Madre Divina, la fecundación última

Jorge Gomez (333)

 

madre divina- madre maria

 

 

Desde Mi Sagrado Corazón cristalino Yo los saludo, Hijos e Hijas de la Terra. Desde el Corazón de Gaia, desde el Corazón Flameante de este planeta, Me dirijo a todos ustedes, herederos de la Consciencia Plena, chispas de Mi Espírito Eterno. Desde vuestro Corazón Sagrado de Fuego, Mi voz se eleva a ustedes mismos, ya que son Mi Morada, Mi Eterna Morada de Paz.

 

Somos Uno, en verdad, en cuerpo, en alma y en Espírito Perfecto; somos Uno, en verdad, en lo humano, en lo planetario, en lo Cósmico y Extra-Cósmico. Somos Uno, y esta Verdad manifestada en todos los rincones de la naturaleza: Mi Cuerpo.

Hijos y Hijas, niños bien amados, frutos de Mi Vientre, se clausuró para el tiempo de este planeta, el Concilio Sagrado de Ibez. Lenguas de Fuego comienzan, entonces, a descender sobre la superficie de este planeta, representando así la Fecundación Última de la consciencia fragmentada humana, la Fecundación Última del primer Éter de este planeta.

 

Ustedes son los espectadores del descenso del Fuego del Espírito. Y al mismo tiempo, son emisores y receptores de este Fuego. De esta forma, niños Míos, transciendan toda noción de espera, transciendan toda dependencia de un escenario exterior. Ustedes son el escenario, y son el espectador, son el propio Fuego en subida y en descenso continuo, religando la materia que se cree separada a la plenitud de la Consciencia Una.

Hijos e hijas, destellos de Mi Espírito Eterno, de este Concilio de Ibez la Terra pasa, ahora, a una nueva estructura en este proceso de transición, la Terra accede ahora, a un nuevo horizonte de la acción de este Fuego de Liberación. No hay ninguna novedad, sin embargo, en vuestro proceso, a no ser la acción de este Fuego que se intensifica en ustedes y en el escenario que los rodea, y que las puertas para el descenso y subida de este Fuego se encuentran, ahora, cada vez más abiertas. Y no hay una sola puerta que pueda mantenerse cerrada delante de la impetuosidad de este Fuego.

 

Mis niños bien amados, a diferencia de la rigidez del escenario exterior, sepan, que el mundo está en pleno cambio, la forma en este planeta evoluciona y la Consciencia Plena se establece. La materia sigue su danza de desenvolvimiento, de expresión y de retorno al Centro Uno y a la Consciencia, punto inamovible, eje inmóvil de la manifestación, se expresa, cada vez más, en el interior de esta materia, que en este planeta se cree separada, aun por un poco más de tempo. Porque la redención es cierta y se aproxima asido de Aquel que trae para este mundo la impresión del Fuego Divino.

 

Hijos e hijas de Mi Corazón, nosotros nos reunimos en el silencio de este Sagrado Corazón de Fuego, nos fusionamos y sellamos nuestra Unidad en sus momentos de alineamiento y comunión y en los momentos continuos en que Yo misma los abrazo y los envuelvo en Mi Aura Incandescente. En esos momentos de comunión, en esos momentos de alineamiento, sin hora previamente fijada, Yo Me manifiesto en el seno de vuestra consciencia, Yo Me revelo en ustedes como la Madre Universal. Llama Infinita de la expresión de los mundos, Hoguera Ardiente donde toda las formas son moldadas y traídas a la expresión. Yo soy su Hoguera, ustedes son Mis llamas; en esta Hoguera Sagrada somos Uno solo.

 

Hijos e Hijas, atiendan mis palabras: la recepción amorosa es la llave en la cerradura de las puertas, que este Fuego impetuoso viene a estremecer. Estas puertas no se encuentran fuera, estas puertas son, aun, ciertos lazos, ciertos nodos en vuestra estructura material. Perciban, niños, que la Consciencia es el eje inamovible, la forma material y la arcilla que el Alfarero moldea de acuerdo con Su Voluntad. Por lo tanto, la amorosa bienvenida es esta llave que les es entregada desde vuestro propio centro silencioso, para la disolución de los nodos restantes de esta estructura material. Estos nudos no son impedimentos, estos nodos no pueden incluso ser llamados resistencias, ya que se refieren a la disposición natural de esta materia que hasta este momento acogió la experiencia de olvido e ignorancia, estos nodos o esta disposición de las células, de los átomos, mismo de los éteres inferiores, es lo que va a ser modificado, en la medida en que la acción de este Fuego Divino se encarna y este primer éter transubstancia la propia Esencia de las células, de los átomos y de los éteres.

 

Ustedes son los testigos silenciosos de este milagro, son los testigos silenciosos de la transformación material. Cabe a ustedes sumergirse, entonces, en este silencio y despertar en plena lucidez de lo que realmente Son. Niños bien amados, ustedes son los testigos silenciosos, son la Consciencia Plena que sustenta la Danza de los mundos, que sustenta la expresión y impresión del universo; ustedes son el Yo Único Eterno, Inmutable; ustedes son mi Sagrado Espírito. En la aceptación y, ahora, en la vivencia cada vez más profunda y continua de esta única Verdad, se halla trazada su liberación; no la liberación de una ilusión, ni la liberación de una danza cualquiera, sino la liberación del estado de adormecimiento, la liberación del estado de ignorancia, de somnolencia, y de olvido de lo que realmente Son.

 

Yo los declaro Llamas Eternas: ¿aceptarán o rechazarán lo que realmente Son? Ningún rechazo se extiende, indefinidamente, a lo largo de una experiencia, pues el término de todo rechazo es la aceptación .

 

En esta aceptación, por lo tanto, mis niños Yo los bendigo, los invito, y los convoco a esta posición de bienvenida amorosa delante de la vida, delante de sus hermanos, delante de cada elemento integrante de su experiencia aquí. Esta recibimiento amoroso es la única orientación que Yo, vuestra Madre Divina, tengo para darles con relación a la experiencia exterior. Con relación a la experiencia interior, con relación al proprio redescubrimiento y auto-conocimiento, tengo que decirles que el silencio es la auto-percepción que, en fin, son hermanos inseparables, son la escalera que ustedes usan para re-acceder a su  estado original: La Consciencia Plena y Unificada.

Yo los acojo, hijos e hijas, en la expresión planetaria, amorosamente. Hijos e Hijas Yo soy el Silencio y el Yo Eterno por detrás de la expresión  planetaria e incluso universal. En este Amor somos Uno, solamente existe este Amor.

Madre Divina, la fecundación última

 

 

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