Los Cinco Budas Dhyani
Introducción a los Cinco Budas Dhyani y Su Mandala
Para el iniciado, el mandala de los Cinco Budas Dhyani es, a la vez, un diagrama cósmico del mundo y de sí mismo. Es una herramienta para el crecimiento espiritual y la experiencia mística – un mapa para la iluminación, animado con posibilidades divinas.
Los Cinco Budas Dhyani: Guías para la transformación espiritual
Los nombres de los Cinco Budas Dhyani son: Vairochana, Akshobhya, Ratnasambhava, Amitabha y Amoghasiddhi. Los budistas tibetanos creen que el Adi-Buda, el ser primordial y más elevado, creó a los Budas Dhyani mediante sus poderes meditativos.
Los Cinco Budas Dhyani son budas celestiales, a quienes visualizamos durante la meditación. La palabra Dhyani se deriva del Sánscrito dhyana, que significa “meditación”. Los Budas Dhyani también son llamados Jinas (“Victoriosos” o “Conquistadores”). No son figuras históricas, como el Buda Gautama, sino seres transcendentes que simbolizan los principios divinos o fuerzas divinas universales. Los Budas Dhyani representan varios aspectos de la conciencia iluminada, y son grandes sanadores de la mente y del alma. Ellos son nuestros guías para la transformación espiritual.
Tradicionalmente, cada Buda Dhyani está asociado a ciertos atributos y símbolos. Cada uno encarna una de las cinco sabidurías, que como antídotos, contrarrestan los cinco venenos mortales, los cuales son de máximo peligro para el progreso espiritual del hombre y lo mantienen atado a la existencia mundana. Los budistas enseñan que los Budas Dhyani pueden transmutar los cinco venenos con sus sabidurías transcendentes. El Libro Tibetano de los Muertos recomienda que el devoto medite en los Cinco Budas Dhyani, para que sus sabidurías reemplacen a las fuerzas negativas, que ha permitido afianzarse en su interior.
Cada Buda rige sobre una de las direcciones del espacio (puntos cardinales) y uno de los reinos cósmicos del éter, agua, tierra, fuego y aire. Los Budas Dhyani también personifican los cincos skandhas, o componentes que conforman la existencia cósmica, así como la personalidad humana. Estos componentes son: conciencia, forma, sentimiento, percepción y volición.
Además, cada Buda Dhyani está asociado con un color específico, un mudra (gesto con la mano), un animal simbólico que sostiene su trono, un símbolo sagrado y una bija (sílaba semilla). La bija representa la esencia del Buda Dhyani. Podéis usarla con la sílaba sagrada Om y el nombre del Buda para crear un mantra.
Un mantra se define como una serie de sílabas místicas que tiene un significado esotérico. En el hinduismo y el budismo, los discípulos recitan mantras para evocar el poder y la presencia de un ser divino. En algunas tradiciones, los devotos usan mantras en la meditación para convertirse en uno con la deidad que están invocando.
“Repitiendo el mantra y asumiendo el mudra de cualquier Buda”, escribe el monje budista e instructor Sangharakshita, “uno puede, no solo ponerse en correspondencia o alineamiento con el orden particular de realidad que Él personifica, sino que también puede ser imbuido con su poder transcendental.1
Mandalas: Mapas para la unión mística
Los budistas a menudo representan a los Budas Dhyani en un mandala. Mandala es una palabra Sánscrita que significa “círculo”, traducida en los textos tibetanos como “centro” o “lo que rodea.” Algunos dicen que la palabra se deriva de manda, que significa “esencia”. El mandala es un círculo que denota integridad, totalidad, y la perfección de la Budeidad.
El mandala es también un “círculo de amigos” – una reunión de Budas. Tradicionalmente los mandalas son pintados sobre thangkas (pinturas en pergaminos enmarcados en seda); dibujados con arena de colores; representados por montones de arroz; o construidos en tres dimensiones, a menudo en metal fundido.
Se coloca a un Buda Dhyani en el centro, así como en cada uno de los puntos cardinales del mandala. Los mandalas originalmente se hacían en el suelo, frente al meditador, y por lo tanto, orientados hacia la persona que los contemplaba. El punto más cercano al contemplador, en la parte inferior del mandala, es el este. El mandala continúa en el sentido de las agujas del reloj, siguiendo el curso del sol, con el sur a la izquierda del contemplador, el oeste en la parte superior, y el norte a la derecha.
El lama Anagarika Govinda, uno de los primeros intérpretes del budismo tibetano para occidente, explica: “De la misma forma que el sol sale por el este, y así empieza el día, el practicante entra en el mandala por la puerta este, la puerta que está enfrente de donde él se sienta.”2
Un mandala es un espacio sagrado, consagrado, donde no existen obstáculos, impurezas o influencias que distraigan. Los budistas lo utilizan como una ayuda en la meditación y la visualización. “Todos los mandalas”, escribe el tibetólogo Detlef Lauf, “se originan en las sílabas semilla, o bija-mantras, de las deidades. Durante la meditación en estos mantras, se despliega una radiación elemental de luz, de la cual viene la imagen de los budas.”3
Los mandalas son ricos en simbolismos. La serie de círculos en la periferia de un mandala, simboliza la protección de influencias externas. El círculo de llamas más alejado significa el conocimiento que destruye la ignorancia, o simboliza el mundo fenomenal que el devoto abandona al entrar en el mandala. Las llamas también pueden representar la Montaña de Fuego que prohíbe recibir los misterios al no-iniciado. El anillo de pétalos de loto dentro del círculo de fuego significa el mundo espiritual, el renacimiento espiritual, la apertura de la visión espiritual, o la pureza de corazón que es necesaria para una meditación efectiva.
La parte central de un mandala (señalada por el cuadrado dentro del círculo), representa un palacio o templo con cuatro puertas, una en cada punto cardinal. Fuera de los muros del palacio, los mandalas a menudo muestran símbolos benéficos y victoriosos. Estos ocho símbolos conmemoran los regalos que el Buda Gautama recibió después de que lograra la iluminación. Estos son: el parasol precioso, el estandarte de la victoria, la rueda dorada de la Enseñanza, la caracola de concha blanca, dos peces dorados, el nudo de la eternidad, el jarrón de los grandes tesoros y la flor de loto. Los budistas creen que estos símbolos traen buena fortuna.
Las cuatro puertas del palacio conducen al círculo más interno, el núcleo del mandala. “Los mandalas aparecen como círculos alrededor de un centro sagrado”, escriben los autores Blanche Olschak y Geshe Thupten Wangyal. “Estas descripciones son el plano de ubicación de las visionarias moradas celestiales, en cuyo centro se manifiesta el poder sagrado que será invocado. El mandala completo es una fortaleza construida alrededor de esa fuerza búdica”.4 En su meditación, el discípulo da vueltas alrededor del foco situado en el centro del mándala, hasta que pueda finalmente integrarse en ese poderoso núcleo.
El discípulo usa el mandala para encontrar sus elementos dentro de sí mismo. “Tan pronto como entra en el mandala”, escribe el historiador religioso Mircea Eliade, “él se encuentra en un espacio sagrado, fuera del tiempo; los dioses ya han ‘descendido’ a la…insignia. Una serie de meditaciones para las cuales el discípulo ha sido preparado con anterioridad, le ayudan a encontrar a los dioses en su propio corazón. En una visión, él los ve a todos emergiendo y saliendo desde su corazón, llenando el espacio cósmico, siendo luego reabsorbidos en él… Pero, entrando mentalmente en el mandala, el yogui se aproxima a su propio ‘centro’… El yogui, empezando desde este ‘soporte’ iconográfico, puede encontrar el mandala en su propio cuerpo.”5
Así, con todo su simbolismo, un mandala no es meramente una imagen externa de poder celestial. Los budistas creen que un mandala es el receptáculo de la fuerza sagrada que representa. Su propósito y la meta de cada una de estas imágenes simbólicas, es ayudar al meditador a entender el poder divino dentro de sí mismo y lograr su propia perfección interna.
“Todo el mandala externo es un modelo de ese patrón espiritual que el individuo que medita ve dentro de sí mismo, y él debe esforzarse por experimentarlo en su propia conciencia”, dice Lauf. “Los budas [Dhyani] son considerados como seres cuya actividad se manifiesta a través del hombre mismo. El mandala, entonces, se convierte en un plan cósmico, en el cual el hombre y el mundo están ordenados y estructurados de manera similar… Los Budas meditativos desarrollan su actividad benéfica, solo en la medida en que el iniciado sepa reconocer y alcanzar esas características y fuerzas simbólicas dentro de sí mismo.”6
Tal como explica el renombrado orientalista Giuseppe Tucci: “Los Cinco Budas no permanecen como lejanas formas divinas en cielos distantes, sino que descienden hasta nosotros. Yo soy el cosmos y los budas están en mí. En mí está la luz cósmica, una misteriosa presencia, aunque esté oscurecida por el error. Pero, con todo, estos Cinco Budas están en mí, ellos son los cinco constituyentes de la personalidad humana.”7
El Dalai Lama enseña que: “Mandala, en general, significa aquello que extrae la esencia… El significado principal [de un mandala] es entrar uno mismo en el mandala y extraer una esencia, en el sentido de recibir bendición. Es pues, un lugar para adquirir magnificencia.”8
Para el discípulo que sabe cómo usarlo, un mandala es, por lo tanto, un mapa de los pasos progresivos para la auto-transformación y la unión mística. Representa el crecimiento de la semilla de la budeidad dentro de él. “El meditador”, dice Lama Govinda: “debe imaginarse a sí mismo en el centro del mandala como una encarnación de la figura divina de la budeidad perfecta”. Y esa budeidad, dice, “únicamente se puede encontrar en la realización de todas esas cualidades que, tomadas en conjunto, forman la riqueza del mandala.”9
El arte sagrado del Tíbet: Traer el cielo a la tierra
Algunas de las más notables esculturas de los Cinco Budas Dhyani fueron creadas por artistas tibetanos, desde el siglo XIII hasta principios del siglo XV. Debido a que los Budas Dhyani son seres celestiales y no históricos, a menudo son representados con joyas y corona, en lugar de las sencillas vestiduras de un Buda.
Para los tibetanos crear una obra de arte es un acto religioso. En cada etapa, el artista, monje o lama, ofrece ciertas plegarias y rituales. A menudo pone pergaminos de textos religiosos, ofrendas votivas y granos dentro de las estatuas. Cuando el trabajo ha concluido, el monje o lama realiza una ceremonia de consagración.
Los tibetanos emplean el arte como una forma de traer el cielo a la tierra, y elevar al hombre fuera de sus confines terrenales hasta un reino de paz y armonía. Ellos creen que la estatua de un Buda, por ejemplo, es la presencia viva de ese Buda, que se hace uno con su icono.
Las esculturas tibetanas de los Budas Dhyani transmiten tanto la elegancia como el poder. Esta es la singular característica, encanto y misión del arte sagrado tibetano. Lo real se une a lo transcendental. La gracia y la pureza se fusionan con la vitalidad y el poder. El detalle esmerado y la precisión se unen a la espontaneidad. El resultado es que el más allá y la perfección de los reinos iluminados llegan con una inmediatez que inspiran al observador a realizar su propio potencial divino.
1. Bhikshu Sangharakshita, A Survey of Buddhism, rev. Ed. (Boulder, Colo.: Shambhala with London: Windhorse, 1980), p. 372.
2. Lama Anagarika Govinda, Insights of a Himalayan Pilgrim (Berkeley: Dharma Publishing, 1991), p. 128.
3. Detlef Ingo Lauf; Secret Doctrines of the Tibetan Books of the Dead, trans. Graham Parkes (Boston:Shambhala, 1989), p. 105.
4. Blanche Christine Olschak y Geshe Thupten Wangyal, Mystic Art of Ancient Tibet (Boston: Shambhala, 1987), p. 36.
5. Mircea Eliade, Yoga: Immortality and Freedom, 2ª ed., trad. Willard R. Trask, Bollingen Series, nº 56 (1969; reimpresión, Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1970), p. 225.
6. Detlef Ingo Lauf, Tibetan Sacred Art: The Heritage of Tantra (Berkeley: Shambala, 1976), pp. 120, 122, 123.
7. Giuseppe Tucci, The Theory and Practice of the Mandala, Trad. Alan Houghton Brodrick (1961; reimpresión, Nueva York: Samuel Weiser, 1970), p. 51.
8. El Catorceavo Dalai Lama Su Santidad Tenzin Gyatso, Kindness, Clarity, and Insight, ed. Jeffrey Hopkins y Elizabeth Napper (Ithaca, N.Y.: Snow Lion Publications, 1984), p. 82.
9. Lama Anagarika Govinda, Foundations of Tibetan Mysticism (1960; reimpresión, Nueva York; Samuel Weiser, 1969), p. 181; Insights of a Himalayan Pilgrim, p. 178.
Akshobhya, Buda Dhyani
Akshobhya Buda – Inamovible
El nombre Akshobhya significa “inamovible” o “imperturbable”. La Sabiduría como un Espejo de Akshobhya refleja todas las cosas tranquilamente y sin crítica, revelando su verdadera naturaleza. Un texto dice: “Así como uno ve su propia imagen reflejada en un espejo, así el Dharmakaya es visto en el Espejo de la Sabiduría”. La sabiduría como un Espejo es el antídoto contra el veneno del odio y la ira.
En el mandala de los Cinco Budas Dhyani, Akshobhya está generalmente situado al este (que se encuentra en la parte inferior), pero algunas veces está situado en el centro. Su color es el azul. Él rige sobre el elemento agua y personifica el componente de la forma. En algunos sistemas se le asocia con el skandha de la conciencia. Su trono de loto está sostenido por el elefante, símbolo de la perseverancia y la fortaleza.
El mudra de Akshobhya, es el mudra bhumisparsha. Es el gesto de tocar la tierra, y denota firmeza. (Las puntas de los dedos de la mano derecha tocan el suelo o cuelgan sobre la rodilla derecha con la palma vuelta hacia adentro). Este es el mudra que el Buda Gautama utilizó para llamar a la tierra para que fuera testigo de su derecho a lograr la iluminación, cuando fue desafiado por el malvado Mara.
El paraíso de Akshobhya es Abhirati, la Tierra del Gran Regocijo Extraordinario. Los budistas creen que cualquiera que renazca allí, no puede retroceder a un estado de conciencia inferior. La bija de Akshobhya es Hum y su mantra es Om Akshobhya Hum.
Vairochana Buda – el Radiante
El nombre Vairochana significa “El que es como el Sol” o “el Radiante”. Vairochana Buda representa la integración de, o el origen de los Budas Dhyani. Su sabiduría es la Sabiduría del Dharmadhatu. El Dharmadhatu es el Reino de la Verdad, en el que todas las cosas existen tal como realmente son.
La sabiduría de Vairochana también es referida como la Omni-penetrante Sabiduría del Dharmakaya. El Dharmakaya es el Cuerpo de la Ley, o la naturaleza absoluta de Buda. El Dharmakaya es el término que se usa para el Cuerpo Causal, que es el Cuerpo de la Primera Causa, el Cuerpo de la Ley y el Cuerpo de la naturaleza de Buda.
La sabiduría transcendente de Vairochana revela el reino de la realidad suprema y vence el veneno de la ignorancia, o engaño. Su sabiduría es considerada como el origen o la suma total de las sabidurías de los Budas Dhyani.
Generalmente Vairochana está situado en el centro de los mandalas de los Budas Dhyani. De acuerdo a algunos textos, está situado al este. Su color es el blanco (o el azul), simbolizando una conciencia pura. Rige sobre el elemento éter y encarna el skandha de la conciencia. En algunos sistemas, se le asocia con el skandha de la forma.
El mudra de Vairochana es el mudra dharmachakra. Es el gesto de enseñar, definido como el giro de la rueda de la Ley. (Hay muchas variaciones de este mudra. Una forma usada por los tibetanos consiste en sostener ambas manos al nivel del corazón. La palma de la mano derecha hacia afuera y la de la mano izquierda hacia adentro. Se forma un círculo con el indicie y el pulgar de la mano derecha, y un segundo círculo con los mismos dedos de la mano izquierda. Los dos círculos se tocan en las puntas de los dedos pulgares e índices).
Ya que él encarna la sabiduría de todos los budas, la bija de Vairochana es el sonido universal del OM. Su mantra es Om Vairochana Om.