Limpieza profunda y reorganización como parte esencial de la paz mental
¿Cuándo fue la última vez que realizaste una limpieza profunda y sacaste tu basura emocional?
A todos nos ha pasado alguna vez, buscar un objeto que necesitamos dentro del cajón de la mesita de noche y no encontrarlo porque dicho cajón está lleno de cosas que hemos acumulado a lo largo del tiempo. Eventualmente, tomamos la decisión de limpiar y reorganizar su contenido, tirando a la basura lo que ya no sirve o reubicando las cosas que van en otro sitio, facilitando con ello, el poder encontrar lo que buscamos de forma práctica y sin estorbos.
Lo mismo sucede con roperos, armarios, cajones de la cocina, etc. Al habernos convertido en sociedades sedentarias y dejar atrás los modos de vida nómada, de tiempo en tiempo depuramos el contenido de nuestros hogares y hacemos limpieza profunda del espacio que habitamos para nuestra comodidad, salud y mejor calidad de vida.
Sin embargo olvidamos llevar a cabo estás importantísimas prácticas respecto a nuestro contexto emocional
y acumulamos sentimientos que no sólo no nos sirven sino que también se convierten en lastres o pesadas anclas que nos impiden crecer y avanzar, pues ocupan valiosos espacios interiores que bien podríamos llenar con emociones limpias, equilibradas y útiles para nuestro óptimo desarrollo.
Pero, ¿por dónde empezar? ¿cómo hacer una buena depuración emocional?. Si, mucho de lo acumulado lleva ahí tantos años, que ya no somos conscientes de su presencia y literalmente no lo vemos
Pues sí, no lo vemos pero ahí está y en definitiva nos estorba y su peso es una gran carga.
Podríamos empezar por tratar de entender cómo es que vamos llenándonos de emociones negativas sin darnos cuenta.
Imagina que vas caminando y una pequeña piedra estorba tu camino. Como eres buena persona y no quieres que alguien más tropiece con ella y tampoco quieres ensuciar el entorno botándola a la orilla del camino, la guardas en tu bolsa. Un poco más adelante encuentras otra piedrita y haces lo mismo.
Con el correr de los días, vas guardando piedras de diversos tamaños, pero como el proceso ha sido sutil y lento, la diferencia del peso de tu bolsa entre la piedra anterior y la nueva es casi imperceptible y no la reconoces como algo difícil de cargar, pues has tenido suficiente tiempo entre una y otra para irte acostumbrando al peso y al volumen que representan.
Así, entonces, llega un día en el que te sientes profundamente agobiado, saturado e incapaz de seguir adelante y no entiendes por qué.
Resulta que la alegoríase interpreta de la siguiente forma: cada piedra que has guardado, representa los diversos sentimientos negativos que no resolviste en su momento y que acumulaste innecesariamente, tales como rencores, odio, deseos de venganza, frustración, humillación, miedos, envidia, cólera, falta de honestidad, trampas, malos entendidos, violencia, celos, sospechas, engaños y una larga lista de etcéteras.
La pesada carga que llevas a cuestas, entre otras cosas, te imposibilita el ver todo lo positivo que también existe en tu viva.
Te contaré la historia de una mujer de mi comunidad. Es una señora mayor con mucho talento. Es pintora y se ha dedicado a crear bellos lienzos desde hace años y de eso vive. Quienes la conocen, admiran su capacidad artística y se le considera magnífica en su trabajo.
Pero la señora pintora carga una enorme y pesada bolsa de piedras emocionales. Platicando con ella, siempre te cuenta la misma anécdota.
“Cuando yo era una niña pequeña, mi maestro del colegio pidió a sus alumnos que hiciéramos un dibujo para ilustrar la tarea que entregaríamos al día siguiente, referente a los tipos de flores que hay en la naturaleza. Yo me esmeré en mi dibujo y ocupé muchas horas en realizarlo pues quería que me quedara bien. Al terminarlo quedé muy satisfecha con el resultado y sólo deseaba presentárselo al maestro para que viera mi esfuerzo. Pero nada salió bien. El maestro fue muy cruel conmigo.
Cuando llegó mi turno de exponer a la clase mi dibujo, el profesor me regañó frente a todos, me llamó tramposa y me dijo que no era posible que ese dibujo tan bien hecho fuera mío; que con seguridad algún adulto lo había hecho por mí y me gritó. Además arrebató de mis manos mi trabajo, lo rompió y me designó una mala nota… fue como no haber entregado mi tarea, ¡Y tanto amor y esfuerzo que le invertí!”
Este hecho es, con seguridad, una de las piedras que carga en su bolso de emociones negativas nuestra amiga la pintora. Lo más lamentable es que ella lleva tantos años recordando y re-sufriendo el evento cada vez que lo cuenta, que ahora es incapaz de reconocer que es muy buena en lo que hace, y peor aún es incapaz de simplemente de disfrutar su trabajo cuando lo cierto es que las personas a su alrededor reconocen su valor y talento.
Ahora que ya entendimos cómo es que se fue llenando de piedritas nuestra bolsa o costal personal, demos el siguiente paso. La depuración y reorganización de emociones.
Para poder ver con claridad de qué está lleno nuestro costal, hay que abrirlo y asomarnos. Esto puede provocarnos miedo y para muchos puede incluso representar un acto casi heróico, pero créanme, no hay otra manera. Realizando un sano ejercicio de honestidad personal, abriremos el costal y sacaremos una piedra (emoción), no importa si es pequeña o grande o si es reciente o añeja; lo relevante es empezar a depurar.
Estamos hablando de emociones y, obviamente no es tan sencillo, pero el procedimiento es el mismo que realizaríamos al limpiar y organizar un cajón. Sacamos un primer objeto, tras analizarlo podemos concluir si es basura o si es útil y después de ello determinaremos si lo regresaremos al cajón o lo pondremos en otro sitio.
Con los sentimientos opera igual. Pensemos que el primer sentimiento que sacamos de la bolsa es una envidia, envidia del automóvil nuevo que compró nuestro vecino. En algunos casos y dependiendo de nuestra madurez emocional, podremos concluir rápidamente que esa emoción no nos sirve. Y la desecharemos sanamente de nuestra alma. En otros casos, por ejemplo, si sacamos del costal un miedo, tal vez concluyamos que necesitamos tiempo para aclararlo y superarlo. Entonces esa piedrita no podemos ponerla en la basura. Pero tampoco regresarla al costal, en lugar de ello deberemos reubicarla en el área de “cosas por resolver”. (Si no tenemos un área de “cosas por resolver” en nuestro espacio interior, ¡Vamos a crearla!).
La finalidad es dejar de cargar con todo eso que nos pesa tanto y nos limita.
Sé que platicado así, suena muy sencillo, aunque ciertamente no lo es. Pero empezar es la idea; poco a poco sentiremos la ligereza emocional ideal si ocupamos el esfuerzo necesario en la limpieza y depuración de nuestro interior. Si lo hacemos en nuestros hogares, con mucha más razón en nosotros mismos.
Es importante enfatizar en la honestidad plena que debemos ejecutar en esta reorganización emocional. El resultado sólo será correcto si evitamos engañarnos a nosotros mismos. Y si sientes que es una tarea titánica y muy difícil, recuerda siempre que es válido buscar ayuda profesional.
La nueva directriz:
No cargues con nada que no necesitas.
Que la llama violeta de la trasmutación, brille en ti.
AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermandadblanca.org
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muchas gracias
Gracias