Conversaciones con mi Ser Superior: El Presente y su sacralidad.
A diferencia de otras expresiones de vida, lo seres humanos manejamos el complejo concepto del futuro. La mente nos ayuda a planificar, programar, prever, aprovisionar y crear.
Esa maravillosa mente que sacó al hombre de las cavernas, tiene por función principal generar estrategias para satisfacer nuestras necesidades presentes y futuras, asegurándonos así no sólo la supervivencia, sino nuestros deseos más sofisticados.
Si usamos la mente a nuestro servicio obtendremos de ella una buena fórmula para sobrevivir, pasarlo bien, tener logros, fundamentar nuestra seguridad, fortalecer vínculos afectivos y conseguir una sana expresión de nuestras emociones.
Por el contrario, si la mente toma el mando, entonces me sacará del presente y sentiremos nuestra vida inundada por una continua sensación de carencia. El mañana se transforma en un espejismo que nos promete que cuando todos nuestros deseos sean satisfechos seremos felices, estaremos en paz y nos sentiremos plenos.
Como ese mañana nunca llega, entonces mis presentes se transforman en la frustrante y tediosa sala de espera del devenir.
Si a eso le sumamos la incerteza que los múltiples potenciales que el futuro podría traernos, se puede despertar en el hoy una aún más sofisticada sensación de carencia. Esto es, el temor a que mañana no contaré con los recursos para satisfacer necesidades que aún no existen. En este estado alucinatotio, el presente está aún más ausente
Por otro lado, mis emociones me conectan principalmente con las experiencias del pasado. Las llamadas emociones negativas tuvieron en su momento la función de grabar en mis registros, aquellas experiencias que por poco gratas no deseamos se repitan en el futuro.
La mayor parte de mis miedos, enojos, angustias y frustraciones quedaron registradas en mi cerebro programando mi organismo a reaccionar cuando algo directa o indirectamente me recuerda esas experiencias que no me agradaron. De esta forma, cuando por ejemplo me enojo por algo, mi rabia procede de la acumulación de molestias pasadas relacionadas con el suceso que hoy enfrento.
Así tironeados por el pasado que intenta replicarse y el futuro que puja por materializarse, el presente precioso nos pasa inadvertido.
Curiosamente lo único real en nuestras vidas es el momento que estamos viviendo, en él la perfección se manifiesta y nuestra divinidad se expresa. Sólo cuando estamos profundamente conectados con el ahora, recordamos quienes realmente somos.
Parece obvio lo dicho, está escrito por todas partes. Entonces, ¿cómo podemos conectarnos son el sagrado ahora? Una forma es a través de la respiración. El mero hecho de recordar que respiramos nos conecta con la conciencia de estar vivos, allí radica toda la magia. Si estás vivo, es porque la existencia en su infinita sabiduría es perfecta porque TÚ eres. La existencia no espera nada de ti, la existencia se complace con tu presencia. La vida ocurre ahora y tú estás vivo. Punto. No necesitas nada más, existes y con esto basta para abrirse a la posibilidad de disfrutar el ahora.
Otra simple forma de conectarnos con el presente, es a través de los sentidos de tu cuerpo físico, ellos captan el presente aunque no les prestemos atención. ¿Te has percatado de cuántos sonidos, olores, colores, sabores y texturas están ocurriendo a tu alrededor en este preciso instantes? Te das cuenta de la maravilla que te estás perdiendo por estar atrapado en el pasado y en el futuro?
Las personas felices suelen ser capaces de notar y disfrutar lo que está ocurriendo, ellos han recuperado la inocencia de la niñez. Han comprendido o recordaron lo valioso que es cada momento por simple o poco importante que pueda ser calificado por la mente.
TÚ eres precioso y luminoso en este momento, siente vibrar tu energía corporal y maravíllate contigo mismo.