El fin es el sendero: Se hace camino al andar
Cuántas veces escuchamos a los abuelos o a los adultos de nuestra época decir: se hace camino al andar…era el tema de una canción famosa de ese entonces pero tenían mucha razón.
Existen varias aproximaciones respecto al sendero, en este caso al sendero emocional y espiritual. Por ejemplo, algunas tradiciones de oriente afirman que se debe hacer mérito o acciones positivas para llegar a un fin último como puede ser en el caso de la tradición del Budha la iluminación, en el caso de las culturas cristianas de occidente el cielo o el infierno.
un punto de vista desmotivador
Son aproximaciones interesantes pero que en algunos practicantes funcionan como algo desmotivador, y abandonan la empresa del desarrollo emocional y espiritual por esa simple razón.
La realidad es que existe otra aproximación en la que se dice que el sendero mismo es el fin, el camino y cómo lo transitas es lo que cuenta, de alguna manera no tienes que esperar hasta la vejez o morir para hacer algo edificante, lo haces a diario, acumulas mérito y resultados de tu práctica cada instante, y de alguna manera como en algunos contextos se entiende acumulas Karma puntos, es decir estas siempre abonando a la cuenta del karma, a cada instante, cada hora, cada día. Más de manera edificante que no constructiva.
El objetivo es disfrutar el camino, si vas a viajar muy lejos buscas algo que te haga más llevadero el tiempo que te tomará llegar allí ¿no es así?, es lo mismo en el camino espiritual y emocional, trabajas de manera gradual en el recorrido de tu vida para llegar a la meta simplemente en paz, con entendimiento profundo del desempeño vital.
como vives es como mueres
Es así como algunos maestros afirman que la manera en la que vives es la manera en la que mueres, si llevas una vida tranquila, armoniosa, vigilante en tu desempeño de mente, palabra y cuerpo no habrá razón para no morir en paz, con cuentas saldadas y ciclos cerrados. En cambio si vives de manera egoísta, acumulando ira, resentimiento y envidia el resultado será una muerte atormentada y en muchas ocasiones con enorme arrepentimiento y sufrimiento debido a los daños cometidos.
Lo anterior no es razón para volvernos monjes en este instante, o irnos a meditar de inmediato a una cueva en una montaña, es solamente una llamada de atención para disponernos a trabajar de manera continua, disciplinada y perseverante en lo que hacemos, vamos llenando nuestro mundo con gotas de mérito día a día.
destruir hábitos no constructivos
Claro que implica renunciar a algunas cosas que nos son detrimentales, pero a la vez vas destruyendo hábitos no constructivos que te generan sufrimiento, por ejemplo, en esta aproximación se trabaja con antídotos a lo que sucede donde la vida diaria, es tu laboratorio, en el caso del enojo comienzas con analizar la razón del mismo, los casos que lo detonan, como reaccionas en las diferentes experiencias y aplicas el antídoto de la paciencia, que será genuina si es resultado del entendimiento y análisis del mismo.
Para una mente egoísta se puede aplicar la compasión o el entendimiento profundo del sufrimiento del otro, para la pereza el esfuerzo gozoso, para la envidia el reflexionar en los grandes logros de los otros, para los celos el desapego, para la ignorancia el ver las cosas tal como son sin proyectar ideas propias y equivocadas en el otro o los otros.
no esperar el morir para hacer algo edificante
En fin, solo nosotros tenemos la decisión final y el libre albedrio para escoger como vivir, pero el concebir a la vida misma como el camino o el laboratorio de crecimiento personal es una buena opción, cuando menos te lo esperas descubres que has avanzado bastante en el transcurso del tiempo y que en cada momento vas cosechando paz, prosperidad, confianza, amistades genuinas, contacto con maestros calificados y no tienes que esperar a morir para recibir algo bueno, en realidad lo vas recibiendo a cada paso en el sendero de tu vida, trabajas y cosechas en cada momento, entonces ahora si podemos concluir que es totalmente cierto que, no es el fin lo que importa sino hacer camino al andar..
AUTOR: Pilar Vázquez, colaborador de la gran familia de la Hermandad Blanca