Donde está tu atención, allí estás tú

Rafael Bueno

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«Donde está tu atención, allí estás tú«. ¿Qué significa esta frase? Al usar la palabra atención, implícitamente estamos hablando de dirección. La atención es algo a lo que se le da dirección en función de un objetivo. Por ejemplo, si un hombre soltero que asiste a una fiesta ve a una hermosa dama de larga cabellera, con un vestido rojo y amplio escote, que deja ver una maravillosa piel sin marcas, sentada sola en una mesa, inmediatamente dirigirá su atención hacia ella. Y, apenas tenga la oportunidad, se aproximará y tratará de entablar conversación con ella. ¿Con qué objetivo? Conocerla. Querrá saber en primer lugar si está soltera. Y, a partir de allí, descubrir quién es esa dama, de dónde viene, cómo piensa, y si la dama muestra algún interés en él. Y ese será el punto de partida para determinar si sigue adelante en su proceso de conquista o si mejor centra su atención en otro objetivo…

Uso este ejemplo para señalar que la atención es algo que se dirige hacia un objetivo, y que su propósito es descubrir, saber, entender. Hacer conocido lo desconocido. Lograr el entendimiento de algo a través de la experiencia. De hecho, para la Real Academia Española uno de los significados del verbo atender es: «aplicar voluntariamente el entendimiento a un objeto espiritual o sensible«. Entonces, cuando prestamos atención, estamos direccionando voluntariamente nuestra capacidad de entendimiento hacia un objetivo.

La atención es una cuestión de voluntad

Aquí claramente podemos notar que la atención es también una cuestión de voluntad. Diriges tu atención sobre aquello que deseas entender.  Hay implícita una elección en la acción de atender. Antes de atender necesitas elegir tu objeto de atención. Pareciera que siempre es así. Pero ¿realmente es así siempre?

Permíteme usar un ejemplo para aclarar esta duda. Supongamos que desde muy temprana edad has tenido inclinación por el arte en todas sus manifestaciones. Desde pequeño te agrada la música, pintas, cantas, bailas, escribes y disfrutas mucho de cualquier tipo de actividad creativa. Es algo natural para ti. Se te da con mucha facilidad, y lo disfrutas mucho. A tal punto que, cuando haces alguna actividad artística, te abstraes de tal manera que literalmente te desconectas del resto del mundo.

Pero resulta que, cuando estabas estudiando y tenías que decidir qué carrera elegir, como es costumbre en los jóvenes, estuviste analizando las opciones que tenías, las demandas de esas carreras, la remuneración que recibirías en cada una de ellas, y al final hiciste una elección que fue la consideraste la más conveniente. Elegiste una carrera que tuviera mucha demanda para que no te faltaran propuestas de empleo y que a la vez te generara un ingreso acorde con tus expectativas. Tu elección fue la más conveniente para ti considerando estos dos factores entre varios otros.

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Y, por supuesto, la carrera elegida no estaba relacionada con el arte. Supongamos que la carrera que elegiste fue una relacionada con tecnología. Hay demanda de profesionales para esa carrera y el pago es razonable. Así que te dedicaste por cinco años y lograste un título de ingeniero, por lo que empezaste a ejercer como profesional. Como estás iniciando, tienes mucho que aprender, por lo que tu trabajo demanda tu atención por una buena cantidad de horas a la semana. Digamos unas 50 horas. Como trabajas mucho, ya no tienes tanto tiempo para dedicarle a las artes, por lo que las colocaste en un segundo plano.

Ahora, con base a las suposiciones detalladas en el ejemplo anterior, te pregunto: ¿estás aplicando allí voluntariamente tu entendimiento en este escenario?

En un primer y rápido análisis del escenario planteado, la respuesta podría ser sí. Sí estás dirigiendo tu atención voluntariamente a tu trabajo porque, para llegar a ese escenario, hiciste varias elecciones. Fue tu voluntad estudiar una carrera tecnológica en lugar de estudiar artes, que era lo que realmente deseabas. Y es tu voluntad trabajar donde trabajas y dirigir tu atención 50 horas por semana a tu trabajo. Pero, si analizamos el escenario con mayor profundidad, tal vez lleguemos a una conclusión diferente. Regresemos al ejemplo anterior.

Supongamos que cuando ibas a elegir la carrera que ibas a estudiar, no hubieses evaluado la demanda de profesionales ni los ingresos de las carreras, sino que simplemente hubieras elegido la carrera por lo que realmente deseabas estudiar. ¿Cuál habría sido tu elección? Seguramente habría sido alguna carrera relacionada con el arte, ¿cierto?

Voluntad versus conveniencia

Entonces, ¿qué te hizo cambiar tu elección? Te lo diré. La conveniencia. Optaste por la tecnología porque pensaste que era lo que más te convenía. El arte es lo que deseabas, pero la tecnología es lo que más te convenía, porque allí hay más dinero y más opciones de empleo. Esto quiere decir que, en este ejemplo, tu voluntad fue subyugada por tu conveniencia, redireccionando tu atención a un objetivo diferente al que deseabas. Y eso es lo que deseo señalarte en este momento. Nuestra atención puede ser desviada hacia otra dirección distinta a la que deseamos siempre que logren convencernos de algo. Y entender esto es de vital importancia en nuestro proceso de evolución espiritual.

Tu atención es la mira a través de la cual le das dirección a tu entendimiento. Y, en el plano físico evolucionamos cada vez que entendemos algo nuevo. Pero ¿qué tal si no eres consciente de que tu atención está siendo dirigida por algo o alguien más y no hacia donde tú quieres? ¿Qué tal si no estás apuntando a donde tú realmente quieres sino a donde te dicen que debes apuntar? ¿Alguna vez has pensado en eso? Donde está tu atención, allí estás tú. Pero si tú no estás poniendo tu atención en lo que realmente deseas, entonces estás haciendo la voluntad de alguien más. Y eso no es otra cosa sino manipulación. Estás siendo manipulado.

¿Cómo te manipulan? A través de la conveniencia. Te convencen de que aquello que te ofrecen es mejor que aquello que tú deseas. Y el mundo físico tiene diversas formas de redirigir tu atención. La primera de ellas es el dinero. En el modelo social en el que vivimos se puede comprar tu atención. Se puede lograr que no desarrolles tu pasión haciéndote una jugosa oferta. Pero también hay otras maneras. Está el reconocimiento, por ejemplo. Hacerte un deportista famoso, o un artista de fama mundial son maneras de desviar tu atención de lo que realmente deseas. O está la presión social. Todo el mundo te dice que no hagas algo que tú deseas hacer, y al final terminas sucumbiendo ante la presión y renuncias a tus sueños, para no tener que enfrentarte con la sociedad.

La conveniencia se ha convertido en el primer factor a considerar en la toma de decisiones en nuestra sociedad. Todo se reduce a lo que ganamos o a lo que perdemos. Y no estamos haciendo lo que deseamos. Estamos haciendo lo que nos es más conveniente, lo que resulta en que terminamos siendo infelices, y ni siquiera sabemos por qué. Porque pensamos que lo que hemos logrado es porque así lo hemos decidido, que hemos hecho nuestra voluntad. Pero en realidad, no estamos haciendo nuestra voluntad. Estamos haciendo lo que estamos programados para hacer: lo que más nos conviene. Si quieres ahondar un poco en nuestras programaciones, puedes hacerlo leyendo este otro artículo.

La gran manipulación

Y si te preguntas ¿por qué estás permitiendo esto? Te diré que, en primer lugar, lo permites porque no te has dado cuenta de que eso es lo que está ocurriendo. Y, en segundo lugar, porque tienes miedo. Si lo supieras, posiblemente ya no lo permitirías. Dejarías de hacer lo que los demás esperan de ti, o lo que crees que debes hacer porque todos lo hacen, o lo que el modelo social establece, y empezarías a hacer lo que realmente deseas hacer. Claro, siempre que puedas controlar tus miedos. El miedo es e principal factor de éxito de la manipulación. Tenemos miedo a perder. No queremos perder, por tanto es muy fácil convencernos de hacer lo más conveniente.

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Cuando tu voluntad es hacer algo que no deseas hacer, entonces no estás haciendo tu voluntad. Estás siendo manipulado para que creas que estás en control de tu vida, pero en realidad no lo estás. La conveniencia es una manipulación tan sutil, que es apenas perceptible, a menos que ya hayas alcanzado un nivel de consciencia tal, que puedas darte cuenta por ti mismo.

Así que es muy fácil dirigir tu atención hacia objetivos que no son los tuyos. Y cuando eso ocurre, te desequilibras. Inviertes toda tu energía en cosas que no te generan ninguna felicidad ni bienestar. En cosas que no te reportan crecimiento espiritual. Es así como te estancas. Te detienes en tu evolución personal sin siquiera notar que te has detenido, porque no estás creando experiencias nuevas que te aporten oportunidades de entender algo que no sabías, sino que colocas tu atención en actividades repetitivas, rutinarias, que te dejan siempre en el mismo lugar.

Esa es la gran manipulación a la que estamos sometidos en nuestra sociedad. Estamos programados para elegir lo más conveniente por encima de nuestros propios deseos, lo que hace que dirijamos nuestra atención a tareas repetitivas que convierten nuestras vidas en algo rutinario sin ningún propósito evolutivo.

Donde está tu atención, allí estás tú. Pero si no eres tú quien decide donde estará tu atención, con seguridad terminarás en lugares en los que no querrás estar, haciendo cosas que no querrás hacer, repitiendo rutinas que nada aportan a tu evolución, hasta que la vida se te acabe y tengas que encarnar nuevamente en este planeta para retomar tu evolución en el mismo punto en el que estaba la última vez que llegaste aquí.

 

AUTOR: Rafael Bueno, redactor en la gran familia de hermandadblanca.org

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