esas normas esos dogmas desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días. Y hoy en nuestro tiempo, de cambios, de grandes despertares, de ascensión y de luz yo, me pregunto si algo ha cambiado en realidad y entiendo a mi manera de ver que estamos una vez más ante los mismos lobos, con otras pieles, ante el mismo miedo revestido con otras cualidades y otras características también humanas y otros hombres intentan adoctrinarnos acerca de cómo debemos comportarnos, pensar y sentir en esa supuesta nueva era.

Se han cambiado los púlpitos por los videos en internet y las publicaciones, hemos entrado en la época del monologuismo espiritual y seguimos creyendo supuestas verdades muchas veces sin pararnos a pensar ni a reflexionar lo suficiente, sintiendo que si las seguimos seremos mejores, nos salvaremos, alcanzaremos esa ascensión, esa iluminación, seremos de alguna manera mejores que algunos de nuestros semejantes, esos que no despertaron… y de alguna manera también trascenderemos el miedo.

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Y ahora en nuestros tiempos en que la ciencia intenta explicar a Dios y tal vez se acerque un poco más a lo que pudiera ser la realidad de la energía, que lo conforma todo al menos hasta donde sabemos y conocemos en la actualidad. Dios podría tal vez dejar de hablar con voz humana para expresarse en forma de ecuaciones matemáticas, formulas físicas y estados que de alguna manera superan los conceptos hasta ahora conocidos. Ahora en nuestros tiempos surgen con fuerza rituales antiguos, dioses olvidados, seres extraterrestres que nos tienen dominados y se ejerce una enorme fascinación a través de los medios. Surgen las nuevas cruzadas, los mercaderes del bien y del mal, los vendedores de verdades y los guerreros que nos incitan a luchar a cortar y a acabar con todo ciento de seguidores fascinados, aborregados y necesitados de esa tutela a la que el propio ser humano se ha sometido desde el inicio de los tiempos.

Y hoy, en nuestros días, Dios sigue expresándose con voz humana mientras algunos hombres pretenden expresarse con la voz de Dios.

Y el miedo, el eterno miedo sigue extendiéndose…

Pensemos, sintamos, parémonos antes de seguir a unos y a otros y posicionémonos desde nuestro sentimiento más profundo en la búsqueda de esa verdad a la que difícilmente podremos alcanzar, pero no por ello debemos ignorar o menospreciar

Que el miedo no sea combatido con el miedo.
Que las palabras sirvan para acercarnos y no para marcar esa separación.
Que el discernimiento sea nuestra mejor herramienta…

Autor: Maite Barnet

 

 

 

 

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