Next Day Pets – Decirle adiós a tu perro

Diana Martinez

La pérdida de una mascota es verdaderamente una experiencia trágica, devastadora e incomparable. Nos dirigimos a nuestras mascotas en busca de apoyo, comodidad, camaradería, afecto y amor sin límites. ¿Así que qué haces cuando es momento de dejar a tu mejor amigo peludo ir? Lo primero que debes entender es que no estás solo en tu dolor. Incluso si aquellos a tu alrededor no comprender por qué estás tan perturbado porque es “solo un perro”, no olvides que hay personas como tú en todo el mundo, que aman a sus mascotas con todo su corazón y sufren su pérdida justo como la pérdida de cualquiera que aman.

Primero, con un perro envejecido o enfermo, tienes que decidir cuándo es tiempo para sacrificarlos. Después de la partida de tu amada mascota, debes entender cómo manejar tu dolor, cómo ayudar a tu familia a través de esta complicada experiencia, y qué puedes hacer para que todo sea un poco más sencillo.

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¿Cómo sé que es tiempo?

La eutanasia es el acto de terminar la vida de tu perro con una inyección rápida y sin dolor colocada por tu veterinario. Esto, por supuesto, no es una decisión fácil. No debe ser tomada a la ligera y lo mejor para ti es discutir tu elección con tu veterinario antes de tomar una decisión final.

La mejor manera de estimar si es tiempo de despedirte de tu perro es si su calidad de vida ha decaído al punto de que los días malos superaran los buenos. En este punto, mantener a tu perro vivo es forzarlo a vivir en dolor.

Si tu perro todavía disfruta de la compañía de sus compañeros, si aún se emociona con sus juguetes favoritos y sabrosas meriendas, si puede moverse sin dolor, y si participa en juegos, la eutanasia probablemente no sea la decisión correcta. Sin embargo, si tu perro debe enfrentar tratamientos difíciles y estresantes con regularidad, tiene problemas moviéndose, está generalmente desinteresado en la vida, no está consciente de sus alrededores, no quiere que lo acaricien o que jueguen con él, o si se ensucia con frecuencia, quizá sea el momento para elegir la eutanasia. Es importante que seas honesto y altruista contigo mismo y tu familia al tomar esta decisión. Escoger dejar que tu mascota agonizante perdure puede sentirse como la opción más sencilla, porque todavía no tienes que decirle adiós, pero en realidad solo significa continuar prolongando el sufrimiento de tu mascota y familia.

El duelo

Ya sea que hayas elegido la eutanasia, o si has perdido a tu perro en un accidente inesperado o por alguna enfermedad, debes estar preparado para atravesar varias etapas completamente normales de duelo.

Una etapa común y temprana del duelo es la negación. Tal vez no quieras admitir que tu perro se ha ido. Quizá te despiertes en la mañana esperando ver a Rover moviendo su cola al pie de tu cama. Permitirte el duelo es la mejor forma de atravesar esta etapa. No intentes solo enterrar tus sentimientos; esto dolerá incluso más de lo que ayudará a largo plazo.

Tal vez también experimentes enojo. Esto puede estar dirigido a tu mascota por haberse enfermado, al veterinario por no haber podido hacer que se mejorara, a tus seres amados por no haber hecho más para ayudar. Tu enojo también puede estar dirigido a ti en forma de culpa. Puedes estar molesto contigo por no haber hecho más, por no pasar suficiente tiempo con tu perro, o por no llevarlo a esa larga caminata diaria que le hubiera gustado tanto. Lo mejor que puedes hacer es dejar ir estos sentimientos. Cuando te sientas enojado, trata de pensar en algo que tu mascota hizo que te despertó una sonrisa o algo que a los dos les gustaba hacer, y cómo te hacía sentir. Recuerda que aunque tu perro no esté, nadie puede quitarte esas memorias. En lugar de aferrarte al enojo, aferrarte a esos buenos sentimientos.

A menudo, luego de la negación y el enojo, quizá te encuentres en el período de depresión. Tal vez pierdas interés en tus actividades diarias, tengas problemas para dormir, y te sientas generalmente letárgico; puedes hasta experimentar dolores de cabeza, falta de aliento, y otros síntomas de estrés extremo. No tengas vergüenza de buscar ayuda en esta situación; las personas fuertes e inteligentes lo hacen todos los días. A veces la decisión más fuerte es pedir ayuda.

Eventualmente, te encontrarás en la fase de aceptación del duelo. Entenderás que tu cachorro se ha ido y no volverá; que está a salvo y ya no sufre; y que esto es para mejor. En esta etapa puede sentirse lejana si acabas de perder a tu querido amigo, pero justo cuando cualquier otra experiencia devastadora o triste, pasará, y el sol brillará de nuevo.

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¿Cómo manejarlo?

Debes entender que no estás siendo hipersensible, tonto, ni estás loco por sentirte miserable porque tu perro se ha ido. Estos sentimientos son completamente normales. Una buena manera de trabajar en tus emociones es hablar con un amigo o con un familiar cercano. No obstante, muchos de nosotros no tienen amigos o familia que comprendan el vínculo excepcional de un perro y su dueño. Si este es el caso, busca la guía de tu veterinario, de una sociedad humana local, o un club relacionado con el tema. Allí hallarás individuos que te apoyen y que sean amables, quienes entiendan cómo te sientes y muchos de los cuales han atravesado la misma experiencia. También puedes visitar fórums con categorías específicas para historias y conversaciones sobre la memoria de mascotas queridas.

Además, puedes intentar mover las cosas en tu hogar. Especialmente si Rover tenía una esquina en particular en la que se acostaba, y te rompe el corazón cada vez que miras en esa dirección y él no está. Redecora tu sala de estar y coloca una mesa o una lámpara en esa esquina. Te sorprenderá cómo los cambios simples pueden ayudar en el proceso de duelo.

Ayudarte a ti y a tus hijos en el proceso

Cuando se trata de los niños, tienes que ser absolutamente honesto. Decirles a tus niños que Rover se fue a una granja muy lejana puede parecer una manera gentil de ayudarnos a atravesar la pérdida, pero es contraproducente. No solo no los ayuda a comprender los procesos naturales de la vida, sobre los cuales ellos deberán aprender eventualmente, sino que cuando se enteren de la verdad, se llenarán de desconfianza y de enojo, los cuales pueden ser difíciles de sobrellevar.

Cuando le expliques la situación a tus hijos, evita eufemismos como “lo puse a dormir” o “pasó a mejor vida”. Estas expresiones son confusas y fáciles de malinterpretar, especialmente para los niños jóvenes, y pueden ser hasta aterradoras. Si le dices a un niño pequeño que Rover ha sido “puesto a dormir” sin explicar exactamente lo que significa, él o ella pueden tener después miedo a dormirse porque quizá no regresen. Habla con tus hijos con gentileza, pero también con franqueza. Delicadamente explícales que vivir se volvió doloroso y difícil para Rover al final y que decirle adiós fue la cosa más agradable que pudiste hacer por él, incluso cuando fue tan retador.

No sientas que debes “ser fuerte” para tus hijos. Llorar enfrente de ellos o con ellos por la pérdida de su perro les demostrará que está bien sentirse triste sobre la pérdida y que está bien llorar. Pero intenta dirigir la conversación hacia el lado positivo, encontrando formas de sonreír a través de las lágrimas. Recuerda viejas historias divertidas con tu familia relacionadas con tu perro, o cosas chistosas que él hacía. Anima a tus hijos a hacer dibujos o a escribir historias sobre los buenos tiempos con tu perro.

La falta de control en la experiencia de perder a una mascota es difícil para un niño, especialmente si él o ella no estuvieron involucrados en la decisión de la eutanasia. Ayúdalo o ayúdala a tener un sentido de control al permitirle planear el servicio, o a decorar la tumba o urna. Esto les proporcionará a los niños un sentido importante de cierre, y también te ayudará con tu dolor.

Si ésta es la primera experiencia de tus hijos con la muerte, ellos probablemente tendrán algunas preguntas. Haz lo mejor por ser extremadamente paciente y cercano. Mientras más información busquen y encuentren, más cómodos estarán con lo que ha pasado, y estarán más preparados cuando tengan que inevitablemente volver a enfrentar la muerte más adelante en su vida. Míralo como una experiencia de aprendizaje que ellos recordarán con aprecio mientras crecen.

Absolutamente no trates de reemplazar a la mascota que se ha ido. Está más que bien tener otro perro eventualmente, de hecho, es recomendable, pero este perro nuevo NO es un reemplazo. Evita adquirir un perro de la misma raza o llamarlo igual. Esto será confuso para los niños y puede despertar resentimiento hacia el nuevo perro. Los perros son individuos, como las personas, y no es justo que esperes que el nuevo perro ocupe el lugar del querido amigo que ha muerto.

Si para tus hijos está siendo extremadamente difícil manejar la muerte de tu perro, toma esto como una señal de que has criado individuos compasivos y con grandes corazones. Después de todo, aquellos con grandes corazones son más propensos a que se los rompan. No hay que apenarse por buscar refugiarse en la iglesia, en grupos de apoyo, o en consejeros de duelo para que te auxilien a ti y a tu familia a través de este momento difícil. Solo recuerda, como Edna St. Vincent Millay dijo, “la tristeza se aleja volando en las alas del tiempo”.

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Traducido por: Diana Martínez, redactora y traductora en la gran familia hermandadblanca.org

Canalizado por: Next Day Pets, una página web dedicada a las mascotas.

Página original: https://www.nextdaypets.com/directory/dogs/articles/saying-goodbye-to-your-dog~157.aspx

3 comentarios

  1. Gracias. Muy buena imformacion. A mi ayudo mucho conocer porque morimos. Buscando respuestas a las preguntas más importantes. Las encontrarás en JW.org

  2. No estoy de acuerdo en que haya que sacrificarlos… esto me parece macabro… pienso que lo que habria que hacer cuando un perrito esta muy enfermo es hablar con el para explicarle la situacion y decirle que se puede ir tranquilo… el lo va a entender… pues muchas veces ellos no trascienden por no abandonarnos… y por supuesto acompañarlos con mucho amor durante este proceso…

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