Mi encuentro conmigo (The Kid) Una cinta que debes ver.
Nuestro niño interior. Por muchos desatendido, ignorado u olvidado.
Mi encuentro conmigo se estrenó en el año 2000. Protagonizada por Bruce Willis y Spencer Breslin y dirigida por Jon Turteltaub. Magnífica producción de los estudios Disney. Si no la has visto, no te la puedes perder.
Este filme, nos narra la historia de Russ Durit. Quien es un exitoso asesor de imagen, casi de 40 años. Tiene su vida económica resuelta. Pero al mismo tiempo padece de un gran vacío interior y su carácter agrio lo aleja de las personas. Sus relaciones interpersonales son un desastre. Russ es prepotente y grosero. Su sentido del humor es ácido y lo utiliza para minimizar y ridiculizar a los demás. El vínculo con su padre está inmerso en un cúmulo de recuerdos fatídicos y prácticamente nunca se visitan.
Tras un día laboral complicado, Russ encuentra en su casa a un niño desconocido de ocho años. El pequeño Rusty. Después de una charla con el niño, Russ descubre que Rusty es en realidad él mismo cuando tenía esa edad. Lo que desemboca en inesperados episodios de ansiedad en su yo adulto. Rusty es un niño contento y relajado, con algo de sobrepeso y carácter inocente. Al crecer, Russ peleaba interiormente con la imagen que tenía de sí mismo y enfrenta conflictos emocionales al convivir con su “Yo” de la infancia. Por otro lado, Russ le teme a la intimidad emocional y eso le ha dificultado establecer una relación amorosa con Amy (Emily Mortimer), quien es su asistente y también la mujer que ama sin reconocerlo.
¿Tú qué harías si se te presentara tu “Yo” de ocho años?
Queridos hermanos en la luz, hoy he querido hablarles sobre esta maravillosa cinta. Ayer tuve la oportunidad de volver a verla y nuevamente llegó hasta lo más profundo de mi alma. Sigo pensando que es un tema obligado para todos. Nuestro niño interior. ¿Cuántos de nosotros tenemos a nuestro niño desatendido, ignorado e incluso olvidado?
Durante una secuencia de la película, Rusty cuestiona a Russ sobre todas esas cosas que el pequeño imaginaba que lograría llegando a la edad adulta. Sorpresivamente Russ, debe reconocer que prácticamente todos sus sueños de infancia quedaron enterrados en el olvido. La vida cambió drásticamente para él. Resultando en la toma de decisiones que lo llevaron a convertirse en un amargado e insufrible. La realidad de Russ no se parece en nada a lo que su niño había planeado.
Por otro lado, la relación con su asistente-novia, cada vez va de mal en peor. Y cuando ella lo invita a madurar y a comportarse con más amor por la vida, él se vuelve a esconder tras su armadura de malas experiencias.
Los protagonistas empiezan a convivir y no pueden evitar el notar las muy evidentes similitudes.
Por fortuna no es necesario que tu niño interior se te presente de carne y hueso. Buscarlo en lo profundo de tu ser, basta para que él esté dispuesto a reencontrarse contigo.
Esta cinta nos hace profundos y valiosos planteamientos espirituales y de consciencia del YO. Y aunque, desde luego, no todos podemos ser astronautas o bomberos o presidentes de la nación, la realidad es que no abandonar los sueños de infancia es sencillo. Basta con escuchar honesta y desinteresadamente a nuestro corazón.
Si de pequeño, tú soñabas con ser un médico famoso y al final dedicaste tu vida a la investigación científica de la metalurgia, está bien. Aquí lo importante es entender que aquello que hagamos debe tratarse de lo que nos hace felices. Sentirnos plenos y en paz. El problema viene cuando dedicaste tu energía a la metalurgia por la razón incorrecta. Digamos, por darle gusto a un abuelo o por aquella chica de universidad que estudiaba eso mismo. Si sólo querías estar cerca de ella para gustarle aspirar a ser su novio, quizá fue no fue la mejor idea.
Muchos de nosotros soñábamos con determinada cosa al ser infantes. Pero el correr de la vida y su inercia cambiante, eventualmente nos lleva por senderos opuestos o diferentes al original.
Probablemente sientas que has defraudado a tu niño interior. Pero no debes preocuparte. Siempre es posible una sana y emotiva reconciliación.
En realidad tampoco debemos ponernos fatalistas. Porque si de adultos, organizamos nuestra existencia de forma diferente al plan infantil, lo trascendente es saber que, al final, estamos gozando la vida. Disfrutándola tal y como decidimos vivirla. Tal vez no seas bombero, pero tu labor como abogado te brinda a diario muchas satisfacciones y te hace sentir pleno y realizado.
Al reencontrarnos con nuestro niño interior, probablemente tengamos que reconocer que somos diferentes a lo soñado. Pero si somos felices ahora, él lo entenderá y no te reprochará nada. Lo maravilloso de cintas como esta, es la invitación a la comunión interior. Ese acercamiento tan necesario entre todas las facetas de quienes somos.
Porque, con más frecuencia de la esperada, nos sentimos frustrados respecto a nuestros empleos o nuestras relaciones interpersonales. De pronto nos sentimos enfrascados en una rutina de monotonía, que a veces no tiene nada que ver con nuestros ingresos monetarios.
Podemos tener abultadas cuentas de banco y ser infelices.
En muchas de estas ocasiones, el punto es entender que estamos haciendo con nuestra vida algo que no nos llena o satisface. Y siempre podemos atrevernos a cambiar. Tu pasado ya tuvo sus sueños. Pero tu presente y futuro dependerá de la atención que prestes a tu niño interior y a tu corazón.
Ese reencuentro interior es la clave. Busca a ese pequeñín que tenía grandes sueños. Invítalo a conocer tu vida actual y juntos podrán encontrar el camino correcto.
Si tu momento presente está lleno de amargura, apatía o insatisfacción, es momento de buscar a tu niño interior. Abre tu corazón y tu mente. Escucha lo que él tenga que decirte y juntos tendrán la facultad de enmendar el rumbo. No importa si esa enmienda implica cambios drásticos. Créeme, será una de las mejores decisiones de tu vida.
Por otro lado, si te encuentras feliz con tu realidad y gozas cada día, también es buena idea que busques a tu niño. Y le muestres lo que hiciste con esa vida nuevecita que él tenía en las manos. Comparte con él los logros y alegrías.
Escuchar a nuestro niño interior es primordial. De forma natural, siendo pequeños soñamos y planeamos en armonía con el universo.
Es algo así como rendir cuentas al dueño original de la vida que ahora tienes. Es también reconocer que nuestra personalidad actual se gestó en aquel momento. Y si algo no está bien estructurado en nuestra forma de ser, quién mejor que ese infante para recordarnos la perfección de nuestra esencia.
Te invito a que te des la oportunidad de disfrutar de “Mi encuentro conmigo”. Si no la has visto, te aseguro que te abrirá un horizonte pleno de posibilidades. Y si ya la viste, planea redescubrirla. Te aseguro que encontraras fabulosa la experiencia.
Ama a tu niño interior. Ama a tu Yo presente. Y amarás a tu Yo del futuro.
Que la luz sea en ti.
AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermandadblanca.org
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