Bullying: cómo derrotarlo y ayudar a nuestros hijos

Maite Ayala

El bullying es una palabra inglesa que ha llegado para quedarse, desafortunadamente. Significa acoso o intimidación que ejerce un estudiante o grupo de estudiantes sobre otro u otros que consideren más débiles. Ocurre en las escuelas, privadas o públicas, y en todos los niveles socioeconómicos de las distintas sociedades.

Digo desafortunadamente porque es un problema al que nuestros hijos se enfrentan con demasiada frecuencia, volviendo una amargura el tiempo que pasan en la escuela, cuando ésta debería ser un lugar de tranquilidad, compañerismo y aprendizaje.

Porque hay algo en común en esa manifestación humana: humillar y someter a quien parece vulnerable. A pesar de lo común, no siempre se detecta, y los niños acosados no hablan por miedo. El bullying puede generar consecuencias negativas en la salud física y emocional, y en el rendimiento académico de quien lo sufre.

Qué es el bullying

Se trata del maltrato físico o psicológico que un niño sufre por parte de sus pares escolares. El comportamiento del acosador es cruel, humillante y utiliza amenazas, burlas, descalificaciones o golpes para someter a su víctima. No sólo hace esto para conseguir algo tangible (comida, dinero, algún objeto que le interese que le pertenezca a la víctima), también lo hace para satisfacer su propia necesidad destructiva y dañina. El bullying siempre es intencional.

Una cosa importante para entender el alcance y el daño del bullying es que es una situación recurrente y continuada en el tiempo, lo que puede traducirse en un perjuicio severo de la víctima.

Características

El bullying o acoso suele presentarse de distintas maneras. Las principales características se resumen en ciertas actitudes comunes, como las siguientes:

Tiempo prolongado

El bullying es el maltrato que se repite en el tiempo, durante el año escolar. Incluso puede durar varios años.

Actitudes recurrentes

El acosador se burla de la víctima, descalificándola. La puede amenazar o agredir físicamente. También la aísla socialmente, alejándola del grupo.

Todos para uno

El acosador por lo general se siente apoyado por un grupo de compañeros, que suelen reírle sus agresiones a los más débiles. O quizá también por miedo. En todo caso, el que hace bullying es el fuerte contra el indefenso.

Complicidad involuntaria

Muchas veces, los testigos del bullying se mantienen callados o asumen una conducta pasiva ante las agresiones. Igualmente, como la víctima desarrolla un sentimiento muy poderoso de miedo y rechazo, no pide ayuda ni a los profesores ni a su familia.

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El bullying destruye la autoestima y puede provocar desesperanza y depresión. Imagen de Wokandapix en Pixabay

Todo esto hace que el bullying se haga más fuerte y sólido.

Menos empatía

Una de las cosas más evidentes es que el agresor demuestra cero empatía hacia sus compañeros, y una disminuida capacidad de comprender moralmente las situaciones. Esto refuerza la violencia en las interacciones con los demás. Probablemente el acosador, al igual que su víctima, tiene baja autoestima.

Y, a su vez, también genera en los testigos falta de sensibilidad, un sentimiento débil de solidaridad y apatía. Es lo que pasa en una sociedad acostumbrada a la violencia sin hacer nada por evitarla o cambiar la situación. Y en consecuencia, la calidad de vida del entorno escolar se reduce drásticamente, a los estudiantes les cuesta más lograr sus objetivos, y las tensiones sociales y los problemas aumentan significativamente.

Tipos de bullying

Siendo un comportamiento tan extendido en los entornos escolares, se ha podido llegar a una cierta tipificación.

Bullying físico

Es el más común, sobre todo entre los varones. Incluye empujones, golpes y hasta palizas de uno o varios hacia una sola víctima. A veces incluso hay robos o daño intencionado a los objetos del agredido.

Bullying psicológico

Este tipo de bullying es silencioso porque la víctima no suele hablar de ello, es menos evidente que un golpe y las consecuencias son terribles para la autoestima de quien lo sufre. Esta forma de exclusión o maltrato no es advertida por padres o profesores, lo cual da una impunidad casi total al agresor.

Incluye situaciones de persecución, manipulación, chantaje, intimidación o amenazas al otro. El agresor cuenta con el miedo que genera en su víctima y así mantiene el poder sobre ella, que se incrementa porque siente que es capaz de manejarla aun en presencia de adultos o de alguna autoridad.

Esto influye negativamente en el agredido, que se siente cada vez más vulnerable e indefenso, y además cree en que las amenazas de violencia física se materializarán.

¿Y cómo lo hacen? A través de un gesto obsceno, una mirada intimidatoria o una cara desagradable.

Bullying verbal

La palabra tiene poder. La alabanza sube la autoestima y la descalificación la destruye. Decirle a alguien cosas buenas o malas puede hacer una gran diferencia en quien las recibe.

El bullying verbal es más utilizado por las chicas cercanas a la adolescencia: son acciones no físicas como las burlas, los insultos, el poner motes o apodos ofensivos, el reírse a costa de alguna característica física de la víctima o la generación de rumores de carácter sexual o racista.

Este tipo de exclusión es reiterado en el tiempo y es muy difícil de detectar. Su finalidad principal es ejercer el poder sobre el grupo y discriminar a quienes son diferentes.

Bullying sexual

Es el asedio o abuso sexual, o referencias con mala intención a partes íntimas de la víctima. Es evidente sobre todo cuando se hace con carácter homófobo, aludiendo a la tendencia sexual (real o imaginaria) de la víctima. Y cuando se denigra a las chicas haciéndolas pasar por prostitutas.

Bullying social

Es cuando se aísla a la víctima del resto del grupo, a través del ostracismo. Es directo cuando dentro del grupo no la dejan participar en actividades, e indirecto cuando la ignoran y hacen como si no existiera.

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El bullying promueve la discriminación y el aislamiento. Imagen de Alexas Fotos en Pixabay

Bullying cibernético

Es un tipo de bullying que cobra cada vez mayor importancia en los últimos años. Gracias a las nuevas tecnologías de comunicación y a las redes sociales, el acoso cibernético tiene un alcance inimaginable por la cantidad de gente a la que puede llegar un rumor instantáneamente.

A través de Facebook, Instagram, correo electrónico, Whatsapp se mandan insultos, amenazas y bromas pesadas, pero también se suben montajes fotográficos o videos de mal gusto con el fin de hacer sentir mal a la víctima. Incluso se suben a las redes fotos del chico o chica agredidos sin su permiso, y los comentarios pueden aludir a su nivel socioeconómico, origen étnico o religión con el único objeto de humillar y descalificar.

Es difícil de detectar porque generalmente se usan nombres y cuentas falsas en las redes sociales.

Cómo reconocer a un niño que sufre bullying

Podemos reconocer a un niño que sufre de bullying cuando su comportamiento cambia: por ejemplo, es más taciturno o se cierra frente a las preguntas directas. Sin embargo, no siempre se detectan porque las señales pueden ser más sutiles y subterráneas.

Porque la víctima de bullying suele quedarse callada, no pide ayuda ni dice lo que le pasa. Explicamos aquí algunos signos que pueden ayudarnos a ayudar a nuestros hijos.

Habla menos

Hay que ser mejores observadores. Si nuestro hijo o hija ya no responde a las preguntas habituales de cómo le fue en el colegio hay que ponerse alertas. Seguramente es algo que no quiere contar, que no quiere que sepas.

Menos comunicación

No expresa sus sentimientos como antes y le cuesta comunicarse. Se siente inseguro de lo que siente y prefiere callar.

No sale

Prefiere quedarse en casa, se siente más protegido allí.

Sensibilidad a flor de piel

Ante cualquier eventualidad llora o se enfada. También podríamos detectar cierta apatía, o incluso algún nivel de depresión. Sus reacciones han cambiado, no sonríe como antes, no piensa en positivo.

Menos apetito

Claro que esto es una respuesta física ante la angustia del bullying, de hecho, la pérdida de peso sin ninguna razón puede ser un indicio importante para detectar el acoso escolar.

Bajo rendimiento escolar

El acoso tiene nefastas consecuencias a todo nivel, y una de ellas es que sus notas bajan debido a que no puede enfrentar la angustia y no le dedica al estudio la atención que se requiere.

Ansiedad

Las manifestaciones pueden variar de una víctima a otra, pero por lo general puede presentar hábitos de sueño distintos, empezar a sufrir de insomnio, tener pesadillas o dormir muchas más horas, así como tener dolores de cabeza, mareos.

Agresividad

Pero también puede presentar niveles más altos de agresividad en casa (aunque no en el colegio). Puede interpretarse como un intento por llamar la atención hacia un problema por el que se siente abrumado y amenazado.

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Hay que aprender a observar y conocer a nuestros hijos para reconocer las señales del bullying. Imagen de Виктория Бородинова en Pixabay

Para poder ayudar a nuestros hijos debemos conocerlos, saber cómo son para detectar efectivamente los cambios en ellos.

¿Y si mi hijo es el que hace bullying?

Quizá para los padres sea más difícil reconocer las señales y aceptar que su hijo hace daño a los demás. Por eso la pericia de los maestros y profesores en las escuelas es crucial para detectar a un posible acosador. Igual, hay que aprender a observar.

Provoca el aislamiento

Consigue la complicidad del resto de los compañeros para aislar a la víctima, así queda más indefensa y vulnerable.

Mirada

Las miradas pueden ser tan autoritarias e insultantes como las palabras, y son también menos evidentes por lo que hay que extremar la observación en el grupo.

Aprobación del acoso de otros

Un signo inequívoco es la aceptación de las actitudes de quien acosa. Quien se pone del lado más fuerte en detrimento del débil deja en claro su postura.

Manipulación

Los niños acosadores suelen ser unos maestros en la manipulación, pueden engañar a sus padres y a sus profesores y lograr desviar la atención sobre ellos.

Pero el camino para llegarle al agresor no es el castigo, es la reeducación y la toma de consciencia sobre lo que hace.

Qué hacer

Lo primero, mantener una comunicación constante con los niños, estar atentos a cualquier cambio que percibamos en su conducta. Debemos ser empáticos con nuestros niños, no asumir que nos dicen mentiras.

La respuesta no puede ser “golpéalo y defiéndete”, eso lo revictimiza y promueve la violencia en el entorno escolar. Es difícil porque ellos sienten que los dejamos solos.

Hay que trabajar en conjunto padres y madres, escuelas e instituciones, hacer campañas para explicar qué es el bullying, preparar a los docentes y capacitarlos, brindar herramientas y estrategias que busquen eliminar o reducir el bullying.

Kiva, un método finlandés exitoso

Finlandia es conocida por su excelente sistema educativo. Pero también allá los niños sufren el bullying. Por eso, hace ya varios años se diseñó un sistema para detectarlo y eliminarlo.

Kiva es el acrónimo de Kiusaamista Vastaan, que quiere decir en contra del bullying en finés. La clave en este sistema son los “testigos”: quienes conocen la situación de bullying y se quedan callados, porque muchas veces no saben qué hacer para detener al acosador.

El silencio o las risas pueden ser tomadas por el acosador como aceptación del bullying y refuerzan su poder. Al trabajar con los testigos y modificar su conducta ante el acoso –es decir, si toman consciencia de lo que sucede y lo que sufre el acosado–, el acosador deja de acosar. Pierde su público y ya no tiene gracia. Pierde el poder.

Claro que los docentes siguen un protocolo cuando detectan un caso de bullying, y se trabaja con el acosador, con la víctima y con los testigos individualmente, nunca los enfrentan. También incluye la prevención, con actividades y lecciones que se dan en las escuelas una vez al mes que duran 45 minutos (una hora académica) y no se habla de casos particulares sino de conceptos más amplios.

Ha tenido tanto éxito que lo han implementado en varios países europeos, entre ellos España, y en Latinoamérica, en Argentina, Colombia, Chile y Perú.

Aún queda mucho por hacer, pero lo fundamental es atender a nuestros hijos con amor y compasión, comprendiéndolos y apoyándolos. Lo más importante: debe ser lo mismo para la víctima y para el acosador: no olvidemos que también son niños y merecen un trato digno para que entiendan y comprendan que lo que hacen daña a otros.

 

Autora: Maite Ayala, redactora en hermandadblanca.org

Fuentes: https://www.bbc.com/mundo/noticias-39845405, https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/psicologicas/bullying.html, https://www.savethechildren.es/donde/espana/violencia-contra-la-infancia/acoso-escolar-bullying, https://www.universidadviu.com/las-diversas-formas-de-bullying-fisico-psicologico-verbal-sexual-social-y-ciberbullying/

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