Un alegato contra la contaminación y a favor de una vida más sana

Jorge Gomez (333)

La epidemia química libro de Carlos de Prada hermandadblanca.org

“La epidemia química” es el nombre del último libro publicado por el presidente del Fondo para la Defensa de la Salud Ambiental (FODESAM), Carlos de Prada. En esta obra, el conocido periodista y escritor, cuya destacada trayectoria le ha valido importantes reconocimientos (como el Premio Global 500 de las Naciones Unidas, el Premio Nacional de Medio Ambiente o el Premio Internacional Vida Sana, entre otros), se centra en los graves daños que provoca la contaminación química sobre la salud de los seres humanos. Pero, lejos de quedarse en un mero libro de denuncia, “La epidemia química” es también un llamamiento en positivo a la movilización, pues el problema de la contaminación es superable si la sociedad se conciencia y actúa. Así lo afirma su propio autor en la siguiente entrevista.

Noticias Positivas: Su último libro se llama “La epidemia química”. ¿Es tan grave el problema de la contaminación causada por sustancias tóxicas como para hablar de una epidemia?

Carlos de Prada: Obviamente es una epidemia. Son muchos miles de personas los que se ven afectados por la contaminación química. Dice la Organización Mundial de la Salud que una de cada cuatro enfermedades y muertes en el mundo se deben a problemas ambientales. Incluso si habláramos de los datos menos llamativos y más conservadores que nos muestran los estudios científicos, son muchos miles de personas afectadas. Es un tema con una incidencia muy alta, y además está creciendo dicha incidencia, en unas proporciones que bastantes expertos consideran que son epidémicas.

N+: Según el libro, se trata de un problema que afecta a multitud de ámbitos de la vida cotidiana, ya que hay contaminantes en lo que comemos, en nuestra ropa, en lo que respiramos, en el agua…

CP: Hay factores que pueden hacer que equiparemos esto a epidemias producidas no por contaminantes, sino por microorganismos. Solo que aquí no hablamos de un agente patógeno que sea un microorganismo, sino que se trata de sustancias químicas. Sustancias químicas que tenemos en nuestro cuerpo. Así lo corroboran los estudios que se hacen para detectar la presencia de las mismas en el organismo, y que muestran que albergamos centenares de contaminantes que una enorme cantidad de informes científicos asocian a problemas de salud.

Este es un hecho, por tanto, sobre el que nos han advertido llamamientos muy importantes, como el Llamamiento de París, publicado hace unos años, donde una serie de científicos, entre ellos, varios premios Nobel, alertaban de cómo la contaminación química sería uno de los factores que más estaban incidiendo en el crecimiento de problemas de salud muy importantes, como puede ser el cáncer, problemas de fertilidad, malformaciones y problemas congénitos.

Es un hecho que esto tiene un peso muy importante en la aparición de enfermedades en los países donde vivimos. Especialmente, por ejemplo, en ámbitos laborales. Hay determinadas profesiones que tienen excesos muy notables de una serie de enfermedades. Por ejemplo, los trabajadores del sector de la limpieza se sabe que tienen un riesgo muy notable de padecer asma.

También sucede con las personas que viven en entornos contaminados, como puede ser la ciudad de Huelva, por ejemplo, donde hay incrementos muy notables del riesgo de padecer determinados cánceres.

N+: ¿Debido al polo químico industrial?

CP: Debido a la conjugación de una serie de factores que, según los expertos que han investigado el tema, entre lo que más peso parece tener en ellos está la presencia de un grupo de industrias que emiten una serie de contaminantes. Así vemos que, precisamente, donde más se dan una serie de problemas de salud, no solamente cánceres, también de otro tipo, hay al mismo tiempo más contaminación química. Es muy extraño que por parte de las autoridades no se quieran hacer estudios epidemiológicos para determinar por qué pasan esas cosas.

Si no fueran contaminantes químicos, sino otro tipo de factores, por ejemplo microorganismos, es evidente que estos datos epidemiológicos llevarían a la conclusión inmediata de que esto es por lo que es, pero como son cuestiones que tienen que ver con sectores industriales, puestos de trabajo y cosas así, no se están tomando una serie de medidas ni parecen claras una serie de cosas que, si fueran otros los factores causantes y no hubiera intereses económicos, estaría más que claro.

N+: Está hablando del polo químico de Huelva, pero no hace falta irse a un caso extremo de ambiente contaminado. Según “La epidemia química”, hay contaminantes en los productos más habituales que usamos en nuestra vida diaria.

CP: Una parte importante de la exposición a contaminantes químicos no tiene que ver con sustancias vertidas a un río o emitidas a la atmósfera por parte de una industria pesada. Hay que darse cuenta de que si muchas industrias emiten una serie de contaminantes es porque los están empleando en el proceso productivo. Entonces, muchas de estas sustancias acaban en el producto final. Hasta el punto de que sustancias preocupantes sobre las que se han publicado centenares de estudios científicos, como el bisfenol A, no es que estén contenidas en un producto determinado, como una cosa minoritaria, es que integran la mayor parte del producto.

Por ejemplo, el plástico policarbonato es puro bisfenol A. Este plástico integra la mayor parte de los CD y DVD. También está en las carcasas de ordenadores, los faros de los coches o en muchas cosas de óptica. Igualmente son bisfenol A las resinas epoxi que se utilizan en determinadas pinturas, en empastes dentales o en el recubrimiento interior de muchas latas de comida.

Otro ejemplo es el de los ftalatos, un grupo de sustancias sobre el que se ha publicado mucho acerca de su asociación con problemas de salud. Están en determinados cosméticos, en productos de higiene o aseo personal, en productos de limpieza o en plásticos. A veces, el PVC puede tener en el peso más de un 20% de ftalatos.

N+: También es preocupante la presencia de contaminantes en alimentos o en el agua, debido en gran medida a los pesticidas.

CP: Prácticamente la mayor parte de la superficie agrícola española, si se exceptúan las zonas de agricultura ecológica, que son minoritarias, son impregnadas con varios tipos de pesticidas. Entre insecticidas, fungicidas, herbicidas y demás que se echan cotidianamente en los campos españoles, especialmente en las zonas de agricultura intensiva, pero también en las zonas de secano, es frecuente que un porcentaje notable de los alimentos que llegan a los mercados contenga residuos de pesticidas. A niveles bajos de concentración normalmente, pero el problema es que cada vez son más los estudios científicos que dicen que incluso a niveles bajos, pueden tener efectos negativos sobre la salud.

N+: Entonces, si es tan grave el problema de la contaminación, ¿por qué no hay un reconocimiento mayor del mismo a nivel social?

CP: Yo creo que influye un hecho notable. En el caso de los microorganismos y los genes, se actúa. Hay una higiene sobre los microorganismos. Se limpia para que no haya presencia de esos microorganismos que pueden producir enfermedades. La gente lo tiene asumido y se previenen una serie de enfermedades.

Pero el caso de las sustancias químicas como agentes patógenos es diferente porque no son seres de la naturaleza contra los cuales se puede actuar libremente, sino que son sustancias químicas comercializadas por grandes empresas, para las cuales esas sustancias representan un beneficio económico. Estas empresas se defienden de lo que consideran ataques a sus intereses, cuando se trata realmente de estudios científicos que se publican alertando del riesgo de una sustancia determinada.

Esta concurrencia de intereses económicos y la capacidad de influencia en el poder político, en los reguladores y en los medios de comunicación que tienen dichas empresas provocan que se atenúe la voz de alerta y las acciones que deberían acometerse para controlar este riesgo.

Esos intereses económicos comprometidos hacen que incluso la gente que está sufriendo las consecuencias de la contaminación, como a lo mejor trabajan en la propia industria contaminante, relativicen el problema o no le quieran dar la misma importancia. Un trabajador de una industria nuclear será el primero muchas veces que te defienda que no hay peligro, aunque él mismo pueda acabar muriendo de cáncer.

N+: Frente a esta postura de mirar a otro lado cuando surgen problemas, usted apuesta por la prevención. Es decir, por actuar antes de que el problema surja, precisamente para evitarlo.

CP: El tema básico es que más del 95% del gasto sanitario va a diagnóstico y tratamiento, y menos del 5% va a la prevención, lo cual es absolutamente demencial. Lo que habría que hacer es prevenir las enfermedades y evitar que la gente enfermase. No se deben crear negocios ligados a la existencia de la enfermedad, sino negocios ligados a evitar las enfermedades.

Eso no se está haciendo, y lo que estamos viendo es que una serie de problemas de salud no paran de crecer en incidencia en las últimas décadas, en paralelo al aumento exponencial del volumen de sustancias químicas sintéticas que se están utilizando.

Sin embargo, la parte positiva es que sí se podría hacer prevención, y si se hiciera prevención en contaminación química, bajaríamos la incidencia de una serie de problemas de salud que llevan creciendo sin parar durante décadas, sin que ninguna de las medidas que se hayan hecho hasta ahora hayan conseguido parar esa incidencia.

Por tanto, hay que aplicar criterios de prevención y de higiene química. Ahora que estamos en tiempo de crisis y que se están haciendo cosas para recortar el gasto sanitario, una de las mejores formas de recortar el gasto sanitario sería prevenir enfermedades. Además, no solo estarías recortando el gasto sanitario, sino que también estarías recortando el sufrimiento humano, al hacer que hubiera más salud.

N+: Aunque este es un libro de denuncia, usted dice que también es un libro en positivo, no solo por esta llamada a la prevención, sino porque en la parte final de la obra, hay un alegato llamando a la acción, afirmando que se puede luchar y vencer este problema.

CP: Lo positivo y lo negativo a veces son muy relativos. Por ejemplo, la prensa puede informar de que han descubierto un fármaco que va a curar el cáncer. Pero luego analizas esa noticia positiva, y resulta que realmente es el negocio de una multinacional farmacéutica que está vendiendo falsas expectativas. Las noticias positivas, pero que son verdades a medias, o falsedades, son realmente noticias negativas que perpetúan un estado de cosas que está haciendo que haya cada vez más enfermos, y que se viva del negocio de que cada vez haya más enfermos.

Sin embargo, “La epidemia química” es un libro evidentemente positivo incluso en lo aparentemente negativo. Porque crear conciencia es positivo, hacer que la gente conozca un problema es positivo, y aportar una solución a un porcentaje muy notable de las enfermedades que más está creciendo en occidente es algo muy positivo.

N+: ¿Por dónde pasaría esa solución?

CP: Debemos luchar contra la contaminación química mediante la aplicación de una serie de principios, como por ejemplo, el que contamina paga, un incremento de los controles de esa contaminación, o el que las empresas se vean forzadas a aplicar las mejores tecnologías disponibles y a sustituir sustancias preocupantes por otras que no lo sean.

Otra cosa muy importante que se tiene que hacer que es potenciar la producción ecológica. No solamente en el caso de la agricultura, sino también en otros ámbitos de la producción, como pueden ser los productos de aseo o higiene personal, los productos de limpieza o las pinturas. Cualquier ámbito de la producción tiene alternativas sin la utilización de sustancias químicas preocupantes. De hecho, hay empresas que comercializan ya productos de este tipo, y que demuestran que es viable.

N+: ¿Y qué pueden hacer las personas particulares?

CP: Lo primero es saber los problemas. La táctica del avestruz no suele funcionar. Por tanto, lo primero es informarse. El libro realiza una labor importante de concienciación acerca del problema. El que lo lea tendrá un mapa de la realidad que le permitirá moverse por ella mejor que si no tuviera ese mapa.

Conocer el problema implica que la gente ve necesidad de adoptar alternativas. Esas alternativas son viables y posibles, lo cual está demostrado ya. Hablamos de cosas de la vida cotidiana, de cosas tan sencillas como con qué pintura pintas algo, con qué desodorante te puedes desodorizar, con qué productos de limpieza puedes limpiar tu casa o con qué alimentos conviene más que te alimentes. Hay muchas cosas que se pueden hacer en positivo. Se puede actuar y conseguir una rebaja muy sustancial de nuestra contaminación interna.

De hecho, una de las cosas que se pide en uno de los epígrafes del libro es que el gobierno potencie medidas para conseguir una reducción de la carga tóxica de los cuerpos de los españoles. Igual que se habla de reducir las emisiones de CO2, hay que reducir la presencia de contaminantes en el cuerpo, lo cual no sería tan difícil de hacer.

Básicamente, “La epidemia química” muestra algo muy positivo, y es que se podría reducir muy notablemente un porcentaje muy importante de problemas de salud que están afectando a nuestras sociedades y que están creciendo en incidencia. Sería sencillo hacerlo, pero tiene que existir una conciencia social para conseguirlo.

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