Reflexiones: El amor

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El amor es quizás el sentimiento sobre el cuál más se ha escrito en la historia de la humanidad. Hay incontables libros, canciones, poemas, películas y que decir de artículos en internet basados en este sentimiento. Nadie pone en duda su importancia en hechos históricos y en la vida de muchos de sus protagonistas y también en nuestras propias vidas.

Pero, ¿qué es el amor?, en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) podemos encontrar varias definiciones de esta palabra, que en resumen nos dicen que se trata de un sentimiento de atracción, afecto, inclinación y entrega a alguien o algo que nos complementa, nos alegra y nos da energía y con quien sentimos la necesidad de unirnos para consolidar ese sentimiento. Etimológicamente se considera que proviene del latín amor – amoris, la cual se relaciona con la raíz indoeuropea “amma o ama”, que significa madre, lo cual tiene mucho sentido por ser el primero y el gran amor incondicional que todos recibimos, salvo algunas lamentables excepciones. Pero más allá de cualquier definición, hablando específicamente del amor en pareja, todos los que alguna vez nos hemos enamorado sabemos del deseo y la atracción que hemos sentido por el ser amado, sin que exista una explicación racional a tal atracción.

Pero, tal como también se incluye en la definición del DRAE, además del amor a alguien, también existe el amor a algo, como nuestras mascotas, nuestra casa, nuestra patria. Incluso a cosas más intangibles, como la humanidad, la naturaleza, el arte o a Dios. Lo cual le agrega una dimensión filosófica a esta emoción, una dimensión que nos conecta a un nivel superior con nuestra espiritualidad.

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Los estudiosos del tema consideran que en el amor hay dos grandes componentes que interactúan para provocar en nosotros todas esas sensaciones que lo caracterizan. Uno es el componente psicológico y el otro el biológico. Desde el punto de vista psicológico, uno de los psicólogos que ha profundizado en su estudio, el estadounidense Robert J. Sternberg, plantea en su “teoría triangular del amor” que en las relaciones de pareja hay tres cualidades clave cuyas combinaciones generan diferentes tipos de relaciones amorosas. Esas cualidades son: Intimidad, Pasión y Compromiso. Entendiendo como tales lo siguiente:

  • Intimidad: Cercanía, conexión emocional, afecto y confianza que hay entre los miembros de la relación.
  • Pasión: Energía, excitación, impulso y atracción física que genera la necesidad de estar juntos.
  • Compromiso: La decisión de permanecer juntos y de compartir el futuro a pesar de las dificultades.

Según Sternberg, las diferentes combinaciones de estos tres componentes generan los siguientes tipos de relaciones:

  • Cariño: Hay intimidad, pero sin pasión ni compromiso. Es el amor de la amistad autentica.
  • Encaprichamiento: Existe pasión, pero sin intimidad ni compromiso. Es el amor característico de las relaciones superficiales.
  • Amor vacío: Hay compromiso sin pasión ni intimidad. Es una relación solo por interés.
  • Amor romántico: Hay Pasión e intimidad, lo que genera gran atracción, pero no hay compromiso.
  • Amor sociable: Hay intimidad y compromiso, pero sin pasión. Surge cuando se pierde la química entre la pareja.
  • Amor fatuo: No hay intimidad. La pareja quiere estar junta, pero no tienen muchas cosas en común.
  • Amor consumado: Es el más intenso y en él están presentes las tres cualidades: intimidad, pasión y compromiso.

En cuanto al aspecto biológico, al igual que todas las emociones, el amor juega un papel fundamental en nuestra supervivencia como especie. La atracción física que genera la pasión entre los miembros de una pareja, es el elemento clave que nos lleva al apareamiento y a la procreación y el amor de padres es el que nos hace cuidar de nuestros hijos para garantizar su supervivencia y con ello la continuidad de la especie.

Por otro lado, la ciencia ha logrado asociar el amor con la bioquímica del cuerpo. Las hormonas y neurotransmisores que actúan en nuestro cerebro son los responsables de las múltiples sensaciones y comportamientos característicos del enamoramiento y del amor a largo plazo. Según la Dra. Helen E. Fisher, Antropóloga y Bióloga estadounidense, el amor en pareja pasa por tres fases en las cuales se pueden identificar hormonas y neurotransmisores asociados a cada una de ellas. Así, la Dra. Fisher identifica las siguientes etapas:

  • Lujuria: Es el deseo sexual básico sin ningún razonamiento, regulado en hombres y mujeres por los niveles de las hormonas Testosterona y Estrógeno respectivamente. Según algunos especialistas, la producción de estas hormonas está asociada al olor y aspecto físico de la potencial pareja, lo cual a su vez transmite su potencial genético.
  • Atracción: Esta fase se caracteriza por la “adicción” a la persona amada, lo cual disminuye la atención hacia otras personas. Según la Dra. Fisher, las hormonas que regulan esta etapa son la Adrenalina, que acelera el corazón, dilata las pupilas y nos pone en estado de alerta; la Dopamina, que produce sensaciones de placer, euforia y motivación y la Serotonina, que actúa como antidepresivo y nos hace sentir felices, optimistas, de buen humor y satisfechos. Otros estudiosos del tema incluyen en esta fase la Norepinefrina, que tiene efectos similares a la adrenalina y además nos hace sentir alegres y efusivos y finalmente la Feniletilamina, que actúa como un potente intensificador de las emociones.
  • El apego: Esta etapa se caracteriza por el afecto, cariño y apego que sentimos hacía nuestros seres queridos. Las hormonas que actúan en ella son la Oxitócina, a la cual se le atribuyen la sociabilidad, la confianza y el afecto y la Vasopresina, a la cual se le considera responsable del amor paternal y familiar.

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Sin embargo, si bien es cierto que toda esa complejidad bioquímica puede explicar el origen fisiológico de lo que sentimos cuando estamos enamorados en cualquiera de las fases ya descritas, no es menos cierto que al igual que en otras emociones, siempre surge la pregunta de si es el sentimiento el que genera los cambios bioquímicos en el cuerpo o si son esos cambios bioquímicos los que generan la emoción. Es decir, ¿con que nos enamoramos?, ¿con la mente o con el cuerpo?, independientemente de las respuestas a esas interrogantes, lo cierto es que nos enamoramos y cuando lo hacemos nuestra mente y nuestro cuerpo se comprometen y responden a lo que sentimos con esa emoción.

Otro aspecto interesante de este sentimiento es que muchas veces oímos hablar del “verdadero amor”, lo cual conlleva inmediatamente a pensar que hay otro que no es verdadero, que es falso. Pienso que lo falso en ese otro amor pudiera estar asociado a la falta de alguno(s) de los elementos clave de los que habla Sternberg en su teoría o a bajos niveles en las “hormonas del amor” mencionadas anteriormente.

Para finalizar, me parece importante señalar que algunos piensan que hemos magnificado la importancia y el poder que tiene el amor en nuestras vidas, en especial aquellos que han sido víctimas de un amor no correspondido o traicionado y lleno de sufrimientos. Mientras que para otros hemos menospreciado su importancia y la capacidad que tiene para hacernos trascender nuestra mundana condición humana y acercarnos a la naturaleza divina de los Dioses. En definitiva, el amor es una misteriosa emoción de la cual todos hemos sido o podemos llegar a ser víctimas o verdugos en algún momento de nuestras vidas.

 

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Autor: Juan Sequera. Autor de la familia Hermandad Blanca

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