Qué sucede tras la muerte: fragmentos de Cielo e infierno de Emanuel Swedenborg

Retrato de Emanuel Swedenborg.

Reproducimos un fragmento extraído de la obra Cielo e infierno del teólogo y místico sueco Emanuel Swedenborg, en el que describe el proceso del morir, el encuentro con los ángeles y la transformación en entidad del mundo espiritual.

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Cuando el cuerpo de una persona ya no puede realizar sus funciones en el mundo natural en respuesta a los pensamientos y los afectos de su espíritu (que proviene a su vez del mundo espiritual), entonces se dice que el individuo ha muerto. Esto sucede cuando cesa la respiración en los pulmones y el movimiento sistólico del corazón. A pesar de esto, sin embargo, la persona no muere. Solo estamos separados de la naturaleza física que nos resultaba útil en la tierra. La esencia de la persona todavía está viva, y digo que la esencia de la persona todavía está viva porque cada uno de nosotros no es una persona a causa de su cuerpo, sino gracias a su espíritu. Después de todo, es el espíritu que tenemos dentro el responsable de pensar, y la combinación de pensamiento y afecto es lo que nos hace ser quien somos.

Podemos ver, por tanto, que, cuando morimos, simplemente nos trasladamos de un mundo a otro. Esta es la razón por la que en el significado profundo de la palabra, “muerte” significa resurrección y continuación de la vida.

La comunicación más profunda de nuestro espíritu se establece con nuestra respiración y el latido de nuestro corazón. El pensamiento se conecta con nuestra respiración, y el afecto, atributo del amor, con nuestro corazón. Como consecuencia, cuando estos dos movimientos cesan en el cuerpo se produce una separación inmediata. En estos dos movimientos (el movimiento respiratorio de los pulmones y el movimiento sistólico del corazón), residen los lazos básicos. Una vez se cortan esos lazos, el espíritu es dejado a sí mismo, y el cuerpo, desprovisto ahora de la vida del espíritu, se enfría y se deteriora.

La razón por la que la comunicación de nuestro espíritu es más profunda con nuestra respiración y nuestro corazón se debe a que todos nuestros procesos vitales dependen de estos, no solo de manera general, sino también en cada punto específico.

Después de esta separación, nuestro espíritu permanece en el cuerpo durante un breve período de tiempo, hasta que el corazón se para completamente, cosa que varía en función de la causa de la muerte. En algunos casos, el movimiento del corazón continúa por un tiempo, mientras en otros casos esto no sucede. En el momento en el que se para, somos despertados, pero esto sucede solo gracias al Señor. “Ser despertado” significa que nuestro espíritu es guiado fuera de nuestro cuerpo hacia el mundo espiritual, lo que comúnmente se denomina “resurrección”.

La razón por la que nuestro espíritu no se separa de nuestro cuerpo hasta que el movimiento del corazón se haya parado es que el corazón responde al afecto, atributo del amor que es nuestra vida esencial, ya que todos nosotros obtenemos nuestra calidez vital del amor. Por consiguiente, mientras esta unión dure existirá receptividad, y por tanto la vida del espíritu se manifestará todavía en el cuerpo.

No solo me han referido de qué manera tiene lugar el despertar, sino que también lo he experimentado de primera mano. La experiencia me ocurrió para que pudiese tener un conocimiento completo sobre qué sucede. Caí en un estado en el que mis sentidos físicos quedaron inoperativos, muy similar al estado de quien está muriendo. Aun así, mi vida y pensamiento más profundos permanecieron intactos para que pudiese percibir y retener lo que me estaba sucediendo y lo que le sucede a las personas que son despertadas de la muerte. Noté que mi respiración física se había parado casi por completo, mientras una respiración más profunda, una respiración del espíritu, continuaba pareja con aquella física, que era muy ligera y silenciosa.

Primero se estableció una conexión entre el latido de mi corazón y el reino de los cielos, porque ese reino se corresponde con el corazón humano. También vi ángeles de ese reino, algunos estaban en la distancia, mientras dos se sentaban junto a mí. Buscaban llevarse todo mi afecto y dejarme en posesión únicamente de pensamiento y percepción. Permanecí en este estado durante varias horas.

Luego los espíritus que estaban a mi alrededor se retiraron paulatinamente, pues creían que yo estaba muerto. Sentí un olor dulce como el de un cuerpo embalsamado, puesto que, cuando los ángeles están presentes en cualquier situación donde haya un cadáver, siempre se percibe un olor dulce. Cuando los espíritus sienten esto no pueden acercarse. También es así como los espíritus malignos se mantienen alejados de nuestro espíritu cuando accedemos a la vida eterna.

Los ángeles que estaban sentados junto a mí permanecían callados, y compartían sus pensamientos con los míos (cuando estos son captados por los difuntos, los ángeles saben que el espíritu de la persona está lista para ser guiada fuera de su cuerpo). Lograron compartir los pensamientos mirándome a la cara. Esta es, de hecho, la forma en la que los pensamientos se comparten en el cielo.

Puesto que me habían dejado en posesión de pensamiento y percepción para que pudiese aprender y recordar cómo se produce el despertar, noté en un primer momento que los ángeles estaban comprobando si mis pensamientos eran como los de los individuos moribundos, quien, por lo general, piensan en la vida eterna. Querían los ángeles que focalizase mi mente en estos pensamientos. Luego me dijeron que mientras el cuerpo exhala su último aliento, nuestro espíritu mantiene el último pensamiento hasta que, al final, este regresa a los pensamientos que circularon desde nuestra afecto básico y dominante en el mundo.

Sobre todo, me permitieron percibir e incluso sentir un tirón, una especie de tracción fuera de los niveles más profundos de mi mente y, por tanto, de mi espíritu fuera de mi cuerpo. Y me dijeron que esto era hecho por el Señor y que es lo que causa la resurrección.

Cuando los ángeles del cielo están con las personas que han sido despertadas, no los abandonan, puesto que aman a todo el mundo. Algunos espíritus, sin embargo, simplemente son incapaces de permanecer en compañía de los ángeles del cielo durante mucho tiempo y desean que estos se vayan. Cuando esto sucede, llegan los ángeles del reino espiritual del Señor a través de los cuales se garantiza el uso de la luz, puesto que sin esta no podríamos ver nada, solo podríamos pensar.

También me mostraron de qué manera se hace esto. Era como si los ángeles hubiese descorrido una cortina de mi ojo izquierdo hacia el centro de mi nariz, de modo que mi ojo se abriese y pudiese ver. Para el espíritu es como si esto sucediese realmente, pero esto es solo apariencia. Mientras la cortina parecía descorrerse, pude ver una luz clara mas tenue, dotada de un color celestial, aunque más tarde me dijeron que esto puede cambiar. Después de eso, me pareció que estuviesen desenrollando suavemente algo en mi cara y, una vez fue hecho esto, accedí al pensamiento espiritual. Este desenrollar algo que cubría el rostro es algo aparente, puesto que representa el hecho de que nos estamos trasladando del pensamiento natural al pensamiento espiritual. Los ángeles procuran proteger a la persona que despierta de cualquier concepto que no participe del amor. Más tarde [los espíritus] informan al individuo de que él o ella es un espíritu.

AUTORA y TRADUCTORA: Érica, redactora de la gran familia de hermandadblanca.org

FUENTE

– https://swedenborg.com/emanuel-swedenborg/writings/short-excerpts-and-downloads/entry-into-eternal-life/