Qué significa ser el espectador, por Wayne Dyer

Rosa (Editora)

wayne dyer con loz brazos cruzados

Tómese un momento para reflexionar sobre cómo se ve a sí mismo. Mientras lo hace, piense en lo que significa decir: Estaba diciéndome a mí mismo que..».

Descubrirá que la frase da a entender que usted es dos personas.

Una persona es el «yo» que estaba diciendo. La otra es el que recibía las

palabras del que hablaba. El yo le hablaba al mí mismo, cosa que, cuando uno examina sus diálogos internos, se hace centenares de veces al día. Cuando se cultiva la condición de espectador uno se aparta tanto de la posición del yo como de la del mí mismo.

Aquí, desde un espacio invisible, ajeno a su cuerpo físico, el espectador

se desprende de todas las emociones, sentimientos y comportamientos. Desde

ahí, el espectador observa amorosamente el acontecer de toda su vida.

Hace varios años traté un caso en el que la paciente sufría lo que ella

llamaba tristeza terminal. Estaba siempre deprimida. Describía sus

sentimientos con frases como: «Todas las partes de mi ser están deprimidas.

Estoy deprimida cada día, en todo momento. Me despierto deprimida y me voy a

dormir deprimida. Al parecer no puedo librarme de esta terrible sensación de

depresión».

Un día le formulé una pregunta que se convirtió en el punto de inflexión de

su tristeza.

Dígame, ¿ha estado advirtiendo esta depresión con mayor

frecuencia en las últimas semanas?

Ella respondió:

Sí, he advertido que cada vez se expande más.

Ahora piense con cuidado antes de responder -proseguí yo – ¿La persona que

advierte eso está deprimida? – Ella me pidió que repitiera la pregunta ¿La

persona que advierte eso está deprimida? – repetí.

Quedó demasiado desconcertada como para responder. Pero por primera vez fue

capaz de contemplar que existía otro aspecto de ella misma aparte de la

depresión.

Ese aspecto era la parte de ella misma que advertía la depresión. Esta que

la advertía era la testigo, la observadora, que no había sido atrapada por

la depresión. Esa entidad invisible, sin fronteras, era su yo espiritual.

Antes de aquella sesión, la mujer nunca había conocido esa parte de sí misma

Pasé meses enseñándole a dejar de identificarse con los pensamientos y

sentimientos deprimentes. Aprendió a desprenderse de ellos y observarlos

desde la posición del espectador comprensivo, con independencia de sus

pensamientos y de su cuerpo físico.

Convertirse en espectador supone un acto de amor. Nos saca del mundo de

fronteras y formas y nos permite entrar en un espacio de amor puro.

Así pues, comience ahora a advertir realidades de su vida. Advierta lo

plácido que se siente, o cuánta ansiedad tiene. Advierta su apariencia

física. Cuánto pesa, lo en forma que se siente y el grado de fatiga.

Advierta cuánto tiempo quiere pasar con su familia, en su trabajo, viajando,

jugando y rezando.

Déjese penetrar por todo lo suyo. ¡Sus uñas, sus hábitos de conducción, su

jardín!

Ahora examine el número de veces que he usado la palabra «advierte».

Recuerde que existe una actividad llamada advertir, y que incluye al que

advierte y al que es advertido. Entonces, concéntrese en ser el que advierte

y acostúmbrese a acudir a ese lugar de su conciencia durante su vida

cotidiana.

¿POR QUÉ DARLE LA BIENVENIDA A LA CONDICIÓN DE ESPECTADOR?

«En mi mundo, nunca nada va mal.» Estas palabras fueron pronunciadas por

Nisargadatta Maharaj en respuesta a una entrevistadora que, exasperada, le

pidió a Maharaj que hablara de los problemas de su vida.

Para mí, es la afirmación de mayor fuerza que haya oído jamás. La tengo

presente cada día de mi vida y he hecho colgar una reproducción de la misma

en un lugar estratégico de mi despacho como recordatorio de su supremo valor

La entrevistadora insistió en que Nisargadatta tenía que tener problemas

como todos los otros seres humanos. Nisargadatta le dijo:

Usted no tiene ningún problema, sólo su cuerpo tiene problemas… En su

mundo, nada perdura; en el mío, nada cambia.

¿Por qué diría este iluminado maestro que en su mundo nada iba nunca mal? Yo

creo que se debía a que estaba hablando desde la posición del espectador

comprensivo.

Dentro de todos nosotros existe la dimensión eterna e inmutable de nuestro

yo espiritual. Este es el yo invisible que le habla al yo físico. Es el

pensador de los pensamientos. Este observador comprensivo no se revela con

instrumentos científicos y no aparece en las autopsias.

Cuando uno es realmente capaz de creer en el dominio espiritual del

espectador, entonces nada va mal porque el mal no carece de sentido para el

observador. Todo tiene su orden. Nada se cuestiona desde esa perspectiva. Es

como vivir en el paraíso, donde están la eternidad y el alma, al tiempo que

uno se encuentra en el cuerpo físico. Pero en este espacio, el cuerpo no es

el centro de la existencia.

No estoy sugiriéndole que se retire y se deshaga de todas sus posesiones

materiales con el fin de hallar esa clave para la conciencia superior,

aunque, desde luego, es una posibilidad. En cambio, quiero que considere

cómo estas palabras de «nunca nada va mal», de «no tener problemas» y de

«vivir en el mundo de lo inmutable» pueden aplicarse a su despertar

espiritual.

Hay muchísimo qué aprender de estas ideas. Cultivar la condición de

espectador le pondrá en el sendero donde su Yo Superior comienza a influir

sobre su ego físico en lugar de que suceda lo contrario.

Como dice Maharaj: «Dedícale toda tu atención, examínalo con amoroso cuidado

y descubrirás alturas y profundidades del ser con las que no has soñado,

absorto como estás en la insignificante imagen de ti mismo».

Estas palabras describen el poder y el valor de cultivar la condición de

observador.-

Del libro TUS ZONAS SAGRADAS, del Dr Wayne Dyer, pag 119 a 121

 Fuente:  Visita «Las Enseñanzas de Kryon» por Mario Liani: http://38uh.com

 

2 comentarios

  1. y cual es el problema de tener problemas?
    Si se pueden solucionar; pues solucionelos de la mejor manera; Si no se pueden solucionar, no vale la pena de «aproblemarse»: déjelo ser.
    No será que el Maharaj lo haya dicho de sobrado… en la línea de los argumentos de Wayne el yogui se sienta en su «Presencia Sagrada» para contestar (aquello que está más allá de las limitaciones. )
    Por otra parte la sagrada oportunidad de solucionar un problema a la luz de su presencia amorosa, no exige ser un observador comprensivo; más bien ser un activista asertivo.

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