Intuición y Juicio
La intuición no es algo que podamos producir, es algo que está. Y algo que está en todas las personas, al igual que en todas las personas nacen los pensamientos, los sentimientos, las emociones, los juicios… Su vocabulario no está compuesto de vocablos; si hay vocablos, es juicio. Su contenido no está formado por imágenes; si hay imágenes, hay juicio. Y por supuesto, su contenido no está compuesto por las palabras “la intuición me dice que tal cosa o que tal persona…” (Palabras pronunciadas en nuestro interior o puestas en común); si hay palabras, hay juicio y, además, crítica. En los últimos tiempos he comprendido que la crítica y la opinión personal sobre alguien atentan contra el amor y la compasión.
La intuición es una certeza interior que se expresa de manera integral (físicamente, psíquicamente, emocionalmente y espiritualmente) que denota presencia en el momento presente, que denota consciencia de ti mismo en un presente atemporal. Es un saber que no se sabe… si crees que sabes, es juicio.
La intuición es el reconocimiento absoluto de ti mismo en ese momento, de la expresión de tu “yo” como algo no separado en tu consciencia; es comprensión del momento presente expresado en la total apertura de tu corazón a ese momento.
La intuición no modifica la conducta (entendiendo conducta como la apreciación de ti mismo que emerge en tu conciencia). Si la intuición modifica la conducta, es juicio. Cambias apertura por defensa. La intuición no necesita defenderse. Si intuyes que tienes que defenderte de alguien estás siendo atacado por tu propia carencia. La intuición es una virtud cenestésica que brota siempre hacia uno mismo, no hacia los demás. La intuición puede orientar tan sólo mi vida, ser tan sólo mi maestro interior.
La intuición es silencio, surge en el silencio y no tiene necesidad de ser demostrada. Hacer doblar las campanas por ser intuitivo es como hacer doblar las campanas por tener un cuerpo. (Creencia de superioridad)
En ella brota la creatividad, la expansión, el perdón, la voz interior, la discriminación de lo real (vivencia) y lo irreal (pensamientos, emociones, sentimientos y experiencia, fruto de nuestro condicionamiento). A través de la intuición te conoces en tus pensamientos y no te reconoces en ellos, te conoces en tu cuerpo, en tu sentir, en la emoción, y no te reconoces en ellos, porque cuando hay intuición hay integración y trascendencia, eres más que la suma de tus partes.
¿La intuición surge a cerca de los demás? Sí.
Rollin McCraty, PhD, Mike Atkinson y William A. Tiller,PhD. presentaron un estudio en 1999 que demostraba la interacción de la energía electromágnetica del corazón de una persona sobre el cerebro de otra a una distancia de un metro y medio produciendo modificación en las ondas cerebrales alfa. Éstas comenzaban a ser apreciables solamente en un estado de coherencia cardiaca de ambos, lo que implica el mantenimiento de una escucha neutral entre ambos. Si escucho para defender un criterio, o para contestar, o para aconsejar… no cumplo con los patrones de escucha neutral, por consiguiente no puedo ser intuitivo respecto a los demás.
Es necesaria la colaboración de las dos personas para que se produzca esta comunicación. Si no es así, la persona que mantiene la escucha activa puede observar más allá de las palabras y conocer la posición de la otra persona, pero está sujeta, en parte, al análisis e interpretación personal y no se dan las características propias para una comunicación intuitiva entre ambos (entre dos). Sí puede, en cambio, mantenerse la intuición sobre los propios sentimientos; es decir, qué me dice sobre mí mismo lo que observo del otro. Si creo saber lo que le sucede al otro, estoy juzgando. Esta sutil posición marca la diferencia entre comunicación intuitiva y juicio. Hace falta mucha honestidad con uno mismo (y presencia). No ser conscientes de esto nos lleva a proyectar.
La intuición es algo que ya está en ti. No es necesario buscarla. La intuición emerge. Presta atención al momento presente y guarda silencio interior y serás la persona más intuitiva del mundo al servicio de lo único que realmente es real: la conciencia, tu conciencia. Saber no nos hace sabios, sólo nos hace sabios no saber.
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