Tríada sanadora, ¿jugamos?, por Maria Assumpció Fàbregas i Anglada
De pequeña me enseñaron a rezar » Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me dejes sola ni de noche ni de día» , y más de una vez me pareció ver alguno.
Ahora, después de algunas crisis de fe y de exaltación del ego, sé que este ángel siempre ha estado aquí. Forma parte de mí, soy yo misma en una dimensión más elevada. Es como si fuera otra versión mía, mejorada, más evolucionada, en la que este yo que os habla se ha disuelto en otro yo más grande, del que quizás también participas tú, y muchos otros a los que no conocemos.
En este juego de la vida, diseñado por la mente del universo, también hay diferentes niveles. Todos funcionan a la vez, pero estamos acostumbrados a enfocar la atención en una sola realidad, la que llamamos 3D. Ahora estamos aprendiendo a reconocer a estas otras partes, que también somos, y a vivir en esta multidimensionalidad. Me parece que por eso, hay tantos malestares físicos, eco del dolor acumulado, tanto en los pliegues de nuestra alma, como en algunas de las vivencias más recientes. Es como si se nos estuvieran desplegando unas alas que ignorábamos que teníamos, para poder alzar el vuelo e ir más allá. Más que una metamorfosis, nos estamos liberando de capas y capas de personajes que hemos adoptado a lo largo de los años para -quién sabe-si sólo para sobrevivir o «ir tirando «. Es hora de liberarnos de tanto sufrimiento, gratuito y voluntario, que nos distorsiona la visión de la belleza de la vida y nos aleja del contacto con nuestra esencia.
Porque en este juego de vivir podemos ejercer nuestra libertad. La libertad de seguir escribiendo un pasado sin sorpresa (y como en el juego de la oca, tiro porque me toca) , o la libertad de convertirnos en seres creadores de nuestra propia realidad. Dar un salto cuántico desde nuestra casilla habitual hacia otro juego donde no hay ni casillas ni reglas, donde el único propósito es sentirse en paz con uno mismo.
Mientras jugamos, descubriremos que somos libres de elegir dónde ponemos la atención: si en el recuerdo enfermizo (el antiguo juego, tan conocido, que ya nos aburre), en el futuro incierto (un juego que, tal y como lo piensa nuestra mente 3D, nos da miedo) o en el presente que, hasta ahora, no sabíamos vivir porque se nos escapaba de las manos. Iremos recuperando la mirada inocente y la capacidad de sorpresa de la criatura que llevamos dentro. Cada instante vivido con el propósito de «sentirse en paz con uno mismo», nos proporcionará la medicina que necesitan todas las partes que conforman nuestro ser para restablecer y recuperar la luminosidad olvidada .
Te invito a jugar, para descubrir tu nueva vida. ¿Cómo? Enfocándonos en el latido de nuestro corazón, sintiendo como el aire que respiramos nos expande el pecho y dibujándonos una sonrisa en los labios.
Te propongo que te acostumbres a empezar y a terminar el día con esta tríada sanadora. Si después lo repites a lo largo de la jornada, sin más motivo que para ayudarte a enfocar en el aquí y ahora, te darás la oportunidad de generar un cambio en tu estado anímico. Incluso, te puede sorprender descubrir que, el milagro, está en tus manos.
¿Jugamos? 😉
Tríada sanadora, ¿jugamos?, por Maria Assumpció Fàbregas i Anglada
Fuente: