Alcanzar la Plenitud por Francisco de Sales
Ken Wilber, uno de los principales teóricos del movimiento de la psicología Transpersonal e Integral, opina que el ser humano tiene capacidad para desarrollarse en diferentes aspectos, y es preferible que sea simultáneamente, y lo divide en seis aspectos, que, a mi entender, son siete.
A partir de esa idea, he ampliado lo que sigue a continuación.
El ser humano se tiene que entender y aceptar como lo que es: Unidad y Misterio.
Hay un interés excesivo en dividir y subdividir, y esto, que puede ser hasta interesante para facilitar la comprensión al principio, puede acabar volviéndose contra uno mismo, ya que puede llegar a creer que, efectivamente, es la suma de un montón de cosas distintas que se han agrupado en él.
Cuerpo, mente, alma, interior, exterior, espiritualidad, divinidad, consciente, inconsciente…
El ser humano es una Unidad, -en el sentido de solamente un elemento, indivisible – y nada más.
Estos son los sentidos en lo que, según Ken Wilber, uno ha de desarrollar su potencialidad, y el modo de hacerlo:
ENERGÍA – Yoga, Tai Chi, Chi Kung, Gigong, Bioenergética, Reiki…
MENTE – Psicoterapia, Visualizaciones, Afirmaciones, Terapias de grupo, Autoconocimiento, Sombra…
MEDITACIÓN – Zen, Vipassana, Oración, Silencio, Reflexión filosófica, Experimentación de estados místicos…
COMUNIDAD – Voluntariado, Cuidado compasivo, Compromiso Social, Responsabilidad propia…
NATURALEZA – Reciclaje, Excursionismo, Celebraciones en la naturaleza…
Y yo añado:
AMOR – Familia, Amigos, Superación del ego, Compasión, Empatía, Generosidad…
El desarrollo de ello, presidido por la honestidad, la creatividad, el coraje, el equilibrio, y la resilencia, produce cambios integrales en la persona.
Algunas personas se desarrollan expresamente en un aspecto y dejan abandonado el resto, y el desarrollo integral del ser humano consiste en crecer en todos los sentidos.
Una persona que dedica toda su atención a la comunidad, por ejemplo, está desarrollando bien esa faceta, y parte de la del amor, pero está abandonando la conexión con su ser y el desarrollo del equilibrio mental.
Un Crecimiento Personal equilibrado requiere de todos estos ingredientes. No es coherente sino hay orden en la psique, si nuestra energía está bajo mínimos o desequilibrada, si no compartimos, si no retomamos el contacto con la naturaleza de la que emanamos, o si no conectamos con la divinidad a través del alma.
Una persona que se sienta en la posición del loto y se pasa días intentando vaciarse o llenarse, o contactar con su interior, o desapegarse de lo mundano, deja a cero su faceta de relacionarse con los demás y de compartir de un modo tangible ese amor hacia los demás que posiblemente sentirá.
La forma de conseguir la armonía del conjunto, de cumplir lo adecuado, y la forma de completar equilibradamente la Unidad que somos, es actuar sobre todos los apartados.
Tiempo para encontrar y tiempo para compartir lo encontrado.
Tiempo para equilibrar físicamente el contenedor en el que vivimos y tiempo para contactar con la divinidad y lo etéreo.
Si solamente desarrollamos uno o dos aspectos, seremos incompletos.
Entre todos ellos unifican y complementan el Ser; todos aportan una parte a la armonización, al perfeccionamiento, a la Unidad.
En cada ser humano deben estar incorporados estos elementos, cada uno en la proporción que cada cual considere adecuada a su unicidad, pero todos. Si falta alguno pasa lo mismo que cuando se cocina y no se pone uno de los ingredientes: sí, pero…
Vamos a ser igual de Humanos, pero no del todo equilibrados ni completos.
En el perfeccionamiento personal no existen fórmulas matemáticas que nos lo pondrían más fácil: no hay dos más dos igual a cuatro.
Hay una gran pluralidad de prácticas espirituales y de opciones enriquecedoras a nuestro alcance.
Al tratarse de personas, todas tan distintas, con tan dispares motivaciones y condicionamientos, no hay fórmula infalible.
Podemos elegir el principio del Camino libremente, sin sentimiento de culpa, y sin estar condicionado por el nivel de intelectualidad. Partir desde la ilusión y la confianza.
Cada uno empieza por el apartado con el que se siente más identificado, o que más le afecta, o que le parece más fácil. Es igual. No importa. Cada paso que da le encamina simultáneamente hacia los demás, porque cada uno de ellos está orientado hacia la consecución de la lucidez humana, a la comprensión de la Unidad de las unicidades, a la visión de la Divinidad en cada paso y en cada renglón, hacia la bondad como elemento integrador esencial, y como ofrenda a entregar a los demás.
Uno de los momentos estelares en la vida, es el de la percepción de que uno es cada uno de los demás, y que la vida debiera estar orientada hacia el amor sin barreras y los abrazos sin miedos, y hacia la confraternidad, para darse la mano y hacer cada uno su propio Camino, pero juntos.
No hay que olvidar que el Ser Humano anhela su desarrollo integral. No hay que olvidar que somos, en nuestra esencia, energía, afectividad e inteligencia.
Si algunos de estos aspectos no está activado, actualizado y perfeccionado, se tendrá un sensación insatisfecha de que falta algo, y ese algo impedirá disfrutarse en plenitud.
Recomiendo volver al principio del artículo, releerlo, y hacer un firme propósito de desarrollar todos los aspectos que nos componen.
DESHACERSE DE LOS “TENGO QUE”
Poco a poco, cada uno al ritmo que pueda, nos tenemos que deshacer de todos esos “tengo que” que tanto nos condicionan.
Sólo “tenemos que” alimentarnos y beber, defecar y orinar, dormir y respirar. Y creo que eso es todo.
Son cosas necesarias para que el cuerpo siga funcionando adecuadamente.
Pero también podemos elegir no hacer nada de ello.
Y atenernos a las consecuencias.
Los “tengo que” son elecciones voluntarias o involuntarias, pero elecciones propias.
¡Tengo que trabajar!
No tienes que trabajar.
Eliges trabajar porque de ese modo puedes acceder a cubrir algunas de las necesidades que tienes o te has creado.
Podrías no trabajar, pero entonces deberías aceptar las consecuencias.
¡Tengo que cuidar a mis hijos, cocinar, pagar las facturas, ir al médico, callarme en muchas ocasiones…!
Eliges hacer todo eso.
Podrías elegir otra cosa.
Ateniéndote a las consecuencias.
Pero podrías no hacerlo…
No propongo una revolución de no hacer, sino que, dado que se ha elegido hacer, hacerlo desde la actitud de que es una decisión propia, y hacerlo de un modo positivo.
Si uno piensa y actúa como “decido hacer” en vez de “tengo que hacer”, el trabajo a realizar es el mismo, pero de un modo uno hace lo que quiere hacer y del otro modo lo hace por obligación y, posiblemente, con desgana.
Y me quiero referir también a otro aspecto en este deshacerse de los “tengo que”.
Me refiero a esos compromisos, encargos, obligaciones, deberes, cargos, exigencias, imposiciones… a los que podemos decir NO.
A los que sería mejor decir NO.
Porque nos ocupan un tiempo que pudiéramos dedicar a hacer otras cosas de nuestro agrado.
Sí… ya lo sé… no es fácil…
Pero es posible en muchísimos casos…
Y te permitiría más tiempo de estar contigo, de descansar, de estar en paz, de hacer lo que realmente te apetece hacer…
Francisco de Sales
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