Meditación. Aprender a meditar consolida nuestra capacidad de concentración.

La palabra meditar tiene su origen etimológico en el vocablo meditari: “aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo”. Enfocarnos en la práctica de la meditación, impactará sobre nuestra capacidad de concentración. Y es muy recomendable para nuestros quehaceres diarios y laborales.

Casi todos relacionamos el hecho de meditar con el ámbito espiritual. Y, desde luego, esta relación es correcta. Sin embargo, podemos echar mano de ella también para mejorar nuestras actividades cotidianas.

Meditar, ejercita las capacidades físicas y mentales de concentración. Es decir, que nos ayuda a mantener el adecuado estado de atención referente a aquello que hagamos. Centrarnos en la tarea que nos ocupe, sin distraernos con trivialidades. Por ello la trascendencia de aprender a meditar. No importa si nunca lo has intentado, no necesitas ser un experto para empezar. Siempre es recomendable contar con la guía de un maestro, pero puedes iniciar encontrando un lugar tranquilo, bien iluminado, limpio y ordenado. El uso de ropa cómoda es deseable.

Para esto la posición del loto es ideal, pero si se te complica esta pose, bastará si te sientas cómodamente en el suelo o en un almohadón. Incluso algunos maestros señalan que uno puede iniciarse en la práctica, sentados en una silla confortable o recostados. Aunque esta última opción puede hacer que nos quedemos dormidos y esa no es la idea.

La meditación equilibra la energía universal que se encuentra en todo lo que nos rodea.

Si te has sentido saturado de pensamientos y emociones, meditar es la mágica solución.

Ahora, ya sea personal o de grupo, la meditación debe empezar con respiraciones profundas, relajando hombros y cuello. Con la práctica constante, descubriremos que es un método increíble para encontrar paz y serenidad. Pero de igual manera incrementará nuestra capacidad de concentración.

A todos nos ha pasado estar aparentemente inmersos en alguna actividad, pero un sonido fuerte, o un movimiento nos saca del enfoque. Tras atender el distractor, generalmente nos cuesta trabajo retomar la actividad. Esto se debe a que nuestra psique es tan basta que puede recibir tantos estímulos del exterior como permitamos.

Por eso meditar nos ayuda a centrar la atención. Como resultado, elevar el nivel de focalización nos permitirá ser más eficientes. Empezar una actividad y no suspenderla hasta terminarla.

A solas o en grupo, la meditación debería ser parte integral, activa y constante en nuestras vidas.

Siempre es recomendable buscar un maestro o guía. Pero si no tienes uno, puedes empezar a meditar siguiendo estos consejos básicos.

Al principio, es probable que inicies tus intentos de meditación y no logres el nivel esperado. Que eso no te desanime. Recuerda que la idea es focalizar. Y se puede meditar sobre muchas cosas. Cuando yo empecé, simplemente cerraba los ojos. Después respiraba para relajarme y luego me concentraba en algo. Por ejemplo en mi estado físico. Trataba de guardar silencio en mi mente y escuchar a mi cuerpo con mucha atención. Eso me sirvió para hacerme consiente de que llevaba meses con un dolor leve en una rodilla.

Con el tiempo, fui alcanzando cada vez mayor profundidad de meditación y los beneficios ahora son impresionantes. Aunado al hecho de sentir mucha paz interior, he notado que mi desempeño laborar se incrementó de manera significativa. Cuando tengo que hacer una presentación a mi jefe o a mis compañeros de oficina, mi concentración es óptima. Recuerdo bien detalles y datos importantes y puedo expresar claramente las cosas. Ahora sé concentrarme mejor.

Se trata de empezar. Desde luego no tendrás los mejores resultados inmediatamente. A mí me ha significado una experiencia trascendental y te convoco a que también lo practiques. Puedes iniciar dedicando diez minutos diarios; es suficiente para que, poco a poco tu potencial de concentración se eleve.

Que la luz universal brille en ti.

AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermandadblanca.org

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