Las 7 ceremonias de las familias religiosas
Al ser la familia la célula de la sociedad, se convierte a su vez en el núcleo de la cultura, ya que es en la familia donde adquirimos nuestras creencias y convicciones, gracias a unos padres espirituales. Los valores y las virtudes se entremezclan con las creencias religiosas, formando un esquema de orden valorativo de alta complejidad. La religión está íntimamente ligada al sistema de valores de los individuos y éstos se determinan mutuamente. Las creencias existenciales como la fe en Dios o en otro orden natural del universo, son creencias generales que ayudan a las personas a conservar la esperanza y a buscar el significado de la vida, a pesar de sus experiencias dolorosas. Los efectos positivos (protectores) sobre la salud física y mental de las creencias religiosas y la espiritualidad han sido considerados por la antropología y la psicología, no obstante, la religión y la espiritualidad también pueden influir en la salud mental de algunos sujetos. De ahí la importancia de hacer una diferenciación entre los términos “religión” y “espiritualidad”.
La religión podría definirse como un sistema organizado de creencias y prácticas que ejecutan los feligreses, y la espiritualidad como un principio personal de vida que anima a trascender cualitativamente las relaciones con Dios. La religiosidad incluye creencias y prácticas caracterizadas por una tradición particular, y la espiritualidad la condición humana de trascender y conectarse a un ser superior, Dios o lo sagrado para descubrir por sí mismo el sentido de la vida. La religión parece estar asociada a lo formal (organizacional) y la espiritualidad en términos de acercamiento y conexión con Dios.
La religión es objetiva/institucional y la espiritualidad es subjetiva/personal.
La religión es sustantiva y la espiritualidad es procesal.
La religión es estática y la espiritualidad dinámica.
La religión es más negativa (receptiva) y la espiritualidad más positiva (proactiva).
No obstante, en cada religión a un aspecto místico que es transmitido solamente a los iniciados en los misterios, los ministros, los sacerdotes.
Puede rastrearse en el cristianismo dos corrientes, cuyo origen eran los desvanecidos misterios, la corriente de instrucción mística que emanaba dela sabiduría comunicada en los Misterios, y la corriente de contemplación mística que llevaba al éxtasis y la visión espiritual.
El rito es la técnica utilizada para santificar la costumbre, el rito crea y perpetúa mitos contribuyendo a la vez a la preservación de las costumbres sociales y religiosas.
El misticismo, como técnica para cultivar la conciencia de la presencia de Dios, es en general merecedor de alabanzas, pero cuando dichas prácticas conducen al aislamiento social y culminan en el fanatismo religioso, son censurables.
La prueba práctica de todas las experiencias religiosas propias del misticismo, el éxtasis y la inspiración consiste en observar si estos fenómenos hacen que un individuo:
- Disfrute de una salud física mejor y más completa.
- Funcione más eficaz y prácticamente en su vida mental.
- Socialice más plena y alegremente en su experiencia religiosa.
- Espiritualice más completamente su vida diaria descargando al mismo tiempo fielmente los deberes comunes de la existencia mortal rutinaria.
- Aumente su amor y apreciación de la verdad, la belleza y la bondad.
- Conserve los valores sociales, morales, éticos y espirituales, reconocidos en su época.
- Aumente su compenetración espiritual, su conciencia de Dios.
LOS SACRAMENTOS
Los Siete Sacramentos del Cristianismo abarcan la vida entera, desde la Bienvenida del Bautismo hasta la despedida de la Extremaunción.
Se puede definir el Sacramento como “señal interna y visible del otorgamiento de una gracia interna y espiritual, instituido por unos ministros, para que por su medio, obtengamos aquello, y a la vez nos sea prenda de haberla recibido”
El plan adoptado por Cristo respecto de esta religión es destinar para su uso un especial compartimiento del vasto depósito de energía espiritual; y que cierto orden de ministros, por medio de señaladas ceremonias, palabras y signos de poder, estén habilitados para extraer la energía en beneficio de la humanidad. El sistema escogido para la transmisión de este poder es el sacramento del Orden. Son los sacerdotes quienes administran la gracia santificante.
Un Sacramento no es una panacea mágica. No puede alterar la disposición de un hombre, pero sí puede auxiliarle para manejar mis fácilmente sus vehículos. No transmutará de pronto en ángel a un demonio o en santo a un malvado, pero seguramente ofrece al hombre una favorable oportunidad. Este es precisamente el objeto del Bautismo y el límite de su eficacia.
1. Bautismo
“El Bautismo es un sacramento por el cual quien lo recibe queda solemnemente admitido en la comunión de la Santa Iglesia de Cristo e injertado en Su místico Cuerpo”.
La administración de este Sacramento empieza con la invocación acostumbrada en todos nuestros servicios; para demostrar que toda nuestra obra se hace en el Nombre y por el poder de la siempre bendita y Santísima Trinidad. Después el padrino presenta la criatura al sacerdote, suplicándole que la admita en el gremio de la Iglesia, y el sacerdote accede a la súplica, y se dirige a la congregación.
Cada alma trae consigo sus peculiares cualidades, unas buenas, otras no tanto y algunas concretamente malas según hubieren sido sus vidas pasadas.
Evidentemente el deber de los padres o tutores respecto del niño es hacer cuanto les quepa para cultivar los buenos gérmenes y reprimir o eliminar los malos privándolos de todo estímulo. El investigador de la vida interna comprenderá que la educación de las cualidades depende en su mayor parte del ambiente de que se rodee al niño. Si se le rodea de amor y nobleza, despertarán y se educirán el amor y nobleza que haya en él. Si, por el contrario, se ve rodeado de vibraciones de cólera e irascibilidad, despertarán y brotarán los gérmenes que de esta índole haya en él, como seguramente los habrá por pocos y débiles que sean. Así resultará una enorme diferencia en su conducta según la serie de vibraciones que primero se pongan en actuación. El sacramento del Bautismo está especialmente destinado a este propósito. El agua que se emplea está magnetizada con el particular objeto de que sus vibraciones influyan en los vehículos superiores, de modo que todos los gérmenes de las buenas cualidades existentes en los informes cuerpos astral y mental del niño reciban poderoso estímulo al paso que los malos gérmenes queden aislados. La idea capital es aprovechar esta temprana ocasión de favorecer el desenvolvimiento de los buenos gérmenes a fin de que preceda al de los malos con el propósito de que cuando éstos den ulteriormente su fruto, estén ya los buenos lo bastante educidos para dominar con relativa facilidad a los malos.
Este es un aspecto de la ceremonia bautismal. Tiene además el de símbolo de la iniciación a que cabe la esperanza de que el nuevo miembro de la Iglesia encamine sus pasos cuando hombre.
Es el Bautismo la consagración y dedicación del nuevo grupo de vehículos a la fiel expresión del alma y al servicio de la Gran Hermandad Blanca. Sin embargo, también hay en el Bautismo un aspecto oculto relacionado con los nuevos vehículos; y si la ceremonia se efectúa debida e inteligentemente, no cabe duda de que será muy poderosa su eficacia. Por lo tanto se puede considerar este Sacramento como una operación de magia blanca de concretos resultados influyentes en la futura conducta del niño, y en todo acto de magia hay una energía que se materializará.
2. Penitencia
Los niños menores de siete años no están obligados a confesar, porque es tradición de la Iglesia que no son capaces de grave y responsable pecado. Desde los siete años hasta que tienen completa responsabilidad, la Iglesia católica liberal los admite a la confesión auricular previo consentimiento del padre o de la madre, salvo en casos de apremiante necesidad.
El sacerdote oirá la confesión de una sola vez, a no ser que se vea forzado a interrumpirla. Después dará cuantos consejos le sugiera su buen criterio. Según costumbre de la Iglesia católica liberal, el sacerdote no impone penitencia; pero puede insinuar al confeso que asista a la Sagrada Eucaristía, para que la energía que entonces reciba, pueda usarla contra alguna especial falta o conjunto de faltas.
3. Comunión
De los diversos auxilios que Cristo ha proporcionado a Sus fieles, indudablemente es el mayor el sacramento de la Eucaristía, comúnmente llamado Misa, la más hermosa, admirable y elevadora ceremonia cristiana. No sólo beneficia al individuo, como los demás sacramentos, sino a toda la congregación. No se administra una sola vez, como el bautismo o la confirmación, sino que sirve de auxilio a los fieles durante toda su vida, y además influye en la vecindad de la iglesia en que se celebra. Por eso sería que Juan Pablo II, lo calificó como uno de los cinco misterios luminosos.
Comulga con pan y vino, pues como es factor importante en la transmutación de energía, ha de ser capaz de transmutarla. Al participar de ambos puede efectuar más fácilmente la transmutación, porque al entrar el Pan y el Vino en su cuerpo forman parte de él, y por lo tanto, todas sus fuerzas están en el plano físico a la disposición de la energía que fluye por conducto de él. Si no tomara el Cáliz, sería tan solo un canal etéreo, en vez de serlo también de la densa parte del plano físico. Los sagrados elementos10 se identifican con él, penetran en su organismo y posibilitan que la energía dimane de él de distinto modo y en grado superior.
4. Confirmación
Consiste en una maravillosa efusión del Espíritu Santo que se otorga al adolescente tan luego como es capaz de recibirla inteligentemente y de pensar hasta cierto punto por sí mismo. Por supuesto que no es posible fijar edad determinada, porque los niños difieren muchísimo en su grado de desenvolvimiento; pero en la Iglesia occidental no es costumbre administrar este Sacramento antes de los siete años, edad en que se supone que el alma ha tomado definitiva posesión de sus vehículos. La exposición teológica de esta verdad (deficiente y tergiversada como tan a menudo sucede) es que antes de los siete años es el niño incapaz de pecado mortal. Hacia los doce años es quizá la ideal, aunque muchos niños están dispuestos mucho más pronto. No conviene diferir la confirmación más allá de los doce años, porque este sacramento está destinado principalmente a que lo reciba el niño cercano a la pubertad para auxiliar durante una difícil época de su vida.
La verdadera finalidad del Sacramento de la Confirmación es estrechar los lazos y establecer un más íntimo enlace entre el alma y la personalidad que de vehículo le sirve, así como también entre el alma y el espíritu por ella manifestado. Este efecto no es meramente temporal. El incremento de dicho enlace abre un más amplio canal en donde puede mantenerse un constante flujo. La Confirmación arma y equipa al adolescente para la batalla de la vida y facilita la actuación del alma por medio de sus vehículos.
5. Matrimonio
La general intención de la ceremonia del matrimonio es abrir una hacia otra las naturalezas de los contrayentes, especialmente los niveles astral y mental; y una vez hecho esto, trazar en torno de ellos un anillo que en cierto modo los separe del resto del mundo.
Desde el punto de vista de la vida interna, el matrimonio es una tremenda prueba en que los contrayentes se comprometen a hacer determinados sacrificios de su libertad y sus preferencias, con la esperanza y con la intención de que, en primer lugar, por efecto de su mutua acción, cada uno intensifique la vida interna del otro, de modo que su conjunta cantidad de energía espiritual sea muchísimo mayor de lo que sería la suma de sus separados esfuerzos; y en segundo lugar, de tener el privilegio de proporcionar apropiados vehículos a las almas que deseen y merezcan una favorable oportunidad de rápida evolución.
Naturalmente, hay muchos casos en que no se consiguen estos resultados, pues para ello se requiere una positiva y cuidadosa cooperación de la que son incapaces muchas gentes. Es necesaria muy elevada norma, pues su objeto es nada menos que mantener perpetuamente a los cónyuges en mutuo amor; pero no de un modo frío o aparatoso, sino firme, profundo y sinceramente, con discreción y completo olvido de sí mismo. No cabe duda de que cada cual sacrifica algo. El célibe puede obrar a su albedrío en cualquier sentido y obtener de ello provechosos resultados por medio de este éxtasis de devoción.
6. Santa unción.
Los propósitos del Sacramento de la Santa Unción son:
- Favorecer el recobro de la salud del cuerpo,
- Preparar al hombre para la muerte.
- Remisión de los pecados, pues también entraña una forma de absolución.
Aunque la tendencia y costumbre de la Iglesia latina ha sido limitar la administración de este Sacramento a los que están en grave peligro de muerte, convendría que se empleara de un modo más general como un energizante para recobrar la salud los gravemente enfermos. Por este motivo llamamos a este Sacramento la Santa Unción en vez de la Extremaunción aunque se dice que este nombre deriva de la idea de que es la última unción dada al cristiano, siendo las precedentes las del Bautismo y Confirmación.
No se debe considerar la Santa Unción como si en circunstancias ordinarias produjera un efecto casi milagroso. Está meramente destinada a auxiliar el normal proceso de la naturaleza, librando al cuerpo de siniestras influencias y abriéndolo a la influencia espiritual.
Poco se sabe con seguridad respecto a este Sacramento. Se supone que deriva de la instrucción dada por el apóstol Santiago: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la Iglesia y oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si estuviese en pecados, le serán perdonados.
Rogad los unos por los otros para que estéis sanos. La oración ferviente y eficaz del justo es muy valiosa”.
7. Orden.
Orden sacerdotal es el sacramento por el cual los ministros de la Iglesia, en sus varios grados, reciben poder y autoridad para cumplir sus sagrados deberes. El Cristo actúa por medio de agentes humanos, y a fin de que sean más expeditos canales de Su gracia los escogidos para este sagrado ministerio, como obispos, sacerdotes y diáconos, ordenó que se enlazaran estrechamente con El por este sagrado rito, confiriéndoles así poder para administrar Sus sacramentos y actuar como distribuidores de Su bendición. Pero importantísimo es que las personas sepan que reciben los sacramentos de la propia mano de Cristo y que el sacerdote sólo es un instrumento en esta mano”.
Actualmente hay en la Iglesia cristiana dos grupos de Ordenes: las menores y las mayores, y cada grupo tiene una etapa preliminar. Las Órdenes menores son cuatro, cuyos antiguos nombres pueden traducirse por los de portero, lector, exorcista y acólito. La etapa preliminar de este grupo es la tonsura. Las Órdenes mayores de la Iglesia son tres: diácono, sacerdote y obispo. La etapa preliminar de este grupo es el subdiaconado.
LA IGLESIA
La Iglesia es el cuerpo místico, el conjunto de fieles que siguen a Cristo. El «reino de los cielos» es sinónimo de la Gran Hermandad Blanca, de la Comunión de los Santos; y así, al decir que nos ofrecemos para ganar el reino, no hacemos ningún esfuerzo egoísta por la personal «salvación», sino que prometemos dedicar nuestra vida al objeto para que vinimos al mundo, es decir, el logro del adeptado o santidad, que es el destino señalado desde el principio para quienes sean lo bastante fuertes para alcanzarlo.
Muchas religiones, si no todas, tienen edificios que se consideran sagrados. La sinagoga es judía, la pagoda es budista, el partenón es griego, la mezquita es islámica. El Templo es el lugar donde le llevamos ofrendas a Dios y mantenemos viva la Alianza establecida entre la Humanidad y el Reino de Dios. El Templo de Salomón era idéntico a la distribución del Tabernáculo, detallado en el libro del Éxodo (capítulos 26 y 27) sólo que sus medidas interiores eran exactamente el doble. El profeta Ezequiel nos da la visión del Templo Ideal (Capítulos 40-42).
En los primeros tiempos del cristianismo se edificaban invariablemente los templos en forma de basílica, a imitación de los edificios públicos de aquella época. En la Edad Media surgió la idea del templo cruciforme, y aún se edifican gran número de iglesias en esta forma por respeto al simbolismo. De manera que hay una diferencia entre basílica y catedral.
En un principio, en el interior de las catedrales, además de la liturgia, se impartían estudios, especialmente en teología, gramática y latín. Este fue el origen de las escuelas o estudios catedralicios, una de las primeras formas de estudio reglado, que evolucionó poco a poco hasta dar lugar a las actuales universidades.
La sede o cátedra episcopal es el lugar desde donde cada obispo preside la comunidad cristiana, enseñando la vida de fe y la doctrina de la Iglesia.
El término basílica se usa en la actualidad para referirse a iglesias, generalmente grandes o importantes, a las que se han otorgado ritos especiales y privilegios en materia de culto. El Santo Padre concede a la comunidad que rinde culto en la Basílica la gracia de ganar la indulgencia plenaria si visita el templo en cuatro ocasiones especiales: el día de San Pedro y San Pablo, el día de la Cátedra de San Pedro, el aniversario de la entronización del pontífice reinante, y otra fecha del año elegida libremente.
El templo o iglesia, además de servir de lugar de adoración, es un centro de radiante magnetismo del que puede derramarse la fuerza espiritual sobre toda una comarca. Pero es necesario que esta radiación se efectúe de la manera más efectiva posible. El ritual, las vestiduras, las campanas, los cirios, el incienso, son todos instrumentos para economizar energía, de modo que no consuma tanta el mecanismo y quede mayor cantidad para emplearla en el magno objeto del sacrificio.
Al templo, en relación con el ser humano, hace referencia a ese lugar sagrado que permite el acceso de la luz. El templo del cuerpo se le llamó por mucho tiempo campo etérico, el templo del alma es el campo electromagnético. Es interesante observar que el Antiguo Testamento se refiere al primero y su construcción (Ecls. 12-6,7), El Nuevo Testamento trata de la construcción del templo espiritual. (II Corintios, 5-1)
A continuación examinaremos los instrumentos sacramentales, como el altar, las luces, los vasos y las vestiduras del celebrante y susceptible dé variación y veremos que unas disposiciones son más convenientes que otras.
- El Altar:
Es el lugar más sagrado del templo. El altar mide por lo general unos 99 cm. de altura y poco más de un metro de anchura, incluyendo la gradería para los vasos y candeleros. Una longitud de dos metros y medio es suficiente en las iglesias ordinarias.
Puede ser el altar de piedra o de madera; pero en este último caso se ha de enquistar encima una losa nivelada, con la superficie de la tabla cerca del frente, pero a mitad de entre los extremos. Esta losa es por lo común de mármol de unos treinta centímetros en cuadro y de 25 a 50 milímetros de grueso. Esta losa es el verdadero altar y sobre ella se colocan el cáliz y la patena durante la celebración de la Sagrada Eucaristía. En la losa están grabadas cinco cruces de Malta, una en el centro y otra en cada ángulo. En el centro de la losa hay un hueco en el que la Iglesia romana coloca bajo sello una reliquia de algún santo.
Las reliquias dan motivo a peregrinaciones que suelen ser muy provechosas, pues aparte del original magnetismo del santo que vivió en aquel paraje o de la reliquia que de él allí se conserva, tan pronto como se establece el lugar de la peregrinación y lo visitan las gentes, se carga del sentimiento devoto de las huestes de peregrinos y lo que allí dejan reacciona sobre los que luego vienen. Así es que la influencia de estos santos lugares no suele menguar con el tiempo, porque si la fuerza original tiende a disminuir ligeramente, está en cambio sin cesar alimentada por nuevas oleadas de devoción. La Iglesia católica liberal usa para los altares en vez de reliquias un grupo de joyas intensamente magnetizadas y dispuestas del modo que trataré de explicar lo más claramente posible.
- Las joyas
Las piedras preciosas del ara acentúan a manera de potente prisma que descompone en sus partes la fuerza irradiante de los sagrados Elementos, y desde cada una de las piedras preciosas del ara irradia un dardo de fuerza hacia cada cruz de Rayo y cada escudo de candelabro.
- Los sonidos:
Las campanas son usadas para anunciar un cambio en el tiempo. Las horas canónicas son una división del tiempo empleada durante la Edad Media en la mayoría de las regiones cristianas de Europa, y que seguía el ritmo de los rezos religiosos de los monasterios.
Maitines | Laudes | Prima | Tercia | Sexta | Nona | Vísperas | Completas |
0:00 | 3:00 | 6:00 | 9:00 | 12:00 | 15:00 | 18:00 | 21:00 |
Uno de los efectos señalados al armonioso toque de campanas era lanzar una corriente de formas musicales reiteradamente repetidas de la misma manera y con el mismo objeto que el monje cristiano acostumbraba a repetir centenares de avemarías para que una particular forma de pensamiento y su significado pudiese de esta suerte imprimirse repetidamente en todos los cuerpos astrales que estuviesen a su alcance.
Laudes y Vísperas son los dos servicios diarios de alabanza que tiene la Iglesia, los dos que usualmente se cantan en público, pues la mayor parte de las demás horas de oración, las rezan privadamente los sacerdotes y los monjes.
Las Vísperas fueron en un principio el oficio de la tarde; pero cuando San Benito introdujo las Completas como el acto final del día, se empezaron a cantar las Vísperas entre cuatro y seis de la tarde, considerándoseles oficio del ocaso, así como los Laudes eran el del alba.
En el siglo VI se introdujo el oficio del Himno, que consistía en un himno distinto para cada día de la semana, alusivos a los supuestos seis días de la Creación. El del domingo aludía a la creación de la luz; el del martes a la creación de las plantas; el del miércoles a la del sol y la luna; el del jueves a la de los peces, el del viernes a las de las bestias; el del sábado es una excepción, porque las Vísperas cantadas este día corresponden en rigor al domingo, y por ello el himno es en alabanza de la Santísima Trinidad. El objeto de las Vísperas es producir una continua efusión de alabanza que se vaya transmutando gradualmente hasta culminar en amor, devoción y gratitud.
4. Los perfumes
El incienso se difunde por toda la Iglesia como símbolo del suave perfume de la bendición de Dios.
El sacerdote infunde en el incienso una santa influencia con el propósito de que doquiera penetre su perfume y por doquiera pase la más mínima partícula bendita, entrañará un sentimiento de paz y pureza, ahuyentando todos los discordantes pensamientos y emociones.
Aun el incienso no bendito es de por sí beneficioso, porque está cuidadosamente elaborado con ciertas gomas cuya longitud de onda vibratoria armoniza perfectamente con las vibraciones devocionales y espirituales, mientras que es hostil a casi todas las demás vibraciones.
También tiene muchas de las mismas propiedades la madera de sándalo; y el perfume del puro aceite esencial de rosas produce asimismo buen efecto, aunque de distinto carácter. Casi todos los inciensos elaborados con destino a la Iglesia contienen gran proporción de benjuí y olíbano, pues la experiencia ha demostrado que ambos son eficaces y agradables. El benjuí es por todo extremo ascético y purificante, y arrasa toda forma grosera de impuros pensamientos.
El olíbano es el incienso especial de la devoción y su fragancia despierta vivamente este sentimiento en cuantos son capaces de él, y lo intensifica hondamente en quienes ya existe.
5.Los cirios
El libro de la Revelación nos habla de los siete Espíritus que están delante del trono de Dios, La vida divina fluye por estos siete Ministros, toma el color del canal por donde pasa y durante toda su larga evolución lleva el sello de uno u otro de aquellos potentes Espíritus, siendo siempre vida de aquel tipo y no de otro en cualquiera de las etapas mineral, vegetal, animal o humana de su evolución. De aquí se infiere que estos siete tipos se han de encontrar entre los hombres y cada quien ha de pertenecer a uno u otro de ellos. Siempre se han reconocido fundamentales diferencias de esta índole en la raza humana.
Cada uno de los grandes candeleros está especialmente consagrado y dedicado al Señor de uno de los Rayos. Todo objeto consagrado se convierte en canal de las fuerzas superiores. Por medio de la consagración provocamos en dicho objeto, aquí en el plano físico, ciertas definidas vibraciones de que antes carecía. Pero así como cada nota musical tiene sus armónicos, así también toda vibración física tiene sus armónicos o resonancias en los diversos mundos superiores. Los rayos de luz son: azul, amarillo, rosa, blanco, verde, naranja y violeta
6. Los colores:
La Iglesia todavía prescribe que los colores del frontis del altar y las vestiduras sacerdotales se cambien en correspondencia con la especial modalidad de energía que está irradiando y con la condición mental que procura promover.
Actualmente usa la Iglesia cuatro colores: blanco, magenta, morado y verde. También emplean el rosa, pero sólo dos veces al año, las iglesias que de él disponen. Cada uno de estos colores es el más conveniente a cierta modalidad de energía efundida.
El blanco se usa en las solemnes festividades, como Pascuas, Navidad, Ascención, Trinidad, y también en las fiestas de Nuestra Señora, de los ángeles y de los santos no mártires.
El morado es el color que empleamos para disponernos a la inmediata recepción del blanco, porque las vibraciones del morado son intensamente rápidas, penetrantes y purificadoras. Se le considera como color de penitencia, pero estará mejor expresada la idea diciendo que promueve la introspección y moviliza las fuerzas internas actuando mejor sobre el verdadero hombre. El morado expresa y estimula la suprema aspiración espiritual que es la entremezcla del azul de la devoción y el carmín del perfecto amor.
El magenta se usa en las fiestas del Espíritu Santo y en las de los mártires, como símbolo en el primer caso de las lenguas de fuego cuando la Pentecostés, y en el segundo de la sangre derramada. Su energía es de poder espiritual, valor y expansibilidad.
El verde está situado en el punto medio del espectro, entre el rojo y el violado, y es el color de la naturaleza, de las hierbas y de los árboles. Representa la condición intermedia el equilibrio de las fuerzas y su efecto se dirige hacia la simpatía, benevolencia y el cariñoso interés que en tranquila, pacífica y sin embargo afectuosa actitud debemos sentir siempre por todas las gentes.
El rosa simboliza el puro amor espiritual que a un tiempo debe ser el resultado y el céntrico pensamiento de nuestros períodos de preparación.
7.Los ornamentos:
Durante largo tiempo se supo que eran copia directa de las de los sacerdotes israelitas, sobre las cuales tan minuciosas instrucciones se dan en la ley atribuida a Moisés. Posteriores investigaciones parecen demostrar concluyentemente que derivan del traje usual de los ciudadanos romanos del primer siglo de nuestra era, aunque con diversas modificaciones en el tejido, corte y número, para adecuarlas todo lo posible a los sistemas judío y cristiano. Entre ellas tenemos, la sotana, la estola, la capa pluvial y el alba.
Se ha exigido de quienes reciben este la primera orden mayor, que procuren adquirir ciertas virtudes de carácter, simbolizadas por las vestiduras que han de llevar. El amito simboliza refreno de la palabra; el manípulo, el amor al servicio o la diligencia en toda buena obra; la tunicela, el espíritu de gozo y júbilo, la carencia de inquietud y abatimiento, es decir, la confianza en la Buena Ley, lo que equivale a reconocer el plan revelado por Dios omnipotente para el perfeccionamiento de Su creación.
EL TEMPLO | CENTRO | EL SACRAMENTO | VIRTUD |
1.Fundamentos | Básico | Bautismo | Justicia |
2.A. de los holocaustos | Sacro | Penitencia | Esperanza |
3.Mesa de los panes | Solar | Comunión | Fortaleza |
4. Candelabro de siete | Cardíaco | Confirmación | Caridad |
5. Altar de los perfumes | Laringeo | Matrimonio | Prudencia |
6. Arca de la Alianza | Ajna | Orden | Templanza |
7. Altar Santo | Coronario | Unción | Fe |
8. El Shekina | Todos | La gracia santificante | Iluminación |
REFERENCIA
Este artículo fue basado en el libro de Leadbeater. Los Sacramentos.