Renacer, por Julio Andrés Pagano
En el intenso y desafiante camino dorado de la ascensión, hay un punto luminoso de reunión, que llamamos corazón, donde todo se religa. Es el centro sagrado de la gran celebración, es el punto mágico de fusión, que al vibrar en la frecuencia del amor nos eleva, reconecta y unifica. Cálida y sabiamente la existencia nos alienta a ingresar, para que, desde allí, podamos expresar nuestra más sincera y sentida decisión: es hora de manifestar si estamos dispuestos a renacer.
Renacer es animarnos a experimentar la plenitud de nuestro ser, iluminándonos. Es trascender las limitaciones de una encarnación saturada de condicionamientos, presiones y obligaciones, para movilizarnos en completa afinidad con la belleza y la pureza de nuestro espíritu. Renacer es incrementar nuestra llama al máximo, integrando y honrando todo lo aprendido. Es pulir la totalidad del diamante interno que trajimos para hacer brillar, y así alumbrar todo el camino.
Muchos de los héroes humanos que dinamizaron el proceso de transformación presienten que ya finalizaron su ciclo y es tiempo de partir. De ahí que el primer paso, en respuesta al llamado interno a renacer, consista en afirmar si aceptamos continuar peregrinando. Hacerlo no es una simple declaración. Implica renovar, con convicción, el compromiso de ayudar a profundizar y humanizar todos los cambios. Se nos honra. Somos libres de elegir cómo seguir evolucionando.
Vinimos a despertar, cultivando a nuestro paso nuevas y delicadas flores. No fue nada sencillo, pero lo hicimos. Ahora que comprendimos el sentido de nuestro caminar, si bien podríamos volar, también podemos quedarnos, disfrutar y seguir colaborando en todo lo que acontezca, porque el plan divino se está cumpliendo y nada lo detendrá. Así lo confirman los millones de nuevos seres que a diario se abren, en este bendito suelo, amplificando la frecuencia del amor.
Por si acaso te interesa conocer cuál fue mi decisión, te confieso que soy uno de los tantos que pensaban en retirarse, pues había finalizado de sembrar las semillas que traje para compartir. Pero en la Madre Tierra, entre otras cosas, aprendí a sentir: por eso hoy, centrado en la luz del corazón, quiero revelarte que por más que aún desconozco el rumbo que tendrán mis nuevos pasos, confiadamente me abro, al majestuoso e insondable misterio de la vida, y elijo renacer.
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