Por los caminos de Dios. Reflexiones sobre nuestra búsqueda espiritual: Los obstáculos (I)
Primera parte
Aquellos que han leído alguno de los artículos de la serie Por los caminos de Dios ya están familiarizados con el tema de los obstáculos, pero para aquellos que aún no lo han hecho les comparto que los obstáculos son aquellos comportamientos, promovidos principalmente por creencias, que nos dificultan o nos impiden avanzar en nuestra búsqueda de Dios o de la máxima realización espiritual de nuestra creencia.
Según lo veo, en todos los caminos nos vamos a encontrar obstáculos, por lo que es importante conocer cuál es su origen y sobre todo, que podemos hacer para superarlos. En esta primera parte hablaré sobre la duda, la desconfianza, la pereza, la vanidad, el perfeccionismo, el orgullo, el apego, el miedo, el deseo y la impaciencia.
LA DUDA
El origen de la duda es nuestra creencia en no ser capaces de escoger la alternativa correcta ante una variedad de opciones que se nos presenten y esta creencia tiene su raíz en nuestra inseguridad personal, que a su vez nace de un sentimiento de inferioridad que debemos superar y del cual hablaré más adelante de cómo hacerlo.
LA DESCONFIANZA
Cuando obtenemos de alguien algo distinto a lo que esperamos se genera la desconfianza, no importa si se trata de seres humanos o de Dios.
Desde mi punto de vista, buena parte de la desconfianza tiene su origen en las expectativas que nos planteamos acerca del comportamiento de los demás y debemos estar claros que no siempre las demás personas van a hacer lo que nosotros esperamos de ellos, porque sobre eso no tenemos ningún control.
En la medida que tengamos menos expectativas o expectativas más realistas, disminuiremos la probabilidad que surja la desconfianza y si surge, el impacto de la decepción será menor. Sé que es natural esperar que los demás hagan lo que nosotros haríamos en su lugar, pero debemos aceptar que cada quien tiene el derecho de tomar sus propias decisiones y no las que nosotros quisiéramos que tomaran. En el caso de Dios, debemos estar convencidos que él siempre nos dará lo que necesitemos y eso no siempre será lo que queremos y que todo lo que recibimos de él es por su gracia y no por los méritos que creemos tener.
LA PEREZA
En la religión Católica la pereza es considerada uno de los pecados capitales y es el único obstáculo que de presentarse nos impediría o nos retrasaría el avance en todos los caminos.
Pienso que el origen de la pereza podría tener dos interpretaciones, una, que nace de la creencia muchas veces desconocida por el propio perezoso, que nada en este mundo es tan valioso como para justificar algún esfuerzo. La otra, la creencia en su incapacidad para hacer algo provechoso que le genere algún beneficio.
Ambos pensamientos tienen su origen en dos creencias que veremos más adelante. La primera, en la superioridad, al sentir que su esfuerzo siempre será más valioso que lo que pueda obtener con él y la segunda en la inferioridad, al no creerse capaz de obtener algo valioso con cualquier actividad que realice.
LA VANIDAD
Este es otro de los pecados considerados capitales por los católicos. El vanidoso está convencido que sus méritos, ciertos o no, lo colocan por encima de los demás, haciéndolo digno de toda su atención y de sus halagos.
Para evitar que la vanidad aparezca o para superarla si aparece, tenemos que trabajar la creencia de superioridad que es su fuente.
EL PERFECCIONISMO
Este obstáculo también tiene su origen en la creencia de superioridad, al pensar que somos capaces de alcanzar lo inalcanzable. Esta creencia lleva a su víctima a no sentirse nunca satisfecha con lo que logra y a la búsqueda infructuosa de la perfección.
EL ORGULLO
Acá encontramos de nuevo a la superioridad como fuente de este obstáculo. Si bien es cierto que en el lenguaje común la palabra orgullo tiene un uso y un sentido positivo, cuando expresa un sentimiento de satisfacción por el logro propio o el de otros, no es menos cierto que si detrás de esa satisfacción se esconde la creencia de ser superiores a los demás, entonces estamos ante el lado oscuro de este sentimiento.
Lo importante no es la palabra en sí misma, sino el sentimiento que está detrás de ella, ¿satisfacción o superioridad?
EL APEGO
Este obstáculo es tan cotidiano que la mayoría no nos damos cuenta que está allí, sobre todo en occidente, en donde la cultura más bien lo propicia. En oriente es diferente, allá sus religiones tienen un enfoque que promueve el desapego.
El origen del apego es la creencia en que la vida no tiene sentido sin posesiones. El mi y el mío son dos de las palabras más utilizadas en nuestro día a día. Nos sentimos dueños de cosas materiales, de sentimientos, ideas y hasta de personas. Nos resulta difícil concebir la vida sin todos esos míos.
Para evitar o superar el apego debemos hacer una reflexión profunda de que es lo que realmente poseemos. Al hacerlo, nos daremos cuenta que realmente no poseemos nada, que todas las cosas que tenemos son temporales, son un préstamo mientras estamos vivos y que en algún momento ya no estarán allí para nosotros, bien porque sean ellas o seamos nosotros quienes ya no estemos.
Al final de nuestras vidas nos iremos tal como llegamos, sin nada material de lo que tanto valoramos en vida.
EL MIEDO
El miedo es el último obstáculo en los Caminos de la fe y del servicio y aunque parezca absurdo, el miedo que puede surgir al final de estos caminos pareciera ser un miedo a lo que tanto hemos estado buscado, un miedo a nuestra Deidad o a como esta reaccionará ante nuestro encuentro.
Si buscamos su origen nos daremos cuenta que su raíz está en nosotros mismos, en nuestra creencia de no ser dignos de conocer el objetivo de nuestra búsqueda y esto a su vez tiene su origen en la creencia de ser inferiores, por lo que más adelante veremos la inferioridad como un obstáculo en sí misma, que a su vez genera otros obstáculos.
EL DESEO
El deseo surge de la necesidad de obtener placer o de dejar de sentir dolor. El deseo que se presenta como un obstáculo es el de sentir placer sensorial, por eso muchos piensan que la vía para liberarnos de él es privarnos del placer, pero están equivocados. No tiene nada de malo sentir placer, el placer no es el obstáculo a vencer, el obstáculo a vencer es el deseo.
La raíz del deseo es la ignorancia y el antídoto contra la ignorancia es la sabiduría, la sabiduría de conocer las cosas tal como son.
Si reflexionamos con sabiduría, nos daremos cuenta que el deseo es una creación de nuestra mente en la búsqueda de complacer al ego y que todas las fuentes de placer son finitas en intensidad y duración, ninguna de ellas puede darnos placer infinito y para siempre. Es por eso que el deseo nos hace sufrir. Sufrimos antes y después del placer. Antes por la ansiedad de no tener el objeto de nuestro deseo y después por ya no tenerlo.
La otra realidad que debemos conocer sobre el deseo es que por lo general se manifiesta en el pasado o en el futuro. En el pasado, porque recordamos lo que ya disfrutamos y queremos volver a sentirlo, y en el futuro, por la ansiedad que nos genera no haber disfrutado aún el placer que anticipamos. Cuando el deseo se manifiesta en el presente también nos hace sufrir por el temor a perder nuestro objeto de placer, lo que a su vez nos impide disfrutar del placer que sentimos en ese momento.
Si entendemos realmente estas características del deseo tal como son, este desaparecerá por sí solo. Disfrutaremos del placer cuando esté y no lo anhelaremos cuando no esté.
LA IMPACIENCIA
El origen de la impaciencia es la inseguridad en nuestras propias capacidades para lograr lo que nos proponemos y esta a su vez nace del sentimiento de inferioridad del que hablaré en el próximo artículo.
En la segunda parte de este artículo hablaré sobre los obstáculos del yo-ego, la confusión y los sentimientos de superioridad e inferioridad. Además, expresaré mi punto de vista sobre el elogio y el menosprecio, que aun cuando no los menciono como obstáculos en ninguno de los artículos, los considero factores clave en las creencias de superioridad e inferioridad.
________
Autor: Juan José Sequera, autor de la familia de Hermandadblanca.org
Lo unico que poseemos es el GRACIAS! Y sonreirnos, aunque no haya de que. Y habran mas: buenos días, para un nuevo GRACIAS!