Ingeniería cognitiva: diseñando a un ser humano.

La ingeniería es el culmen del ingenio humano y está enmarcada en las actividades de investigación y desarrollo. Mientras que la ingeniería cognitiva nos permite realizar transformaciones, la ingeniería genética nos evidencia cómo se realizan las transmutaciones. Un ingeniero humanista es aquel que se ha preguntado qué es la mente,  qué es la inteligencia, cómo aprenden las personas, cómo estructuran sus acciones.

Han sido siete las llaves las que abren la puerta de entrada a los misterios, requiriendo de tres cerraduras para abrirlas. Aunque cada llave ha de hacerse girar siete veces, una sola vuelta revela inconcebibles avenidas de eventual comprensión. En el reino humano se halla la clave que abre la puerta a una más amplia interpretación, puesto que permite la entrada a los tres primeros reinos de la naturaleza. Esas tres cerraduras en el ser humano son la mente abstracta, la mente práctica y la mente concreta.

La mente es la actividad radiactiva de todos los átomos, sus características son: discriminación, actividad ordenada, poder transmutador y adaptabilidad. Esta última es el primer atributo de la Inteligencia. En el ser humano la mente abstracta es el agente por medio del cual la Voluntad implicada formula sus planes y propósitos que se cristalizan en una forma por medio de la mente concreta. Primero el concepto abstracto, luego el símbolo para manifestarse en la forma y finalmente la forma misma. Tal es el proceso para los Dioses y los hombres y en él se halla implicado el secreto de la mente y su lugar en la evolución.

Este artículo tiene como propósito actualizar  la información dada en Tratado sobre fuego cósmico, a la luz de la ciencia cognitiva, el pensamiento sistémico, la psicología arquetípica y la física cuántica, por lo tanto se le pide al lector que vaya contrastando la información aquí dada sobre ciencia, tecnología e ingeniería, con la aportada por el Maestro tibetano hace cien años.

La llave astrológica nos abre el camino de comprensión de nuestro ser en relación con el planeta, el sistema y el cosmos. En la nueva  Cosmología, la totalidad, denominada el Biverso, es la consecuencia / subproducto de una tensión  entre los átomos y la materia oscura. Según la cosmología, en el principio existían dos cristales de materia oscura que se rompieron y dispersaron en el Big Bang: el Yin/Yang expresado a través de los cristales de diseño y de personalidad. La aparición de los átomicos también dio lugar a los neutrinos, las partículas más abundantes.

El océano de neutrinos, producido por todas las estrellas vivas, es filtrado por los Cristales de Conciencia. Todo ser vivo está dotado de dos cristales de conciencia: el cristal de diseño, un aspecto del Yin original que transforma los datos del neutrino en cuerpo y vida – y el cristal de la personalidad, un aspecto del Yang original que transforma los datos del neutrino en el potencial de la conciencia auto-reflectante. Hay un tercer y crucial elemento en la estructura del ser de nueve centros que mantiene unido tanto al Biverso como a nosotros, denominado el monopolo magnético.

Estos tres elementos están ubicados en puntos específicos de nuestro cuerpo. El monopolo magnético está asentado en el esternón y nos mantiene en la ilusión de nuestra separación brindándonos nuestra dirección de por vida. Los otros dos se encuentran en el cerebro.

La astrología es esencialmente la más pura presentación de la verdad interior, porque es la ciencia que trata de las fuerzas y energías que condicionan,  rigen y actúan a través del espacio. La Vida llega a nuestro planeta desde las siete estrellas de la Osa Mayor por ser la fuente de los siete rayos de nuestro sistema solar. Tres rayos generarán las longitudes de onda que dan forma a nuestros cuerpos. Las energías que proceden de la Osa Mayor están relacionadas con la Voluntad, las energías de Sirio con la Sabiduría y las energías de  las Pléyades con la Inteligencia. Acá determinamos por cuál de los cuadrantes del universo es que el alma ingresará al planeta Tierra.

La llave sicológica nos ha permitido comprender la función del alma en el mecanismo, el uso que se hace de la mente para el conocimiento, así como la importancia de la comprensión para hacer la transición del conocimiento a la sabiduría.

Los siete rayos son la personificación de siete tipos de fuerza que nos demuestran las siete cualidades de la Deidad. El Ser Solar se manifiesta por medio de tres rayos mayores y cuatro rayos menores. Cada cuerpo en el que el Espíritu funciona tiene como punto focal en cada plano, un átomo compuesto de materia del subplano atómico de cada plano. Este átomo sirve de núcleo para distribuir fuerza, conservar las facultades, asimilar la experiencia y preservar la memoria. Los tres rayos de un ser humano son el espiritual, el del alma y el de la personalidad. Los tres átomos son el físico, el emocional y el mental.

Uno de los primeros intentos por describir, comprender y explicar integradamente a las ciencias cognitivas, lo hizo Howard Gardner​ en 1985 con su célebre libro: La nueva ciencia de la mente. Una historia de la revolución cognitiva. La cognición es la facultad de un ser vivo para procesar información a partir de la percepción, el conocimiento adquirido (experiencia) y características subjetivas que permiten valorar la información. Consiste en procesos tales como la atención, la percepción,  la memoria, el aprendizaje,  la resolución de problemas, la toma de decisiones, los sentimientos. El ser humano tiene la capacidad de conocer con todos los procesos mencionados.

En diseño humano podemos ver la relación mente/cerebro en la comunicación que se establece entre la neocorteza y el tálamo. La mente es al cerebro lo que el programa es al ordenador. El cuerpo es el computador, la mente es el usuario, el alma es el servidor. Empezamos a diseñar así los circuitos que harán circular la energía de los siete rayos.

La llave arquetípica la encontramos en el tarot. Los símbolos los estudiamos desde el lenguaje y su capacidad para crear mundos. Es gracias a imágenes mentales como hemos podido comprender el funcionamiento de un ser humano. Los arquetipos son conceptos en sí mismos, la sustancia con la que trabaja la mente.

Los arcanos del tarot fueron transmitidos por Ra de manera oral a los sacerdotes egipcios, quienes plasmaron la información en imágenes en una de las cámaras de la Pirámide de Guiza.

Los complejos conceptos que contienen los arcanos se agrupan en series de siete para la mente, el cuerpo y el espíritu, conformando una matriz de 7×3 para un total de 21 cartas. La carta número 22 es la de la elección. Inicialmente era una matriz de 3×3 con arquetipos llamados matriz, potenciador y catalizador. A las cartas 5, 12, 19 se les conoce como significantes y a ellas da significado la decisión tomada por la carta 22. El significante mantiene una alianza con el espíritu, según la cual éste se manifiesta en ciertos casos por medio del pensamiento y de la acción del aprendiz.

En diseño humano las 21 cartas del tarot, son las que hacen parte los centros de conciencia: ajna, esplénico y solar, mostrando el camino iluminado que sigue la personalidad, para tomar una decisión en la puerta 22. Empezamos con estas 22 imágenes a configurar la mente arquetípica.

La llave matemática nos fue dada por el libro de las mutaciones. Esto es especialmente fascinante debido a su similitud matemática con el código genético. El ADN se compone de dos cadenas de nucleótidos, una cadena es un reflejo perfecto de la otra. Este patrón binario es también la base del Yin y el Yang del I Ching. El código genético también se compone de cuatro bases, que se organizan en grupos de tres. Cada uno de estos químicos las agrupaciones se relacionan con un aminoácido y forman lo que se conoce como un codón. Hay 64 de estos codones en el código genético, de manera similar, en el I Ching sólo hay cuatro permutaciones básicas de yin y yang, que también están dispuestos en grupos de tres conocidos como trigramas.

Actualmente la genética nos ha permitido comprender el origen de las mutaciones y la ingeniería nos ha llevado a comprender la clonación. Se da el nombre de mutación genética o molecular a los cambios que alteran la secuencia de nucleótidos del ADN. Estas mutaciones en la secuencia del ADN pueden llevar a la sustitución de aminoácidos en las proteínas resultantes.

Hay un lugar en el ADN cuyo único propósito es el de activar el despertar espiritual. La clave genética 55 describe ese lugar y, además,  permite contemplar y catalizar ese proceso. La  clave genética 55 y su hermana en la transmisión, la clave genética 22, encarnan los más poderosos y penetrantes mensajes de las mutaciones, llevándonos de la transmutación a la transfiguración.

En términos genéticos la 55 es histidina y la 22 prolina. En términos morales la 55 es abundancia  y la 22 es gracia, belleza. La 55 describe la fuerza evolutiva que se mueve desde la materia al espíritu, y la 22 describe la fuerza involutiva que transita desde el espíritu a la materia. La suma de estas dos claves genéticas captura la quintaesencia del Gran Cambio. En su nivel superior, la  clave genética 55 es el código elevado de liberación de la consciencia y la clave 22 nos llevará a ver belleza en todo. El cambio que se avecina, en el 2027,  precipitará el final de la era en que el individualismo del YO dará paso a la colectividad del NOSOTROS, el nacimiento de los senseits: seres intuitivos.

Así empezamos a estructurar el código genético a partir de los codones, empieza la diferenciación entre el ARN y el ADN, entre información genética y conciencia celular.

La llave fisiológica nos fue dada por la cábala. Los médicos que quisieron penetrar en el misterio del cuerpo humano, primero desde la anatomía y luego desde la fisiología. Primero como un árbol (el de la Vida), luego como un templo (el de Salomón), posteriormente como un castillo (el de Camelot) y actualmente como un auto con su conductor y pasajero.

El árbol de la vida es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo. Está compuesto por 10 esferas (sefirot) y 22 senderos, cada uno de los cuales representa un estado (sefirá) que acerca a la comprensión de Dios y a la manera en que él creó el mundo, allí surgen la diversidad de nombres dados a Dios. El trabajo de las tres primeras sefirás  corresponde al impulso del alma, el del segundo grupo de sefirás corresponde al impulso de la mente-deseo, emanado conscientemente de la chispa cerebral del ser humano. La tarea de los tres últimos se termina cuando la forma mental, ya revestida de materia astral y mental, se hace objetiva en el plano físico. A través de ellos actúan los 9 archivadores del karma. Tres más completan el árbol de la vida que conocemos actualmente como ADN: la chispa divina.

Tenemos así doce capas que conforman el ADN: tres capas de base (Genoma, Torah, Merkaba), tres capas de divinidad humana (Aleph, Adonai, Yahvé), tres capas lemurianas (Elohim, Akasha y Shekinah) y tres capas divinas (Vayikra, Chochma y El Shadai). Cada centro regula el paso de cierto tipo de energía información y para ello hace uso de las compuertas y los canales. Un canal es un ducto a través del cual pasa corriente (agua o fuego). Cuando están de negro son carreteras, avenidas, cuando están en rojo son túneles.

La llave metafísica nos  fue dada por el Yoga, que busca la purificación mediante el aire y el fuego.

El objetivo subyacente en todo trabajo de laya yoga está basado en el hecho de que la energía de las células que componen el cuerpo o el aspecto materia  «fuego por fricción», debe ser fusionada con el fuego de la conciencia. Este último es energía presente en la materia y, sin embargo, diferente del fuego de la materia misma, que subyace en el sistema nervioso, y debido a lo cual produce sensibilidad y percepción. Como bien se sabe, es causa de la respuesta al contacto y confiere la capacidad de registrar impresiones. Este fuego es llamado técnicamente «fuego solar» y cuando se fusiona con el fuego de la materia y con el «fuego eléctrico» del más elevado aspecto divino, entonces el ser del hombre llega a su plena manifestación y el gran trabajo es consumado.

El agni yoga se centra en el proceso de quemar o destruir (parcial o completamente) cualquier obstáculo que se encuentre en la columna vertebral que podría impedir la libre ascensión del fuego en su base, llamado comúnmente fuego kundalini, mantenido estático, latente y en potencia en el centro más bajo. Ésta es «la serpiente dormida que debe ascender y desenroscarse». Cada centro de la columna vertebral está separado del de abajo y del de arriba por una red protectora entrelazada, compuesta de una curiosa mezcla de sustancia etérica y gaseosa. Ésta tiene que ser quemada y disipada antes de poder actuar libremente los fuegos del cuerpo. Existe una completa malla de nodos y centros y constituye la sutil contraparte de los sistemas nervioso y endocrino.

Los centros funcionan cual central hidroeléctrica en la que se utiliza energía hidráulica para la generación de energía eléctrica. Son el resultado actual de la evolución de los antiguos molinos que aprovechaban la corriente de los ríos para generar energía. El agua pasa por varios estanques antes de seguir fluyendo: hay que abrir camino entre los embalses o represas.

El ser de nueve centros es una conciencia binaria.  El cristal de diseño está asentado en el cerebro y es la inteligencia operante que mantiene nuestro cuerpo. El cristal de la personalidad está asentado sobre el cuero cabelludo y es la inteligencia que reconocemos como “lo que pensamos que somos”. Para ilustrar todo esto, se puede asociar el cristal del diseño al Vehículo (o cuerpo), el monopolo magnético al Conductor y el cristal de la personalidad al Pasajero. Uno de los mayores potenciales del Diseño Humano es el despertar de la conciencia del pasajero: la autoconsciencia.

La ciencia occidental ha permitido penetrar la materia y comprender el funcionamiento del interior del átomo. Gracias a la física cuántica hemos podido relacionar al observador con lo observado, al ser humano con el átomo. Así establecemos en el organismo los patrones de fuego-agua y tierra-aire requeridos.

La llave geométrica nos da la entrada al mundo del diseño, proponiéndonos  ir más allá de lo alcanzado por la intuición. Nos aporta los elementos conceptuales que junto con los visuales nos permitirán realizar una representación de nuestras figuras literarias, dando forma a nuestro diseño en un plano. Los elementos conceptuales son: punto, línea, plano y volumen. Los elementos visuales son: forma, tamaño, color y textura.

Detrás de toda forma existe una vida subjetiva conocida por su cualidad, color y atributos; La conciencia ha de expandirse hasta conocer gradualmente esos atributos y cualidades, procurando que formen parte del propio equipo consciente.

En Diseño Humano, la impronta planetaria está clasificada según una posición en los hexagramas (las puertas). Cada posición dentro del Arco de dicha puerta tiene su valor. Cada puerta tiene un arco de 56 minutos y 15 segundos y puede ser dividido en Líneas, Colores, Tonos y Bases lo que da lugar a 1080 puntos únicos de valor. Nuestra verdad interior penetra por la puerta 61 y desciende al centro ajna donde se encuentra con dos rayos que se cruzan; el rayo de la personalidad y el rayo del alma. Desde el centro ajna se proyecta el pensamiento en la conciencia de múltiples vidas: las células.

Como nueva y revolucionaria aplicación, el Sistema de diseño humano es una síntesis del conocimiento antiguo exotérico y esotérico integrado en un mapeo único y revolucionario, el mandala y el cuerpo gráfico individual. El mandala es la impronta matriz. Aunque basada en la rueda astrológica con el propósito de rastrear los planetas, existen 69,210 puntos únicos de impronta en el mandala. La rueda interna del mandala está dividida en las 12 constelaciones astrológicas. La rueda externa está dividida en 64 partes derivadas del “I Ching” y sus 64 hexagramas. Esta construcción/este constructo divide la rueda en potenciales genéticos.

REFERENCIAS

• Alice Bailey. Tratado sobre fuego cósmico. Buenos Aires: Fundación Lucis. 1995.
• Carl Jung. El secreto de la flor de oro. Buenos Aires: Paidós. 1961.
• Fritjof Capra. El Tao de la física. Barcelona: Sirio, tercera edición, 2000.
• Fritjof Capra. La trama de la vida. Barcelona: Anagrama. 1998.
• Howard Gardner. El desarrollo y la educación de la mente. Barcelona: Paidós. 2012
• Jerome Bruner. Realidad mental y mundos posibles. Barcelona: Editorial gedisa. 2004.
• Richard Rudd. Las claves genéticas. 2013.

JORGE ARIEL SOTO LÓPEZ

Manizales-Caldas-Colombia

20 de octubre  de 2020