Filosofía de la libertad Rudolf Steiner (6) La imaginación moral

José Contreras

Rudolf Steiner: Filosofía de la libertad. La imaginación moral.

Introducción: La imaginación moral

Continuamos con la presentación de la obra de Rudolf Steiner: Filosofía de la libertad. La imaginación moral. La idea, como lo hemos señalado antes, es motivar a leer la obra completa, en esta parte estamos comentando el capítulo XII.

Hay mucho más en el texto original de lo que se presenta aquí.

En esta parte, Rudolf Steiner pasa del trabajo con el pensamiento al de la acción, lo que implica la imaginación moral. Steiner quiere demostrar que la libertad no es una ilusión, por el contrario es una meta que debe alcanzar todo ser humano.

Sin embargo, esto no se logra por el solo hecho de estar vivo. Hay que trabajar.

Aquí nos vamos a aproximar a la comprensión de lo que es la libertad, que es un esfuerzo que todo espíritu no-libre debe hacer para convertirse en un espíritu libre.

Hay que diferenciar entre el espíritu libre y el espíritu no-libre.

El espíritu no-libre

El espíritu no-libre elige de su mundo de ideas las que corresponden:

  1. A sus experiencias pasadas. El espíritu no-libre quiere repetir sus experiencias exitosas o no, pero de las que ya conoce el resultado. Este es el caso típico del trabajador que sabe hacer algo muy bien, pero solo sabe hacer eso. Es alguien que tiene mucha experiencia en un tipo de actividad y no se atreve a aventurarse en otros caminos.

Muchas veces pensamos solo en los obreros que se hacen expertos en cumplir ciertas actividades en una fábrica, pero esto también puede ser el caso de un intelectual.

Por ejemplo, el docente que ha pasado veinte años dando una asignatura y se ha hecho experto en dar charlas sobre el tema, pero si alguien que asistió a sus cursos hace cinco años regresa, se dará cuenta que es la misma charla, con los mismos chistes, los mismos ejemplos y las mismas preguntas.

Por ejemplo, el docente que ha pasado veinte años dando una asignatura y se ha hecho experto en dar charlas sobre el tema, pero si alguien que asistió a sus cursos hace cinco años regresa, se dará cuenta que es la misma charla, con los mismos chistes, los mismos ejemplos y las mismas preguntas.

2. A las experiencias de otros. En este caso, el espíritu no-libre considera que si otro ha hecho algo y ha tenido reconocimiento, tiene la validez suficiente para tomarlo como ejemplo a seguir. Esto es normal en el caso de un niño que imita a su padre cantante. Pero si posteriormente, siendo joven, quiere ser cantante y mantener el estilo de su padre, está dependiendo de esa imagen.

3. A los consejos de las autoridades. En este otro caso, el espíritu no-libre buscará a una autoridad académica, religiosa o de otro tipo que le diga lo que hay que hacer.

4. A los mandatos de Dios. En esta ocasión, buscará lo que dicen los libros sagrados y actuará de acuerdo a lo que ordenan esos textos.

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La persona de espíritu no-libre entiende que debe depender del Estado, de sus padres, de sus hermanos, de autoridades eclesiásticas o de libros religiosos o de expertos que le dicen que es lo que debe pensar y como se debe comportar.

La persona de espíritu no-libre entiende que debe depender del Estado, de sus padres, de sus hermanos, de autoridades eclesiásticas o de libros religiosos o de expertos que le dicen que es lo que debe pensar y como se debe comportar.

El espíritu libre

El espíritu libre toma en cuenta sus experiencias anteriores, las experiencias de otros, los consejos de las autoridades o lo que está escrito en libros, pero él sabe que eso ha sido elaborado por otros seres humanos y que la decisión final es suya y no de esas otras personas.

Sabe que esas otras personas llegaron a esas conclusiones usando el pensamiento y sabe que él también tiene la capacidad de pensar.

El espíritu libre no actúa por el premio o el castigo que le darán si cumple o deja de cumplir con determinados conceptos. No busca aparentar que es un buen ciudadano. Él tiene su concepto de buen ciudadano y actúa conforme con su concepto independientemente de si lo observan o no.

El espíritu libre no solo tiene el concepto, sino que sabe imaginar cómo se aplica a las situaciones concretas.

El espíritu libre no se limita a imaginar las acciones concretas, actúa de la mejor forma posible y aprende de sus errores. Es decir, la imaginación moral necesita de la acción creativa eficaz.

Es el profesor que no se limita a repetir sus clases de la misma manera año tras año. Sino que él mismo aprende con cada clase que dicta y logra formas más adecuadas de enseñar.

Es el obrero que no se limita a hacer su tarea lo mejor posible, si no que busca otros usos para las tareas que hace.

Él sabe que así como otros seres humanos han creado las formas de actuar que él percibe, él también puede ser un creador.

En definitiva, él espíritu libre crea sus propias leyes.

El espíritu libre toma en cuenta sus experiencias anteriores, las experiencias de otros, los consejos de las autoridades o lo que está escrito en libros, pero él sabe que eso ha sido elaborado por otros seres humanos y que la decisión final es suya y no de esas otras personas.

Él Espíritu libre sabe que él puede crear, a partir del mundo existente, un mundo de nuevos valores. Son valores nuevos, pero no fundamentados en fantasías, sino en las necesidades reales del mundo de hoy.

En vez de estar en rebeldía contra el mundo, se pregunta cómo puede responder en forma armoniosa y con valentía.

Es alguien que tiene el coraje de ser diferente, cuando considera que es necesario. Pero no trata de ser diferente para llevar la contraria, sino para lograr las metas propuestas.

Esto implica tener motivos propios. O, dicho en otras palabras, crearse las necesidades.

Si la persona descubre que es importante aprender idiomas, se creará la necesidad de aprenderlo. Si considera que es necesario desarrollar la sensibilidad, se creará la necesidad de aprender música o pintura.

La necesidad de ser un espíritu libre también hay que crearla y hay que aprender a crear el concepto y realizar las experiencias necesarias. Se van a cometer muchos errores. En muchos casos, va a descubrir que no es un espíritu libre.

Pero lo va a seguir intentando. Muchas veces descubrirá que está siguiendo a otros. Pero aún en esos casos, se impondrá la necesidad de agregar algo propio.

El espíritu libre sabe que los conceptos son universales, pero que por medio de la sensibilidad los hace propios, únicos.

El espíritu libre estudia, aprende. No teme adquirir conocimientos y técnicas de otros. No pretende ocultarse en su ignorancia para decir que eso le permite ser original.

Esto implica tener motivos propios. O, dicho en otras palabras, crearse las necesidades. Si la persona descubre que es importante aprender idiomas, se creará la necesidad de aprenderlo. Si considera que es necesario desarrollar la sensibilidad, se creará la necesidad de aprender música o pintura.

Si va a elaborar una pintura, quiere conocer todo lo que la humanidad ha adquirido sobre las técnicas. Reconoce que todas esas técnicas han sido aportes de gente que se ha atrevido a aprender de otros y a llegar más lejos.

Los espíritus libres también quieren aportar. No descubriendo nuevamente lo que ya está descubierto. Pueden aportar porque se han hecho especialistas en algo y saben que cualquier paso que den, a partir de ese conocimiento, es un aporte a la humanidad. Aunque sea pequeño.

Este es el aporte moral. Ofrecer algo nuevo. Primero para sí, hacer algo que no había hecho antes y una vez convertido en experiencia ofrecérselo a quienes quieran aprenderlo.

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    En definitiva, él espíritu libre crea sus propias leyes: usa la imaginación moral.

Esto es imaginación moral. Cuando se es creativo se entiende que todo lo creado socialmente ha sido hecho por algún ser humano concreto. Entonces en vez de tomar la posición pasiva de ser receptores de lo que ya está dado por la sociedad, poder tomar la posición creativa de aportar algo nuevo a la sociedad.

Conclusión: la imaginación moral

Primero tenemos que imaginar que podemos ser creativos, luego comenzar a prepararnos para realizar algo concreto. Después tenemos que observar nuestro proceso.

Reconocemos que nuestra voluntad es libre y que podemos crearnos la necesidad de ser creativos y dar un aporte a la humanidad. Sabemos que somos responsables de todos nuestros actos.

Constantemente aplicamos principios que creó alguien, no sabemos quién y tampoco importa.

Cuando creamos un nuevo valor o una nueva forma de actuar, no debemos preocupemos por si seremos reconocidos o no. Nuestro premio está en que con nuestra capacidad de pensar ya hemos entrado al mundo espiritual.

La importancia de la imaginación moral es que nos hacemos responsables de nuestros pensamientos, sentimientos y actos. No solo como seguidores, sino como verdaderos creadores cósmicos.

Referencias

Rudolf Steiner. Filosofía de la libertad. Capítulo XII La imaginación moral.

 

José Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org

 

 

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