La Felicidad: El átomo invisible que hace bella la vida (Parte 3/7)

Roberto García



¡Hay que estar vivo para disfrutar las cosas! Pero la gente sólo se ocupa de aquello que está muerto, cuantas más cosas muertas posee, menos trabaja sobre el lado vivo y menos goza.

Quieren muchos amantes, muchas queridas, mucho dinero, muchos coches pues bien, ocúpense, en primer lugar, de aquello que en ustedes es capaz de sentir y de gozar.

No hacen nada en este sentido, porque todo su tiempo lo gastan buscando qué otra cosa pueden poseer aún. Pero cuando comprendan esta verdad, disminuirán la cantidad de sus posesiones y aumentarán la calidad de sus sensaciones con poco que posean, vivirán en continuo éxtasis.

Intenten intensificar y amplificar cada alegría espiritual

Cuando un muchacho está enamorado, si la chica que le quiere le ha enviado un pétalo de rosa o un mechón de sus cabellos, vive a causa de este pétalo de rosa o de este mechón de cabellos en un océano de efluvios celestiales. No tiene dinero en el banco, ni fábricas, ni coches, pero vive sumido en un éxtasis, porque su amada ha querido darle algo toma el pétalo, lo respira, por la noche lo pone bajo su almohada, y hasta escribe poemas sobre este pequeño pétalo de rosa lo hace crecer dentro de su corazón, le da un valor y una importancia extraordinarios, y es como si se sintiera dueño del mundo entero.

Se trata de un hecho psicológico y nunca debemos pasar por alto los hechos psicológicos, porque son fuente de enseñanza. Y esto es lo que debe hacer el discípulo: debe amplificar y embellecer el más mínimo gozo espiritual en vez de lanzarse únicamente en pos de las posesiones físicas y materiales, tiene que cultivar dentro de sí esta facultad de sensación sutil, y podrá pasarse siglos contemplando las estrellas, las rosas, los rostros… ¡Existen tantas cosas, incluso en la Tierra, capaces de sumir al ser humano en el éxtasis!

Reciban al elemento sutil que le dará sabor a nuestra vida

Pero el lado sutil permanece embotado, ya no vive, no vibra, no aporta nada al ser humano. Los seres están muertos, son como piedras, no vibran, no irradian, no saben gozar. Gozan sólo revolcándose en los placeres más groseros. Entonces sí, eso les dice algo. Pero la belleza, la sutileza, la armonía, la música, la poesía, la pureza, todo lo que es místico y divino… no les interesa. Por eso sólo tienen desilusiones y sufrimientos.

Por todas partes oyen que les dicen : «Tomen esto, aquello, y sentirán la alegría de vivir». ¡No hay más que ver los periódicos y la publicidad! Todo está dispuesto para conducir a los humanos hacia unos placeres o un confort que nunca podrán darles aquello que necesitan. Mientras que aquí se les dice: «Suban, suban muy arriba a través de la oración y la meditación, y recibirán el elemento sutil que les dará el gusto de las cosas».

Este elemento es un átomo imperceptible pero, en cuanto lo poseen, hace que todo vibre en ustedes. ¡Y la vida se vuelve tan bella, tan rica! No hay palabras para expresarlo. Pero sin este elemento, aunque acumulen todo lo que es posible acumular, se sentirán siempre descontentos, decepcionados y vacíos.

Sin este átomo, todo el oro en el mundo no les traerá sino infortunio

Y si me dicen: «Quiero encontrar al Maestro más grande para que me instruya», les responderé: se han planteado mal la cuestión. Porque pueden encontrarle, pero si no han trabajado ya sobre el otro elemento, es decir, sobre cómo comprenderle y amarle, ¿cómo apreciar lo que les enseña? Aunque encontraran al Maestro más grande de la tierra, discutirían con él y seguirían siendo tan ignorantes como antes.

Y no digan tampoco : «¡ Ah! ¡Si pudiese encontrar la chica más bonita para casarme con ella!… ¡Si pudiese descubrir el tesoro de los templarios!…» Porque si carecen de este elemento del que les hablo, la chica más bonita y el tesoro de los templarios sólo servirán para atraerles desgracias.

Así es como hay que pensar, mis queridos hermanos y hermanas pero no se dan cuenta del valor de lo que os explico, porque no están acostumbrados a enfocar las cosas de esta manera. Merece la pena trabajar, incluso durante miles de años si es preciso, para obtener este elemento, pues sólo entonces les hablará, todo les alegrará.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Sèvres, 16 de enero, 1972

Obras Completas, vol. 7. 

FUENTE: https://with-omraam.com/es/la-felicidad-el-atomo-invisible-que-hace-bella-la-vida-parte-3-7/

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