Anna Bonus Kingsford El juego de cartas: una parábola (19)
Anna Kingsford: El Juego de Cartas
Introducción a El juego de Cartas
En esta ocasión la Doctora Anna Kingsford nos da una explicación sobre como tomamos decisiones en la vida. Para esto se toma como imagen la de un juego de cartas.
Como ya hemos señalado en otras ocasiones, la Doctora Kingsford, recibía estas revelaciones en sueños o en estados alterados de consciencia, como se suele decir hoy en día.
Esta es una traducción de XIX. THE GAME OF CARDS: A PARABLE. Como en ocasiones anteriores, después de presentar la traducción se ofrece una interpretación para darle al lector otro punto de vista que le ayude a elaborar su propia interpretación.
En este sueño se compara nuestra toma de decisión con la manera en que afrontamos los juegos. Cuando jugamos ¿Lo hacemos confiando en nuestra suerte o calculando cada jugada? Esto puede decir mucho sobre nuestra manera de actuar en la vida.
Algunas personas consideran que tienen un destino y solo esperan que ese destino sea afortunado. Otras consideran que el destino se crea con la toma constante de decisiones bien pensadas.
El mensaje final de esta parábola es “Piense antes de actuar”.
Algunas personas consideran que tienen un destino y solo esperan que ese destino sea afortunado. Otras consideran que el destino se crea con la toma constante de decisiones bien pensadas.
Traducción de El juego de cartas: una parábola
Jugando cartas
Soñe que estaba jugando cartas con tres personas.
Las dos opuestas a mi eran un hombre y una mujer con capuchas puestas sobre sus cabezas y capas cubriendo sus personas. No las observe con atención. Mi compañero era un anciano sin capucha, ni capa. Tenía una particularidad, que no se mantenía igual, entre un minuto y otro.
Algunas veces parecía un hombre muy joven, su rasgos no parecían cambiar para producir este efecto, pero un aspecto de juventud e incluso de alegría llegaba a sus cara como si fuese iluminada desde dentro.
El repartidor de cartas
Detrás de mí, estaba un personaje a quien no podía ver, solo aparecían su mano y su brazo, entregándome un juego de cartas. Hasta donde pude discernir, era un hombre vestido de negro.
Mi compañero
Poco después de comenzar el sueño, mi compañero se dirigió a mi, diciendo:
“¿Juegas por suerte o por habilidad?”
Le contesté: “Principalmente, juego por suerte. No sé cómo jugar por habilidad. Pero en general tengo buena suerte”. De hecho, ya tenía a mi favor varios trucos que había aprendido.
Él me respondió:
Jugar por suerte es confiar en lo externo, jugar por habilidad es confiar en lo interno. En este juego, lo interno llega más lejos que lo externo.
¿Qué son los triunfos? Le pregunté.
“Los diamantes son triunfos” me contestó.
Miré mis cartas y le dije Tengo más tréboles que cualquier otra cosa.
Jugar por suerte es confiar en lo externo, jugar por habilidad es confiar en lo interno.
Él se rio con esto y al momento pareció más joven.
“Los tréboles son cartas fuertes, después de todo”. No desprecies las cartas negras. He sabido de algunos de los mejores juegos realizados que fueron ganados por jugadores con más tréboles de los que tienes”.
Extrañas cartas
Examiné las cartas y encontré algo muy extraño en ellas. Estaban los cuatro tipos, diamantes, corazones, tréboles y picas. Pero las cartas dibujadas parecían distintas de cualquier otra que había visto antes, Una era la reina de tréboles, su cara cambiaba cuando la veía. Primero era morena, casi negra, con la corona imperial en la cabeza.
Luego parecía rubia, la corona se modificaba en una más pequeña de aspecto inglés. Y el vestido también se transformó. Había una reina de corazones vestida con un antiguo traje de campesina, con cabello castaño y de hecho este se transformó en una armadura que brillaba como si reflejara la luz del fuego en sus escamas pulidas.
Las otras cartas parecían de igualmente vivas, aun las ordinarias, al igual que las cartas de la corte. Parecían ser figuras moviéndose dentro de los emblemas de sus caras. Los números de los tréboles en mi mano eran más altos que las espadas. Estas eran las siguientes en número y seguían los diamantes.
No tenía cartas con imágenes de diamantes, pero tenía el As y era tan brillante que no podía mirarlo. Excepto las dos reinas de tréboles y corazones, creo que no tenía cartas de imágenes en mi mano y muy pocas cartas rojas. Habían elevadas figuras en las espadas.
Un juego malo
Estaba el personaje detrás de mi silla que daba las cartas siempre.
Le dije a mi compañero: es difícil jugar en cualquier caso, sea por suerte o por habilidad, ya que me reparte un juego malo todo el tiempo.
“Ese es tu error” me dijo. “Juega lo mejor que puedas con lo que tienes y en la siguiente ocasión tendrás mejores cartas”
No culpes al repartidor
¿Cómo puede ser eso? Pregunté.
“Porque después de cada juego los “juegos” que tomas se agregan al fondo del paquete que tiene el repartidor y tu consigues los “honores” que has tomado de la mesa. Juega bien y toma lo que puedes. Pero debes poner más cabeza en esto.
Tú confías mucho en la suerte. No culpes al repartidor, él no puede ver”.
“Voy a perder este juego” le dije ya que las dos personas que jugaban contra nosotros parecían que estaban tomando todas las cartas muy rápido y la “ventaja” nunca me tocó.
“Eso es porque no cuentas tus puntos antes de poner las barajas,” Contestó mi compañero, “si ellos juegan números altos, tú debes jugar más alto”
“Pero ellos tienen todos los triunfos” le dije.
Mi compañero sabía
“No” me respondió, Tú tienes los triunfos más altos en tu mano. Es el primero y el último. Puedes tomar cada baraja que ellos tienen, Porque es la principal de la serie completa. Pero tú también tienes espadas y altas. (Parecía que sabía lo que yo tenía)
“Diamantes son mejores que espadas”.
Le respondí
“y casi todas mis Barajas son negras, Además, No puedo contar, para eso hay que pensar mucho. ¿Puedes jugar por mí?
¿Puedes jugar por mi?
Él movió su cabeza y pensé que se reía.
“No” respondió.
Eso es contrario a la ley del juego. Debes jugar por ti misma. ¡Piensa!” Él fue enfático al decir esas palabras y con una entonación tan extraña que disiparon el resto del sueño y ya no recuerdo más.
Pero “lo pensé” y me di cuenta que es una parábola del karma.
Él fue enfático al decir esas palabras y con una entonación tan extraña que disiparon el resto del sueño y ya no recuerdo más.
Pero “lo pensé” y me di cuenta que es una parábola del karma.
Reflexión sobre El juego de cartas: una parábola
El sueño comienza haciendo referencia a que ella juega con tres personas, dos oponentes (un hombre y una mujer) y el compañero de juego. El número tres se repite a menudo en trabajos simbólicos. Dos de ellos son oponentes, no son enemigos, pero no están jugando para ella. ¡Ella no les presta atención!
El otro es el compañero que de manera simbólica podríamos interpretarlo como el Ángel Guardián. Este último no juega por nosotros pero insinúa que podemos hacer un mejor juego.
Los contrincantes podríamos entenderlos como las polaridades en las que se nos presenta la vida, hombre y mujer, bueno y malo, oriente y occidente, arriba y abajo. Estas polaridades están con capuchas, en cambio nuestro compañero esta sin capucha, pero siempre cambiante.
Todavía hay alguien más, es quien entrega las cartas. Aunque no se sabe si tiene capucha o no. Es a quien ella culpa por el mal juego que cree tener. Es como un destino.
Otro aspecto es la pregunta: ¿Juegas por habilidad o por suerte? Es una pregunta difícil de responder.
¿Acaso podemos conocer todas las consecuencias de nuestras acciones? Es cierto que el ser aventureros nos lleva al mundo de lo impredecible. Incluso al jugar por suerte tenemos una alta probabilidad de perder. Nuestros opositores van a insinuar jugadas que parecen buenas pero que son convenientes para ellos. Pero pensar es un esfuerzo. Pensar nos hace responsables.
El sueño luego toma una forma que nos hace pensar en Alicia en el país de las maravillas. Las cartas se transforman y sus personajes cambian de vestuario. Nos hace referencia al uso de la imaginación.
El cierre es que debes jugar por ti mismo. Si otro juega por ti, ya no es tu juego y no puedes aprender nada.
Te preguntaras: ¿Cómo puedo jugar por mí mismo? ¡Piensa!
El problema real es que creemos que pensamos, pero no pensamos. Eso exige mucho esfuerzo y, más grave aún, nos obliga a hacernos responsables.
Referencia
Anna Bonus Kingsford XIX. THE GAME OF CARDS: A PARABLE.
José Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org
Anna Bonus Kingsford El Ángel de la Guarda