Luna Llena de Escorpio 2010 astrosign "El Viento de Acuario 5: Disolviendo"

Rosa (Editora)

zodiaco - escorpio

 

 

 

Introducción: Todos los signos de agua del zodíaco representan disoluciones, y los signos de fuego representan nuevos comienzos. Escorpión es el más profundo de los signos de agua y trae transformación, muerte y nacimiento. Los cambios ocurren en secreto y en silencio. Así, las formas de vida que ya no son apropiadas se disuelven para dar paso a nuevas expresiones. Es por ello que el tema de El Mensajero Lunar de este mes es: «Viento de Acuario 5: Disolviendo.»

Pralayas

En estos momentos estamos pasando por épocas turbulentas de transformación. Algunos temen catástrofes desastrosas o incluso un inminente fin del mundo. Sin embargo, desde el punto de vista de las enseñanzas de la sabiduría, no hay nada que temer; pueden aparecer crisis en diferentes lugares, pero no habrá grandes disoluciones ahora. Todo lo que ocurre sucede conforme a la Ley. En su momento, toma medidas pero no ciegamente como muchos creen. Dondequiera que hay una crisis grande, la Divinidad aparece para reajustar la Ley y el equilibrio. El momento para la creación está decidido y dentro de los intervalos, el Señor se asegura de que la creación no se disuelva.

Conforme a las enseñanzas esotéricas hay siete grandes disoluciones o Pralayas en este ciclo del globo, en esta ronda. Ellas se desarrollan en armonía y conforme a la ley kármica y acompañan la aparición y el paso de las razas raíces. Toda aparición y desaparición es siempre sólo relativa. El tiempo y las formas emergen y se disuelven otra vez. En este momento, el inicio de la Era de Acuario trae una gran cantidad de cambios. Se destruyen los obstáculos para el progreso, y se preservan las semillas progresivas y lo que es bueno para el conjunto.

Disolución en lo Sutil

Conforme a su esencia, todo es eterno, nada desaparece totalmente. La desaparición de las formas se relaciona sólo con su aspecto denso. No es una disolución completa sino que significa que en términos relativos, las formas ya no están allí en un plano, sino que existen en otro plano. Cuando cambiamos de pisos, desaparecemos en un plano para reaparecer en otro. En tiempos de disolución todo va más a lo sutil, lejos de lo físico denso. La materia es eterna, aparece y desaparece otra vez. Las fuerzas son eternas, aparecen y desaparecen. El cosmos es eterno en el sentido de que existe ya sea en forma potencial o manifiesta. Hemos existido antes de que entráramos en lo denso físico y naciéramos. También continuaremos estando allí después de la muerte, cuando dejamos el cuerpo y ya no somos, respecto al físico denso.

Es una cuestión de precipitación en la materia y de disolución en lo sutil. Llamamos alma a lo que somos sin el cuerpo. Cada alma individual es eterna. Construye el cuerpo y también lo retira de nuevo. Hay una periodicidad en todo. Los sabios entienden y aceptan esto e incluso no sienten tristeza cuando pierden los dientes o cuando algunas partes de sus cuerpos dejan de funcionar. Si sabemos que es un juego rítmico que está sujeto al tiempo no reaccionamos con tanta emoción a ello. Nos retiramos de un lugar y sabemos que continuaremos el juego en otro lugar y en un nuevo día.

Nunca hay una disolución completa. Las disoluciones se relacionan siempre sólo con una parte de la creación. La historia del Vaivasvata Manu en el Puranas de la India y la narrativa del arca de Noé en la Biblia también tratan de ello. Alegóricamente, el paso a través del estado de Pralaya está también representado por el pájaro místico Fénix que quema su cuerpo en el fuego y renace nuevamente de las cenizas. Las disoluciones y las nuevas manifestaciones suceden para el bienestar de los seres. Incluso cuando todo el globo se disuelva, las almas son dirigidas a través de la disolución a un nuevo globo. Las almas descansan en un sueño profundo hasta que el nuevo planeta esté listo y esperan hasta que estén listas las formas en las que pueden encarnar otra vez.

Cuando las almas salen otra vez, llevan en ellas los rastros y las tendencias anteriores y se comportan consecuentemente. Una creación se forma una y otra vez de modo que estas semillas puedan llegar a buen término, de igual manera que vamos a dormir y despertamos frescos en la mañana para vivir y para aprender según nuestras tendencias. Los mismos seres que estaban en la Atlántida han vuelto, pero madurados por las experiencias, con menos crueldad. Estamos aquí en la Tierra para ganar experiencias. Nuestra timidez y nuestro libre albedrío pueden utilizarse tanto para el bien como para el mal. A través de la experiencia de las consecuencias de nuestras acciones, aprendemos y lentamente nos volvemos más sabios.

Disolviendo el Cuerpo Causal

Todas nuestras acciones tienen consecuencias, en tanto partan de un motivo y se realicen por una cierta razón. Hay siempre un efecto después de una causa, el motivo le hace negro o blanco. Mientras exista la mente, la causa existe también. El cuerpo causal es el cuerpo de las causas y el asiento del ego. A través del ego creamos nuestro propio mundo dentro del mundo mayor. Puesto que el ego tiene su propio programa hace sus propios planes. Quiere afirmarse y dominar. Así, intentamos crear un mundo dulce para nosotros mismos, nombre, fama, poder, riqueza, etc., pero luego ya este mundo deja de ser dulce para nosotros y se vuelve amargo. Mientras más vivamos en un viaje de ego, más nos aislamos del resto de la gente y de la corriente de la vida, y sufrimos. Cuando vivimos para nosotros mismos también moriremos con nuestros propios problemas.

Tenemos que disolver nuevamente nuestras propias creaciones para vivir en la creación. Si erigimos demasiadas paredes alrededor de nosotros, este trabajo no se puede hacer. La Jerarquía ha concebido los trabajos y convivencias en grupo para romper las rigideces y todas las trabas, y también aflojar las individualidades. En actividades comunes podemos conectar con otros y recibir mucha energía en el flujo de vida. Por esta razón se propone la vida en comunidad. La oración y la meditación también nos ayudan a disolver el ego. Mientras estemos en nuestras personalidades, todos los pensamientos referentes a ellas están zumbando alrededor de nosotros. Los pensamientos nos están manteniendo activos. La meditación es un acaecer y no un hacer. Es un estado en el que la mente descansa y se disuelve en la conciencia pura y el ego entonces se fusiona a la existencia Una. La meditación es el fin de la existencia individual y lleva a la unidad de la existencia.

Si ya no permitimos más que nuestros propios deseos nos dominen sino que vemos que el motivo de nuestras acciones sea el bienestar de todos, neutralizamos lentamente los efectos de lo que hacemos. Más adelante, cuando avanzamos más, abandonamos también los motivos. Si actuamos sin motivo y con el enfoque correcto, el cuerpo causal se disuelve lentamente. Un individuo que trabaja en el plano búdico no está impulsado por motivos personales; para él los motivos ya no existen. Él reacciona conforme a la manera en que el Plan se le acerca; él sencillamente lo lleva a cabo. En esto, no mira la ventaja que podría derivar para sí mismo.

Después que el cuerpo causal y el cuerpo del deseo se disuelven, estamos en un estado en el que lo Divino puede entrar en nosotros y expresarse. Ahí experimentaremos la Luz alrededor de nosotros, y somos como un loto abierto sin un programa propio. Sea el que fuere el plan para el planeta, ése es también nuestro plan. No hay plan de nosotros mismos, porque el principio planetario entra en conciencia y decide permanecer con nosotros para perseguir sus propias metas. Él conduce el trabajo y nos sorprende cómo trabaja a través de nosotros.

Construyendo el Cuerpo Etérico

Este suceso está acompañado por un gozo intenso; se experimenta como una señal, como un proyecto de la Luz misma. No podemos entenderlo porque no hay mente. El Maestro CVV le llama «Electric Hint» (Sugerencia Eléctrica) y como «Ether work out» (Entrenamiento del Éter), al proceso de hacer de nuestros cuerpos un santuario de lo Divino. El mantra «Ether work out» nos ayuda a construir el cuerpo etérico y a mantener nuestros sistemas mientras sea necesario. Nuestro ser real, lo que somos, pues la forma etérica es exactamente igual a la que vemos salvo que una es etérica y la otra es densa. Y cuando la forma densa decae, la forma etérica permanece intacta. Entonces la pérdida de la forma física no es nuestra disolución ni nuestra muerte. A esto se llama el estado de inmortalidad.

Fuentes: K.P. Kumar: La Cruz de Acuario / Notas de seminarios / E. Krishnamacharya: Ciencia del Simbolismo. The World Teacher Trust / Ediciónes Dhanishta España. (www.worldteachertrust.org).

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