Reflexión sobre la vida buena por el Maestro Beinsá Dunó
Movimientos determinados:
Una de las causas de los sufrimientos de la gente es la ausencia de puntualidad. La naturaleza ama la puntualidad. Ella castiga a cada uno que no es puntual en sus actos. Aún así muchos piensan que pueden vivir como quieren y hablar lo que quieren. No es así. El que quiere sufrir, él puede vivir así como lo encuentra bien. El que quiere sufrir, él puede hablar lo que le venga a la boca. Sin embargo, el que no quiere sufrir, él debe vivir según las leyes razonables de la Naturaleza y hablar solo aquello que es esencial. El Sol tiene un determinado camino de movimiento. La Tierra tiene un determinado camino de movimiento y una velocidad exactamente determinada. Las plantas se desarrollan por unas leyes severamente determinadas, en la Naturaleza existe una regularidad prudente a la cual todo se somete. Por lo tanto, como una criatura razonable, el hombre debe guardar las leyes de la Naturaleza. Por muy libre que sea, él no puede salir fuera de las leyes de la Naturaleza. La libertad sobreentiende una limitación razonable. Mientras está en la Tierra, el hombre debe ser limitado. En el Cielo la ley es inversa. En la Tierra, para que sea absolutamente libre, para que no respete ningunas leyes, el hombre debe volverse malo. En el cielo, para que esté absolutamente libre, el hombre debe ser bueno. En la Tierra la gente buena es limitada y los malos son libres. En el Cielo es exactamente lo contrario: los buenos son libres y los malos son limitados. El Amor libera al hombre. El que vive según las leyes del Amor, él es completamente libre. Si vive en desamor, el es limitado. Por lo tanto, el ser humano puede vivir en la Tierra y ser libre. Esto depende de las leyes a las cuales sirve. El puede estar en el Cielo y aún así ser limitado.
El hombre lleva el Cielo y la Tierra dentro de sí mismo. El Cielo sobreentiende la ley del Amor, y la Tierra – la ley del desamor –.
Cuando hablamos de puntualidad, nosotros comprendemos las medidas con las cuales la Naturaleza se sirve. Desde el punto de vista humano, que si alguno ha alcanzado un lugar determinado uno o dos segundos más tarde, esto no es un retraso. Sin embargo, desde el punto de vista de la Naturaleza, él ha tardado mucho. Si medís las cosas con la medida de la luz, durante 2 segundos, ella ha recorrido inmensas distancias y el hombre se ha quedado muy atrás. Si una criatura razonable se mueve con la rapidez de la luz y vosotros tardáis solo 5 segundos, esta criatura ya se encuentra a una gran distancia de vosotros. Cualquier esfuerzo que hacéis ya no podéis alcanzarle. He aquí por qué, en sus comportamientos con la gente, vosotros debéis tener en cuenta la rapidez de su movimiento. Si tenéis comportamientos con una criatura que se mueve con la velocidad de un carro de bueyes, vosotros podéis tardar y una hora. Sin embargo, si tenéis comportamientos con una criatura que se mueve a la velocidad de la luz, vosotros debéis ser puntuales hasta el segundo. Diréis que sabéis estas cosas, que sabéis qué cosa es la puntualidad. No es suficiente que el hombre solo lo sepa, pero él debe aplicar las cosas. En el primer grado, el niño sabe todas las letras, pero si le dais un libro que está fuera de su cuadro de estudio, él ni puede deletrearlo, ni puede formar palabras, ni frases completas. En este aspecto, los pensamientos y los sentimientos humanos representan elementos, alfabeto de la vida buena, de la vida razonable. El hombre debe conocer los elementos de esta vida para que sepa conjugarlos correctamente, para vivir bien.
¿Qué representa la vida buena? La vida buena no reside solo en uno o dos actos buenos, sino que es un comportamiento consciente de la parte hacia el Todo. Mientras piensa cómo debe actuar con la gente, el hombre no puede mejorar su vida. Una vez que empieza a pensar cómo deben ser sus comportamientos hacia el Todo, el hombre está en el camino de mejorar su vida. La vida personal no es un comportamiento de la parte hacia el Todo. La vida de la mente y del corazón tampoco son comportamientos de la parte hacia el Todo. Sin embargo, si el hombre conecta la vida de su personalidad, de su mente, de su corazón, de su alma y de su espíritu en un todo, él ya tiene comportamientos correctos hacia el Todo. La vida de la personalidad es una cosa, pero la del alma y del espíritu – otra cosa –. Son pocos los que tienen una imagen clara acerca del alma y del espíritu, pero aún así, con frecuencia se sirven con la frase: “Me duele el alma” Ellos se imaginan el alma parecida al cuerpo y así como sufre el cuerpo, así sufre el alma también. Esto es tan cierto como es cierto el pensamiento de que el hombre bueno en la Tierra es malo en el Cielo, y que el malo en la Tierra es bueno en el Cielo. Tomado en el sentido literal, esta frase introduce una contradicción en el hombre. Sin embargo, por espíritu y por sentido, es cierta. Esto significa: el que ha vivido sólo para sí y para la gente, para complacerles, él ha sido bueno para ellos. Si va al Cielo, entre las criaturas razonables que viven para el Todo, él pasa por un hombre malo. La parte debe vivir para el Todo, y el Todo para las partes.
Cuando estudiáis la vida de la gente, veis que ellos se ponen metas lejanas y cercanas para logar. Sin embargo, qué cosas son esenciales y qué no lo son, esto depende del tiempo, del momento y de las condiciones. Por ejemplo, durante el tiempo invernal, la estufa encendida en la habitación es una cosa esencial. Sin embargo, en tiempo de verano, cuando el sol brilla fuerte, cuando las flores florecen y los frutos maduran, la estufa encendida no es una cosa esencial. Entonces, cada cosa hecha en su sitio y en su tiempo es esencial. Si no se hace en su sitio, ella no es esencial. En realidad, cosas esenciales son aquellas que son necesarias al hombre, en cada tiempo y lugar. Cuando observamos las cosas como esenciales y no esenciales, nosotros llegamos a su estado absoluto y relativo. Decimos: moral absoluta y relativa, conocimiento absoluto y relativo, libertad absoluta y relativa, etc.
Cuando hablamos de moral relativa, nos referimos a la moral de la gente ordinaria. Esta moral limita y mancha a la gente. Cada cosa, con la cual el hombre ordinario se sirve, es manchada. Y cada cosa con la cual el santo se sirve, es parecida a una moneda pura. Por ejemplo, si 20 personas bandoleras se unen, el número 20 ya es manchado. Si 20 santos se unen en un sitio, el número 20 es puro, sagrado. ¿Cuál es la cualidad distintiva del santo? – La libertad que tiene dentro de sí –. A pesar de la gran libertad que ha ganado, una vez que llegue a la Tierra, el santo se limita. Un hombre más limitado en la Tierra que el santo no existe. Así como el padre, la madre y el amo no son libres, así el santo tampoco es libre. Frecuentemente el siervo es más libre que el amo. En general, cuanto más grandes son las obligaciones de un hombre dado, tanto más grandes son sus responsabilidades. Si sus responsabilidades son grandes, junto con esto sus limitaciones son grandes también. Si no es razonable, en cada momento el hombre puede manchar su vida. – ¿Con qué? – Con sus malos pensamientos y sentimientos. Si es prudente, con sus buenos pensamientos y sentimientos él puede elevar, purificar su vida. El menor acto puede manchar o elevar la vida del hombre. Como sabe esto, él en cada momento se enfrenta con una de las dos situaciones. El vive inconscientemente, pero la vida inconsciente no es verdadera. Las ropas con las cuales os vestís, no representan la vida verdadera. El dinero en el cuál confiáis no representa la esencia de la vida. Por mucho que guardéis este dinero, al fin de las cosas el os va a causar daños y desdichas. Bandoleros y ladrones os van a atacar por este dinero y largo tiempo después de esto vosotros llevaréis las heridas que os han causado por él.
¿Por qué el hombre tiene que sufrir? Para que el hombre sufra, siempre hay alguna causa. Si el hombre es consciente de esto o no, esto es otra cuestión. Sin embargo, es un hecho que para que el hombre sufra hay una serie de causas. Si una osa os encuentra en el bosque y os escupe, para eso también hay causas. La osa escupe al hombre solo en un caso – cuando tiene ositos –. Cuando siente que alguien pasa al lado de su madriguera, ella inmediatamente sale contra él y lo escupe. Con esto, ella quiere voltear su atención que como un hombre prudente él debería de saber que ella tiene pequeños y que no perturbe su tranquilidad. ¿Quién de los hombres ordinarios no actúa como la osa? Traten sólo de decir una palabra mala a su amigo acerca de su bien amada y vean cómo él se echará sobre vosotros y empezará a escupirlos. Su bien amada es el osito que él alimenta. Hoy día tanto el osito como la osa temen de miradas ajenas. Una vez que el osito crezca y llegue a ser un oso grande, nadie más temerá. Como sabéis esto, no os desviéis de vuestro camino para asustar los ositos pequeños, o para que habléis palabras malas acerca de la bien amada de vuestro amigo.
Ahora, como reflexionáis sobre este ejemplo, veréis que esto ocurre por todas partes en la vida. Por todas partes escucháis lo dicho y lo hablado, y al fin de las cosas asustáis al osito de una osa, por lo cual ella empieza a escupirles. Para justificación propia, la gente dice que sus intereses les imponen a actuar de una o de otra manera. Si actuáis recto o incorrecto, los resultados lo van a mostrar. Si aplicáis una virtud vuestra no en su sitio, os profanareis a vosotros y a vuestra virtud. Si utilizáis un vicio vuestro para bien, os elevaréis a vosotros mismos y a vuestro vicio. Por ejemplo, entráis en la casa de un millonario y tomáis de su caja cien mil levas. Encontráis después de esto un muchacho joven y capaz que se va a suicidar, porque tiene un deseo fuerte de estudiar, pero no tiene recursos. Vosotros inmediatamente le dais cien mil levas y le enviáis al extranjero para estudiar. Diréis que esto no es moral. Es preferible que desaparezcan cien mil levas de la caja de un rico, antes de que se pierda una vida. El hombre rico es un cajero de Dios. Dios ha permitido al ladrón que tome cien mil levas de la caja del rico y que le dé al hombre pobre pero capaz, que tenía un deseo fuerte de estudiar. Un día este dinero de nuevo entrará en la caja del rico. Esto de ninguna manera da al hombre el derecho de robar. Para cada cosa que hace, buena o mala, el ser humano responde. Cualquier cosa que haga, él debe pensar en los resultados. Pensad en las consecuencias de vuestros hechos sin que temáis. A veces las consecuencias pueden ser tan grandes que romperán la columna del hombre.
¿Cuál es la causa para que se rompa la columna del hombre? Imaginaos que alguien está construyendo una casa fuerte y sólida. La losa que separa la primera planta de la segunda, está puesta sobre unas columnas metálicas fuertes (puntales – n. de tr.). Confiando en su solidez, él pone sobre ellas mucho material que cada día va aumentando. Verdaderamente, las columnas son fuertes, pero determinado está cuánto peso pueden aguantar. Si no se toma en cuenta su aguante, un día el amo de la casa se encontrará delante de una sorpresa: la segunda planta se derrumba. Tales errores comete toda la gente contemporánea. Como no conocen sus fuerzas, como no conocen el aguante de su columna, ellos se cargan con ideas que superan sus fuerzas, en consecuencia de lo cual un día se ven destruidos.
La naturaleza no ama las acumulaciones. Las ideas son movibles y deben ponerse a trabajar. ¿Cuánto capital es necesario al hombre? Para trabajar, el hombre necesita poco capital, o sea, pocas ideas. El que tiene conocimientos, este puede trabajar con un capital pequeño. El que no tiene conocimientos, él trabaja con un capital grande. El fuerte puede llevar cargas grandes y el débil – pequeñas. El fuerte es más prudente que el débil. Sin embargo, según la moral humana, es insensato que el hombre manifieste su fuerza para que no le pongan a trabajar. Según él es mejor que el hombre sea débil antes que fuerte. – No es así, en el Cielo, la gente fuerte es prudente y los débiles – tontos. En el Cielo la gente fuerte es mala y en la Tierra la gente fuerte es buena. Aparentemente estos son pensamientos contradictorios. Un hombre fuerte es aquel que posee no solo fuerza física sino virtudes también. Un hombre débil, pues, es aquel que carece de virtudes. ¿Podéis amar a un hombre que pesa cinco o diez mil kilos? Sin embargo, si pesa 50 – 60 kilos, vosotros le amaréis. El elefante puede llevar toneladas enteras de carga, y el hombre que pesa apenas unos 50 – 60 kg no puede levantar una viga en su hombro. Aún así, vosotros amáis a este hombre débil y pequeño. Virtudes tiene aquel hombre, en consecuencia de lo cual, en los momentos más difíciles de su vida, vosotros confiáis en él.
Estos son símbolos que deben de traducirse en la vida. Estas son verdades a las cuales se debe comprender el sentido interno. Cuando hablo del elefante, me refiero a lo fuerte en la vida. Lo fuerte procura hacia lo débil y lo débil – hacia lo fuerte –. Así es en la vida ordinaria. Diréis que Dios ama a las criaturas débiles. Esto lo que Dios hace, el hombre no lo puede hacer. Dios tiene dos cualidades específicas que Le distinguen de todas las criaturas vivientes. Estas cualidades representan dos incógnitas que vosotros mismos debéis encontrar. Cuando estudiáis al hombre que ha salido de Dios, veis que él quiere ser grande, científico, fuerte, rico. Ningún hombre quiere ser pequeño, débil, pobre o ignorante. Es bueno que le hombre sea fuerte, pero no demasiado. La fuerza grande endurece a los músculos. La debilidad grande, como también la flaqueza grande, representan una papilla (gachas) o barro en el cual nada puede crecer. Entonces, la vida no se manifiesta en la gran sequedad, ni en la gran humedad. Por la sequía las plantas se secan y por la gran humedad se pudren. La vida se puede manifestar solo ahí donde la sequedad y la humedad se toca. Cuando se tocan entre ellas ocurre un intercambio correcto. Dónde el intercambio es correcto ahí siempre hay crecimiento.
¿Qué comprenderéis de la frase?: ¡Caliéntate al fuego, pero no lo apagues! ¡No apagues aquello que no se apaga! Que apagues el fuego esto significa que apagues tu vida. Si llegáis al agua vosotros sabréis que el agua no tiene que ser obstaculizada (o sea, que el hombre no trate de detenerla – n. de t.) No obstaculicéis el agua, déjenla fluir libremente. El agua representa la vida. En este sentido la vida no debe ser obstaculizada. Cuando os encontréis delante de la vida, vosotros podéis beber de ella, pero de ninguna manera le pongáis diques. En cuanto se refiere a la tierra, digo: Camina por la Tierra sin pisotearla. Si pisoteas la tierra levantarás polvo. Si pisoteas la tierra tú aplastarás todas las hierbas, flores y plantas, y tú vida se convertirá en un desierto. Por lo tanto, como has venido a la Tierra, camina por ella sin pisotear en el mismo sitio. Para el aire, pues, digo: Deja que el aire entre y salga libremente de tus pulmones, sin obstaculizarlo.
Decís: El hombre debe servir a Dios. ¿Cómo vais a servirle cuando no sabéis qué es lo que Él quiere de vosotros? Si vais a un maestro destacado de música para servirle, vosotros debéis de saber cantar o tocar. Si no tenéis voz, si no podéis tocar ningún instrumento, él os echará fuera. Al músico pueden servirle solo alumnos buenos y capaces. Por lo tanto, para que sirva a Dios, él hombre debe ser capaz y talentoso. Si no es capaz, él nada puede lograr. Y el hijo del rey no representa nada sino es talentoso y si no trabaja para desarrollar sus dones. Servirás al músico solo si eres capaz. Servirás al pintor solo si sabes pintar.
El hombre contemporáneo ha llegado a una comprensión mecánica de la vida. Encontráis gente joven que dice que tiene que vivir un poco. Que vivan así como ellos comprenden, esto significa que gasten sus fuerzas en vano y que envejezcan antes de tiempo. Una vez que envejezcan, la muerte se los llevará. Después de esto, les van a enterrar en la tierra, donde esperarán miles de años hasta que vengan tiempos favorables para ellos. Cuando el cuerpo del muerto se pudre y descompone completamente, él empieza a removerlo, partícula por partícula, empieza a contar por cuantas partículas ha sido compuesto cada órgano. Cuando se lo lleva lejos de su sepulcro, cuando termina de contar las partículas que lo componen, el piensa que dispone con un gran conocimiento. ¿Qué aprovecha el hombre de este conocimiento? Apenas termináis de contar las partículas que componen vuestro ojo, viene un hombre a vosotros y os pide que le vendáis estas partículas, porque ha decidido descender a la Tierra y necesita el material correspondiente para la construcción de su ojo. Vosotros vendéis las partículas de las cuales su ojo fue hecho y a cambio recibís una cierta suma. En vez de las partículas de su ojo, vosotros empezáis a contar el dinero, poniéndolo de un lado a otro, pero veis que en el mundo espiritual el dinero no vale nada. Así empezáis a distinguir lo esencial de lo no esencial, y os hacéis un precepto de ello. Cosas esenciales son estas que nunca pierden su precio y que pueden utilizarse prudentemente en todo tiempo.
Así que, el cantar es una cosa esencial, pero cuando está acompañado con pensamientos. Si puede cantar el tono “do”, cuando está envuelto por un pensamiento serio, el hombre ha comprendido la fuerza y el significado de este tono. Cuando uno de los semejantes en un hogar se muere, nadie canta. Sin embargo, si en este hogar nace un niño, todos cantan y gozan. La madre toma a su hijo en sus manos, lo palmotea y canta. – ¿Por qué? – Ella tiene algún pensamiento importante. Ella empieza a pensar en el futuro del niño, en cómo va a crecer, cómo estudiará, cómo llegará a ser un hombre grande. La canción de la madre no es clásica, ni tampoco es moderna, pero a través de esta ella expresa su ideal, la madre canta puro, desinteresadamente, mientras no ha salido al escenario. Cada cantante que sale al escenario esconde en sí algún interés. Ella canta, o bien por dinero, o bien por algún hombre. Frecuentemente la cantante busca entre el público a su amado. Ella canta ya solo para él, porque es él quien mejor la conoce y la comprende. En esto la cantante no canta todas sus canciones delante del público. Hay canciones que ella retiene solo para su amado. Esta cantante tiene una idea. Como tiene una idea ella canta excelentemente, sin reglas ningunas. Su voz suena suave, naturalmente, sin ninguna obligación.
¿Qué representa la vida idéica? La vida idéica sobreentiende una vida de contento interno, de creatividad verdadera y edificación. Mucha gente ha llegado a la posición de edificar cada día y derrumbar lo edificado, en consecuencia de lo cual se enfrentan a grandes decepciones. Cuando lleguen a estas decepciones, ellos buscan a alguien que les diga la verdad, que les diga la dirección correcta de la vida. Tiene razón esta gente. Siempre tiene que venir alguien para decirles la verdad e indicarles la dirección correcta. Sin embargo, ellos no se preguntan si están listos para comprender la verdad, si están listos para emprender el camino recto que él les puede señalar. El que ha creado el mundo, Él ha señalado el camino recto de la gente, les ha descubierto la verdad, pero aún así, en el mundo existe una gran desarmonía. La desarmonía en el mundo se debe a la gente. Si esta desarmonía desaparece, la gente encontrará el camino recto y comprenderá la verdad. Una vez llegado a la Tierra, el hombre tiene que trabajar. Cuando trabaja, él de todas maneras mejorará su posición, tanto material como espiritual. Alguno está sentado sin trabajo y se pregunta qué hacer. Como se ha quedado sin trabajo, él debe estar listo para todo. Cualquier trabajo que le ofrezcan, él tiene que aceptarlo. Imaginaos que al lado de un desocupado pasa algún pintor y le ofrece posar. ¿Tiene que rechazar esta oferta? Por muy poco que se le pague, él debe de aceptar la oferta. Si por cuatro veces recibe de 2 – 5 mil levas, él debe estar contento. Y el pintor, por su parte tiene que ser generoso, porque hay posibilidad de que su cuadro sea comprado por algún hombre rico. Cuanto más generosamente el ser humano abre su corazón para las criaturas pequeñas, débiles e impotentes, tanto más se le dará a él también. Tal cosa representan las ideas nuevas. Por muy pequeña que sea la idea nueva, una vez que el hombre la acepta en sí, ella empieza a crecer y a aumentar. Si no mira la vida de esta manera, el ser humano se encuentra delante de una pérdida total del sentido de las cosas.
Y así, el ser humano debe procurar a lo esencial, pero que tampoco ignore lo no esencial. Muchos consideran algunas cosas como no esenciales y piensan que se puede sin estas también. Por ejemplo, ellos dicen que la vestimenta, el comer, el estudiar, la música, no son cosas esenciales y que el hombre no tiene que detenerse largo tiempo sobre estas. Ellos dicen que el hombre debe vestirse como sea, que coma lo que encuentre, que estudie poco, tanto como para que no sea totalmente analfabeto. En realidad no es así, el ser humano debe vestirse limpio, bello, sin hacer la vestimenta un culto en su vida. Él debe utilizar alimento puro y sano, sin gastar todo su tiempo y fuerzas solo para comer. En cuanto se refiere al estudio, el ser humano tiene que estudiar, que ilumine su mente y su corazón. La vestimenta, la comida y el estudio son necesidades comunes para toda la humanidad, aunque toda la gente se vista, coma y estudie de maneras diferentes. En estos procesos hay algo específico para cada ser humano. En el comer, por ejemplo, hay una ley absoluta que debe guardarse plenamente. Si el hombre no guarda esta ley, la Naturaleza no le dará la cantidad necesaria de comida. Él puede comer mucho sin aprovechar del alimento recibido. La Naturaleza ama la constancia en el hombre. A los constantes, a la gente trabajadora, ella fácilmente le encuentra trabajo. Para ellos, incluso crea trabajos especiales. Y a los inconstantes da trabajo, pero un trabajo que no es de su gusto. De esta manera ella les obliga a trabajar a fuerza, para que desarrollen la constancia dentro de sí. Y el gusano está obligado a trabajar. Él no hace esto por amor, voluntariamente, sino por obligación. Cada hombre puede caer en las condiciones limitadas del gusano, del topo, del burro y de muchos animales más, sin poder salir de estas condiciones. Para que se libere el hombre de las limitaciones de la vida, debe venir a su ayuda una criatura fuerte, buena y razonable.
Un príncipe de la antigüedad, vivió una vida mala, licenciosa, en consecuencia de lo cual después de su muerte, no pudo seguir el trabajo que le era determinado, y su alma debería vagar por la Tierra, entrando, o bien en algún hombre borracho y caído, o bien, en algún animal. Un día él entró en un burro que frecuentemente llevaba leña para su amo. Ocurrió así que uno de los cortesanos del palacio donde una vez vivió, compró leña en el mercado y debería transportarla con el mismo burro en el cuál el príncipe frecuentemente se refugiaba. Cuando llegó a la puerta del palacio, el burro se detuvo y no quería dar ni un paso por delante. Su amo le pegaba, pero este no se movía de su sitio. En este tiempo pasó un derviche (los derviches son miembros de una cofradía musulmana que viven una vida exclusivamente ascética y pobre – n. de t.) que se detuvo delante del burro y empezó a observar qué es lo que va a ocurrir con él. Cuando vio que el burro no se movía de su sitio, él comprendió la causa de su terquedad. El derviche se acercó al burro y silenciosamente le susurro: “Entra adentro, nadie te conoce.” Cuando oyó estas palabras, el burro entró en el palacio donde lo descargaron. Entonces, el príncipe que estaba en el burro, no quería entrar en el palacio para que no le reconocieran sus cercanos.
Por lo tanto, hasta que no supere las condiciones limitadas de la vida, el hombre inevitablemente pasará por estados parecidos a estos, en los cuales se encuentran los animales también. Cada forma animal no es otra cosa, sino una tarea matemática que debe solucionarse correctamente. Por eso dicen que mientras no llegue a ser justo, el hombre no puede llevar merecidamente su nombre. Cada contradicción en la vida debe solucionarse correctamente. Cada idea Divina, que ha entrado en la mente del hombre, tiene que realizarse y dar fruto. Si no la acepta, comprende y realiza, el hombre llega a una indiferencia, a un hastío. No es suficiente que el ser humano solo lo diga que debe ser bueno, sino que debe aplicar su bondad. Si solo habla del bien, sin aplicarlo, el hombre entra en los procesos mecánicos de la vida. Si el bien entra en el ser humano de una manera mecánica, sus aros se cortan. Si los aros de las cosas se cortan, junto con esto se quebranta la unidad en la vida también.
Y así, si queréis desarrollarse correctamente, utilizad prudentemente hasta lo más pequeño que se os da. Pongan en movimiento hasta el capital más pequeño que os es dado. Por muy pequeños dones y capacidades que tenéis, pónganlos a trabajar para la edificación de vuestro gran futuro. Si alguno dice que no está dotado por la Naturaleza, esto muestra que no ha puesto su don a trabajar, o que no lo ha aplicado en su sitio. Cualquier cosa que haga, el ser humano no puede cambiar el orden Divino de las cosas. Nadie puede obligar al agua a fluir hacia arriba, nadie puede andar con sus manos y hacer el trabajo de las manos con sus pies. Esto, lo que hacen las manos, los pies de ninguna manera pueden hacerlo. Esto, lo que los ojos ven, los pies nunca pueden verlo. Cada órgano ejerce un trabajo específico que los demás órganos no pueden hacer. Por lo tanto, lo mismo se refiere al hombre también. A cada hombre le es dado un trabajo específico en el macrocosmos, que solo él puede cumplir. Si alguno de vosotros representa un pelo de la cabeza del hombre cósmico, él debe saber que un gran deber le es dado. Alguien considera como una ofensa ser un pelo y ser obligado a cumplir la predestinación del pelo. El que comprende, él sabe que el servicio del pelo es grande. Cada servicio, por muy pequeño que sea, si es cumplido como es debido, él es serio. Mucha cosa es que el hombre sea un pelo de la cabeza del hombre cósmico. – ¿Por qué? – Gran cosa es el hombre cósmico. Por lo tanto, sean contentos del servicio que os es dado. Es suficiente que estéis en servicio alrededor del hombre cósmico, y cuál será vuestro servicio, esto no es importante.
Ahora, desde el hombre cósmico descenderemos a la Tierra, donde se requiere trabajo de cada hombre. Como ha venido a la Tierra, el hombre debe trabajar. Escribid sobre el tema: “¿Por qué tiene que vivir el hombre?” Alguien está aprendiendo a tocar el violín y se pregunta por qué tiene que tocar. Ocurre así que este hombre decae en su vida, se queda con hambre, descalzo y se pregunta qué hacer, cómo ganar su alimento. Cuando pasa unos cuantos días con hambre, por fin, le viene a la mente tomar su violín y tocar de casa en casa. Ahora él comprende por qué la Naturaleza le ha dado este don. A través de su arte de tocar, él gana su alimento. El pintor pues, gana su alimento a través de su pincel. El músico se queja de que está harto de tocar. El pintor se queja de que está harto de pintar. Alegraos del arte y el don que os es dado, porque segunda vez no se os dará. En la Naturaleza no existe uniformidad. Si en una vida sois filósofos, en la siguiente seréis músicos, poetas, pintores, etc.
Algunos dudan de la reencarnación y no quieren aceptarla. Si creen en esto que se les habla, a ellos también les creerán. Lo que pensáis de la gente, esto pensarán ellos de vosotros también. Tengan en vuestra mente el pensamiento de que todo lo que os ocurre es para bien. Esto no significa que el mal no exista en el mundo, pero pensad en el bien para que lo atraigáis hacia vosotros. Cuando el bien entra en vosotros, el mal inmediatamente sale fuera. Entonces, cada uno para sí mismo puede atraer el bien y repeler el mal. En cuanto se refiere al mal fuera del hombre o dentro de él mismo, debéis de saber que cada uno responde para sí mismo. Por lo tanto, cada uno tiene el derecho de reconocer y aceptar el bien dentro de sí, y rechazar el mal y echarlo fuera. Cuando pensáis de esta manera, vosotros atraeréis el bien hacia sí mismos. Lo que piensa el hombre, esto ocurre. Si piensa que las cosas Divinas no ocurren debidamente, el hombre se juzga a sí mismo. Si queréis crecer y desarrollaros correctamente, nunca permitáis pensamientos parecidos en vuestra mente.
Como no comprenden las leyes de la Naturaleza, la gente se pronuncia rápidamente sobre las cosas y de esta manera cometen errores. Cuando oyen a alguien hablar rápido, alto o nerviosamente, ellos inmediatamente empiezan a contar que es un hombre irritable, nervioso o malo. Que el hombre hable alto o bajito, esto depende de su oído. Que lo escuchéis con disposición o indisposición, esto depende de vuestros sentimientos hacia él. Una cosa se requiere del hombre: que hable la verdad. Cuando alguien predica la verdad, él no puede hablar mal. Este hombre expone los hechos tal como son, sin detenerse sobre la manera por la cual los expone. – Ha, pero es que introducía contradicción en las mentes de la gente –. Esto, que no está de acuerdo con la vida en la Tierra, está de acuerdo con la vida en el Cielo. Esto, lo que la gente llama insensatez, los ángeles le llaman sabiduría. Esto, lo que la gente considera como ilógico, en el Cielo lo aceptan como sensato y razonable. Un discurso, del cual la gente se asombra, los ángeles no le presan ninguna atención. Alguien hace el esfuerzo de hablar elocuentemente. Si hace esfuerzo, su discurso es ordinario. ¿Se esfuerza el agua para fluir? Es suficiente que abráis el grifo del lavabo y el agua empieza a fluir abundantemente, sin tener en cuenta la cantidad que derrama hacia afuera. Ella sabe que otro se interesa de esto y no se mete en su trabajo. Mientras tenga un deseo de meterse en los trabajos del Grande, el hombre siempre será pegado. El quiere ocupar una posición alta, llegar a ser un amo. Sin embargo, si le ponen como amo, él sufrirá las consecuencias del engaño en el cual ha caído. Después de la gran paliza, él se acostará enfermo y le cantarán la canción: “Nueve años está acostado enfermo.” – ¿Por qué está acostado enfermo nueve años? – Por asuntos de amor.
Bajo la palabra “asuntos de amor” sobreentendemos cosas materiales y no los comportamientos verdaderos entre los jóvenes. El amor de los jóvenes es una manifestación absolutamente espiritual. El amor no tiene nada que ver con el mundo físico. Un amor del cual toda la gente se entera, no es un amor verdadero. Tal es el amor de todos los mamíferos, aves, insectos, etc. Y ellos se enfadan, se ofenden, flirtean. Un amor, que descansa sobre intereses materiales, es un negocio mercantil. Así les gusta a todos los negociantes. El amor verdadero no se expresa ni con sonrisas, ni con palabras dulces. Él no tiene un carácter material. El Amor introduce vida y fuerza en el hombre. Una mirada del Amor es capaz de levantar al enfermo de su lecho y resucitar al muerto. Cuando fue al sepulcro de Lázaro, Cristo levantó sus ojos hacia arriba, dirigió su mirada amorosa primero hacia Dios, y luego hacia Lázaro y dijo: “¡Lázaro, sal fuera!” Cuando oyó la voz del Cristo, Lázaro inmediatamente salió del sepulcro. Solo aquel que ama y al que le aman, puede hacer resucitar. Si no tiene amor dentro de sí, el hombre no puede hacer nada. Solo el que ama puede hacer regresar al hombre caído del camino malo y dirigirlo hacia Dios. ¿Quién no desearía recibir la mirada amorosa de tal hombre?
Y así, la mirada del amor es una expresión del inicio Divino en el hombre, que no muta ni cambia. Cualquier cosa que se hable, lo Divino no se mancha. Si se tira algún tipo de barro sobre él, ello fácilmente se lava. Sobre Él no se puede mantener nada impuro. No hay fuerza en el mundo que sea capaz de manchar lo Divino en el hombre.
Secreta oración.
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Lección 41 del Maestro Beinsá Dunó,
dada a la Clase Oculta General, el 29 de Mayo de 1929, Sofía – Izgrev.