LA VOZ DE LOS MAESTROS: PESCADITO – Helena e Isabel Vilà

Joselin Narea


«Ahora ya no es válido que te den de comer «el pescado» que «ellos» decidan, en qué cantidad y en qué momento.»

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En ciertos círculos interesados en saber en qué mares navegamos en realidad, se tiene mucha prisa en querer saber cómo, cuándo y por dónde nos vendrá esa esperada liberación, esa Tierra prometida en la que todo ser vivo será reconocido y amado, y donde ya no habrá pena ni hambre ni injusticias ni abusos.

Y yo, como tantos y tantos de esos interesados, me pregunto: «Ya, pero ¿cuándo, cómo y de qué manera?

Y esa prisa, esa ansia, me hace recular y reflexionar en aquella parábola o dicho well-liked que dice que no siempre es bueno facilitar el pescado, sino que lo suitable, lo práctico, lo que se puede sostener en el tiempo, lo imperecedero es enseñar a pescar.

Yo veo esa parábola o asimilación muy coherente con lo que estamos viviendo.

Todos somos conscientes de que esta época nos está enseñando y empujando a algo, y me pregunto: «¿A qué?»

¡Pues nos está enseñando y empujando a pensar!

Ahora ya no es válido que te den de comer «el pescado» que «ellos» decidan, en qué cantidad y en qué momento, y que tú te sientas a veces satisfecho, otras veces estafado y la mayoría de las veces traicionado, a pesar de que sigas aceptando que te den de comer de su mano. Y así hemos ido perpetuando esa práctica durante muchísimo tiempo.

Y digo yo: «Pero, si a «ellos» les va bien darnos de comer y retirarnos el plato cuando les plazca, ¿cómo aprenderemos a pescar?  ¿Quién nos enseñará? ¿Seremos capaces de aprender?»

Muchos se alejan un poco de ese proyecto de aprender y se pierden en el deseo de que esos «ellos» sean «otros ellos» que nos dejen  comer más y mejor.

Pero aquí nos encontramos enseguida con el mismo problema, es decir, esperar a que esos «otros ellos», en principio «mejores», «más empáticos», “más responsables», decidieran igualmente cómo, cuándo y dónde y, al poco tiempo, nos encontraríamos con el mismo patrón de insatisfacción porque, aunque algo mejor, quizá, seguiríamos siendo dependientes de «otros ellos».

Ahora comprendo porque esas personas conscientes no hablan de un salvador, de la venida de algo o de alguien que nos salve. ¡Y es porque no lo hay! Ya que quienes nos pueden sacar de esa inconsciencia dependiente y pueril, solo somos nosotros mismos a través de esa toma de Conciencia y no permitiendo que nos digan qué, cómo, cuándo y dónde.

La toma de Conciencia, detenerse un instante y pensar, discernir, elegir y decidir son atributos que todos tenemos sin embargo, hemos dejado esos «aparejos de pesca de la Verdad», por así llamarlos, arrinconados en la canasta de la inconsciencia, atraídos por el engaño disfrazado de protección y promesas.

Esta época tan dura para casi todos, es una época que nos empuja, por fin, a sacar nuestros aparejos de la cesta y limpiarlos y pulirlos y utilizarlos para que seamos nosotros los que decidamos qué, cómo, cuándo y dónde pescar.

Ya no somos comensales que se sientan a esas mesas vacías de manjares, en las que en los platos sólo asoman migajas que nos convierten en personas famélicas y débiles.

Ahora se nos empuja, se nos requiere para ser pescadores, equipados con sus bártulos, sus útiles rescatados del olvido y puestos a nuestro servicio.

Ahora, se nos empuja a que seamos nuestros propios dueños y a ser personas nutridas, fuertes y comprometidas con nuestros ideales y nuestros proyectos.

Por eso entiendo muy bien cuando nos dicen que no juzguemos ni critiquemos ni condenemos y que no temamos es decir, que ocultemos esos cuerpos famélicos alimentados sólo por la desidia, la inercia, el miedo, la desinformación y que agarremos esos aparejos que son propios de nuestra naturaleza, esos que tenemos aquí mismo, y que amemos, comprendamos, salgamos de la inercia, de esa credulidad pueril en tanto engaño y falacia, y que dejemos que nuestra ya desenfundada Conciencia nos enseñe a pescar en este «mar» que está repleto de enormes posibilidades y exquisitos «alimentos».

En definitiva, ¡que nos saciemos a través de nuestras capacidades y que no esperemos a ningún salvador de tres al cuarto!

¡Os amamos!

LOS MAESTROS

Helena e Isabel Vilà

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