Conversaciones con mi Maestro. Parte 1.
Conversaciones con mi Maestro es una serie de artículos en los cuales compartiré algunas preguntas cuyas respuestas he buscado en la filosofía, la psicología, las religiones y en las ciencias. Preguntas que tienen que ver con Dios, la vida, la muerte, la felicidad, el amor, la paz interior, la sabiduría, el alma y todos esos temas que en general llamamos espirituales.
En estos artículos, a través de las conversaciones de un discípulo (D) con su Maestro (M), planteo algunas de esas interrogantes y las respuestas que recibí en su momento de mi Maestro, ese guía que todos llevamos dentro y que algunos sentimos que es nuestra conexión con seres superiores o deidades como Jehová, Buda, Cristo, Alá, Krishna o simplemente con Dios. Esas respuestas seguramente serán distintas a las que cada quien recibirá de su Maestro a las mismas preguntas, porque cada uno de nosotros transita por caminos diferentes y en puntos distintos del camino que nos ha dado Dios para regresar a él, que no es más que nuestra propia vida y creo que dependiendo del punto en el cual nos encontremos en ese camino, el Maestro nos dará su respuesta.
Aunque las preguntas y sus respuestas surgieron en un orden al azar, las he agrupado de acuerdo con el tema que en cada una de ellas se plantea. Así, en esta primera parte están algunas de las preguntas que me he hecho sobre La Realidad, El Hombre y El Camino.
La realidad
D: Maestro, ¿qué es realidad y que es ilusión?
M: Cuando era niño disfrutaba mucho ir al circo para ver a los magos. Era impresionante ver desaparecer elefantes o a las asistentes del mago en medio de la nada.
Una vez que crecí y supe que aquello no era más que una ilusión, ya no resultaba tan interesante. Lo disfruto, pero no de la misma manera.
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D: Maestro, ¿por qué algunas enseñanzas dicen que todo es ilusión?, ¿y si no lo es?
M: ¿Cuál sería la diferencia?
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D: Maestro, ¿qué hay que hacer ante las adversidades que a veces nos agobian?
M: Un día caminaba por el campo y comenzó a llover a cantaros, pero me di cuenta que no me estaba mojando y no lo entendí. Pero cuando salió el sol me sentí mojado y entonces si lo comprendí.
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D: Maestro, ¿Qué son los sueños?
M: Una vez leí una historia sobre un mendigo, o un pájaro, realmente nunca lo supe, que me pareció muy interesante:
El mendigo se pasaba los días como cualquier pordiosero, recorriendo las calles en busca de comida y dinero para sobrevivir. Él tenía un secreto que lo hacía muy feliz pero que no compartía con nadie. En las noches tenía un sueño que se repetía, soñaba que era un pájaro muy hermoso que vivía en un bosque también muy hermoso.
Como pájaro era muy feliz, se pasaba los días recorriendo los árboles de aquel bosque en busca de comida.
Pero aun cuando era feliz tenía un gran temor. En las noches, tenía un sueño que se repetía, soñaba que era un mendigo que deambulaba por las calles de una gran ciudad que lo atemorizaba.
Una noche soñó que dormía y que alguien se le acercaba en la oscuridad. No podía distinguir quien era, pero presintió que algo malo sucedería. El estallido y el fogonazo de un disparo rompieron el silencio y la oscuridad de la noche y sintió que algo se le desprendía de muy adentro y no recordó ni sintió nada más.
A la mañana siguiente, la policía recogía de uno de los bancos de la plaza a un mendigo muerto de un disparo y unos niños levantaban del suelo a un pájaro muerto también de un disparo.
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D: Maestro, ¿alguna vez ha sentido miedo?
M: Solo mientras duermo.
D: ¿Y a que le teme?
M: No lo sé, porque estoy dormido.
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El hombre
D: Maestro, si el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, ¿por qué hay tantos hombres malos?
M: Dicen que en el sol la luz es tan poderosa que no existen sombras en él, pero acá en la tierra sabemos la posición del sol y la intensidad de su luz por la sombra que proyectamos.
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D: Maestro, si somos imagen y semejanza de Dios, ¿Por qué somos tan imperfectos?
M: Si vas a la bodega de una fábrica de vinos, vas a encontrar desde vinos muy jóvenes hasta vinos muy añejos y probablemente un buen catador escogerá los más añejos como los mejores. Pero si esos mismos catadores van a una frutería, seguramente escogerán las frutas más frescas como las mejores. Es más, si van a una tienda de figuras de cerámica, en donde hay muchas piezas iguales a la que ellos andan buscando, finalmente escogerán una que consideran la mejor.
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D: Maestro, si todos somos hijos de Dios y estamos hechos a su imagen y semejanza, ¿Por qué a veces nos resulta tan difícil entendernos?
M: Mañana cuando vengas hacia acá, detente en la pastelería y compra un pastel de manzana para compartirlo mientras conversamos.
Así lo hizo el discípulo al día siguiente y al llegar donde el Maestro este partió un pedazo de pastel y se lo ofreció y tomó otro para él y se sentaron a conversar. Mientras lo hacían, el Maestro le preguntó: ¿Qué tal tu pastel?
D: Está un poco dulce y al final deja una leve sensación acida en la boca. La corteza está un poco áspera y con un ligero sabor a quemado. Y el suyo Maestro, ¿cómo está?
M: No lo siento muy dulce, ni tampoco percibo la sensación de acidez ni a quemado. ¿Te gustaría un poco zumo de fruta?
D: Si tiene, preferiría un poco de té.
El Maestro se levantó y regresó con una taza de té caliente y un vaso con zumo de naranja.
Después de conversar otro rato, el Maestro preguntó de nuevo: ¿Qué tal ahora tu pastel?
D: Ya no lo siento tan dulce y la sensación de acidez y a quemado disminuyó bastante. ¿Y el suyo?, preguntó el discípulo.
M: Ahora lo siento un poco más dulce y si percibo el ligero sabor a quemado.
El maestro y el discípulo siguieron conversando mientras compartían su pastel.
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El camino
D: Maestro, ¿cuál es el camino?
M: No pienses en el camino, solo recuerda que naciste y vas a morir. Cuando puedas responder sin dudar ¿de dónde vienes? y ¿a dónde vas?, sabrás cual es el camino.
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D: Maestro, ¿cómo sé que estoy en el camino correcto?
M: No te preocupes por eso, siempre estarás en el camino correcto. Lo incorrecto no es el camino sino las decisiones que tomamos en él.
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D: Maestro, si Dios quiere que regresemos pronto a él, ¿por qué no nos muestra de una vez el camino?
M: Dios quiere que regresemos a él cuando estemos listos para estar en su presencia. Si no estamos listos, no regresaremos a él. Te voy a contar una historia sobre eso:
Había un hacendado muy rico que tenía grandes extensiones de tierra cultivadas y mucho ganado para producir leche y carne.
A medida que fueron naciendo sus hijos, siempre se preguntaba cuál de ellos seguiría sus pasos de trabajar la tierra, tal como él lo había hecho durante toda su vida.
Un día, el hacendado fue al pueblo y pasó frente a la casa de una adivina y no resistió la tentación de entrar y preguntarle lo que le había inquietado durante tanto tiempo:
¿Cuáles de mis hijos seguirán mis pasos y heredarán mis tierras?, le preguntó a la adivina.
Después de leer las cartas ella le dijo: solo uno de ellos será como tú y disfrutará hacer el trabajo que tú haces.
Con esta respuesta el hombre se sintió decepcionado y quiso saber cuál de ellos sería el heredero.
Si quieres saberlo tienes que hacer lo siguiente, respondió la adivina.
Cuando cada uno de tus hijos cumpla la mayoría de edad, llévalo a un pueblo lejano y una vez allí, de alguna manera dale un poco de esta bebida. Con ella olvidarán de donde vienen y que tú eres su padre. Antes de irte del pueblo, asegúrate de dejarle suficiente dinero y alguna forma para que se comuniquen contigo cuando te necesiten, pero nunca le digas que tú eres su padre.
Así lo hizo el hacendado con cada uno de sus hijos, hasta que todos ellos estuvieron lejos de sus tierras.
Con el tiempo, solo uno de ellos se comunicaba frecuentemente con él. El resto solo lo hacía cuando se les acababa el dinero que les había dejado o cada vez que tenían algún problema en el que necesitaban su ayuda para resolverlo.
El hijo amable siempre insistía en querer conocerlo personalmente, mientras los otros nunca manifestaron ese interés. Fue tanta su insistencia, que convenció a su padre del amor que sentía por él y un día el hacendado le confesó que era su padre, le contó la historia de lo ocurrido y le explicó como regresar a su hogar.
Una vez que estuvo con su padre trabajó junto a él hasta que finalmente heredó sus bienes, mientras que nunca más supo de sus hermanos que jamás regresaron.
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Reflexión Final
Mi invitación con estos artículos es que cada quien escriba y le haga a su Maestro sus propias preguntas y que escriba las respuestas que reciba, sin importar si las entiende o no, porque en esas respuestas con seguridad está la clave para aclarar sus dudas. En mi caso, algunas veces recibí como respuesta una nueva pregunta del Maestro al Discípulo, en otras una historia o una sugerencia del Maestro al Discípulo de hacer alguna actividad y en algunos casos solo una visión de la conversación del Maestro con su discípulo.
Algunas de las respuestas que recibí aclararon mi duda inmediatamente, sin embargo, hay otras en las cuales me ha resultado difícil captar el mensaje del Maestro, incluso he llegado a darle varias interpretaciones, por lo que aún sigo meditando en ellas, porque cada vez que lo hago sigo encontrando nuevos significados. Pienso que el objetivo del Maestro en esas respuestas que parecieran confusas, es precisamente incentivar la búsqueda interna de mis propias respuestas, que es lo que realmente conduce al crecimiento espiritual.
El objetivo principal de estos artículos es invitarte a escuchar a ese Maestro que siempre te ha acompañado en silencio, a prestarle atención a esa voz interior que con el agite y el ruido externo cada vez escuchamos menos y a encontrar esas respuestas que facilitarán tu camino de regreso a tu hogar.
Espero que disfrutes esa conversación con esa parte de ti que Dios hizo a su imagen y semejanza y que encuentres en ella las respuestas que has estado buscando.
Que Dios guíe tus preguntas y respuestas.
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Referencias
https://hermandadblanca.org/por-los-caminos-de-dios-reflexiones-sobre-nuestra-busqueda-espiritual/
https://hermandadblanca.org/los-maestros-ascendidos-tu-alma-es-una-antorcha-de-luz/
https://hermandadblanca.org/como-contactar-con-maestros-en-la-vigilia-y-en-los-estados-oniricos/
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Excelente articulo sobre todo en estos dias un poco dificiles de entender la vida.
Gracias.-
Aquí, lo más importante no es identificar al maestro sino al "falso maestro". Un maestro nunca se justificaría diciendo: "Las cosas suceden así porque soy buena persona". A un verdadero maestro nunca habría que recordarle la frase que dice: "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces".
¿Sabe el sabio porque sabe, o, porque aprende?
Buenísimo artículo, gracias y bendiciones.
(Bis)
Alimentemos el alma, gracias por compartir 😀
Johanna Contreras
Aquí, lo más importante no es identificar al maestro sino al "falso maestro". Un maestro nunca se justificaría diciendo: "Las cosas suceden así porque soy buena persona". A un verdadero maestro nunca habría que recordarle la frase que dice: "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces".
¿Sabe el sabio porque sabe, o, porque aprende?
Buenísimo artículo, gracias y bendiciones.