¿Por qué muchos matrimonios fracasan? por Isabel Ogara

Rosa (Editora)

rosa pintada en acuarela

La mayoría de los seres humanos no tenemos auto-estima. De acuerdo a la autoestima que tengamos atraemos a la gente a nuestro alrededor; es decir, los iguales se atraen. Una persona independiente no puede vivir con un co-dependiente. ¿Por qué? porque una persona co-dependiente necesita la aprobación del otro. Necesita que siempre le digan que lo que hace está bien, que siga así. Siempre desea que le digan que le quieren, le aman, y no pueden vivir sin ella. La persona independiente se ama, sabe lo que quiere y tiene un enfoque claro en su vida, por lo tanto sabe hacia donde va y como llegar. Cree en ella y sus sentimientos son muy importantes para si mismo. ¿Por qué? porque desde que era niño fue amado y aceptado, tenía su lugar en la familia, sus sentimientos fueron importantes para sus padres, hermanos y familiares. ¿Qué pasa con un co-dependiente? por lo general fue un niño rechazado, no fue aceptado como era, sus sentimientos no eran importantes para su familia, y no tuvo el abrazo incondicional de sus padres. A su vez, estos padres no se sentían conformes con ellos mismos, no creían en ellos, y era más importante la opinión del otro que la propia. El mensaje que el niño recibe en estos hogares es que no es suficientemente bueno para merecer el amor y el respeto.

El niño que es querido vive en un ambiente donde es aceptado cada vez más, contento porque sabe que sí puede y siente el amor y la aprobación de los suyos. Esto hace a su vez que se valore aún más. Estos niños con una autoestima equilibrada van por el mundo reclamando sus derechos, todo les es más fácil, porque sienten lo más importante, que es el amor y la aceptación de sus padres, sintiéndose acunado por ese amor incondicional. Aunque cometa errores no es juzgado. Como confía en sus padres, también confía en Dios, y puede desarrollar el amor incondicional en Dios.

Sin embargo los niños que no pueden confiar en sus padres, porque son rechazados, bien porque vinieron a este mundo sin ser deseados, o porque los padres eran otros rechazados o abandonados, se sienten con una desconfianza atroz. Creen que ellos son los culpables de todas las circunstancias que ocurren en la familia, y creen que son ellos los que ocasionan los problemas. Para un niño los padres son lo máximo, y nunca se equivocan. Como consecuencia, ¿cómo pueden confiar en Dios? El rechazo trunca a los niños, y no los deja ser ecuánimes con sus pensamientos, lo cual no permite el crecimiento emocional aún cuando ya es adulto.

Si soy una mujer sumisa buscando siempre la aprobación de los demás, no soy capaz de tener un criterio propio porque no me valoraron de pequeña. Realizo trabajos excesivos para mi condición de mujer simplemente para agradar a los demás, para que vean lo trabajadora que soy, etc. ¿Creen que puedo llamar la atención de un hombre que se quiere, que sabe lo que vale y que le gusta su independencia emocional? Nunca. Primero, a mi no me van a gustar las características de este hombre. Me va a llamar la atención un hombre abusador que está siempre controlando lo que hago, que me critica mucho, que no le gustan la  mayoría de las cosas que hago, y me regaña o me deja de hablar hasta que a él le de la gana.

Escogemos a nuestra pareja de acuerdo a como ha sido el matrimonio de nuestros padres. Así como te sentías en tu familia, así vas a escoger como te sentirás en tu vida matrimonial. Seguimos escogiendo el mismo tipo de pareja hasta que no terminamos de aprender. En mi familia de origen me sentía como en una cárcel, vigilada, controlada y rechazada. Así mismo me he sentido en mi matrimonio. Vigilada: no tenía libertad para hacer lo que quería, ni cuando, ni como. Controlada: apenas me salía de lo establecido, pa’ fuera. Y rechazada: dejaba de dirigirme la palabra porque no hacia lo que el decía. Pero todo esto pasa hasta que empiezas a trabajar en ti, a quererte, amarte, sentir que tu sí puedes, que crees en ti, y que tienes el amor de Dios. Buscas ayuda, apoyo, y lo más importante, querer salir de ese anonimato emocional. ¡Sí puedo! Cuando te respetas, el otro te respeta. Cuando te amas, el otro te ama, si no, cada quien para su lado.

Querer salir de esa cueva oscura

Hay que perdonar. Primero comprender que debes perdonarte, esto es transcendental. Cuando te perdonas, ya no juzgas. No sientes la necesidad de juzgar a nadie. Estás en paz, comienzas a vivir una etapa desconocida para ti. Aprecias el amor a ti misma, empiezas a escucharte, a prestarte atención para saber lo que verdaderamente te gusta sin complacer a los demás. Algo desconocido en ti. Dicen que si no te escuchas, no puedes escuchar a Dios y es muy lógico, Dios esta dentro de ti. Cuando empiezas a sentirte a ti mismo, puedes empezar a dejar las adicciones; como comer compulsivamente, tomar alcohol, o hacer drogas. Las adicciones son maneras de llenar vacíos que nos deja el no encontrar a Dios. Cuando estas fuera de ti, estás viviendo un frenesí que nunca calmas, siempre corriendo, buscando algo que nunca encuentras, el aquí y ahora no existe. Siempre el mañana que llega y es lo mismo. Cuando eres joven crees que el matrimonio da la seguridad y estabilidad emocional. Haces lo que sea para casarte, aunque a tu alrededor a nadie le ha dado seguridad el matrimonio. ¿Y luego qué? ¿Dónde está esa seguridad? Cuando sientes que disfrutas de tu propia compañía, sin necesidad de tener a nadie al lado, ahí empiezas a saborear tu presencia y sientes a Dios en ti. Dios siempre está con nosotros, somos nosotros los que no vemos a Dios. Los retos comienzan aquí y sabes que sí puedes. La meditación ayuda mucho.

Isabel Ogara

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