La beneficiosa práctica de ponernos en los zapatos del otro

Esta práctica  es verdaderamente útil, es una de las tantas técnicas de oriente que fomentan el amor bondadoso, la generosidad, la paciencia y en éste caso la empatía, si pensamos un poco, es sin duda la raíz de todas las cualidades anteriores.

Pero ¿Qué es ponernos en los zapatos del otro? Es pensar e intentar sentir lo que siente el otro u otros ante una situación afortunada o desafortunada en sus vidas. Es empatía.

Por ejemplo, cuando algún familiar o un amigo querido nos comenta acerca de una situación desafortunada, normalmente decimos y pensamos que lo entendemos, pero realmente ¿lo sentimos?. Normalmente no, la principal razón es pensar egoístamente que para que siento lo que sienten los otros, si con lo que a mí me acontece ya tengo demasiado o suficiente … porque a la mejor preferimos quedarnos en la superficial y nada productiva lastima.

El ponernos en los zapatos del otro no es sinónimo de tener lastima por los otros, es visualizarnos en la situación del otro y reflexionar en ¿que se siente?, ¿como puedo resolver la situación?..recuerdo una ocasión en la que vi a una anciana pidiendo limosna y de alguna manera recordé a mi abuela e imagine que esa señora era mi abuela…inmediatamente sentí que era algo desafortunado, llegar a una edad avanzada en la que ya no es posible caminar bien, no escuchas bien y tienes hambre…estas sola en la calle, posiblemente sin pensar en el día siguiente, basta con sobrevivir el día de hoy…inmediatamente sentí una opresión en el pecho y la necesidad de remediar su situación en la medida de mis posibilidades….pude darle algo de comer con toda la motivación de que lo disfrutará, que de alguna manera su situación cambiará un poco en ese difícil día de hambre y abandono. Esto es empatía, trascender las palabras, los gestos ensayados, falsos y permitirnos sentir…cuando hacemos esto no esperamos que nos devuelvan el favor…la mejor retribución es que esa persona salga o alivie al menos  su situación.

La ocasión contraria también es posible, ponernos en los zapatos del otro con regocijo. Cuando alguien conocido tiene un ascenso en el trabajo y lo vemos feliz, experimentamos de manera positiva regocijo y de manera contraria celos o envidia. Sin embargo si nos ponemos en sus zapatos podemos sentir mucha alegría y esta emoción es tan sanadora que nos hace crecer. En ocasiones y con la práctica continua experimentamos más felicidad por los logros de los otros que por los propios, esto es señal de crecimiento espiritual, emocional y del debilitamiento del egocentrismo tan común en estos tiempos.

Recuerden la lastima no es empatía, la lastima es un concepto una formalidad, la empatía es una emoción algo que acontece en nuestro interior y trasciende los conceptos.

Finalmente, el efecto de la empatía en nuestra vidas es enorme pues nos permite sentirnos útiles y bien orientados independientemente de nuestra situación personal, no es muy sano esperar retribución a los gestos desinteresados pero si creemos en la causa y efecto lo positivo siempre regresa a nosotros de la misma manera positiva o virtuosa, plantamos semillas de generosidad que de alguna manera florecerán cuando más las necesitemos.

Así que no perdamos la oportunidad de practicar el ponernos en los zapatos de los otros, el resultado no será otro que el aumento de nuestra capacidad de amar de manera genuina a los demás y a nosotros mismos…pues nadie puede dar lo que no tiene, cultivemos así el sentir amor bondadoso genuino para darlo de manera incondicional a los demás. Aprovechemos ésta oportunidad de hacer  de nuestra vida algo grandioso y significativo practicando la compasión y generosidad tan necesarias en estos tiempos.

AUTOR: Pilar Vázquez, colaborador de la gran familia de la Hermandad Blanca