LA SENDA DE LAS ESTRELLAS – Ep. 11: «Subir al cielo o bajar a la tierra»

Joselin Narea



«Que broten las alas del Amor en nuestro Corazón, porque es mucha la tierra que se debe arar para sembrar en ella las nuevas semillas.»

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CAPRICORNIO

Imagina que estamos sentados en el  “sofá de las confidencias”… Déjame… pues…  hacerte una pregunta porque… con seguridad… la respuesta surgirá necesariamente de tu Corazón…

¿Recuerdas aquellos tiempos en los que abríamos nuestro Corazón a la Luz de Virgo?…

¿Recuerdas aquella joven que contemplábamos extasiados?… Una joven que eras tú… que era yo… que era una expresión cierta de la divina feminidad…

¡Era la viva imagen de la “revelación” ante el altar del Padre Sol!…  Y para entonces… su vientre ya mostraba una angelical preñez… ¡Ah… que  recuerdos!… Que misterio cuando en un momento que dura una eternidad… aprecias la caricia de  la Gran Madre…  ¿No sientes el júbilo de una madre alborozada?…

¡Que misterio!…

Y dime… ¿acaso ese pequeño Cristo que reposa en la cunita de tu Corazón ha abierto ya sus ojos?… ¿sientes como agita sus bracitos como queriendo… entre risitas…  atrapar luces invisibles?… ¿No gozas de su regocijo… que es el tuyo… cuando atrapa una de ellas?…

Amigos míos… ¡Que misterio  todo ello!…

¡Que misterio cuando contemplas una noche cuajada de estrellas!… un macrocosmos que se pierde más allá de la intuición… y deseas abrir en ti una ventana por la que tu microcosmos se una a él…

Quizá… con toda seguridad… es que ya estás percibiendo ese misterio ajeno al tiempo… como queriendo diluirte en el “no-tiempo” del Alma… como queriendo ser el protagonista indiscutible en la ascensión de esa gran montaña que… siempre desafiante… se alza en tu interior…

Subir a ella y contemplar un amanecer de redención… deshacer tu densidad ante la sutilidad del Alma y que ésta la bendiga y prosiga su trabajo de volver al Hogar…

¿No sientes en ti un destello de creciente rebeldía?… ¿Toma brío el espíritu indomable que encierras?…

¿El ascenso a la cumbre donde te aguarda la Luz de ti mismo… no es… al tiempo… un descenso al abismo de ti mismo donde te aguarda el simbólico Prometeo… la Luz que tiene secuestrada tu densidad?…

¡Y siempre… siempre el afán de más Luz!…  ¡Ah,  de nuevo qué  misterio!…

Amigo, amiga mía… agradezco tu compañía…

¿Puedes cerrar tus ojos… en un parpadeo eterno… y escuchar si el eco de este ascenso resuena en ti?…

Si ante las estrellas de Capricornio… ¡ah, como se percibe la proximidad de Acuario!…  se agita tu Corazón ante un extrañó   misterio y “algo” te impulsa a  rebelarte contra todo lo que ya es pasado… una rebeldía que en tantas ocasiones es la madre de tu soledad… ¡Que epopeya te aguarda!…

Armonizarte  en la vibración de tu Alma… y sentir que su aventura es la tuya…  sentirte uno en ella…

Y ves pasar ante ti a caminantes… ves pasar la vida… y tu rebeldía no se aplaca…

Y “algo” en ti clama por redimirse de la esclavitud… por rescatar tu Luz y ser tú mismo ante el tiempo y ante la eternidad…

¿No desea tu Fuerza Interior abrir la puerta de esa eternidad?…

Si… la “Puerta de la eternidad”… pero bien sabes que se halla en lo alto de la misteriosa montaña  que se alza en ti mismo… una montaña sugerente… próxima… y  al tiempo tan temida…

Una montaña sobre la que cuando pones tus pies en ella… pareciera que rompes algún eslabón de la cadena que te une a la “Fuerza de la Gravedad”… al tiempo que te envuelve una fuerza aún más poderosa… la “Fuerza de tu afinidad a la Luz”…

¡Si!… esa Fuerza que resuelve toda distancia porque une a iguales con iguales… ya sea entre universos, galaxias o entre las incontables conciencias que habitan toda esa inmensidad…

¡Ah, qué misterio la atracción que tu espíritu siente hacia ella!…

Siempre ante ti… sugerente, misteriosa, desafiante…

En el éxodo del viaje de tu alma… ¿Cuántas veces has contemplado esa montaña mientras sembrabas unas veces las semillas de una experiencia vestida de dolor… pero otras tantas… bien lo sabes… ataviada con las cualidades de tu Corazón?…

Y te has afirmado como solo tu espíritu leonino sabe hacer… buscado el “equilibrio” de Libra en ti… o mostrado la “luminosidad” de un hijo de Tauro… y así… una tras otra… las once cualidades que irradia la Luz de tu Alma… como un Hércules…  once trabajos espléndidos ante la Vida… pero amigo, amiga mía… quizá el trabajo de “redimir la materia en ti” sea la síntesis… la doceava Luz de tu gran trabajo… escalar la “gran montaña” que se alza en ti mismo…

Imagina de nuevo… imagina al Moisés que eres… la contemplas y no puedes eludir su llamada… Y si la desoyes… ¡sea!… es que… de momento…  has decidido  permanecer en la paz y abrevando tu ganado en el “Pozo de Madián”…

Pero si la contemplas como la síntesis de ti mismo… y si en el “no-tiempo” de tu Alma… en algún momento decides dejar atrás ese apacible pozo y ascender por ella… hacia la cumbre que la Vida te indique… ¡Qué valor el tuyo al trocar la relajada vida y costumbre por la incertidumbre de una búsqueda… casi permanente… y que oculta peligrosos precipicios!…

Aceptar el reto y siempre acompañado de tu soledad… poniendo a prueba al semidios que eres…

Pero ¡que reto!… una ascensión por senderos oscurecidos y en los que hay momentos en los que nadie susurra en tus oídos palabras de aliento. Y si crees oír algunas… ¡Ah, te resultan tan huecas y alejadas!…

Y vacío de respuestas que den un significado a tu vida… vacío en la soledad de ti mismo… desangelado y espeso….

De todo cuanto afirmaste y que ahora te resulta inconsistente… Y buscas en tu  interior como esperando descubrir una pequeña luz de aliento… pero no… tan solo el vacío te acompaña y… ¡tantas veces!…  tu Alma no parece… solo lo parece… responder a tu llamada…

Y  “silencio”… ¡siempre un silencio inquietante! que deja atrás el agradable silencio de templos de incienso oloroso… Deja atrás tus meditaciones… los momentos gratos vividos en tu paz y en tus cánticos de alegría…

Deseando encontrar consuelo fuera de ti mismo… pero no… ¡estas solo!… tan solo puede surgir de ti…  tú que te sientes vacío… ¡Ah, que sendero a veces tan obligado!…

Y asciendes la montaña buscando la Luz… pero ¿no te asalta la sensación de que cuanto más asciendes por tu propia montaña… eres más consciente del profundo abismo que se abre a tus pies?…

Porque a mayor altitud… mayor es la profundidad que dejas tras de ti… y al ascender hacia la altura de tu cielo… ¿no parece abrirse la oscura profundidad de tu propio infierno?… ¿No se agarran tus manos trabajosamente a las rocas mientras tus pies sienten el vacío bajo ellos?… Y acaso percibiendo tan solo la oscuridad, el silencio, el tantas veces vacío de todo y la soledad… ¿No te urge exclamar… tal como el Sócrates que encierras en ti… “Solo sé que no se nada” y abandonarte en manos de “Aquello” que no sabes que es pero ciertamente “ES”?…

Y aún a pesar de todo ello… seguir subiendo… si… ¡siempre hacia arriba como si la Luz precisara de tu Luz…  al tiempo que hacia abajo… hacia la profundidad de ti mismo para rescatar al Prometeo… al Ángel Solar que en ti se halla… liberarlo de su sacrificio por ti en la densidad…

Y una pregunta… ¿No bajo el Cristo a su infierno y acaso no resucitó en su Luz?… Dime… ¿acaso no crece en tu Corazón un Cristo?…

Deduce pues tu Naturaleza…

Y si asciendes hacia la Fuente de tu Luz… ¿Cuánto de tu pasado has de quemar y olvidar?… Acaso  esa torre que crecía poderosa en tu mente… en la que has albergado sueños… donde siempre te refugias para permanecer a salvo en la seguridad de sus muros… ¿debe ser derribada y quemada hasta sus cimientos?…

¿No arde en tu Corazón una potente hoguera de Fuego Sagrado?…

¡Pues sea… que arda todo cuanto en el ascenso a tu montaña va quedando atrás!…

Y así tu vida la sientas comprendida… redimida e irradiada en esas tus cosas… en esos detalles que tan solo… amigo, amiga mía…  conoces tu…

¿No te inquieta la presencia de ese Fuego que arde en tu Corazón?… ¿No se aviva con el combustible de tu  esperanza?… ¿quizá lo aviva la silueta de la ancianidad que te espera en Él?… ¿Serás Tú quien te esperas allá en lo alto?…

¡Ah, que Luz tan intensa eres para el cariño Maternal de tu Alma!…

¿Montarías una tienda y te quedarías aquí… verdad¿

Quien esto escribe también se quedaría… pero… amiga, amigo mío… Me temo que aún tenemos mucha tarea por delante ya que al parecer el trabajo aún no concluye…

Entonces… ¿Debemos cumplir  la sentencia capricorniana “Yo estoy perdido en la Luz suprema y a esa Luz le doy la espalda”?…

¡Sea pues!… ¡seamos valerosos porque nuestros pies han de volver a pisar las tierras del valle!…

Y  que al descender de la montaña… broten las alas del Amor en nuestro Corazón …  porque es mucha la tierra que se debe arar… sembrar en ella las nuevas semillas…

Amigos míos… acompañado de mi propia soledad, vacío y silencio… ¡Que alegría coincidir con vosotros  en el sendero hacia la Luz!…

Juan

JUAN A. SÁNCHEZ DE LEÓN

www.lasendadefuego.com/

FUENTE: https://mivozestuvoz.net/2022/05/09/la-senda-de-las-estrellas-ep-11-subir-al-cielo-o-bajar-a-la-tierra/

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